¿Y usted qué opina?
Fernando Berrocal
La noticia internacional del fin de 2022 es el viaje del presidente Zelenski a Washington y su reunión en la Casa Blanca con el presidente Biden, como cierre del año de la intervención militar rusa en Ucrania y de esta censurable guerra, en contra de todos los principios y normas del Derecho Internacional.El posterior discurso ante una reunión conjunta y extraordinaria de la Cámara de Representantes y el Senado y el acto simbólico de la entrega de una bandera de Ucrania, firmada por combatientes en el frente de batalla, así como los firmes compromisos adquiridos por los Estados Unidos, no dejan duda alguna sobre la estrecha y poderosa alianza forjada entre ambos países.
En dicho contexto, el compromiso de dotar a Ucrania de poderosos cohetes defensivos Patriot y, en coincidencia, la declaración del presidente Putin, en Moscú, de que igualmente dotará sin límites al Ejército de Rusia de todo el armamento y logística que sean necesarios, significa que los combates aumentarán y continuarán en el 2023 y que una paz justa está bastante lejos.
Esta es una pésima noticia para cerrar este año 2022.
Desde Costa Rica, un país sin Ejército por la visión histórica de don Pepe Figueres y que la ha declarado la paz al mundo, tendemos a ver esa guerra como algo lejano y que no nos concierne. Pero no es así. Esa guerra está condicionando la situación mundial, crea nuevas realidades y alianzas políticas entre las grandes potencias, con peligrosas consecuencias en el orden político y económico mundial, a las que no escapa nuestro país, como miembro activo de la comunidad internacional. Costa Rica, desde la creación de la Organización de las Naciones Unidas, a fines de la II Guerra Mundial, ha defendido la necesidad de la paz y lo ha hecho con valentía y ética, como uno de los puntos esenciales y medulares de su política internacional, abogando intensamente por el desarme, el control de la venta de armas y la solución pacífica de las controversias entre los países, como condición esencial para la paz mundial y el progreso integral de todos los pueblos, sin distinciones ni exclusiones. Esa posición nos une a todos los costarricenses, indistintamente de nuestras diferencias político partidarias.
Al menos, y gracias a Dios, todas las partes en la disputa han expresado que no escalarán el conflicto con armas nucleares. Eso sería iniciar la III Guerra Mundial y una catástrofe sin límites para la Humanidad. Pero sí estamos claros que seguirá y se profundizará la destrucción de ciudades e infraestructura, la muerte de soldados y el desplazamiento de millones de civiles inocentes.
Aunque sea en forma simbólica y testimonial, expresamos nuestro repudio a esta guerra cruel y abogamos por una paz justa y negociada para alcanzar el cese de hostilidades entre estos dos pueblos eslavos, unidos por la sangre, la similitud del idioma y una extraordinaria historia común. ¡Que así sea!