Conversaciones con mis nietos
Arsenio Rodríguez
“En silencio les digo el amor es callado” Meher Baba
El punto de Carter fue en resumen; mientras China ha pasado décadas vislumbrando el futuro, nosotros hemos estado cavando tumbas en el pasado. Ellos han construido ciudades, escuelas, trenes que se mueven más rápido de lo que se pensaba. Nosotros hemos construido bases militares, deudas y un imperio oxidado. China eligió la infraestructura. Nosotros la interferencia. Construyeron ferrocarriles a través de los continentes. Nosotros bombardeamos puentes a través de las fronteras. Ellos invirtieron en inteligencia artificial, medicina y educación. Nosotros en derrocar gobiernos ricos en petróleo.
Y me pareció muy interesante esto y me recordó la primera vez que estuve en Beijing, en el año 2009.
Asistí a una reunión un sábado, después de haber estado 2 días en Shanghái. Mi vuelo salía, ese domingo en la tarde, así que pregunté en el hotel, que me recomendaran que turismo rápido pudiera hacer, y me sugirieron que fuese a ver la Ciudad Prohibida y la Plaza de Tiananmen. El taxi, siguiendo las instrucciones en chino me dejó junto a la Plaza. En mi bolsillo llevaba un papelito en chino, para el taxi de regreso.
Y para que fue aquello. Cuando me bajé y me quedé allí, me di cuenta de que al menos un millón de chinos habían decidido hacer lo mismo en su domingo. Me sentí como cucaracha en baile de gallinas, no entendía el lenguaje hablado, ni los rótulos escritos, ni el lenguaje corporal de la gente. Me sentía rodeado por la humanidad. De nuevo asombrado ante tanta gente, con tanta vida por dentro. Sentí dentro de mi la humanidad de la humanidad.
Y esta memoria me llevó a pensar en toda esta llamada comunicación humana moderna. ¿Qué es verdaderamente eso de comunicarse? Cuando establecemos un intercambio u asociación con el otro o con lo demás. Podemos comunicar cariño, amor, odio, mentiras, engaños, llamar la atención sobre algo que está pasando, para compartir una alarma o una belleza (desde nuestro punto de vista claro está).
De hecho, ahora estoy juntando pensamientos dentro de mi mente, y convirtiéndolos en palabras que signifiquen algo para el que las lea. Pero esto también podría ser, un ensamblaje de palabras para comunicar algo en lo cual ni uno mismo cree.
Lo que la tecnología moderna ha hecho, es hacer posible la interconexión instantánea entre gentes de todas partes del planeta, pero no la comunicación. Empezamos con las señales de humo, las banderas, telégrafo, teléfono, cine, radio, televisión, celulares, y redes de internet, que hoy instantáneamente nos llevan chismes, verdades, mentiras, poemas, palabras, cuentos e imágenes y voces, desde el Perú hasta Timbuktú.
Pero la comunicación ocurre cuando se comparte una experiencia, conocimiento o sentimiento. Por lo tanto si alguien llama por teléfono a China y no sabe chino, ni la otra persona español, hubo conectividad pero no hubo comunicación.
Para compartir algo uno tiene que sentirlo en uno mismo. Nadie le puede explicar un dolor de cabeza a quien no haya sufrido uno. Un matemático no puede compartir su hallazgo sobre ecuaciones cuadráticas a un bailarín profesional, ni éste hacer que el matemático sienta la gracia de sus pasos. Los arengadores de una turba de linchamiento avivan el odio de los integrantes de esta, porque se conectan con su miedo e ignorancia. Pero alguien como Gandhi movilizaba la gente, porque se conectaba con el amor y la humanidad que también llevamos adentro.
El cariño, el amor, la capacidad de comprender la realidad, de que todos estamos íntimamente entrelazados en los procesos que sostienen la naturaleza y la vida, es algo que requiere el despertar de una consciencia que todos tenemos, más allá de nuestras afiliaciones políticas, religiosas o tribales.
Usualmente lo que comunicamos, son puntos de vista y todos tenemos puntos de vista diferentes basados en nuestras autodefiniciones, apegos y nuestros miedos. Así es esto de vivir.
Yo pienso que hay dos vertientes paralelas, multiplicándose ahora en el mundo, una la integración de la gente en el uno a uno, la mezcla de culturas, la trascendencia de nacionalismos y creencias sectarias. La cantidad de familias multiculturales en el mundo es hoy mayor que nunca, la diseminación de imágenes e información donde la gente ve la humanidad de los otros, y la aceptación de la diversidad. La otra vertiente es la que vemos ocurriendo también en el mundo entero, y que está siendo particularmente liderada por corrientes políticas en Estados Unidos y Europa, y es la vuelta al pasado, la postura recalcitrante de culturas raciales y nacionalistas, al ver la dilución de sus nichos culturales y el surgimiento de una humanidad integrada.
Hay dos formas en que se están diseminando estas corrientes. La primera es más personal, basada en la experiencia humana completa, la comunicación profunda que involucra palabras, pero más que palabras sentimientos, que se intercambian en silencio y no en arengas e influencias a través de redes sociales, ni alarmantes noticias en los medios.
La segunda es utilizando la metodología Orwelliana del doble pensamiento, de los hechos alternativos como diría Trump. Campañas masivas de influencia para conectar el miedo y la inseguridad de la gente, ante la inevitable nueva civilización humana planetaria, con lo cual también los líderes se afianzan en su poder.
Recordé que un año después de esa visita a Beijing, fui allá a otra reunión, para desarrollar un proyecto. Mi contraparte china se llamaba Chen Xinming. Nunca lo había conocido. Nos quedamos en el mismo hotel en Beijing, él, su intérprete y yo. Tuvimos un día de reuniones productivas, la intérprete era esencial, pues si no, no hubiese habido comunicación de ninguna clase, pensé yo.
Al día siguiente quedamos en desayunar en el restaurante del hotel. Chen y yo llegamos y nos miramos sin decir nada, sonreímos. La intérprete no había llegado, fuimos a servirnos el desayuno y nos sentamos en la mesa. El miró su reloj, me miró y se sonrió. Yo le devolví la sonrisa. Llevábamos allí casi 15 minutos. El llamó por su celular y habló con alguien, me imagino que con la intérprete, y me miró y se sonrió. Pasaron otros diez minutos. Chen me volvió a mirar, se levantó y me hizo gestos de que yo hiciera lo mismo. Lo hice y entonces él se acercó y me dio un abrazo muy profundo. Yo sentí su cariño, su amistad. En eso llegó la intérprete y él le dijo algo. Y ella me dijo: El Sr. Chen quiere decirle que el hecho de que no hayamos podido hablar no quiere decir que no nos comunicamos, lo importante es que con el abrazo nos dijimos mucho mas de lo que nos hubiésemos dicho con palabras.
Le di otro abrazo. Sí, la humanidad nueva va a nacer desde adentro.