Ucrania: la guerra de desgaste permite a Rusia retomar la iniciativa

Enrique Gomáriz Moraga

Enrique Gomariz

Tras dos años de cruenta guerra, apenas hay dos certezas en el curso del conflicto. La primera, que en el campo de batalla parece estabilizarse una suerte de tablas, que progresivamente adquiere el aspecto de guerra de desgaste. La otra certeza es menos comentada, pero cualquier recuento de bajas lo pone descarnadamente en evidencia: se trata de una guerra particularmente sanguinaria. A los cientos de miles de bajas, siguen sumándose cada semana varios miles de vidas, segadas mayoritariamente antes de dejar la juventud.

A partir de estas dos certezas, que parecen complementarse, los cambios en el curso del conflicto no son muchos, aunque sean significativos. Del lado ucraniano, la resistencia militar sigue siendo notable, pese al fracaso -ya reconocido por las autoridades militares- de la ofensiva lanzada en el verano-otoño pasados. En ese escenario, se ha producido un cambio importante en la conducción del aparato militar: la destitución impuesta por el presidente Zelenski del comandante en jefe del ejército, Valeri Zaluzhni, considerado el héroe de la defensa de Kiev al principio de la invasión y el estratega que arrebató a los rusos ciudades importantes, como Jarkov y Jerson. Los roces entre Zelenski y Zaluzhni aumentaron el último año, a causa de las declaraciones y entrevistas que el jefe militar concedió a medios occidentales, mostrando una perspectiva mas realista que la del presidente y hablando abiertamente de tablas en el campo de batalla.

Zelenski argumenta que la destitución de su jefe militar refiere a los cambios necesarios ante la situación de precariedad respecto de dos pilares defensivos fundamentales: el déficit de armas y municiones que sufren sus fuerzas, debido a que los aliados occidentales no envían todo el material que sería necesario, y el limitado número de combatientes, dadas las dificultades de reposición del alto número de bajas y la fatiga de los defensores en la línea de fuego. Para compensar esta restricción, el gobierno ucranio debate desde hace seis meses la promulgación de una nueva ley de movilización obligatoria. Pero la norma sigue atascada porque presenta un relativo rechazo de la población, sobre todo teniendo en cuenta la idea extendida de que existe una sería corrupción en el proceso de movilización.

Mientras tanto, del lado ruso, la fabricación de armamento ha adquirido ritmo, al tiempo que el gobierno ruso sigue una política agresiva de importación de países dispuestos a vender armas: Irán, Corea del Norte, entre otros. Por otra parte, la diferencia demográfica entre Rusia y Ucrania hace que el ejército ruso mantenga una notable superioridad numérica en el terreno (algunos observadores hablan de 6 a 1, en términos globales).

En esas condiciones, se ha producido un ligero cambio de tornas en la línea del frente. Las fuerzas ucranias han pasado de desarrollar una estrategia ofensiva a otra de carácter defensivo, mientras las rusas están haciendo lo contrario. El ejército ruso ha tomado la iniciativa, logrando victorias tácticas, como la toma de Avdivka, que podría dar inicio a una ofensiva más sostenida, que algunos observadores creen que tendrá lugar después de las elecciones rusas de mediados de marzo.

La gran interrogante refiere a saber si esta ofensiva táctica rusa no pasa a mayores, manteniendo la línea de frente básicamente estable, con limitados avances y retrocesos, o bien refleja una dinámica de mayor profundidad donde la guerra de desgaste comienza a inclinarse a favor de Rusia. Al parecer, los daños económicos ocasionados a Moscú por las sanciones occidentales no han adquirido un volumen suficiente, mientras se debilita, sobre todo en Estados Unidos, el ritmo de ayuda financiera y militar, causando sensibles retrasos en el reabastecimiento ucranio. El freno del partido republicano a la ayuda en el Congreso, da una idea de lo que podría suponer la llegada de Trump a la Casa Blanca en las próximas elecciones.

Sin embargo, parece también poco probable que los gobiernos occidentales dejen que Rusia derrote claramente a Ucrania. Lo que conduce a imaginar que la guerra puede continuar por años, hasta que ambas partes se den cuenta de que esta es una de esas guerras imposibles de ganar (como la que tiene lugar entre israelíes y palestinos) Y que finalmente terminará en tablas, con la división territorial del país, como, por ejemplo, sucedió en Corea. Pero mientras dure, la masacre humana continuará, para oprobio de toda la comunidad internacional.

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