Política entre bastidores
El primer domingo de febrero de 1966 , don José Joaquín Trejos Fernández derrota en las urnas a don Daniel Oduber. Fue una campaña política muy dura y virulenta contra don Daniel. Don José Joaquín no sólo se presentaba como el candidato de las manos limpias, sino que sus seguidores y su Partido Unificación Nacional eran directos al calificar a Oduber de comunista: “un voto por Daniel es un voto por Fidel”, sólo para poner esta frase como ejemplo. “Votar por Liberación es votar por el comunismo”. A lo largo de la campaña política, páginas enteras uniendo las fotografías de Fidel Castro y Daniel Oduber. Y la batuta en este tipo de ofensas la llevaba el periódico La Nación. Los ataques contra Daniel eran inmisericordes. Incluían páginas pagadas por particulares, entre ellos Miguel Ruiz Herrero, un reconocido anticomunista y Marciano Campos Bolaños, un profesor pensionado que gastaba todos sus recursos en campos pagados de la prensa nacional. No valieron las protestas contra el periódico ni las denuncias ante el Tribunal Supremo de Elecciones.Desde antes del día de elecciones, Daniel interpuso en los tribunales de justicia acusación penal por injurias contra el periódico La Nación. La parcialidad de este diario era incuestionable y era una obligación moral materializar esa acusación en la persona del director del periódico, según lo contemplaba la Ley de Imprenta de entonces.
Daniel Oduber ganó el juicio y La Nación se vio obligada a indemnizarlo por millones de colones. El monto y los pormenores del juicio no tiene importancia para los efectos de este escrito. Sí es importante señalar que don Daniel no estuvo interesado en el dinero y desde antes del fallo anunció que la suma que le correspondiera como indemnización iría donado a obras sociales en la provincia de Guanacaste, entre ellas la restauración de la iglesia de Liberia.
La sentencia de los tribunales de justicia fue recibida con júbilo por los liberacionistas en general y el oduberismo en particular. Una de las reacciones más inmediatas fue organizar un desagravio a don Daniel Oduber. Se convocó a una manifestación pública nocturna en el Parque Morazán -la fecha exacta no puedo precisarla, se efectuó en el mes de julio de 1966-, frente a la sede central del PLN, y congregó a más de siete mil personas en un ambiente festivo.
Se construyó una improvisada tarima frente a la sede del partido, algunas, sillas, micrófonos, atril, altavoces. A las siete de la noche ya estaba presente en la tarima la mayor parte de la plana mayor del PLN: don José Figueres, don Fernando Volio Jiménez, don Rodrigo Carazo Odio, don Rodrigo Masís Dibiasi, entre otros, y por supuesto don Daniel. En lo personal, yo estaba presente entre el público, en el centro de la concentración, acompañado de la que era mi novia Miriam y hoy mi esposa.
Todo transcurría con normalidad y en el momento en que don Fernando Volio se dirigía a la concurrencia con un discurso, un estruendo impresionante interrumpió el acto. Creímos en un principio que se trataba de una bombeta de turno e internamente pensamos en la irresponsabilidad de reventar un artefacto de esos en el centro de la multitud. Hubo gritos de dolor, la gente se dispersó y la mayoría abandonó el lugar. Sorpresa: habían heridos y sangre en el parque. Llegaron ambulancias y fueron trasladados a distintos centros hospitalarios.
En lo que a mí se refiere, abandoné el parque caminando, de la mano con Miriam. Pero mientras caminábamos sentí que mi pierna derecha se adormecía, toqué mi pantalón y lo sentí húmedo y frío. Mi mano estaba roja de la sangre que había brotado. Nos dirigimos entonces a emergencias del Hospital Calderón Guardia, pero eran muchos los que esperaban, la mayoría provenientes del Parque Morazán. Entonces nos dirigimos en taxi a la Clínica Bíblica. Ahí me atendieron: algo me había atravesado (entrada y salida) el muslo inferior de mi pierna derecha. Me introdujeron una gasa por un lado y la sacaban por el otro, sin anestesia, para limpiar la herida; sumamente doloroso; me había alcanzado una esquirla.
Lo personal no tiene importancia. Lo grave, más que la conmoción, es que hubo muchos heridos, más de quince, no hubo pérdidas humanas, sí de lamentar que un hombre perdió la visión de uno de sus ojos.
Ahora bien, ¿qué fue lo que sucedió? Simplemente un atentado terrorista. Sin poder determinar hasta el día de hoy con precisión quién fue el autor, una granada de mano fue lanzada contra la tribuna en la que estaba, como dijimos antes, la plana mayor del PLN encabezada por Daniel Oduber. ¿Por qué no llegó a la tribuna? La granada pegó contra una rama de los muchos árboles del Parque Morazán y entonces cayó en el centro de la multitud. Se vio a un hombre correr en huída al estallar la granada, pero fue divisado muy tarde sin habérsele identificado. Quien fuere no era más que un sicario o terrorista. El autor o autores intelectuales fueron otros. Supimos un nombre, sin pruebas, que no me atrevo a citar para no provocar consecuencias de otra índole.
Queda como un hecho histórico que muy pocos recuerdan, inconcebible en la Costa Rica democrática y pacífica de 1966,. A Dios le agradecimos que no hubo muertes que lamentar.
Estos apuntes no tienen ninguna pretensión literaria; son la narración de simples hechos reales poco conocidos que al cabo del tiempo se convierten en históricos.