Tailandia: la hora de la democracia

Mayo 26, 2023

Por Andrew Firmin

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Una joven activista tailandesa a favor de un cambio democrático en su país

LONDRES (IPS) – Los votantes han hablado en Tailandia. En las elecciones generales del 14 de mayo, respaldaron abrumadoramente al cambio. Dos grandes partidos de la oposición obtuvieron 293 escaños en la Cámara de Representantes, de 500 miembros.

El partido que inesperadamente quedó en primer lugar, Avanzar, anunció rápidamente que había formado una coalición con el segundo, Pheu Thai, y otros seis grupos, hasta sumar 313 escaños. Si se respeta la democracia, la próxima vez que se reúna el parlamento, la coalición encabezada por Avanzar debería convertirse en gobierno y su líder, Pita Limjaroenrat, en primer ministro.

Pero hay un problema: el poderoso ejército tailandés. En el último siglo, Tailandia ha sufrido 13 golpes militares, el último en 2014. En las anteriores elecciones, en 2019, consideradas por muchos como ni libres ni justas, el jefe de la Junta, Prayut Chan-o-cha, se vistió de civil y se aferró al poder.

Pero esta vez, los electores han dejado muy claro que no quieren a los militares en el poder.

Ahora Tailandia se encuentra en una encrucijada: ¿se permitirá que asuma el poder un nuevo gobierno elegido democráticamente? ¿O, como antes, intervendrán los militares para impedirlo?

Un sistema parcializado

Los militares disponen de una poderosa herramienta. En virtud de la nueva Constitución que introdujo en 2017, el primer ministro debe obtener la aprobación de la mayoría de votos de la Cámara de Representantes y del Senado. El Senado tiene 250 miembros, todos ellos nombrados por los militares.

Esto significa que se necesitan 376 votos en las dos cámaras, lo que deja corta a la nueva coalición. La minoría militar aún podría mantener su control, utilizando los votos del Senado para ignorar la realidad de la falta de respaldo que afronta.

Las ganas de renovación defendía Avanzar se ha expresado en las calles durante años, a pesar de que el gobierno ha desatado la violencia y ha criminalizado a los manifestantes. Los jóvenes han estado al frente de las protestas, exigiendo democracia, una reforma militar y, en un desafío a un tabú social arraigado, mayores límites al poder de la monarquía.

La reforma de la monarquía ha estado históricamente fuera de la agenda política.

En parte, esto se debe a que el anterior rey, Bhumibol Adulyadej, reinó durante más de 70 años y era ampliamente respetado. Pero no ocurre lo mismo con su sucesor, Maha Vajiralongkorn, un playboy multimillonario que pasa gran parte de su tiempo en Alemania.

Vajiralongkorn espera tener más peso en el gobierno, y los militares han accedido encantados. Insistió en que se incluyeran cláusulas para proteger el poder real en la Constitución de 2017 y en 2019 tomó el control de dos regimientos del ejército. Uno de sus primeros actos fue asumir el control directo de la oficina de propiedades de la corona, con un valor declarado de 40 000 millones de dólares.

Pero Vajiralongkorn está protegido de las críticas por la famosa ley de Lèse-majesté (lesa majestad), que prohíbe difamar, insultar o amenazar al monarca. El gobierno la ha utilizado ampliamente contra los manifestantes. Al menos 242 personas han sido acusadas de delitos vinculados con esa norma, desde 2020.

En total, se calcula que más de 1800 personas han sido detenidas en virtud del conjunto de leyes represivas tailandesas, y cientos de niños manifestantes han sido criminalizados.

Los partidos políticos en el punto de mira

El partido Avanzar refleja directamente las preocupaciones del movimiento de protesta juvenil. Sus propuestas incluyen la reforma de la ley de lesa majestad y un mayor control del gasto real.

Quiere, además, «desmilitarizar» Tailandia, entre otras cosas eliminando el servicio militar obligatorio, recortando los presupuestos militares y haciendo que el ejército sea más responsable y transparente.

Son ideas que abren nuevos caminos en la política tailandesa, y muchos de los tres millones de nuevos votantes del censo electoral las adoptaron.

Avanzar compensó su falta de recursos con un uso intensivo de las redes sociales y animando a sus jóvenes seguidores a comprometerse con sus familiares de más edad.

Gracias a ello, Avanzar fue más allá del voto juvenil: ganó casi todos los escaños de Bangkok, tradicionalmente en manos de partidos pro militares y pro monárquicos, y también obtuvo buenos resultados en zonas que suelen apoyar a Pheu Thai.

La segunda organización en escaños, Pheu Thai, es una fuerza más consolidada, dominada por la familia Shinawatra, económicamente poderosa y enfrentada desde hace tiempo con los militares.

Ambos partidos tienen líderes relativamente jóvenes (Limjaroenrat tiene 42 años y Paetongtarn Shinawatra 36), lo que contrasta con el antiguo orden militar, representado por Prayut, de 69 años. Pero más allá de eso, no se trata de la más natural de las alianzas, ya que ambos se han unido más por aquello a lo que se oponen que por otra cosa.

Como esperaba ganar las elecciones, Pheu Thai puede caer en la tentación de llegar a algún otro acuerdo que excluya a Avanzar, aunque una alianza con partidos pro militares enfurecería a muchos de sus partidarios.

Incluso si ambos se mantienen unidos, podrían tener que llegar a un acuerdo con algunos partidos pro-militares, especialmente Bhumjaithi, que quedó en tercer lugar.

Pero Avanzar descartó cualquier acuerdo con partidos implicados en el gobierno actual, mientras que Bhumjaithi ha dejado clara su oposición a cualquier cambio en la ley de lesa majestad. El coste del compromiso implicaría probablemente abandonarlo, decepcionar a los votantes que invirtieron sus esperanzas en el cambio y confirmar la continuidad de la influencia militar y monárquica.

La hora de la democracia

Más allá del Senado, hay otros retos. El estamento militar domina instituciones supuestamente independientes, como la comisión electoral y el tribunal constitucional.

Tanto Avanzar como Pheu Thai pueden sufrir intentos de clausura. Hay antecedentes. Pheu Thai es la tercera versión de un partido liderado por la familia Shinawatra, mientras que Avanzar es el sucesor de Futuro hacia Adelante, que obtuvo el apoyo de muchos votantes jóvenes y terminó tercero en las viciadas elecciones de 2019, solo para ser disuelto. Ya se ha presentado una denuncia contra Limjaroenrat.

Pero los militares deben aceptar que el panorama político ha cambiado por completo.

Deben dejar de intentar frenar la marea, ya sea mediante maniobras parlamentarias, abusos a la ley o un golpe de Estado. No puede seguir negando la voluntad democrática de una clara mayoría, porque corre el riesgo de convertir a Tailandia en otro Myanmar, donde los militares solo pueden conservar el poder mediante el ejercicio, en última instancia contraproducente, de una brutalidad cada vez mayor.

Por el contrario, Tailandia tiene la oportunidad de ofrecer un brillante ejemplo regional yendo en la dirección contraria. Es hora de que los militares lo comprendan y actúen en consecuencia.

Andrew Firmin es redactor jefe de Civicus, codirector y redactor de Civicus Lens y coautor del Informe sobre el Estado de la Sociedad Civil de la organización.

T: MF / ED: EG

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