Línea Internacional
Guadi Calvo
Ya son más de quinientos los días que la ciudad de El-Fasher, la capital de Darfur del Norte, se encuentra sometida al asedio de la Fuerza de Apoyo Rápido (FAR), el grupo paramilitar liderado por Mohamed Hametti Dagalo, que, desde el quince de abril de 2023, junto a las Fuerzas Armadas Sudanesas (FAS) del general Abdel Fattah al-Burhan, libran la guerra civil, que ya tiene cerca de doscientos mil muertos, ha provocado el desplazamiento de catorce millones de personas y destrozado prácticamente toda la infraestructura del país, desde hospitales a rutas, pasando por centros de producción de alimentos, dejando a miles de mercados en todo el país desabastecidos. Por lo que casi la totalidad de los cincuenta millones de habitantes necesita de la asistencia internacional para cubrir sus necesidades alimentarias, sanitarias y médicas mínimas.
Los diecisiete meses que han corrido desde el inicio del sitio en mayo del año pasado lo constituyen en uno de los asedios urbanos más prolongados en las guerras de lo que va del siglo, donde sus más de doscientas cincuenta mil habitantes esperan lo peor.
Entre tantos males, la hambruna es el principal, ya que se están registrando la muerte diaria de decenas de personas, principalmente niños y ancianos, por hambre, a lo que se le suma la falta de atención médica.
Los mercados de al-Fasher están prácticamente vacíos, lo que ha disparado una carrera especulativa que hace que los precios de los pocos productos que quedan sean inaccesibles. Por lo que la mayoría dependen de las últimas cuatro cocinas comunitarias que quedan atendidas por voluntarios que arriesgan sus vidas a diario, ya que los ataques siempre intentan golpear las áreas más sensibles. Además, los bombardeos han atacado depósitos y sistemas de extracción de agua, lo que ha producido otra grave crisis.
Según fuente de las FAR, el cerco a la ciudad es prácticamente total, quedando por cubrir entre tres y cuatro kilómetros de los sesenta y ocho del perímetro de la ciudad.
Mientras en el interior de el-Fasher hombres del ejército regular y milicianos de los grupos de autodefensa se abroquelan en lo profundo de las trincheras, que como grandes cicatrices se trazan a lo largo de todos los barrios. Al tiempo que la población civil organiza su propia seguridad en el extremo noroeste del casco urbano, hacinados en tres barrios y un campamento de desplazados, esperando el asalto final de las FAR. Al tiempo que los paramilitares, a lo largo de los últimos meses, particularmente desde que fueron expulsados de Jartum por las FAS, en abril pasado han ido acumulando fuerzas en torno a el-Fasher, habiendo intentado, sin suerte, ya cerca de doscientos treinta asaltos.
Los sitiadores replican las clásicas estrategias de asedio: bloqueo a la llegada de alimentos y medicinas, ataques esporádicos, siempre en horas de la noche, para impedirle tanto a la población como a los militares descansar, aunque su intensidad es cada vez mayor. En procura de desorientar a los drones de los atacantes, se han prohibido las lámparas y hogueras.
Estrategia diseñada, no para demoler la resistencia, sino para lastimarla, casi levemente, con la intención de desgastar al enemigo desde adentro, que la haga implosionar con un levantamiento de la población. Lo que les permitiría a los paramilitares arriesgar la menor cantidad de efectivos. Tan necesario en el conflicto que parece estar precipitando hacia un final que inexorablemente partirá a Sudán en dos países, por lo menos, momentáneamente.
Las FAR están utilizando material de última generación (drones y armamento liviano y semipesado) aportado por los Emiratos Árabes Unidos (EAU).
La decisión de hacer el reclutamiento obligatorio para todos los hombres en edad de combatir, lo que se entiende desde mayores de catorce años hasta que se pueda sostener de pie, ha provocado que muchos de los posibles reclutas, junto a sus familias, intenten escapar de la ciudad, lo que para los hombres es cada vez más difícil. A pesar de saber que afuera nada mejor los espera: Desde puestos de control enemigos, donde indefectiblemente serán detenidos y saqueados; hasta emboscadas de asaltantes comunes, que pueden terminar en robos, secuestros extorsivos y mujeres violadas.
Ninguna clase de ayuda había llegado a el-Fasher, hasta la mañana del lunes veintinueve, desde que se inició el sitio. Su último hospital, al-Saudi, funciona a medias utilizando sus últimos recursos, donde los voluntarios que todavía asisten de manera constante deben decidir cada día, entre quienes tienen posibilidad de sobrevivir, o literalmente a quienes deben descartar para que mueran como puedan. En vista de la avalancha de heridos que reciben a diario y la imposibilidad de seguir atendiendo, las autoridades debieron optar por dejar de recibir más pacientes.
¿La última batalla?
El-Fasher, la única gran ciudad de la región de Darfur, que continúa bajo el control del Ejército regular, no solo podría ser la última gran batalla de la guerra, sino la definitiva. La caída de la ciudad va a significar la toma del control total del oeste de Sudán, lo que precipitaría la partición en dos del país.
De concretarse esto, a los Emiratos Árabes Unidos, que es el gran socio de las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR), les permitiría generar una gran base de influencia en el corazón del continente.
Mientras que, según información satelital, las fuerzas paramilitares estarían intensificando los controles de las rutas de escape y sumando efectivos en las puertas de la ciudad, como la de Kutum o la de Melli. Al tiempo que aumenta el número de locales civiles, que están intentando escapar de la ciudad ante la inminencia de la batalla final.
Los bombardeos en el interior de la ciudad han ido en un progresivo aumento; imágenes satelitales han registrado importantes daños en el campamento de desplazados de Abu Shouk, producto de incendios, además de haber sido devastado el barrio de Daraja Oula, próximo al cuartel general de las Fuerzas Armadas Sudanesas (FAS). Lo que ha generado una gran cantidad de muertos, ya que esas mismas imágenes revelan que se han cavado más tumbas en los tres cementerios con que cuenta la ciudad.
Se estima que, de caer la ciudad, las Fuerzas de Apoyo Rápido desplegarían de inmediato un dispositivo de represión contra toda la población, de lo que no estaría exenta la limpieza étnica, contra todos los que no sean de origen árabe, como ya lo vienen practicando en toda la región de Darfur desde el comienzo de la guerra, replicando el genocidio de 2003-2005, que dejó quinientos mil darfuries no árabes muertos.
Mientras que se conoce que el Ejército del general Abdel Fattah al-Burhan consiguió en las últimas horas asistir a los sitiados, lanzando armas y alimentos, por primera vez en los últimos seis meses. Después de que en junio los paramilitares hubieron derribado un avión de carga militar del Ejército, tipo Antonov, a las afueras de el-Fasher.
Estos envíos fueron posibles después de que las FAS consiguieran el pasado domingo veintiocho destruir parte del sistema de defensa aérea de las FAR, que ha levantado en torno a la ciudad. El principal obstáculo para las operaciones de asistencia aérea.
Esto puede prolongar la resistencia, al costo de renovados ataques de los sitiadores, y sin duda un incremento mayúsculo en la cantidad de muertos, lo que ya ni siquiera es necesario para considerar a el-Fasher como otro nombre para la sinrazón.