Sudán, a riesgo de una guerra eterna

Guadi Calvo

Línea Internacional

A dos años del inicio de la guerra civil sudanesa, solo se puede decir que todo sigue igual. El número de muertos, desplazados y la creciente inseguridad alimentaria han producido la mayor crisis humanitaria jamás registrada en el mundo, con cerca de veinticinco millones de personas afectadas, exactamente la mitad de la población sudanesa, que se encuentra en situación de hambre extrema. Lo que debería enfrentar la comunidad internacional y a toda vista no lo está haciendo. Cuadro que podría complicarse todavía mucho según los recortes perpetrados por Donald Trump.

De los cuatro mil millones de dólares destinados por Naciones Unidas a principio de año, solo se ha ejecutado el diez por ciento, mientras las necesidades se siguen incrementando al ritmo que los combates, particularmente en la región de Darfur, al oeste del país, se intensifican.

Mientras, las negociaciones entre las Fuerzas Armadas de Sudán (FAS), al mando del general Abdel Fattah al-Burhan, presidente de facto del país desde un golpe de Estado del 2021, y los paramilitares conocidos como Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR), liderados por el seudo general Mohamed Hamdane Daglo, alias Hemetti, siguen estancadas donde sea que se desarrollen.

Con más ánimo turístico que diplomático, según quien las patrocine, las mesas de conversaciones han ido saltando en estos dos años de Arabia Saudita a Etiopía, de allí a Egipto, siguiendo a Suiza y, por último, a Qatar. No importa dónde se realicen, ni quién las avale, el resultado ha sido siempre el mismo: ninguno.

Para el martes quince, se espera la llegada del tour diplomático a Londres. Entre los países y organizaciones que asisten a la conferencia se incluyen, además del anfitrión, entidades internacionales, como la Liga de los Estados Árabes (LEA), las Naciones Unidas (ONU), la Unión Africana (UA) y la Unión Europea (UE). Entre otros países, los Estados Unidos, Francia y Chad, que tiene en el este de su territorio más de un millón de refugiados, Egipto y Etiopía, ambos con varios miles de sudaneses, que llegan de manera constante desde el comienzo de la guerra. Varias monarquías del Golfo (Arabia Saudita, Qatar, Emiratos Árabes Unidos) que han jugado abiertamente para alguno de los bandos con financiamientos y armas, y otros países europeos y africanos.

Si bien se espera que este cónclave conduzca a algún lugar cierto, son extremadamente escasas las posibilidades de concretarse. La guerra, que ya ha asesinado a 24 mil personas, según las cifras de Naciones Unidas, un verdadero prix d’âme, para amortiguar la vergüenza y la culpa de la comunidad internacional.

En este contexto, los ataques contra la población civil no dejan de suceder. El sábado doce, un bombardeo con artillería pesada, por parte de las FAR, contra un mercado en el interior del campo de refugiados de Abu Shouk, que junto a los de Zamzam y al-Salam, son los tres más poblados de Darfur del Norte, dejó más de trescientos muertos en este último fin de semana.

El portavoz de las Fuerzas de Apoyo Rápido informó que en la localidad de Um Keddada habían tomado el control del mando de la 24.ª Brigada del ejército. Provocando además importantes bajas al ejército y a sus grupos de autodefensa aliados. Esta información fue desmentida por la vocería de la FAS, que no solo afirmó haber repelido el ataque, sino que también dice haber infligido grandes pérdidas a las FAR.

Um Keddada se ubica a unos 180 kilómetros al este de la ciudad de El-Fasher, capital de Darfur del Norte, que, con una población cercana a los dos millones, resiste al asedio de las FAR desde mayo del 2024. Siendo la única capital de las cinco provincias darfuries que permanece bajo el control del ejército.

Los paramilitares a mediados de febrero ya habían atacado varias aldeas en la localidad de Umm Keddada, donde asesinaron a más de cien civiles y obligaron al desplazamiento de dos mil quinientos aldeanos hacia áreas que se mantienen controladas por milicias tribales, apoyadas por las FAS y a la ciudad de Tawila (Darfur del Norte).
El pasado domingo trece, el último hospital, que funcionaba en el campamento de Zamzam, fue asaltado por las milicias paramilitares de Hemetti y, tras saquearlo, incendiaron los edificios bajo el pretexto de que estaban buscando a combatientes enemigos desprendidos de sus mandos. En el ataque murieron al menos nueve trabajadores del cuerpo médico.

Mientras en la región de Darfur, al sureste del país, la situación es de constante inestabilidad, donde los civiles mueren por decenas cada día y las agencias de ayuda internacionales tratan de asistir el flujo constante de refugiados que cruzan a Chad. En Jartum, la capital del país y sus alrededores, tras largos meses de combates, las FAS lograron el desplazamiento de las FAR. Desde la simbólica toma del palacio del gobierno, miles de desplazados, desde el comienzo de la guerra, están retornando a sus hogares, o lo que quede de ellos.

Muchas áreas de Jartum, desde el mismo día del comienzo del conflicto, al igual que la ciudad de Omdurmán, apenas separada de la capital por el río Nilo, han sido escenario de grandes y permanentes ataques aéreos y de artillería pesada, por lo que, si alguna vez termina esta guerra, estas dos ciudades deberán ser reconstruidas prácticamente en su totalidad.

¿Cuántos Sudanes dejará la guerra?

Tras la retirada de Jartum de las FAR, se espera que el general Hemetti concentre todo su poder de fuego en las áreas que todavía no controla en Darfur, de allí el incremento de sus acciones contra los campamentos de refugiados y la ciudad de el-Fasher.

Las Fuerzas de Apoyo Rápido, los antiguos Janjaweed (jinetes armados o demonios a caballo), comandadas por Hemetti, fueron el brazo ejecutor del dictador Omar al-Bashir para realizar el genocidio de Darfur en 2003, que costó la vida de entre trescientas y quinientas mil personas, en su mayoría de las comunidades negras Fur, Masalit y Zaghawa.

A lo largo de la guerra, donde se reprodujeron escenas similares al genocidio de 2003, y teniendo en cuenta la posibilidad de que Hemetti concentre todo su poder de fuego en la región de Darfur, los grupos que a lo largo de estos dos años se han ido formando para resistir a las FAR incrementan sus defensas.

Mientras que ahora las FAR podrían estar preparando concentrarse en Darfur y resistir allí, hasta que, como resultaría lo más lógico, intentar la creación de un estado independiente de Jartum, algunas versiones indican que, en el seno de las FAR, se podría estar produciendo algunas deserciones, dado el favoritismo de Hemetti hacia los hombres de su familia y de su tribu, los rizeigat, dejando de lado a oficiales y tropa que lo acompañan desde el derrocamiento de al-Bashir en 2021. Según diversas fuentes, algunos de sus combatientes que lo abandonaron estarían organizando una nueva fuerza.

Mientras, grupos armados que operan en otras regiones del país irían por lo mismo, como sucede con el Movimiento de Liberación del Pueblo Sudanés del Norte (MLPS-N), con presencia en dos provincias del sur del país, Kordofán y del Nilo Azul, ambas ricas en recursos naturales y agrícolas.

El MLPS-N se ha aliado a las Fuerzas de Liberación Popular de Sudán (FPS) con el fin de por lo menos alcanzar mayor autonomía y diferenciarse de la línea islamista de los militares de Jartum.

Este intento de establecer un estado laico podría precipitar nuevos choques con las diferentes milicias rigoristas, como la Khatiba El Baraa Ibn Malik, una fuerza cercana a los veinte mil hombres, que fue decisiva en la recuperación del palacio de gobierno en Jartum, tres semanas atrás.

De evitarse la proliferación y el asentamiento de las organizaciones armadas, con presencia en cada una de las regiones, la situación podría evolucionar a un estado todavía más anárquico. Estableciéndose pequeños “reinos” regidos por señores de la guerra que impedirían cualquier posibilidad de un país unificado, como el que existió hasta el 15 de abril del 2023.

Este nuevo panorama de milicias, más independientes, amenaza con convertir al país en un campo de batalla, peor al que conocemos, donde en vez de enfrentarse dos grandes bandos, como fue hasta ahora, lo hagan una docena de milicias étnicas y regionales, con el suficiente poder de fuego para que la guerra se eternice.

Línea Internacional

Revise también

Vargas Llosa

Vargas Llosa, el último representante del ‘boom’ latinoamericano

MADRID, 14 Abr. 2025 (Europa Press) – El escritor, periodista y Premio Nobel de Literatura …

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *