Suiza No.23
Mauricio Castro Salazar
mauricio.castro.salazar@gmail.com
“Castrosalazar: ¿va a llorarsh? ¿estás acavangado?—se burlaron desde mis adentros
NO, NO VOY A LLORAR NI ESTOY CON CAVANGA —contesté con cólera y de forma tan fuerte que la gente se me quedó viendo y pensando qué le pasa a este loco.
Y caminando por la sombra seguí para el súper a deshoras, porque ya eran “las 2 del mediodía” —como dicen por ahí— y tengo ahora que andar temprano en la mañanita o por lo tardecita. Hice mis compras, como es un mes de frutas compré duraznos y albaricoques, por supuesto bananos de Costa Rica, cuando no hay cojo los de Nicaragua, y si no hay nicas, colombianos, y sino ecuatorianos y decidí pagar en una máquina automática.
“Castrosalazar: ¡que mae tan latino! Guau guau….o sea para entender…si solo hay de Las Canarias no los cogés, ¿verdad?”—me dijeron entre pregunta y burla.
—Sí, así es—dije, y lo mismo hago con los equipos del Mundial, primero los de Centroamérica, luego México, Colombia o Ecuador y así voy…
Fui pasando una a una cada cosa, hasta que me tocó pasar algo parecido a una papaya, que deben pesar unos 200 gramos, de los cuales 50 son de semillas y valen más o menos 2.100 colones o sea un kilo vale cerca de 10.500 colones y en Costa Rica anda por 610 colones…
“Castrosalazar: ¿¡Qué rajón! ¡dos mil cien cañas por eso!….¡que botado! en tiquicia por ese monto te comprás un aterro de papayas”—me dijeron con tono de burla.
Hace unos días “el remedo de papaya” no tenía precio y estaba utilizando el pago automático, la persona que desempeñaba un rol como de supervisora trajo otra y la pasó y ya, concluí que todas valían igual. Ayer había cogido 3 de “esas papayas”, era lo último que tenía que pasar, por pura vagabundería, pasé una 3 veces, toqué el botón de terminar y me salió la cuenta 51,15 y sonó una alarma…y un letrero en la pantalla que decía (en francés): “se le hará un control aleatorio de lo que compró…”
Puta—me dije, ¿y ahora? ¿creerán que estaba robando? ¿eso me pasa por vago y no pasar cada papaya por separado? ¿habré pasado bien todo por el lector de barras, puta, puta o será por el pan…? Sentí que todo el mundo se me quedaba viendo, y que alguien iba a llamar a la policía….(solo sentí, porque a nadie le importó).
“Castrosalazar: ¿qué hiciste? ¡Qué torta mae!”—me reclamaron desde adentro.
Por supuesto que me empecé a sentir culpable. –Diay sí —me dije— lo hice mal, que inútil.
En eso estaba; convenciéndome de mi culpabilidad…por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa… cuando llegó la supervisora y me vio, pero sentí que me enjachó y con la mirada sentí que me dijo: ¡te pesqué!…casi me tiró al suelo gritando: “soy culpable, sí, yo soy culpable”, ella cogió el tiquete, se lo guardó y me ordenó o por lo menos en mi estado de indefensión y de culpabilidad, fue lo que entendí: ¡PASE TODO DE NUEVO!, porque cuando me pongo nervioso me bloqueo y no entiendo bien.
“Castrosalazar: con esa pinta que tenés fijo que pensaron que estabas robando”—me dijeron desde adentro.
Sudé frío y empecé a pasar una por una cada cosa que había cogido, hasta las papayas que antes solo había pasado una 3 veces… Sentí que la supervisora me tenía me enjachado, mi cuerpo temblaba y mi mente me iba jugando sucio: mae seguro no marcaste algo bien, que guevón que sos, por andar a la carrera… y
“Castrosalazar: yo opino igual…por andar siempre de prisa no hacés bien las cosas, qué pelada mae, seguro te van a cagar por marcar una papaya 3 veces o como otras veces el pan no se marcó bien, solo que esta vez no pediste ayuda mae..…te van a deportar, aquí no aguantan nada”—me ´apoyaron´ desde mis adentros.
Claro —me dije, el puto pan sans gluten lo marqué mal, y como tiene 2 códigos de barras seguramente no lo leyó bien está puta máquina, como ciertamente me ha pasado otras veces…que tirada… seguro esta vez no lo pasé bien cuando lo hice de nuevo como he hecho las otras veces, seguro no tapé el código que tiene la tijera que es la que induce a error como se tiene que hacer.
No aguanté más, era tal el grado de culpa que fui y me acusé, y medio le expliqué en “francespañol” a la supervisora que posiblemente el pan no se había marcado y que posiblemente eso había pasado… se me quedó viendo como diciendo: a este mae qué le pasa… y me enseñó que si lo había marcado bien….y me dijo, sentí que un tanto golpeadito: “SIGA PASANDO LO COMPRADO” la pantalla de la máquina había perdido los colores comerciales alegres que normalmente tienen y mostraba unos gris tenebroso…
Cuando terminé de pasar todo, ya empapado en sudor y con ganas de ir al baño de emergencia…y viendo que la suma me había dado exactamente los mismos 51,15…llamé a la supervisora, tomó su tiempito en venir, no traía la primera factura, cuando llegó me dijo en portuñol: “esto eis una majaideria, no sai que hice sua papel de la compra, perou eu sais que esta todu bem, obrigado e disculpe senhor”.
No me joda—me dije, con el puto susto que me he pegado y me sale con esto ahora…y yo que ya me veía de vuelta en tiquicia…deportado.
“Castrosalazar: ya te lo he dicho muchas veces: el que nada debe nada teme”—me dijeron.
Y me propuse a cambiar de ánimo y me recordé de mi Guanacaste que siempre me sube el ánimo, que para estos días hace montones de años estaba ensayando a todas horas para el desfile del 25 de julio, que era en el que nos teníamos que lucir, la banda de la escuela se preparaba con todas las ganas, las mamás diseñaban y confeccionaban el uniforme que usaríamos, era una sorpresa, incluso para nosotros, y ellas querían que lo fuera para todo el que nos fuera a ver.
Sabíamos que todo el mundo esperaba a la banda del Instituto de Guanacaste, era quienes se robaban el show de verdad, pero igual ensayábamos con ganas, no recuerdo si lo hacía igual para el 15 de setiembre.
“Castrosalazar: diay mae, ¿qué le pasa? Estaba hablando del súper, de frutas, y ahora con su guancastequidad, que ya cansa…en vez de estar pensando en güevadas, estudiá más francés”—me ordenaron desde mis adentros.
ES QUE SOY GUANACASTECO TODO EL AÑO —contesté fuerte y claro.
La gente se me quedó viendo raro, pero no hice caso y salí orondo y lirondo con mi bolsita de compras, incluidas los “3 remedos de papaya” y las otras frutas, y por supuesto con mi pan sans gluten, sin dolor de panza y liberado de toda culpa.