Política tras bastidores
“Con Fernando ando, con Agüero muero, porque para Agüero el pueblo es primero…”, pero antes explico los antecedentes de una inesperada práctica periodística en Managua, Nicaragua.Corría el año 1967. La Presidencia de Nicaragua la ejercía Lorenzo Guerrero, tras la muerte por infarto del Presidente titular Dr. René Schick Gutiérrez. Ambos eran verdaderas marionetas de la familia Somoza. Las elecciones nacionales se efectuarían el 5 de febrero de ese año. Los candidatos, el Dr. Fernando Agüero Rocha, distinguido oftalmólogo quien encabezaba la Unión Nacional Opositora (UNO), coalición de cinco partidos políticos; y el General Anastasio Somoza Debayle, candidato oficialista del Partido Liberal. La campaña electoral era intensa y el ambiente general favorecía al Dr. Agüero Rocha, quien se percibía como claro ganador.
El día 22 de enero hubo una masiva manifestación política de la UNO en Managua. Como siempre, las reuniones y manifestaciones de la Oposición eran rodeadas por la Guardia Nacional. En esta oportunidad, parece que un francotirador disparó y mato a un oficial del Ejército. El agüerismo siempre acusó a la Guardia Nacional como una provocación intencionada. La reacción de la Guardia fue inmediata y disparó a mansalva contra la multitud reunida en la Plaza Roosevelt. Resultado: más de mil muertos, masacrados inmisericordemente por la Guardia somocista (según la Cruz Roja, fueron 200).
La semana siguiente a la masacre, por casualidad le expresé a don Daniel Oduber aquí en Costa Rica mi deseo de ir a Managua a observar el proceso electoral. Me atraía ver las consecuencias de la masacre. Don Daniel me estimuló y entre otras cosas, con claro sarcasmo hacia los nicaragüenses me dijo: “Andáte para que agarrés volados”.
Alisté mi viaje por tierra a Managua, en Ticabús, para el 1° de febrero, cuatro días antes de las elecciones, con el enorme interés de observar principalmente el clima político en una sociedad manejada por una dictadura, después de la masacre del 22 de enero.
Caminando por la Avenida Central de San José, me encontré con el periodista Rolando Angulo Zeledón, director y propietario de Radioperiódicos Reloj, con quien tenía gran amistad. Le conté que viajaría a Managua en los próximos días y con manifiesto entusiasmo me expresó: “Qué bien, Manuel. Te propongo una cosa, que me sirvás de corresponsal de Radioperiódicos en los días previos y durante las elecciones”. No lo pensé dos veces y le respondí que sí. Operaríamos de la siguiente manera: yo haría una transmisión radial diaria de 8 minutos, al mediodía, que sería retransmitida en la noche; y tres transmisiones durante el 5 de febrero, día E. Luego una transmisión diaria durante tres días después de las elecciones. Rolando me dio una credencial (carnet) de periodista, me dio algunas instrucciones, y adelante. Pago o salario, ninguno, ni me lo ofreció ni lo pedí. En realidad estaba emocionado por lo que sería una gran experiencia.
Me alojé en casa de una tía, casada con un piloto de la Fuerza Aérea de Nicaragua y empezó mi trabajo de observación. El ambiente era tenso. Sin embargo, en las radioemisoras y en el perifoneo callejero dominaba la propaganda de Fernando Agüero y su canción de batalla: “Con Fernando ando, por Agüero muero, porque para Agüero el pueblo es primero”. Atendí conferencias prensa de los partidos políticos, el Partido Liberal de Anastasio Somoza y la Unión Nacional Opositora de Agüero. En la conferencia de la UNO estuvo presente el Dr. Agüero, en la del Partido Liberal la conferencia fue de sus dirigentes, sin Tachito Somoza, quien estuvo ausente. Era voz común que el general Somoza evadía el contacto con el público y la prensa. Algo así como Daniel Ortega hoy.
Diariamente, “al llegar a la hora meridiana, cuando el sol está en el cenit… llegamos al punto en que lo ignoto y lo desconocido imponen respeto y silencio…”, y empezaba mi transmisión radial, desde el equivalente en Managua de lo que aquí era la Radiográfica Costarricense.
Resultados de la elección, Tacho (Tachito) Somoza salió electo presidente de la república por abrumadora mayoría. Además, el abstencionismo fue escandaloso, pues la masacre del 22 de enero neutralizó -o mejor dicho, anuló-, la participación agüerista. Reinaba el miedo del común de la ciudadanía, temían una reacción irracional de la Guardia Nacional como lo hacía siempre. Además, se daba como un hecho que la oposición nunca ganaría una elección.
A mi regreso a Costa Rica, publiqué a polígrafo 300 copias de un informe personal de esos “comicios”, en el que destacaba un amplio listado de fraudes e irregularidades. De éstos, hago memoria de los principales:
- Al igual que en Costa Rica, los activistas somocistas instalaban su toldo a media cuadra del centro de votación, con la diferencia de que ellos hacían proselitismo regalando a todos “bolis” de aguardiente. Algunos hacía fila dos o tres veces por su “boli”.
- Gran número de los centros de votación en todo el país operaban en casa de reconocidos dirigentes de Somoza, como en el caso de una tal Nicolasa Sevilla.
- El voto de los empleados públicos era controlado por fiscales somocistas entrenados para tal efecto.
- En numerosos pueblos rurales, dirigentes campesinos de la oposición eran detenidos sin permitirles siquiera votar.
- Muchos fiscales y miembros de mesa portaban identificación de la Unión Nacional Opositora siendo somocistas, para poder controlar a los votantes.
- Como consecuencia de los anterior, a votantes somocistas les permitían votar sin identificación.
- La soldadesca de la Guardia Nacional, vestidos de civil, recorrían los centros de votación sufragando varias veces. Por ejemplo, el esposo de mi tía me confesó que había votado seis veces en diferentes pueblitos cerca de Managua.
- Hubo muchas mesas de votación en las que resultaron más votos que el número de votantes inscritos.
- En zonas campesinas en que había ganado el partido de Agüero, le dieron vuelta a los resultados reales del conteo de votos.
- El fraude más utilizado por el somocismo fue la doble y la triple papeleta: cuando el votante era reconocido como somocista, le entregaban dos y hasta tres papeletas presidenciales.
- Se dio el caso comprobado de quema de votos de Fernando Agüero en zonas rurales; fueron casos de violencia física a la hora del conteo.
Resultado final: pobre Nicaragua, nicaragüita. En ese momento siguió viviendo su infierno
somocista. En 1979 se sacudió para caer en otro infierno, el infierno de la hoy dictadura Ortega-Murillo, o Murillo-Ortega, que es lo mismo.
La práctica periodística que aquí relato se dio en 1967. Dos años después, en 1969, nació el Colegio de Periodistas de Costa Rica, por ley de la República. La ley de creación concedía un periodo para acreditar como miembros del Colegio a quienes cumplían determinados requisitos de suficiencia. En junio de 1970 don Rolando Angulo me ofreció acreditarme como periodista para poder acceder a la membresía del Colegio, dado la experiencia de corresponsal viajero. Creo que fue un poco de agradecimiento por lo que él creyó fue un excelente trabajo. En ese momento no mostré interés, tal vez por estar iniciando mi gestión de diputado. Hoy lo lamento porque tengo especial aprecio a la función periodística. Así es la vida.
Un recuento histórico precisó duro y cruel que deja claro la estructura política de esa época que dice la falta democracia. Donde cambiando estilos se acerca al modelo actual