William Hayden
Jugando de pitonisa o de oráculo advertí en el artículo de la semana anterior que Rodrigo Chaves en tan solo cinco años ha logrado dividir a nuestra población en chavistas y no chavistas, ha ido creando alrededor de su polémica figura un movimiento político radical e intolerante y que pareciera que hay un 27% de posibles votantes que le daría el voto en febrero del 2026 a un partido del chavismo y que podría dicho partido ganar las elecciones en la primera ronda, conseguir un número considerable de diputados -por los menos veinte- y con alianzas políticas y un buen juego de piernas lograr 29 votos en la Asamblea Legislativa, suficiente mayoría para hacer diabluras.Para júbilo de muchos, tristeza y pena de otros, esto cayó muy bien de un lado y mal del otro. Pero no andaba tan equivocado.
Hay una encuesta del Instituto de Antropología Social, dirigida por Cathalina García, realizada sobre la simpatía partidaria, y los números que arroja es que el 28% de los entrevistados no tienen afinidad partidaria (no votarían por ningún partido), el 27% se identifican con el partido del presidente (¿cuál?), el 17% con el Frente Amplio (PFA) y Liberación Nacional (PLN), que tiene un empate técnico con el Frente Amplio; le siguen el Partido Unidad Social Cristina (PUSC) con el 10% y otros más del montón que ni pinchan ni cortan.
Lo curioso e inquietante es que no existe un partido chavista, están esperando que surja, el que podría ser ya desapareció, el Partido Aquí Costa Rica Manda, el de Choreco -que se volvió chueco-, y si no están formando otro, es posible que se devuelvan los peluches con Luz Mary Alpízar Loaiza y utilicen nuevamente como taxi al Partido Progreso Social Democrático (PPSD), es lo más fácil y rápido, que ya cumplió con esas funciones con Rodrigo Chaves para ser candidato y presidente.
Estos resultados como que no calzan en cuanto al PFA y el PLN, pero lo cierto es que el PFA hace una muy buena oposición, son aguerridos, van de frente, no andan en componendas, defienden al pueblo, y en el ideario político lo ven mejor que el PLN, que parece anquilosado, como que ya jugó y huele a calas.
Pero si esos resultados pueden sonar especulativos o fuera del canasto, en cierta forma lo vienen a confirmar la encuesta realizada en setiembre por el Centro de Investigación y Estudios Políticos (CIEP) de la Universidad de Costa Rica en donde pese a todo las chabacanerías, insolencia, insultos, irrespeto, bravuconadas, el presidente Chaves continúa con valoraciones muy positivas en su gestión, un 54%, pese a que su gobierno no ha hecho nada bueno.
Consideran su labor como muy buena por cuarta vez consecutiva desde noviembre del año anterior. Cierto que ha bajado la popularidad de un 70% que tenía en agosto del 2022, pero este 54% es sostenido y solo tiene el 27% de opiniones negativas y el 19% de opiniones neutras, de los que son ni chicha ni limonada, ni que si ni que no.
Lo preocupante es que con estos datos la mitad de la población o es masoquista, le gustan que les den, o está muy contenta con el estilo presidencial, y también algo que no me cuadra y requiere explicación de psicólogos o especialistas en la conducta humana y social, es que tiene un montón de mujeres que lo siguen, lo adoran, entre ellas Pilar Cisneros la más fanática. Por cierto, con la muerte de Fujimori: ¿regresará Pilar a Perú?
También me llama la atención que con su manera de ser pareciera que Chaves perdió la chaveta; esa es la impresión que da cuando lo vemos en videos rugiendo como un jaguar, babeando por sus grandes quijadas, gesticulando cual orate (a lo Hitler), o como dice Luis Amador, su anterior amigo del alma y ahora Judas, que le gusta “torear” a Chaves porque es “mentalmente inestable”.
Si esta es la impresión que da, ¿por qué lo siguen y tiene ese fuerte posicionamiento? ¿Se cansó la población de seguir a líderes tímidos, a los de siempre y más de lo mismo, palanganas, calculadores? ¿Qué dicen al respecto los analistas políticos y los psicólogos? ¿Dónde están?
Hoy domingo nuestro país cumple 203 años de independencia. Acudiremos pasivamente a las rituales tradiciones patrias: farolitos, antorchas, desfiles, bandas musicales, saludo a la Bandera, canto del Himno Nacional, un discurso por aquí y otro por allá, volteando la cara para otro lado, para no despertar del cambio silencioso que se está gestando en nuestra democracia con una metamorfosis política y social y en donde el pasado luminoso que hemos tenido por años termine proyectando sombras borrascosas.
Perdón, se me salió otra vez lo de pitonisa y de oráculo. Ojalá que esté equivocado.
– Economista y escritor.