¿Solución de dos Estados? Claro, me encantaría, pero…

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Carlos Revilla

Carlos Revilla Maroto

Ya calmados un poco los ánimos, creo que podemos escribir un poco sobre el conflicto de medio oriente, que como ya les he contado, siempre ha sido una de mis intereses, por lo que trato de estar al día en noticias, algo que no es tan fácil como parece, y eso que paso leyendo casi todos los días algo sobre el tema. El conflicto ha crecido y se complica cada vez más, especialmente con la aparición del llamado «Estado Islámico» (EI) e ISIS. En esta oportunidad quisiera hablar específicamente del conflicto Israel-Palestina, recordando que ha estado presente prácticamente desde siempre en esa región.

Siempre escucho la queja que hay unos pocos palestinos que viven muy bien y la mayoría muy mal. Incluso hasta me han enviado por correo presentaciones PowerPoint con imágenes de casinos y hoteles lujosos y con gente esquiando (waterskying) en el mar de Gaza, las cuales por supuesto deben ser fotos trucadas de las que abundan en Internet. Esto no me molesta, algunos honestamente se lo creen. Sinceramente no entiendo esto. ¿Por qué les preocupa tanto como viven los palestinos o si la viuda de Arafat se la pasa como una reina en París o que se robó una plata, etc.?

Esto me recordó un viejo chiste que contaba mi papa de un borracho a la salida de la iglesia después de una boda que la gente decía «arriba el novio, arriba la novia» y continuaban repitiendo eso, y entonces después de un rato de estar escuchando eso, el borracho gritó «déjenlos que se acomoden como quieran…» Pues igual sucede con los palestinos, si quieren robarse toda la plata o malbaratarla es cosas fatuas, es cosa de ellos. Claro, no lo llevo al extremo de usarla para comprar armas o cosas de esas, hablo de usos legítimos o no tan legítimos, pero no relacionados con algo que afecte a Israel, esto incluye corrupción, robo y otros, allá los países donantes si se comen eso. Como ejemplo de las cosas que se relacionan con Israel, es el caso reciente de los túneles construidos por Hamas en la frontera de Gaza con Israel.

En estos días se celebra en Israel un festival por la paz en la Plaza Rabin (algún día escribiré sobre él), hablará Shimon Peres entre otros, y habrá música, teatro, etc., lo que me agrada enormemente. Se que es algo que muchos anhelan de corazón y por eso participan. El problema es que ya son minoría. Atrás quedaron aquellos días de esas enormes manifestaciones a favor de la paz, que tenían de acicate arrestos de una gran fuerza moral, curtida en algo inimaginable como lo fue el Holocausto.

Recuerdo leer y ver la manifestación (tengo entendido la más grande en la historia moderna de Israel) contra Ariel Sharon, en ese entonces primer ministro (ya fallecido), después de la matanza de Sabra y Shatila en Líbano (eran campos de refugiados palestinos), durante la guerra de 1982. La Falange Cristiana libanesa perpetró la matanza y habían rumores de complicidad de Israel. Según una comisión interna israelí, la Comisión Kahan, las Fuerzas de Defensa de Israel apostadas en el Líbano fueron indirectamente responsables de los hechos por no evitar las matanzas. Dada la presión popular, Ariel Sharon, en ese entonces primer ministro tuvo que renunciar, aunque no se sintiera o fuera culpable de lo ocurrido.

Algo como lo anterior difícilmente volvería a ocurrir en Israel de hoy. Desgraciadamente ahora impera una mayoría que —como los habitantes de un pueblo fronterizo con Gaza cuando empezó el bombardeo del ejército de Israel en la última guerra— se sentaría a ver y hasta me atrevo a decir que muchos aplaudirían también si volviera ocurrir algo parecido.

Se están dando señales muy preocupantes, fuera de las ya desgraciadamente normales, no me agrada usar esta palabra, porque estas cosas nunca deben considerarse algo normal, pero desgraciadamente se han vuelto parte de la cotidianidad de esa región. Me refiero a asentamientos ilegales, deportaciones, demolición de casas, apropiación de terrenos, etc. En realidad me refiero a las señales que tienen que ver con los cambios en la sociedad Israelí. Por ejemplo ya es frecuente escuchar cosas como «el mejor palestino es el palestino muerto» y otras terribles como esa, por supuesto del lado palestino también se da esto con Hamas y otros grupos terroristas, pero ellos están en los suyo, en cambio en Israel lo preocupante es porque lo que ha cambiado es la gente.

Desearía que el deseo de paz fuera de la mayoría, pero eso me temo ya pertenece al pasado. Un amigo me hizo llegar un discurso de Yair Lapides el actual Ministro de Finanzas de Israel, pronunciado en Berlín el 20 de agosto 2014 durante el Memorial al Holocausto. Muy bonito discurso, pero el partido político fundado por él, Yesh Atid, y el gobierno actual del cual es parte, pareciera que no le hacen caso. No quiero para nada que piensen que estoy tratando de minimizar lo que dijo, se que lo siente, el problema es pasar a que eso se torne en acciones positivas en el caso del conflicto con palestina, porque sino son palabras nada más. Y el mayor problema, es que ve la paja en el ojo ajeno y no ve la viga en el propio, y que es el reconocer que en Israel actualmente también hay maldad, y ahí es donde falla el discurso. Claro, hay muchas formas de maldad, unas más visibles que otras. Maldad también es construir asentamientos ilegales o enseñarle a los niños en la escuela de forma subliminal o incluso directa que las árabes son el enemigo.

Poco a poco, Israel se va quedando aislado. Suecia acaba de reconocer plenamente al Estado Palestino, otros de la Unión Europa, tarde o temprano, también lo harán, y así seguirá y en cada nueva guerra con Hamas, las ganará militarmente, pero las perderá ante la opinión pública mundial.

¿Solución de dos Estados? Claro, me encantaría. Pero me pregunto, ¿Adónde están esas decisiones dolorosas de las que tanto habla el actual primer ministro Netanyahu que hay que tomar, pero que hasta la fecha no he visto ninguna? Desgraciadamente se está acabando el tiempo.

No quiero terminar sin decir, que como en todo conflicto, hay más de un actor. Están del otro lado los palestinos, y claro también tiene su cuota de responsabilidad. Tuvieron su oportunidad en Camp David con la mediación de Bill Clinton y la dejaron pasar, algo de lo que por cierto se arrepienten actualmente.

En fin ya esto se me hizo más largo de lo que tenía planeado, pero el tema es importante. Esta perspectiva es apenas una pincelada de lo que es el conflicto. Por supuesto, tampoco pretendo que la compartan, es de mi parte como una especie de catarsis, algo diferente a lo tradicional, pero eso se vale.

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