Ocean Castillo Loría
Lo perfecto atenta contra lo bueno.
Quisiéramos escribir ampliamente sobre Shimon Peres.
Pero no podemos hacerlo, el tiempo es nuestro principal enemigo, pero además hay gente con mayor capacidad y conocimiento para hacerlo.
Dice el salmo 7, versículo 2: “Voy a anunciar la decisión del Señor: él me ha dicho: Tú eres mi hijo; yo te he engendrado hoy”.
Shimon, hijo de Dios, porque en su corazón latía la paz.
Esa misma paz, que siempre ha sido anhelo del pueblo costarricense.
Peres estudió en Galilea, tierra que también fuera la de su compatriota, Jesús de Nazaret. Sería en la llamada Baja Galilea, donde el joven Peres, forjaría sus sueños. La acción política de Shimon cambió a Israel.
La Unción de Dios conduce a la paz, esa paz, es la que anhelan y por la que luchan los costarricenses. Esa paz, por la que luchó Peres, la que fue parte de su unción, es la que debe impulsar a la mejoría de las generaciones futuras de todos los pueblos de la tierra.
Esa unción que movió a Abraham y que habita en los corazones de judíos, cristianos y musulmanes…
Es por esa unción, que dijo el profeta Isaías (Capítulo 62: 2): “Las naciones verán su salvación, todos los reyes verán tu gloria. Entonces tendrás un nombre nuevo que el Señor mismo te dará”. En ese nombre nuevo, habrá un protagonista fundamental: Shimon Peres.
Ha muerto Shimon Peres, pero sus anhelos y luchas no han muerto, todos compartimos el deseo de una política para el servir, una economía para la solidaridad y una cultura para la verdadera libertad, que comprende la paz.
Decía el profeta Joel, respecto a la voluntad de Dios, que, “vendrá y no fallará…”.
Las ideas, las luchas, el espíritu de Shimon Peres nos dicen que la salvación, la gloria de la paz, “vendrá y no fallará”. Esa fue su esperanza, esa es la esperanza de todas y todos los costarricenses.