Luis Carlos Sánchez, Universidad de Oviedo
En 2021, hubo un terremoto que amenazó con cambiar las estructuras del fútbol europeo: la Superliga, que postulaba seguir el modelo de competición estadounidense. En un torneo cerrado, quince equipos tendrían plaza fija, independientemente de su rendimiento deportivo, y otros cinco entrarían cada temporada por invitación.
El proyecto fracasó en ese primer intento, pero el Tribunal de Justicia de la UE (TJUE) acaba de sentenciar a favor de la Superliga y sus promotores. Según los jueces europeos, la UEFA y y la FIFA cometen abuso de poder y ejercen un monopolio. Esto puede suponer un hito tan importante como lo fue, en 1995, la sentencia Bosman, que permitió la libertad de circulación de los futbolistas europeos.
La sentencia
La resolución establece que la UEFA y la FIFA ejercen una doble actividad. Por una parte, son órganos reguladores del fútbol y, por otra, tienen una actividad empresarial como organizadores de competiciones deportivas. Esto les proporciona una posición de dominio contraria al derecho europeo.
Así, según el TJUE, la UEFA y la FIFA, como reguladores del sector, pueden establecer los criterios que deben cumplir las nuevas competiciones de fútbol, pero estos criterios deben ser transparentes, objetivos, no discriminatorios y proporcionados.
Además, no pueden servirse de su posición para impedir la aparición de nuevas competiciones, ni pueden establecer sanciones que las desincentiven (como prohibir a sus jugadores competir con sus selecciones nacionales).
No resucita la Superliga
Esta sentencia no garantiza la viabilidad automática del proyecto de la Superliga. La UEFA podría imponer algún requisito que impidiera su aprobación y que fuera compatible con la legislación europea. Tal vez el más probable sea la obligación de que se hagan competiciones abiertas, a las que los clubes accedan por sus méritos deportivos.
Una de las principales motivaciones para la creación de la Superliga fue la promesa de grandes beneficios. Por su carácter cerrado, los miembros fijos se aseguran la facturación y el reparto de ingresos sin miedo a descender de categoría.
Por el contrario, ahora los equipos europeos tienen que pelear todas las temporadas para clasificarse a la Champions League y para no descender de categoría en las competiciones nacionales. Esta incertidumbre lastra la rentabilidad de los inversores.
Se abre la puerta a una liga paneuropea
Algunos de los promotores no ingleses de la Superliga iniciaron otro proyecto, con muchas diferencias respecto al anterior, pero que podría cumplir la normativa europea pues:
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Establece tres divisiones a nivel europeo, con ascensos y descensos.
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La participación en la máxima competencia continental no dependería de los resultados en las ligas nacionales, sino del ascenso desde la segunda división europea.
La mayor oposición a este modelo proviene de las ligas nacionales, que podrían pasar a tener un papel secundario al producirse una desnacionalización de los mercados de fútbol.
La Premier League y el Brexit
La Superliga no es el único peligro que sufren las ligas nacionales. La pujanza de la Premier League inglesa ha hecho que cada temporada acapare mayores recursos económicos, lo que le permite atraer a mejores jugadores. Las diferencias entre la liga inglesa y el resto de ligas nacionales son cada vez mayores, por la capacidad de la Premier de captar muchos más recursos de mercados internacionales como Estados Unidos o Asia.
La amenaza para la Premier League fue una de las principales razones de la resistencia al proyecto de la Superliga en el Reino Unido. Pero su salida de la Unión Europea supone que ya no está sometida a las sentencias del Tribunal de la UE. Ni a la de 1995, relativa a la libertad de contratación de jugadores europeos, ni a esta de diciembre de 2023 sobre las atribuciones de la UEFA y la FIFA en el control de las nuevas competiciones.
La posible configuración de una liga paneuropea supondría una nueva prueba para el Reino Unido, que tendría que decidir si se incorpora a un proyecto europeo o trata de aprovechar la ventaja competitiva que supone la actual fortaleza de la Premier.
El baloncesto como ejemplo
Aunque el panorama que se abre es totalmente nuevo para el fútbol, el baloncesto europeo puede ser una bola de cristal sobre lo que puede ocurrir. Existen dos organizadores de competiciones continentales que funcionan de manera paralela a las competiciones nacionales. La FIBA (Federación Internacional de Baloncesto) organiza dos competiciones de clubes: la Liga de Campeones y la Copa de Europa. Por otro lado, la Euroliga organiza otras dos competiciones: la Euroliga y la Eurocup.
A la Euroliga se accede por invitación y por ascenso desde la Eurocup, como si esta fuera una segunda división. A la Eurocup se accede por los resultados de las ligas nacionales, igual que en las dos competiciones organizadas por la FIBA. Hasta ahora, la mayoría de los equipos han preferido disputar la Eurocup en vez de las competiciones organizadas por la FIBA.
El baloncesto también ha mostrado cómo la justicia puede suponer un fuerte obstáculo para la constitución de ligas cerradas. Durante varias temporadas, la liga española de baloncesto (ACB) no tuvo descensos por los elevados requisitos financieros que se exigían a los que se habían ganado el ascenso por méritos deportivos. De esta manera, la liga se convirtió en una competición cerrada por la vía de los hechos.
Una denuncia de uno de los equipos ascendidos, Tizona Burgos, ante la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia cambió la situación al considerarse dichos requisitos desproporcionados. Recientemente, un juzgado acaba de sentenciar que la liga ACB debe devolver al equipo Morabanc Andorra 1,18 millones de euros que pagó como canon por el ascenso, al considerar ese pago como contrario a la ley.
¿Ahora qué?
Pese a la fuerte resistencia de las federaciones nacionales de fútbol a la libre circulación de jugadores, la sentencia Bosman puso fin a esas limitaciones. Si es posible que un equipo de cualquier club europeo tenga once jugadores extranjeros, esta nueva sentencia puede traer una liga que no tenga en cuenta las fronteras nacionales dentro de la UE.
Se abre la puerta a nuevas competiciones de fútbol en Europa. Pero esto no puede suponer un cheque en blanco para imponer modelos ajenos a la concepción europea del deporte.
Luis Carlos Sánchez, Profesor de Economía, Universidad de Oviedo
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.