Semblanza Enrique Castillo

Enrique Castillo

José Enrique Castillo Barrantes

Nació el 27 de agosto de 1945, en San José, Costa Rica. Al acercarse a los setenta y cinco años de edad, ha echado una mirada retrospectiva a su vida pública y profesional y hoy, nos entrega este compendio, en donde, más que relatar su tránsito por su vida profesional y pública, lo que pretende es mostrar, presentar, al menos en parte, lo que ha hecho o dicho a lo largo de varias décadas. No obstante, mostrar hechos o ideas demanda contextualizarlos someramente para facilitar su comprensión; por lo tanto, conviene sintetizar las etapas, en las que sus acciones han acontecido:

La etapa de profesor e investigador universitario

En el año 2002 se retiró de sus funciones como catedrático de la Universidad de Costa Rica (UCR), donde por treinta y tres años enseñó e investigó derecho penal, criminología y sociología criminal.

Aunque en la Facultad de Derecho de la Universidad de Costa Rica nunca impartió un curso de Derecho Procesal Penal, por un azar del destino; su regreso de Francia a Costa Rica como doctor en derecho coincidió con los seis meses previos a la entrada en vigencia de un nuevo Código Procesal Penal, que habría de implantar el procedimiento del juicio oral por primera vez, y el decano de la Facultad en ese entonces, licenciado Eduardo Ortiz Ortiz, había firmado un compromiso con la Corte Suprema de Justicia para proporcionar un profesor que instruyera a los futuros jueces, fiscales, defensores públicos y litigantes privados sobre el nuevo sistema, durante el primer semestre de 1975. Ese profesor habría de ser Enrique Castillo, quien no se enteró hasta que llegó a San José, en diciembre de 1974. Él aceptó el reto y eso lo convirtió en el formador de la primera generación de operadores del nuevo sistema procesal penal, tarea que completó con la redacción del primer libro de texto costarricense sobre la materia, Ensayos sobre la nueva legislación procesal penal, que fue muy útil en esos primeros años y reconocido por el Colegio de Abogados y Abogadas de Costa Rica con el premio Alberto Brenes Córdoba a la mejor obra jurídica del año 1977.

En las otras materias, formó varias promociones de penalistas y criminólogos. A estos últimos, los inició como investigadores y teóricos de la criminología moderna, de raigambre sociológica, tanto en las aulas como en el campo de la investigación empírica, con lo cual dio nacimiento a esa especialidad en el país.

En 1980, el Instituto Latinoamericano de las Naciones Unidas para la Prevención del Delito y Tratamiento del Delincuente (ILANUD), con sede en San José, publicó un pequeño libro suyo titulado Becker y Chapman: criminólogos interaccionistas, el interaccionismo simbólico en criminología visto en dos de sus representantes, que era la versión en español de la memoria con la que obtuvo la maestría en sociología en la Universidad de Burdeos, Francia. La publicación tuvo amplia divulgación internacional y lo dio a conocer como socio-criminólogo.

Tres años más tarde organizó, por encargo de quien entonces era Decana de la Facultad de Derecho, la licenciada Sonia Picado Sotela y con la ayuda de otros distinguidos profesores, los Estudios de Posgrado en Derecho, los primeros en Centroamérica y que hoy cuentan con especialidades, Maestrías y Doctorado. Enrique fue su primer Director General en los primeros años, de 1983 a 1986 y, en su etapa final en la UCR, desde 1996 al 2002. También dirigió, como recargo, la maestría en Ciencias Penales en esos mismos años, cuyo programa él había diseñado.

En el año 2008, la Editorial Jurídica Continental publicó su libro Vida Social y Derecho, en el que se recogen artículos, conferencias, ensayos y ponencias que constituyen una buena parte de su legado académico, al que se suman algunos otros libros anteriores en ese campo. La misma editorial publicó el libro-homenaje La política criminal en el Estado social de derecho, recopilado por los Doctores Javier Llobet, profesor de Derecho Penal de la Universidad de Costa Rica, y Douglas Durán, profesor de criminología de la Universidad Estatal a Distancia (UNED), escrito por cuarenta y cinco expertos de todo el mundo y que le fue entregado en el 2010, con lo que terminó de cerrar su vida académica, salvo la parte de conferencista, analista y consultor, que mantiene activa.

La etapa académica internacional

Paralelas a la de profesor e investigador universitario o, más bien, como una extensión de ella, es preciso mencionar sus actividades internacionales, por las que había tenido una fuerte inclinación desde muy joven. Como estudiante universitario, fue presidente de la Asociación de Estudiantes de Ciencias del Hombre, como se las llamaba entonces (antropología, sicología y sociología). Terminado su periodo como presidente de la asociación, sus compañeros lo designaron representante ante la Federación de Estudiantes Universitarios de Costa Rica (FEUCR) y, en tal carácter, fue elegido por los miembros de dicha federación como integrante del Directorio en calidad de Secretario de Asuntos Internacionales, en 1969. Fue una especie de “canciller” de los estudiantes universitarios costarricenses. Más tarde, al terminar sus estudios de doctorado en la Universidad de Burdeos, Francia, se inscribió como miembro de la Sociedad Internacional de Criminología (S.I.C.), cuya sede estaba en París. Pocos años después, empezó a presentar resultados de sus trabajos en los simposios o en los congresos mundiales de criminología que organizaba la S.I.C., de la cual fue durante varios años miembro del Consejo de Administración e, incluso, Secretario General Adjunto para América Latina en distintos periodos en las décadas de los 80 y 90. Desde 1976, fue el primer Experto Asociado (externo) del ILANUD. Fue miembro del Grupo Latinoamericano de Criminología Comparada, coordinado por la Universidad de Montreal, Canadá, y por el Instituto de Criminología de la Universidad del Zulia, Venezuela, como representante de la UCR y del ILANUD, entre 1978 y 1985 y, gracias a un convenio entre la UCR e ILANUD, participó en ese grupo, a menudo con sus discípulos universitarios, dándoles así la oportunidad de viajar, foguearse en investigación, tener intercambios académicos y acceder al conocimiento personal de quienes era reconocidos profesores extranjeros y autores de libros, que serían sus futuros colegas de más edad. En 1994, fue nombrado Director General de ILANUD, pero no asumió el cargo porque, dos semanas más tarde, fue llamado a ocupar el cargo de Ministro de Justicia por el recién elegido Presidente de la República, José María Figueres Olsen. Sin embargo, al terminar sus funciones ministeriales, prosiguió su larga etapa académica internacional hasta el momento de su retiro de la UCR en el 2002 o, incluso, un poco más tarde, puesto que, cuando ya había tomado la decisión de retirarse de la universidad, un grupo de profesores europeos y latinoamericanos de derecho internacional lo invitó, siendo todavía Director General de los Estudios de Posgrado en Derecho, a formar parte de un proyecto denominado Red Penal Internacional, financiado por la Unión Europea. Los profesores representaban a las universidades españolas de Santiago de Compostela, Burgos, y Málaga, mientras por América Latina tomaban parte profesores de la Universidad Católica de Lima, Perú, y de la Universidade do Vale do Rio dos Sinos (UNISINOS), de Brasil. La Universidad de Costa Rica estuvo de acuerdo en que él la representara hasta el final, a pesar de que el proyecto habría de concluir, precisamente en Costa Rica, en el 2004, cuando tendría ya dos años de haberse retirado como, en efecto, ocurrió. El proyecto fue ejecutado exitosamente y dejó un legado de valiosos artículos importantes.

Después vendría la otra vertiente de sus actividades internacionales, la de la diplomacia,
a la que me referiré posteriormente.

La etapa de abogado litigante

Después de su regreso de Francia, a fines del año 1974, se dedicó exclusivamente a la UCR durante cuatro años, pero, desde 1979, compartió su tiempo profesional con el litigio como penalista. En el año 1980, se incorporó como socio a la firma Facio y Cañas.

Al cabo de casi treinta años, en el 2016, cerró formalmente esa etapa, aunque había cesado de estar activo desde el 2007. Ya fuese como defensor o como querellante, atendió algunos de los casos más sonados en el foro costarricense de ese tiempo, que le permitieron poner en práctica una exitosa técnica jurídica aunada a la retórica forense en juicios orales difíciles, pero no guarda registro escrito de ningún alegato. Por esa razón, en este compendio no aparece ninguno. También porque nunca consideró que la práctica liberal de la profesión de abogado fuese parte de su vida pública, aunque muchas veces estuvo muy expuesto a los medios de comunicación colectiva.

Abriendo otras puertas

En el camino, luego de haber entrado, desde hace muchos años, a la casa de la literatura con su labor de ensayista académico, penetró en otra estancia de esa casa, la de la narrativa, en 1999, con la publicación de El círculo menor, mezcla de crónica y novela, publicada por la Editorial de la Universidad de Costa Rica, y cuya segunda edición y la primera en francés fueron editas por la Librería Francesa en el 2011; así como con el libro Pesadillas de un hombre urbano, editado por Farben Grupo Editorial Norma en el 2003, ganador del Premio Nacional de Literatura “Aquileo J. Echeverría” en la rama de cuento. Espera pasar pronto a otra habitación, en esa casa de la literatura, con una novela.

Reabrió una puerta que tuvo abierta temporalmente entre 1986 y 1990, la de la diplomacia, cuando fue embajador en Francia, puerta que cruzó de nuevo en noviembre del 2007 para quedarse ahí, de manera consecutiva, en los siguientes once años, hasta finales del 2018. Se desempeñó como Embajador, Representante Permanente de Costa Rica ante la Organización de Estados Americanos (O.E.A.), en Washington, D. C., del 2007 al 2011; de allí pasó a servir como Ministro de Relaciones Exteriores, en San José (2011-2014) y, luego, a Londres, como Embajador ante el Reino Unido (2014-2018), con sede en Londres, y Embajador concurrente ante los Reinos de Noruega y Suecia, lo mismo que ante la República de Irlanda (2016-2018). Luego de su regreso a Costa Rica, el 28 de marzo del 2019, el Grupo de Embajadores de Carrera lo invitó a ingresar como miembro pleno en reconocimiento a su trayectoria diplomática. En ese mismo año, el 29 de octubre, la Asociación Costarricense de Derecho Internacional y el Consejo Latinoamericano de Derecho Internacional y Comparado, con el apoyo del Instituto Diplomático Manuel María de Peralta, le confirieron el premio Manuel María de Peralta en Derecho Internacional 2019, que se otorga cada dos años, en una ceremonia en la sede de ese instituto diplomático.

Paralelamente, ha mantenido abierta la puerta de la política, de la que la diplomacia no es más que una derivación. La abrió desde que fue Embajador en Francia (1986-1990), como ya vimos, y siguió como Ministro de Justicia (1994-1995), además de ocupar varias posiciones en órganos de su partido, Liberación Nacional, antes de la etapa más reciente.

Muy ligado a su quehacer académico y diplomático, el Gobierno Francés le otorga el 3 de diciembre de 1999, la Condecoración de Caballero de las Palmas Académicas en reconocimiento a sus aportes en la promoción de los valores de la cultura francesa, y en el 13 de noviembre del 2014, la condecoración de la Legión de Honor, en grado de Comendador, por sus aportes a las relaciones entre Costa Rica y Francia a lo largo de los años.

El alto en el camino

Él considera que ha llegado a un parteaguas: algunas actividades quedan en el pasado y otras van al presente y al futuro. Y, ha pensado que es un buen momento para hacer un alto en el camino, recoger cosas que están sueltas o dispersas, reflexionar, sacar conclusiones y seguir adelante.

En este compendio, entonces, se refleja su tránsito por la vida pública y profesional hasta el momento.

Olga Echeverría Murray

NOTA: después de que publicó Un alto en el camino, en Editorial Legado, a fines en 2020, ha sido Coordinador de la Sección Agenda Internacional, de La Revista-CR.

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