Desde La Mina 2.0
Mauricio Castro Salazar
mauricio.castro.salazar@
La costumbre en nuestro país cuando se tenía –o se tiene– un hijo o hija que nacieron con gustos diferentes o que cuando crecieron se dieron cuenta que tenían gustos diferentes al de la mayoría era no hablar del tema y asumir que nada pasaba. La pareja —se decía—“…es el mejor amigo de Paco…:” o “…esta es la mejor amiga de María…”, jamás decir es la pareja.
Y como las casas de antes eran grandes y con buenos closets simplemente esos hijos o esas hijas se metían o las encerraban en el closet y no salían de él y aquí no pasa nada, se mataba “el que dirán” y “la comidilla del vecindario”, bueno más o menos, al menos esa era la intención…
La sociedad empezó a cambiar, las casas y los closets también, por lo que de repente los closets se hicieron pequeños e incómodos y esos hijos y esas hijas salieron de ellos, tuvieron que salir (muchos y muchas todavía viven en el clóset).
Gritos y llantos y preocupaciones por el qué dirán hubo en algunas casas cuando esos hijos y esas hijas se rebelaron y salieron de los closets, pero sin duda en la mayoría hubo derroche de amor y de aceptación de las diferencias, aceptación de la diversidad.
Hace unos 15 años caminando por Nueva York me encontré con el Gay Parade. Oh sorpresa ver abuelos, padres, hijos/nietos, nietos/bisnietos desfilando algunos con cartelitos que simplemente decían “we are family”, “proud of my son”, “love my daugther”, “love is love”.
Ese día fue como si me hubiera partido un rayo, me enterneció ver una familia de gente mayor toda cogida de la mano y me hice de inmediato una autoevaluación de las bromas, chistes de los que me reí y compartí, del daño que pude haber causado a quién sabe cuantos o cuantas. Me recordé de compañeros, compañeras, amigos, amigas y parentela. ¡Cuánto daño pude haberles causado!*
Ese día del Gay Parade me comprometí conmigo mismo en que sería uno de los que no permitiría nunca más exclusiones y que promovería la inclusión y la aceptación plena de las diferencias y la diversidad.
Hace unos días leí un manifiesto excluyente de gente de San Carlos y manifestaciones en contra de los baños neutros en diferentes partes del país, me dije: en esos lugares tiene que ser que todavía los closets son grandes, las familias pareciera que prefiere que sus hijos e hijas vivan en ellos… hay que educar y volver a educar a las familias para que eso no siga sucediendo.
Vivir en un closet por más grande que sea, no permite respirar bien ni recibir la luz del sol directamente ni desarrollarse plenamente como persona, y eso no es justo para nadie. Por eso yo levanto mi voz con fuerza y digo: no más gente en los closets.
Como yo pienso así y me importa poco o nada el qué dirán, hace unos días alguien me preguntó: ¿salgo del clóset o me espero?
* Debo abonar a mi favor que nunca he permitido que buleen o se burlen de alguien delante de mí por ninguna causa, siempre me metí a parar esas acciones.