Ágora*
Guido Mora
guidomoracr@gmail.com
Las múltiples razones que argumentan los sindicalistas para continuar en huelga sólo muestran su desinterés por resolver la situación social prevaleciente.
Los bloqueos, el cierre de servicios o el sabotaje de bienes del Estado, ejecutados supuestamente por algunos empleados públicos, son la expresión más absurda de quienes están dispuestos a destruir o afectar negativamente los lugares en donde realizan sus labores cotidianas, en donde se ganan el sustento para sus familias.
Las repercusiones negativas para miles de estudiantes de las escuelas públicas, en donde cursan estudios los hijos de los más pobres de nuestra sociedad, apenas si lo dimensionan los estudiantes, los huelguistas y sus líderes. Cómo no se había visto antes, serán mucho menos los estudiantes de estos colegios los que ingresen a las universidades públicas, producto del abandono laboral de los profesores o de la asesoría manifiesta, dada por esos gremios, a estudiantes que finalmente no accedieron a realizar los exámenes de bachillerato.
El cierre de comedores escolares, en algunas ocasiones la única alternativa de los hijos de las familias más vulnerables tiene, sin duda alguna, un gran impacto en la dieta y la alimentación de esos infantes.
Los millones de colones de pérdidas en las actividades turísticas, el desvío de cruceros, la cancelación de reservaciones y la crisis generada por los huelguistas en la industria del turismo, no representan ninguna preocupación para quienes, aun sin trabajar, siguen recibiendo su salario.
El abandono laboral, el uso del tiempo de la huelga para realizar turismo sindical y los excesos que hasta ahora han cometido los huelguistas y sus dirigentes, sonrojan incluso a los más despreocupados por los asuntos públicos.
La inconciencia por la falta de diálogo, la no asistencia a las reuniones con los representantes del Gobierno o el incumplimiento de los compromisos asumidos en las mesas de negociación, sólo reflejan la defensa de sus privilegios y la absoluta despreocupación por resolver una situación que tiende a agravarse.
Los mismos que no votaron el Plan Fiscal, los sindicalistas que apelando al populismo más burdo los respaldan, so pretexto de oponerse a la aplicación del 1% de IVA a la canasta básica, tienen la obligación de explicar a los sectores sociales más vulnerables, cómo enfrentar el impacto que causa la devaluación de más del 10% del colón y las repercusiones que el tipo de cambio tendrá, para el componente importado de la canasta básica.
Esperemos que para ello no utilicen las mentiras o las amenazas que han estado usando en los chats de los gremios, en donde intimidan a sus colegas y les informan sobre amenazas que se inventan, como en un cuento de terror.
La actitud despreocupada de esos “educadores” debe ponerse de una vez en la picota.
El Ministro de Educación tiene la oportunidad de poner fin a los múltiples abusos de los educadores, evaluarlos en sus labores cotidianas y comenzar a sentar las responsabilidades por la mala calidad de la educación, para que ellos asuman la cuota de responsabilidad que les corresponde.
Es el momento oportuno para frenar los abusos en la realización de Congresos, que sólo son pretextos para paseos, fiestas y ausencia laboral, pues de esas actividades no se conoce producto orientado a mejorar la educación costarricense.
Es hora de que los costarricenses comencemos a exigir los mejores resultados, ante un servicio público estratégico -tal vez uno de los de mayor importancia- que, tal como nos lo han demostrado las últimas semanas, está en manos de inescrupulosos, que sólo se interesan en proteger sus privilegios.
Llegó el momento de que el Gobierno tome la iniciativa y ponga en su lugar a quienes, argumentando razones demagógicas y desde una trinchera terrorista, ponen en peligro el futuro de nuestros hijos y con ello, el futuro de Costa Rica.
* El Ágora era el centro de la actividad política, administrativa, comercial y social de la antigua Atenas.
Total coincidencia con su comentario, el asunto es que los «educadores» en huelga perdieron la vergüenza, la dignidad y el mínimo sentido común, me los imagino como el pueblo hebreo cuando Moisés regresó de recibir las Tablas y que Dios le dijo _tu pueblo se ha corrompido_ por lo menos así dicho en la versión cinematográfica de Cecil DeMille.
Una maestra del pueblo, cuando alguien le cuestionó sobre las razones de porqué estaba en huelga contestó _¡eso pregúnteselo a nuestros dirigentes, que para eso los tenemos ahí!