Vía costarricense
Johnny Soto Zúñiga
En estos días los cristianos y católicos celebran la Semana Mayor y los judíos inician su festival de esperanza con Pesaj mediante la Conmemoración de la liberación del pueblo hebreo (es el mes de Nisán; que es cuando los antepasados fueron liberados de la larga esclavitud egipcia). El símbolo característico de este mes es un cabrito, en recuerdo al Korbán Pesaj –la ofrenda Pascual-siendo comparado a un cabrito rodeado por setenta lobos, y gracias a la protección de Dios El Eterno es posible que haya subsistido ante la constante persecución a través de las generaciones. En el Libro Sagrado de la Biblia; uno de los 5 principales Libros se denomina El Éxodo; donde se escribe todo lo referente a los cuatrocientos años de exilio (“…Y en ese mismo día, he aquí que las huestes del Señor salieron de la tierra de Egipto” (Exodo 12:41)
La historia de Pesaj ve sus comienzos en los días de Abraham. Cuando Dios prometió a Abraham –entonces aún llamado Abram- un heredero cuya semilla sería tan numerosa como las estrellas del firmamento, también le informó simultáneamente sobre el largo período de esclavitud que soportarían sus hijos-400 años-, hasta ser liberados “con abundantes riquezas”. El primero de los descendientes de Abraham en llegar a Egipto fue Iosef, cuyo milagroso ascenso de la esclavitud al virreinato del país es una de las narraciones más inspiradas de la Torá (Los 5 Libros Sagrados del Pentateuco o Antiguo Testamento), y se encuentra en el Libro de Bereshit- Génesis- a partir del capítulo 41. (Fuente: Pesaj su historia y vivencia. Jabad Lubavitch Argentina)
“La Esclavitud de Israel: Iosef y sus hermanos murieron, y los hijos de Israel se multiplicaron en la tierra de Egipto. Poco después también el Faraón murió, y un nuevo monarca ascendió al trono. Este no sentía ni amor ni simpatía hacia los hijos de Israel, y decidió olvidar todo lo que Iosef había hecho por Egipto. Se propuso tomar medidas contra la influencia y el creciente número del pueblo israelita. Convocó a su consejo, y éste le sugirió esclavizar y oprimir a esta gente antes de que se convirtiera en demasiado poderosa. El Faraón se embarcó en una política de limitar las libertades personales de los hebreos, cargándolos con pesados impuestos y reclutando a sus hombres en batallones de trabajos forzados bajo la supervisión de duros capataces. Los hijos de Israel fueron obligados a edificar ciudades, erigir monumentos, construir caminos, trabajar en las canteras y levantar rocas o tostar ladrillos y tejas.
Pero cuanto más los oprimían los egipcios, y más duras se volvían las medidas en contra de ellos, tanto más crecían y se multiplicaban. Finalmente, el Faraón observó que forzando a los judíos a hacer duros trabajos no se resolvía el “problema” de su creciente número; así decretó que todos los bebés varones nacidos a los hebreos ser arrojados al Nilo. Sólo se permitiría vivir a las hijas. De esta manera esperaba terminar con el vertiginoso crecimiento demográfico de la población judía y, al mismo tiempo, eliminar un peligro que de acuerdo a las predicciones de sus astrólogos, amenazaba su propia vida a causa del advenimiento de un líder que nacería de entre los hijos de Israel….El hijo más joven de Amrám, Moisés, fue quien estaba destinado a guiar a los hijos de Israel fuera de Egipto y a recibir para ellos la Sagrada Torá en el Monte Sinaí; sin embargo el pueblo no estaba preparado para recibir la Torá inmediatamente y luego la recibió en Shavout (Pacto o Alianza con el Todopoderoso y su Torá)
Los hijos de Israel ya no pudieron soportar más el sufrimiento y las terribles persecuciones a manos de sus crueles amos. Sus clamores de ayuda, sus súplicas y ruegos, provenientes de lo más profundo de sus corazones, atravesaban los cielos. Dios tuvo nuevamente en cuenta su convenio para con Abraham, Itzjak (Isaac) y Iaacov (Jacob), y decidió liberar a sus descendientes de la prolongada esclavitud. Moisés tenía ochenta años, y su hermano Aharón ochenta y tres años, cuando entraron al palacio del Faraón. Este preguntó a los dos hermanos qué querían y el mensaje sonó como un mandamiento: -Así habló el Señor: “Deja salir a Mi pueblo para que haga una fiesta para Mí en el desierto.” El Faraón se rehusó. –Nunca he oído hablar del Dios de los israelitas, y Su nombre no está registrado en la lista de dioses de todas las naciones.
Además, acusó a Moisés y a Aharón de conspirar en contra del gobierno e interferir con el trabajo de los esclavos hebreos. A sugerencia de Moisés, Aharón efectuó no le causaron gran impresión en vista de que sus magos y hechiceros casi lograron imitar sus acciones. Ese mismo día, el Faraón ordenó a sus supervisores aumentar las demandas sobre los hijos de Israel instruyéndolos en la exigencia de que incrementaran las cargas sobre ellos. Si tenían tiempo para pensar en libertad y en adorar a su Dios y otras ideas similares, impropias de esclavos, significaba que debían tener demasiado tiempo libre-pensó el Faraón.” (Op.cit. Págs.12, 13)
Luego vinieron las 10 plagas de Egipto y el Faraón seguía rehusándose a liberar a los hijos de Israel y Moisés le advirtió que Dios lo castigaría, tanto a él como a su pueblo. Primero, las aguas de toda la tierra de Egipto se transformaría en sangre; luego vinieron las nubes de langostas cayeron sobre Egipto, devorando todo el verdor que había logrado escapar al granizo y a las plagas anteriores. Trajo la ruina total a Egipto; luego vino oscuridad en todas las ciudades y vino la última plaga enviada por Dios; cerca de la medianoche morirían todos los primogénitos, de hombre y bestia. De los hijos de Israel nadie morirá. Un amargo clamor se alzará sobre Egipto, y todos los egipcios se hundirán en el terror por miedo a morir. El Faraón finalmente liberó al pueblo de Israel (Había 600.000 hombres mayores de 20 años quienes, con sus esposas y niños, y con sus rebaños, cruzaron los límites de Egipto como una nación libre.
El camino más corto para que los hijos de Israel llegaran a la Tierra Prometida hubiera sido atravesando la tierra de los filisteos. Sin embargo, Dios quería dar a la recién nacida nación judía, la oportunidad de liberarse de los últimos vestigios de influencia egipcia y educarla en las modalidades de una nueva y sagrada vida, basada en las instrucciones de la Divina Torá, la cual les sería entregada en el Monte Sinaí. Arrepentido el Faraón de haberlos dejado marchar, movilizó a su ejército y tomó el mando personal de su mejor caballería y cuádrigas de combate, entablando la persecución de sus antiguos esclavos. El pueblo hebreo preocupado le reclamaban a Moisés y éste calmo y firme en uno de los momentos más críticos de su vida, les respondió: “No temáis. Quedaos quietos y observad la salvación del Señor, que El os mostrará hoy. Pues tal como habéis visto a los egipcios hoy, no los volveréis a ver jamás. El Señor peleará por vosotros, y vosotros os quedaréis quietos (Exodo 14:13)
Moisés emprendió la marcha continuando hacia adelante, hasta llegar al mismo borde del Iam Suf. La columna de nubes que los guiaba durante la travesía cambió ahora su posición; volviéndose desde el frente hasta la retaguardia de las huestes judías, flotó entre los dos ejércitos. Entonces Dios habló a Moisés:-“Levanta tu vara y extiende tu mano sobre el mar, y divídelo; y los hijos de Israel penetrarán en el medio del mar, sobre la tierra seca (Exodo 14:16). Moisés hizo como le ordenara Dios. Alzó su vara, y extendió su mano sobre el mar; un fuerte viento del este se levantó y sopló toda la noche. Por esta tormenta se dividieron las aguas del Iam Suf, y se recogieron en paredes sobre cada lado, dejando un pasaje seco en el medio. Los israelitas marcharon inmediatamente sobre ese camino seco que abarcaba un recorrido de costa a costa, y llegaron sanos y salvos a la orilla opuesta. Los egipcios continuaron su persecución, sin vacilar, en l misma huella. Pero las ruedas de sus cuadrigas se llenaron de barro en el suelo del mar, resbalando.
No pudieron seguir, y sintieron que estaban luchando en vano contra el Señor. Se dieron vuelta para escapar, pero ya era demasiado tarde, pues a una orden de Dios, Moisés elevó su vara y las aguas reasumieron su curso normal, cerrándose sobre hombres y bestias y cubriendo todo el ejército del Faraón. “No quedó siquiera uno” (Exodo 14:28) Finalmente; de ahí la importancia de conmemorar Pesaj; que es una festividad considerada la primera de las fiestas, y la más importante; representa la piedra fundamental de la identidad del Pueblo Judío, de su pasado y de sus eternas tradiciones. Es el nacimiento del Pueblo Judío; de ser un pueblo de esclavos, Dios nos eligió y nos convirtió en su pueblo preferido, para entregarnos luego la Torá (Los Libros Sagrados) y transmitir a través nuestro a toda la humanidad la fe en un Dios Único y Eterno. Esta festividad reúne todas las vivencias del Judaísmo: Exilio, Sufrimiento, Fe, Milagros, Libertad, Redención, Entrega de la Torá (mediante el Arca de la Alianza)