Reflexión de Semana Santa (parte I)

Pasión, muerte y resurrección de Jesús, desde la esencia del cristianismo

Ocean Castillo Loría

Él a causa de su amor sin límites, se hizo aquello que somos nosotros, para hacer de nosotros plenamente lo que es él”.
Irineo de Lyon.

Recordando y profundizando al Cristo de la fe: una reflexión de Semana Santa

I

Jesús plantea un proyecto alternativo: el Reino de Dios. Ese proyecto se opone a lo que en este trabajo denominamos el sistema de dominación: ese sistema tiene 3 componentes: una política y una economía egoístas, y una cultura (Una religión) opresiva.

La concreción de ese proyecto alternativo, lo va enfrentando al sistema de dominación. Ese enfrentamiento, va subiendo de nivel, hasta que, en un momento determinado, decide ir a Jerusalén, lo cual efectivamente, es un giro en su vida y su acción.

Lucas plantea que cuando llega el momento de la “elevación” (Entiéndase crucifixión), Jesús decide ir a Jerusalén (Lucas 9: 51); en esta ciudad, aparecerá el Reino de Dios, como lo predicen los profetas (Isaías 2: 2 – 4)

En ese camino, los discípulos, lo que llevan en la mente es la visión nacionalista del mesianismo: es decir, que Jesús como Ungido, derrotaría a los enemigos de Israel, y sus discípulos serian ministros en su reinado (Lucas 19: 11. Mateo 10: 37)

Pero Jesús sabe que las cosas van a ser muy distintas. A dos discípulos, que piden los primeros lugares en “su gobierno”, les pregunta si serán capaces de pasar por la prueba por la que él va a pasar (Marcos 10: 38)

Jesús se había opuesto a las cúpulas gobernantes, por ello, también entre los que acompañaban a Jesús a Jerusalén, había espanto (Marcos 10: 32 – 34); Jesús morirá a manos de las cúpulas del sistema de dominación. Muchos del pueblo lo seguirán en Jerusalén, del rol del pueblo en la Pasión y muerte de Jesús, hablaremos más adelante.

En el momento culmen, a Jesús lo abatirá (Desde la Teología de la Salvación), el pecado, no solo de Israel, sino del mundo entero. Lo dirá al ser detenido: será la hora de las tinieblas (Lucas 22: 53), pese a esa hora, Jesús seguirá sujeto a la voluntad del Padre, al amor, a su vocación. Jesús confía en el triunfo final del Reino de Dios (Juan 12: 24) De allí saldrá el triunfo definitivo sobre la muerte (La resurrección)

Esta realidad de la Pasión, muerte y resurrección de Jesús, queda delineada en los Evangelios:

  • “la salida” (Lucas 9: 31)
  • “elevación” (Lucas 9: 51)
  • “Consumación” (Lucas 12: 32)
  • “Glorificación” (Juan 13: 31)
  • La “Hora” (Juan 12: 23)
  • La “privación de la presencia del novio” (Marcos 2: 19 – 20)
  • “como está escrito” (Marcos 14: 21)
  • El pastor herido con las ovejas dispersas (Marcos 14: 27 – 28)
  • El bautismo y el cáliz (Lucas 12: 50. Marcos 10: 38)

Pese a ello, Jesús también dirá que: no hay que temer a los que matan el cuerpo (Lucas 12: 4)

De igual manera, hay alusiones a la Pasión de Jesús en el Antiguo Testamento, con descripciones de hombres que sufren y son salvados por Dios (Salmos: 17, 22, 69); y como lo veremos más adelante en este trabajo: los cantos del “Siervo Sufriente”.

Jesús se encarna y en esa encarnación, asume hasta lo máximo nuestra vida apresada por el pecado (En el Nuevo Testamento se dirá que: Jesús fue igual en todo a nosotros, menos en el pecado) Jesús vive gran angustia hasta vivir su Pasión (Lucas 12: 50)

En términos litúrgicos, la Iglesia se prepara durante 40 días, para hacer memoria y presente, la Pasión, muerte y resurrección de Jesús. En ese tiempo de preparación (La Cuaresma), se hace un llamado a la conversión (2 Corintios 6: 2)

Se trata de sentir la miseria del pecado. Se entra en recogimiento y reflexión. Es tiempo de penitencia. El primer domingo, se lee el Evangelio de las tentaciones. Además, se intenta subrayar la práctica del ayuno.

Este tiempo litúrgico, busca restaurar en nosotros el Reino de Dios. Para ello, debemos caminar junto a Jesús a su Pasión. Por ello, también se subraya la solidaridad (Mateo 25: 40); lo mismo se plantea la necesidad de profundizar la oración. Y claro está, no se olvida, el sacramento de la reconciliación.

Una de las características principales de la Cuaresma es, la elección de las lecturas bíblicas. Tres temas dominan especialmente: penitencia y perdón de los pecados (Primera semana); bautismo (Tercera y cuarta semanas); la Pasión de Cristo (Quinta y sexta semanas); la segunda no presenta ningún tema característico.

Con el quinto domingo, comienza el “tiempo de la Pasión”, los textos evangélicos de la Semana Santa, se toman de las disputas del Señor con los fariseos. La Iglesia concentra su atención, en la lucha de Jesús, con lo que, aquí hemos llamado el sistema de dominación.

II

Jesús se presenta al pueblo diciendo que: el tiempo se había cumplido y que, el Reino de Dios estaba cerca, por tanto, había que arrepentirse y creer en la Buena Noticia (Evangelio) (Marcos 1: 15); aquí hay una parte de su mensaje, que es semejante a la de su precursor (Juan el Bautista): el llamado al arrepentimiento. Pero ese arrepentimiento, debe conducir a una transformación profunda. Ella implica, que el ser humano reconoce que ha generado una ruptura con Dios, con el prójimo y con la naturaleza (Ha pecado) y por sus propias fuerzas, no puede remediar estas rupturas.

Ya lo veremos más adelante, pero cuando Jesús, habla del Reino de Dios, no está hablando de las dinámicas, políticas, económicas y culturales de los imperios, no está hablando de la paz, impuesta por la vía de las armas y la violencia: es la paz, como fruto de la tranquilidad en la justicia (parafraseamos aquí, a San Agustín)

En principio, el Reino de Dios, es la manifestación de la gloria y el señorío de ese Dios a la humanidad. La causa de Dios, es la causa de la humanidad. Es la justicia de Dios, que se hace realidad. El Reino de Dios, está cerca, porque Jesús está presente, Jesús anuncia el Reino, pero en su persona, encarna el Reino mismo.

Ahora, todo reino tiene una constitución: la constitución del reino de Dios, Jesús lo presenta en lo que conocemos como “El Sermón de la Montaña” (Mateo, capítulos del 5 al 7); este texto, comienza con 8 promesas de felicidad, pero ellas se cumplen en oposición a las denominadas felicidades humanas.

La base de esas felicidades son:

  • La mansedumbre.
  • El hambre de justicia.
  • La misericordia.
  • La pureza de corazón.
  • El trabajo por la paz.
  • La pobreza (Veremos más adelante que esto es clave)
  • El llanto.
  • La injusta persecución.

Hay que pasar por todo esto para instaurar el Reino y Jesús nos fue ejemplo de ello:

  • Manso.
  • Por sus gestos, busca saciar la justicia.
  • Misericordioso.
  • Puro de corazón.
  • Trabajador por la paz (Lo veremos más adelante, con tácticas no violentas)
  • Pobre.
  • Capaz de llanto (Ante la tumba de su amigo Lázaro, en el Getsemaní)
  • Perseguido injustamente, por ser un rebelde frente a la realidad política, económica y religiosa (Lo veremos más adelante)

Jesús habla con autoridad, habla en el nombre mismo de Dios. Esto genera deseos de cambio (Este será el sustento, lo veremos pronto, del surgimiento de lo que en este trabajo llamamos: “El Movimiento de Jesús”)

Cuenta el Evangelio según San Lucas que: vino a Nazaret, donde se había criado, y en la sinagoga, hizo la lectura bíblica (Para decirlo de un modo entendible a nosotros hoy), se le dio un rollo del profeta Isaías, en él se dice que el Espíritu de Dios le permite:

  • Anunciar a los pobres, la buena nueva.
  • Proclamar la liberación de los cautivos.
  • La vista a los ciegos.
  • Libertad a los oprimidos.
  • Proclamar el año de gracia del Señor. (Lucas 4: 16 – 30)

Jesús aprovecha el texto para exponer la novedad de su venida, dice que ese día, ante los ojos de su audiencia, se había cumplido esa profecía. El programa anunciado, es el contenido del Reino, no se pierda de vista ese contenido:

  • La atención a los más pobres.
  • La liberación de las injusticias.
  • La curación de los enfermos.
  • El anuncio del año de júbilo de Dios (Conforme al Antiguo Testamento, ese año implicaba: condonación de las deudas, devolución de las propiedades hipotecadas y liberación de los esclavos. Eso sí, teólogos como Ignacio Y María López Vigil, nos dirán, que este ideal nunca se cumplió plenamente)

Ese contenido, lo trasmitirá Jesús por medio de parábolas (Esto lo veremos más adelante) …

Por lo pronto, decimos esto, para abordar otro tema: hemos dicho que: Jesús habla con autoridad, habla en el nombre mismo de Dios. Esa autoridad, es evidenciada por la coherencia: Jesús hace lo que dice. Jesús hace realidad el “Sermón de la Montaña” y hace realidad el pasaje del profeta Isaías: con parábolas, con comidas, con exorcismos (Al avanzar en este texto, iremos profundizando en estos actos)

Lo cierto es que la dinámica de Israel, se mueve en la lógica de la pureza / impureza: a la final, era fácil caer en la impureza y no era tan fácil, volver y mantener el estado de pureza: para ello, existía el sistema sacrificial del Templo.

El pecador público, era un ser impuro del que había que alejarse. Jesús rompe con esto: se acerca a los pecadores, así comienza a relativizar la ley (Por encima de ésta, se encuentra el ser humano); con ello, manifiesta misericordia. En esa cercanía, los pecadores van cambiando.

Los que critican a Jesús, pueden cumplir formalmente con la dinámica de pureza, pero su corazón no es cercano a la verdadera pureza. Alienados, no quieren reconocerse pecadores, lo veremos páginas adelante: Jesús es perdonador de pecados, esa oferta es hecha a todo el mundo.

Es en este contexto, que los signos o milagros de Jesús tienen sentido. Ellos son anuncios reales de salvación. Lo dice el mismo Jesús en Mateo 11: 3 – 5: por su acción:

• Los ciegos ven.
• Los cojos andan.
• Los leprosos quedan limpios.
• Los sordos oyen.
• Los muertos resucitan.
• Se anuncia el evangelio a los pobres.

Véase algo que nos resulta fundamental: Jesús, el Reino de Dios, no significa desentenderse de lo que sucede en el aquí y en el ahora. Ya lo veremos, la plenitud del Reino, llegará con la Parusía (Segunda venida de Cristo), pero eso no significa que el Reino, no deba construirse en las actuales coordenadas temporales. Se genera la tensión positiva entre la plenitud del Reino y su construcción en la historia.

Esto es esencial: Jesús es perdonador de pecados, pero atender la realidad espiritual, no significa dejar de lado la realidad material, es más, en el caso de muchas curaciones que realizó Jesús, ellas eran signo externo del perdón recibido internamente. Esto también es símbolo de la nueva creación, que arranca con Jesús.

Esto nos lleva a aclarar un tópico central: por Jesús, en el cristianismo, no hay ningún desprecio al cuerpo (Esta es una inexistente idea, que, en los últimos tiempos, el falso progresismo ha querido presentar), la vida y el ministerio de Jesús, pasa su cuerpo: él habla para enseñar, toca para sanar (Toma la mano de la suegra de Pedro, toca el cuerpo de leprosos, palpa los oídos y la lengua de un sordomudo, se deja tocar por la mujer que padece hemorragias)

Posteriormente, el cristianismo combatirá al gnosticismo, que sí despreciaba el cuerpo; y en términos específicos de la Iglesia Católica, vale la pena estudiar “la Teología del Cuerpo” de San Juan Pablo II.

En la misma línea, pero en otro orden de cosas, ya lo veremos más adelante: pero las comidas juegan un papel central, durante el ministerio público de Jesús: ni él, ni los cristianos, son indiferentes a los que padecen hambre. Ya veremos, como inclusive, este punto lleva al origen de sacramentos.

Dicho esto, pasamos a una tesis central en este trabajo: Jesús plantea un proyecto alternativo: el Reino de Dios. Ese proyecto se opone a lo que en este trabajo denominamos el sistema de dominación: ese sistema tiene 3 componentes: una política y una economía egoístas y una cultura (Una religión) opresiva.

Si se miran los Evangelios, al comienzo de la vida pública de Jesús, hay una euforia, pero esta es temporal: muy pronto comienza la tensión, ella irá creciendo, entre los representantes del sistema de dominación y Jesús.

En Galilea, Jesús se hace famoso, la gente lo admira, pero no lo comprende.

El Evangelio de Marcos describe las reacciones de la gente, al encontrarse con Jesús, y paralelamente a la fama, a la admiración, también se da, como lo acabamos de decir, la incomprensión y el surgimiento de adversarios, entre los dirigentes locales del pueblo. Sus familiares, llegan a pensar que está loco (Marcos 3: 20 – 21) y lo echan de su mismo pueblo, Nazaret.

Con esta tesis, parece que la ilusión a Jesús, pudo haberle durado muy poco. Conforme al Evangelio de Juan, hasta en Galilea las cosas se le complican: como fruto de una “dura doctrina”, hasta algunos de sus discípulos lo abandonan: es la doctrina de Jesús pan vivo bajado del cielo (Juan 6: 70 – 71) (Esta tesis la repetiremos más adelante)

Estos elementos, llevarán a lo que en la rama de la teología que estudia a Cristo (La Cristología), se denomina “la crisis Galilea”: se siente abandonado por sus seguidores, vislumbra en el horizonte la muerte violenta. Es el instante en el que Jesús pregunta a sus discípulos: ¿Quién dice la gente que soy yo?; ¿Quién dicen ustedes que soy yo? (Mateo 16: 13 – 14): para la gente, Jesús es un profeta, es inclusive “el Hijo de David”, es decir, el rey de Israel (Pero ese reinado entendido en las características del sistema de dominación); por eso la confesión de Pedro: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios”, es fundamental, pero como se ve luego, el mismo Pedro, ve a ese Mesías, como rey – militar.

Es el momento de la confesión de fe de Pedro, mas paralelamente, Jesús va tomando conciencia de que su final, será el final de los profetas, es decir, que será asesinado: ¿Por lapidación?, ¿Por decapitación? (Como Juan el Bautista), ¿Por crucifixión?, es el momento y lo veremos más adelante, de los 3 anuncios de la Pasión.

Pese a ello, Jesús sigue revelando la plenitud del ser humano:

• Vive para la humanidad.
• Vive para su Padre Dios.
• Vive en la exigencia de la oración (Que para él es fundamental, y lo debería ser para nosotros)
• Cumple la síntesis que él mismo propone de la ley: ama a Dios sobre todas las cosas y al prójimo, como a sí mismo. Lo amará: “…hasta la muerte y muerte de cruz”, como dice San Pablo.

De nuevo: lo veremos más adelante, pero desde ya decimos: Él llegará a expresar: “Ahora bien, yo les digo que aquí hay alguien más grande que el Templo” (Mateo 12: 6): esto les complica más las cosas a los oyentes de Jesús: el Templo es grande, pero es más grande quien habita el Templo, que es Dios mismo. Luego, si Jesús es más grande que el Templo: ¡Jesús es Dios!

Jesús resulta un hombre transparente, es un hombre desegocentrado (Vacío de ego, vacío de sí mismo), un hombre en el que el amor lo es todo, así, en él, no hay tensión entre sus deseos y sus actos.

Una vez más, lo veremos en el avance de este trabajo, pero adelantamos: Jesús conforma un Movimiento en el camino de Galilea a Jerusalén. Veamos algunas características:

  1. Se reconoce la necesidad de un cambio y Jesús plantea un proyecto alternativo al sistema de dominación: el Reino de Dios. Éste con dos valores importantes: amor al prójimo y renuncia al estrato social. En esto consiste la subversión de Jesús, no es una subversión basada en odio, ni en la violencia. Sino, en la donación desinteresada y el sacrificio del amor. Es un amor que abraza a toda la humanidad, que privilegia a los pequeños, a los débiles, a los pobres (Véase que, como dice San Agustín, el sacrificio es: “…todo lo bueno que hacemos por Dios y por el prójimo, durante toda nuestra vida…”). Se concreta la fraternidad, se abre una nueva historia (Esta definición de la subversión de Jesús, está basada en Puebla, numeral 192)
  2. El grupo tiene una visión misionera: recuérdese que Jesús habla de ser: “pescadores de hombres”; en ese marco, se anuncia el advenimiento del Reino de Dios.

Resaltamos estas características, porque véase que se identifica la necesidad de un cambio en la situación que se vivía. Por ello, el Movimiento, se crea fuera de la cúpula religiosa y del modelo político imperial, con un estilo de vida radical: se renuncia a los apegos: residencia, familia, posesiones, seguridad. Nótese que, entre las características mencionadas, no está, el uso de la violencia.

Hemos dicho que: se reconoce la necesidad de un cambio y Jesús plantea un proyecto alternativo al sistema de dominación: el Reino de Dios. Éste con dos valores importantes: amor al prójimo y la renuncia al estrato social.

Pero: ¿Cómo comienza todo?: con un encuentro: algunos entran en contacto en él y terminan quedándose con él. En ese encuentro y en ese quedarse, cambia la vida de ellos: esto nos recuerda la miniserie “Jesús de Nazaret” (1977). En una secuencia de esta producción, hasta donde recordamos, Pedro habla con Judas Iscariote. El primero dice que está preocupado, porque le había dicho a su esposa, que regresaría en la primavera.

Judas le dice, que está equivocado y le espeta algo así como: “¿Todavía crees que volverás?” y continúa: “No volverás… ninguno de nosotros volveremos…”; esta tesis es semejante a la película: “Hijo de Dios” (2014), donde Jesús le propone a Pedro, su idea para cambiar el mundo.

Desde la perspectiva de la teología histórico – crítica y desde la teología Latinoamericana de la Liberación, ese proceso de encuentro, pudo haber llevado cierto tiempo y hasta convencimiento. Para la teología de la salvación, hay una acción automática:

• Jesús camina por la orilla del lago y llama a dos pares de pescadores, que le siguen al instante (Mateo 4: 18 – 22)
• Lo mismo pasa con Mateo, el recaudador de impuestos (Mateo 9: 9)
• Luego se da la lista de los 12 (Mateo 10: 2 – 4)
• Marcos dirá, que él los eligió, para que estuvieran con él (Marcos 3: 13 – 14)
• Muy pronto, los envía a hacer su primera misión (El proyecto de Jesús, no es solo teoría es práctica y si hay teoría, esta parte de la práctica)
• Conforme al Evangelio de Juan, dos discípulos de él, toman la iniciativa: siguen a Jesús, le preguntan dónde vive y permanecen con él aquel día. El encuentro con Jesús es tan impactante, que, a pesar del paso de los años, no se olvida la hora: “…eran como las cuatro de la tarde” (Juan 1: 39); ellos les dirán a otros amigos que: “han encontrado al Mesías” (Juan 1: 41)

El Movimiento entra en convivencia con su líder: escuchan sus grandes enseñanzas y son testigos de sus signos. Pero la formación que ellos reciben es más profunda: por ejemplo, le preguntan por el significado de las parábolas (Marcos 4: 33).

Jesús pasa de Nazaret a Cafarnaúm, allí, la casa de Pedro, se torna “centro de operaciones”, de donde aldrán los viajes misioneros (Marcos 1: 29) …

Serán los miembros más cercanos del Movimiento (Los doce), testigos de un conjunto de signos o milagros impresionantes (Ese conjunto se encuentra en Marcos 4: 35 – 5: 43):

• Jesús calma la tempestad.
• El exorcismo al endemoniado gadareno (De este hablaremos más adelante, hasta en su significación política)
• La resurrección de la hija de Jairo y la mujer que toca el manto de Jesús y queda sana.

Pero también en ese Movimiento, hubo momentos tormentosos, de luchas internas. Muchas de esas luchas, tenían tintes personalistas. Los discípulos, presentan sus propias características:

• A menudo no entienden lo que pasa (Marcos 8: 17 – 21)
• Aspiran al Mesianismo nacionalista, de hecho, dos piden sentarse a la derecha y a la izquierda del trono (Marcos 10: 35 – 45)
• Pelean por saber quién es el más grande (Marcos 9: 34)
• Ya lo veremos, pero al momento de la Pasión, huyen y Judas Iscariote, le traiciona (Marcos 14: 10 – 11); Pedro lo niega (Marcos 14: 66 – 72)

En principio, ven a Jesús, como un profeta. Pero este profeta (Y eso estaba muy presente en el siglo I), es el último. Con él se inaugura el final de los tiempos. El mismo Jesús, en muchos momentos, se presenta como un profeta apocalíptico.

Ahora bien, ya hemos dicho que: en Galilea, Jesús se hace famoso, la gente lo admira, pero no lo comprende.

En este punto cabe decir que la pregunta: ¿Quién dicen ustedes que soy yo?, implica una interrogante, a los que habían intimado con él. Este es el marco de la respuesta de Pedro: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios”. Esa confesión de “Hijo de Dios”, se profundizará con la resurrección. Véase que la respuesta de Pedro, es fruto de una revelación de Dios – Padre.

Con todo lo antes dicho, entramos en la recta final de este acápite en un objetivo central de este trabajo: la articulación de la historia y de la fe: hay pues, una interacción entre historia y fe. La historia da un marco a la fe y la fe, nos alimenta la interpretación de la historia. Esa retroalimentación es clave: el conocimiento de la historia y su interpretación a la luz de la fe, genera teología.

Esa retroalimentación de historia y de fe, tiene un requisito: el que el ser humano libre, ubicado en la historia: crea. En ese acto encuentra al “otro”, a Dios. Por ello, la historia se nos presenta ya con fe, con más signos, que antes no veíamos.

III

La Pasión de Jesús comienza en el clímax de su accionar: recuérdese que, conforme a Mateo, Marcos y Lucas, Jesús llega a Jerusalén y en el recinto del Templo, hace un látigo de “cuerdas” y lanza a los vendedores y a los cambistas. Conforme a Marcos, Jesús dice que la Casa de su Padre, es Casa de oración para todas las naciones (Solo Marcos destaca esto), pero Jesús dice más: que esa, la Casa de su Padre, la han convertido en cueva de ladrones (Marcos 11: 17)

Según Juan, las autoridades del Templo, le piden justificar sus acciones: él dirá: “Destruyan este templo y en tres días lo edificaré de nuevo” (Juan 2: 19); como puede verse, los actos y las palabras de Jesús, son altamente ofensivos para los judíos de su tiempo.

El Templo, en el siglo I, era centro religioso – político de Israel. Era, “Casa de Dios”, pero a los ojos del Hijo, ya esa Casa, había sido cambiada, por los actos de aquellos que debían resguardarla (La cúpula religioso – política de Israel)
Esas palabras, esos actos, son los que llevarán directamente a Jesús a la cruz…la distorsión provocada, no era solo religiosa, era política y, por tanto, “encendía las alarmas” de los romanos… a esto hay que agregar, que a los romanos les interesaba mantener al templo, como poder moderador y colaborador, que les venía bien a los ocupantes del país.

Lo que sigue, hay diversas maneras de enfocarlo, tomemos una, quizás “más religiosa”. Pasamos a explicarnos: a Dios debe adorársele: esto significa en profundidad que, toda nuestra vida se ordene en torno a Dios.

En contrario, la idolatría es, convertir en centro de nuestra vida, algo que no es Dios. Con ello: ¿Qué pasa?: pues que comienza la maldad y la falta de armonía. Se da nuestra propia desintegración y la desintegración de la sociedad misma.

La adoración a Dios, nos hace sus hijos. La idolatría, nos convierte en esclavos de lo que idolatramos. Vemos, por ejemplo, como el capitalismo – monetarista, nos hace esclavos del dinero. La alabanza al poder, nos hace ávidos de poder. Veamos otro ejemplo de la actualidad: en las redes sociales, se busca la popularidad, esa búsqueda puede esclavizarnos y hacernos dependientes.

No se puede tener acciones correctas, con creencias equivocadas. Cuando sabemos a quién adoramos, sabemos lo que debemos hacer. El asunto es que Israel, comienza a tener creencias equivocadas, y, por tanto, acciones equivocadas: poder, placer, tener…

En ese contexto, surgirá una visión distorsionada del Ungido, del Mesías, del Cristo (Estas palabras son sinónimos): ese Ungido, vendrá a dar poder a Israel, de ese poder, el tener de riquezas materiales y de ambas: el placer.

Bajo ese marco, es que se da el profetismo y la profecía: ¿Qué es la profecía?: denunciar lo incorrecto y anunciar la esperanza: entonces: ¿Qué hacen los profetas?: llamar constantemente a Israel a retomar el camino, la senda que habían abandonado. Isaías llegará a señalar: “…no hacen justicia al huérfano ni llega hasta ellos la causa de la viuda” (Isaías 1)

Así, se corrompía el Templo. El profeta Ezequiel, llegará a decir que, por ello, la gloria de Dios (Su presencia), abandonaba su casa. Pero este mismo profeta, anuncia la esperanza: Dios regresará a su casa, pero para liberarla de sus impurezas y de su costado, saldrá agua, para renovar la tierra.

Desde la esencia del cristianismo, la profecía de Ezequiel, se cumple con Jesucristo. Él llegará a decir: “Ahora bien, yo les digo que aquí hay alguien más grande que el Templo” (Mateo 12: 6): esto les complica más las cosas a los oyentes de Jesús: el Templo es grande, pero es más grande quien habita el Templo, que es Dios mismo. Luego, si Jesús es más grande que el Templo: ¡Jesús es Dios!

En esta misma línea: ¿A qué se iba al Templo?:

• A recibir doctrina (Diríamos nosotros, a educarnos en la Ley)
• A sanarse de enfermedades.
• A recibir perdón de los pecados.

Jesús es mayor que el Templo, es Dios:

• Emisor de doctrina.
• Sanador de enfermedades.
• Perdonador de pecados.

Esto nos permite (Cuando menos desde una teología bastante tradicional), repasar el mensaje de Jesús: el Reino de Dios: Jesús plantea un proyecto, un mensaje, unas acciones: el Reino de Dios. Ese Reino, es una realidad, una realidad que es presente, pero que también está por venir.

Por esta última idea (El Reino está por venir), Jesús enseña que debemos pedir que venga (Lucas 11: 2); en ese contexto, es que Jesús habla del Reino como un banquete: es el festín de Dios, con los que participarán del Reino (Marcos 14: 25; Lucas 14: 15 – 24); en esta misma línea, el Reino es juicio (Mateo 13: 30 y del 40 al 43 y del 48 al 50)

Pero el Reino es una realidad presente. Por eso dice Jesús, que el tiempo se ha cumplido. En sus palabras y en sus obras, se adelanta el despliegue último del poder salvador de Dios. Ya lo diría Orígenes: “Jesús es el Reino de Dios en persona”.

En Jesús, hay una primera aparición del Reino de Dios: se presenta en humildad, sin apariencia, discutido y rechazado, por eso Jesús declara bienaventurados, a quien su palabra y su obra, no les sea ocasión de tropiezo (Mateo 11: 6)

Así, el Reino de Dios es un tiempo de gracia. Es tiempo de libertad, tiempo de liberación (Esta tesis es clave para nosotros en este trabajo); pero esa gracia, ese tiempo de libertad y de liberación, el ser humano, puede aceptarlo o rechazarlo. Jesús plantea constantemente esto, por medio de las parábolas.

Y sí, como hemos dicho: en Jesús: en sus palabras y en sus obras, se adelanta el despliegue último del poder salvador de Dios. Pero también se adelanta el juicio divino: dice Jesús: “Y yo os digo que, si uno se declara a mi favor delante de los hombres, también el Hijo del Hombre se declarará a favor suyo delante de los ángeles de Dios” (Lucas 12: 8)

¿De dónde viene el juicio?: de la decisión de la humanidad. Si aceptamos, Jesús está a nuestro lado. Lo importante es la decisión hoy: ¿Aprovecharemos esta Semana Santa para decidirnos por Cristo?: si decidimos por él, perteneceremos a su comunidad.

Jesús es mayor que el Templo, es Dios:

• Emisor de doctrina.
• Sanador de enfermedades.
• Perdonador de pecados.

Esa doctrina que Jesús emite, enseña, es la alegría de la salvación, es la manifestación definitiva de la misericordia insondable de Dios (Como dice el Papa Francisco: “Dios es misericordia”)

¿Y cómo concreta Jesús el Reino?: en su encarnación en los pobres (Esta tesis nos resulta clave), en las comidas, en las parábolas y en las curaciones y los exorcismos. Veamos esto, con cierto, aunque somero detalle.

Jesús acoge a los pecadores. Los que tenían su relación rota, con Dios, con el prójimo y con la naturaleza. Los que habían ofendido directamente a Dios. En hebreo, uno de los términos para designar al pecado es “zanah”, que es igual a la infidelidad conyugal: ¿A quién se es infiel?: a Dios, al que se le impide concretar su amor.

Repetimos: Jesús acoge a los pecadores y a otros maginados, comiendo con ellos, es decir, por medio de las comidas. Esto resultaba escandaloso. ¿Por qué?: tratemos de explicarlo de manera sencilla (porque esto tiene mucha “miga” que profundizar): porque para los judíos, la comunión de mesa, con gente socialmente excluida, rompe con el orden establecido. Esto, por cuanto el sistema político – religioso judío, estaba basado en separaciones inmutables, tanto morales como religiosas.

En esta línea, esto es fundamental, porque en el judaísmo antiguo y también en las parábolas de Jesús (Lucas 14: 16 – 24): el Reino de Dios, es un alegre festín, un banquete.

Así: Jesús, al compartir la mesa con pecadores y con marginados, prefiguraba y anticipaba el banquete del Reino de Dios. Para los judíos, esto no era posible, porque, para participar en esa mesa, había que cumplir la ley, Jesús introduce en el Reino a los que no cumplían la legislación de Moisés.

Por otro lado, Jesús trasmite la enseñanza del Reino, por medio de las parábolas, que son relatos sacados de la vida cotidiana. La parábola, deja al oyente involucrado en el acontecimiento del Reino de Dios.

Digamos de seguido, una palabra sobre las parábolas de misericordia: estos relatos, son una defensa de Jesús, contra los que le atacaban por sus comidas con los marginados y los pecadores. Las parábolas son tres: la de la oveja, la de la moneda perdida y la del hijo pródigo. Tanto moneda, oveja, e hijo, son perdidos y recuperados. Las comidas de Jesús y los marginados y pecadores, eran un reencuentro con Dios.

Entonces los oyentes quedaban involucrados por medio de estas parábolas, a través del gozo del reencuentro con Dios. Él es el mismo, el que se vuelve con amor a los pecadores y restablece la comunión rota (Es decir: recompone, derrota el pecado que es ruptura)

Con esto claro, le invitamos a leer la parábola, conocida como la del “hijo pródigo” (Lucas 15: 11 – 31): en ella, se muestra la bondad (El amor, la misericordia) del Padre, que es capaz de rehabilitar, de transformar, al hijo extraviado: el amor de Dios, hace nuevas todas las cosas. Es una nueva justicia. Quien tiene una nueva relación con Dios, tiene una nueva relación con la humanidad y más, con la ecología misma.

Abordemos ahora, de nuevo, someramente, el tema de los milagros o signos de Jesús: la primera idea que queremos establecer es esta: Dios acredita a Jesús como Mesías, por los signos o milagros. Son las obras del Reino, que acompañan sus enseñanzas. Especialmente, los exorcismos, evidencian la derrota de Satanás y la victoria definitiva de la causa de Dios (Mateo 12: 28)

¿Cuál es la condición de los signos o milagros?: no pedir pruebas… la sola fe (Sabiduría 1: 1 y siguientes); donde no hay fe, no hay milagros o signos (Marcos 6: 1 – 6; Lucas 4: 23 – 27); así, la fe es una apertura a Dios, poniéndose el ser humano a su disposición (Véase como el ego es resistencia a la fe)

IV

¿Qué hemos dicho hasta aquí?: primero: la Pasión, muerte y resurrección de Jesús, queda delineada en los Evangelios:

• “la salida” (Lucas 9: 31)
• “elevación” (Lucas 9: 51)
• “Consumación” (Lucas 12: 32)
• “Glorificación” (Juan 13: 31)
• La “Hora” (Juan 12: 23)
• La “privación de la presencia del novio” (Marcos 2: 19 – 20)
• “como está escrito” (Marcos 14: 21)
• El pastor herido con las ovejas dispersas (Marcos 14: 27 – 28)
• El bautismo y el cáliz (Lucas 12: 50. Marcos 10: 38)

De igual manera, hay alusiones a la Pasión de Jesús en el Antiguo Testamento, con descripciones de hombres que sufren y son salvados por Dios (Salmos: 17, 22, 69); y como lo veremos más adelante en este trabajo: los cantos del “Siervo Sufriente”.

Segundo: Jesús, el Reino de Dios, no significa desentenderse de lo que sucede en el aquí y en el ahora. Ya lo veremos, la plenitud del Reino, llegará con la Parusía (Segunda venida de Cristo), pero eso no significa que el Reino, no deba construirse en las actuales coordenadas temporales. Se genera la tensión positiva entre la plenitud del Reino y su construcción en la historia.

Tercero: Jesús resulta un hombre transparente, es un hombre desegocentrado (Vacío de ego, vacío de sí mismo), un hombre en el que el amor lo es todo, así, en él no hay tensión entre sus deseos y sus actos.

Asimismo, hemos dicho que: Jesús es mayor que el Templo, es Dios:

• Emisor de doctrina.
• Sanador de enfermedades.
• Perdonador de pecados.

¿Y cómo concreta Jesús el Reino?: en su encarnación en los pobres (Esta tesis nos resulta clave), en las comidas, en las parábolas y en las curaciones y los exorcismos…

Entonces: ¿Qué iban a buscar las multitudes de Galilea y de las orillas del mar al buscar a Jesús?: buscaban la doctrina, buscaban la sanidad, buscaban el perdón de los pecados. Jesús no elimina el Templo: lo sustituye (En este punto hay que reconocer que, en el catolicismo tradicional, no se dice que Jesús, fuese hostil al templo, esto, por cuanto allí expuso parte de sus enseñanzas, inclusive, según el Evangelio de San Mateo, en su capítulo 17, versículos del 24 al 27, Jesús quiso pagar el impuesto al Templo, junto a Pedro)

Ahora: abramos el lente cultural, para comprender mejor la situación: para que un adorador, pudiese entrar al templo para orar y hacer su sacrificio, debía realizarse un baño ritual: en hebreo, un “mikvah”.

Entonces, el precursor de Jesús, Juan el Bautista, quien era hijo del sacerdote Zacarías, sabía de ese “mikvah”, por lo que ofrece un nuevo “mikvah”, ese baño, ese bautismo, preparaba para la llegada de un nuevo Templo – sacerdote – sacrificio: Jesucristo – Cordero de Dios.

En lo que refiere a la muerte de Jesús, la imagen del Cordero de Dios, combina dos imágenes del Antiguo Testamento: el cordero pascual, sacrificado por la liberación del pueblo de Israel, de la esclavitud de Egipto (De hecho, el Sanedrín, decide matar a Jesús, cuando comenzaba la matanza de los corderos pascuales en el Templo de Jerusalén. Véase: Juan 19: 14); además de la Teología propia del “Siervo Sufriente”.

Con esto claro, volvamos a lo que los cristianos conocemos como el “Domingo de Ramos”: Jesús cumple las profecías de Isaías y Ezequiel, es Dios, que viene a purificar el templo. Es más, repetimos, viene a sustituirlo: “…en tres días lo edificaré de nuevo…” (Juan 2: 19): ¿Y por qué puede hacerlo?: “Ahora bien, yo les digo que aquí hay alguien más grande que el Templo” (Mateo 12: 6)

¿Cuándo se comprobará que, en ese nuevo Templo, se reunirían todos los pueblos de la tierra?: en la resurrección. Asimismo, hemos visto que conforme a Ezequiel: de su costado (Del nuevo Templo), saldrá agua, para renovar la tierra.
Esto se cumple, como lo dice el Evangelio de San Juan, hablando de Jesús: “…e inmediatamente brotaron sangre y agua de él” (Juan 19: 34); desde la teología católica, esa sangre y esa agua, simbolizan los sacramentos de la Eucaristía y del bautismo. Recuérdese, que lo que atraviesa la lanza, es el costado de Cristo: Cristo, es el nuevo templo, de su costado brota agua, he aquí el cumplimiento de la profecía de Ezequiel.

Ahora bien, conforme a la visión nacionalista del Mesías, éste debía luchar por su pueblo. Aquí cabe una argumentación geo política: por su ubicación geográfica, Israel resulta un territorio central, para el dominio de rutas de tránsito de mercancías.

De ahí, que el dominio del territorio y del pueblo, es fundamental. Esto explica en principio:

• La esclavitud por los egipcios.
• El hostigamiento filisteo.
• Los combates con los amalecitas.
• El dominio asirio.
• La derrota contra los babilonios.
• El dominio griego.
• El imperialismo de los romanos.

Pero el dominio, no era solo político o económico. Tenía implicaciones teológicas: de arranque: cuando un pueblo derrotaba a otro, esto significaba que el dios del pueblo ganador, derrotaba al dios del pueblo perdedor.

En términos judío – cristianos: cuando Israel era derrotado, los dioses falsos, derrotaban al Dios verdadero (Yahvé); esto complica la idea de que Israel, sería faro de las naciones, y llevarían a todos los pueblos a la adoración del Dios verdadero.

¿Habría una mala interpretación de las Escrituras?

Dios decía que era fiel al pacto: ¿Pero era verdaderamente fiel, tomando en cuenta las derrotas y esclavitudes que vivía Israel?

Aún más: ¿Cómo era posible que los incircuncisos, derrotasen al Pueblo de Dios?

Con este marco, no es de extrañar, que algunos profetas, alimentasen una visión nacionalista de la misión de Israel, en la que éste, fuera instrumento para que “Dios llamase y cerrase cuentas con los gentiles”.

Parecían alimentar estas tesis, textos como el de Isaías: “El Señor desnuda su santo brazo a la vista de todas las naciones, verán la salvación de nuestro Dios” (Isaías 52: 10): en el contexto nacionalista, la desnudez del santo brazo de Dios, implica ver toda la fuerza de su poder de conquista.

¿Fue Jesús – Mesías un guerrero?…

En este punto, digamos que hay dos hipótesis: una que llamaremos suave y otra dura: en esta parte del trabajo, nos basaremos, para presentar la primera, en el libro: “Catolicismo: un viaje al interior de la fe”, del teólogo Robert Barron.

Conforme a este autor, Jesús era un guerrero, pero de una manera muy particular. Trataremos de sintetizar su posición:

a) La primera aparición de Jesús como guerrero, se da en su nacimiento en Belén. Jesús aparece en el silencio. Pero en esta lectura, Jesús nace en silencio, para “penetrar las filas enemigas” (C.S. Lewis); Jesús, entra en la historia, en medio del gobierno del emperador Augusto y del gobernador Quirino (Evangelio de Lucas); en oposición al poder de ellos, se encuentra una humilde pareja: José y María.

b) Con esta idea inicial: podría interpretarse el relato de Lucas, como el enfrentamiento de dos emperadores: Augusto y Jesús. Este último para el autor, viene vulnerable y desvalido, el gobernante romano, tiene un pilar en el ego. Jesús no es egocentrado. Augusto, podía imponer su voluntad, Jesús es un niño, que, como todo niño, es dependiente.

c) Bajo la voluntad de Augusto, estaba la demanda de su alimento. Jesús, es colocado en un pesebre, es alimento para los demás, de esto es prueba, la fundación de la Pascua Cristiana, en lo que conocemos como el Jueves Santo (Lucas 22: 19)

d) En el nacimiento de Jesús, un ángel, se les aparece a los pastores y luego, junto a él aparece una “legión de ángeles”, y no se olvide que una legión, es parte de la estructura militar del ejército romano. Sí, ninguna legión romana, podría superar a una legión del verdadero emperador: Jesús. Jesús, con sus brazos desnudos en el pesebre, “muestran el brazo desnudo de Dios”.

e) Conforme se desarrollan los Evangelios, se mira el enfrentamiento entre Jesús y los poderes que se le oponen (Esperamos más adelante, abordar este tema, desde las teologías histórico – crítica y la Latinoamericana de la Liberación)

f) Desde una teología tradicional, esta oposición es lógica: el mundo está dominado por el pecado, e irrumpe Jesús, luz de Dios, Dios mismo. Tal enfrentamiento tendrá su culmen en el Monte Calvario.

g) Lo que conocemos como “la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén”, es una misma evidencia de “guerra”: Jesús entra en la ciudad y, va a buscar “pelea” en el templo (Va a purificarlo)

h) Desde la fe (Teología de la Salvación), la estrategia de Jesús no es convencional: se deja envolver por la fuerza de la oscuridad (“La hora de las tinieblas”)

i) En ese contexto, así como el Cordero Pascual con su sangre, sellaba el Pacto de la libertad del pueblo de Israel. Basado en esa figura del cordero, Jesús (Ya lo hemos dicho), Cordero de Dios, con su sangre, sella el nuevo pacto, ese nuevo pacto, cubre al nuevo pueblo de Dios (Que, como ya hemos dicho, surge de la capacidad del Mesías, de reunir a los pueblos) (Mateo 26: 27 – 29)

j) En ese marco:

1) Sufre la traición.
2) Sufre la negación.
3) Le impacta la corrupción institucional.
4) Es objeto de violencias e injusticias.
5) La crueldad de la que es objeto, no tiene precedentes.

k) Toma sobre sí los pecados (Chivo expiatorio), dirá San Pablo, que él mismo, se convirtió en pecado.

l) Solicita a su Padre, el perdón de los que le asesinaban, hundiendo los pecados, en el océano del perdón. Esta fue su forma de lucha.

Ahora bien, la hipótesis dura, presenta las siguientes características (Mostradas por el filósofo costarricense, Luis Diego Cascante):

1) Más que hablar de Jesús, usando armas, lo que se plantea es que algunos en su Movimiento, sí lo hicieron.

2) Jesús plantea una rebeldía política, al no ver lícito el pagar al tributo al César (Marcos 12: 12 – 17)

3) Los seguidores de Jesús en Jerusalén, no vieron en él la llamada “muerte expiatoria universal”.

4) Jesús distingue, entre los que tienen enemistad hacia él, a ellos les predica perdón y amor.

5) Otra cosa es el enemigo público. A ese enemigo, Jesús no se refiere en los Evangelios.

6) Comparte el hecho de que Jesús se va enfrentando a los poderes político – religiosos. Los que, a su vez, se enfrentan a Yahvé.

7) Jesús no se preocupa por los gentiles (Marcos 7: 24 – 30; Mateo 15: 21 – 28); primero, están los israelitas.

8) Comparte también la tesis que ya hemos planteado antes, de la concreción del Reino de Dios, en los exorcismos: de hecho, en el episodio del “endemoniado de Gerasa”, se observa un significado político: el conjunto de demonios en el hombre, se llama “legión”, esa “legión”, termina en un hato de cerdos. Y es que la legión de soldados que estaba asentada en Judea, tenía como un símbolo un jabalí (Equivalente a un cerdo)

9) Según los defensores de esta tesis, ni en el Evangelio según San Marcos, ni en la llamada “fuente Q” (Fuente hipotética de los dichos de Jesús, supuestamente usada por Mateo y Lucas), hay una sola condena a la violencia.

10) En Marcos 11: 15 – 18, la purificación del Templo, puede ser asimilada como una insurrección política, en la que pudo haber participado un tal Barrabás (Marcos 15: 7 y Lucas 23: 19)

11) En el Getsemaní, los discípulos intentan defender violentamente a Jesús (Marcos 14: 47)

12) Jesús entra en Jerusalén como líder político – religioso de Israel (Mesías)

13) Jesús y Herodes Antipas, tenían una tensión (Lucas 23: 7 – 12), que tiene ribetes político – religiosos.

14) En el Getsemaní, Pedro, porta armas.

15) La presencia de “Zelotes”, en el Movimiento de Jesús, no es negada en los Evangelios. Eso sí, se dice que Simón el Zelote, más que un guerrillero contra Roma, es un “celoso” cumplidor de la Ley de Moisés, al grado de querer imponerla. También, se recuerda que Santiago y Juan, le pidieron a Jesús que arrasara con fuego a los samaritanos (Lucas 9: 54)

16) En Marcos 8: 34 y Mateo 16: 24, se habla del seguimiento a Jesús, “tomando la cruz”. Para los defensores de esta tesis que estamos exponiendo, este tomar la cruz, refiere a una especie de espíritu “zelote”, pues ellos, debían estar dispuestos a morir en la cruz, de hecho, sin ser zelote, Jesús, termina crucificado y rechazado por las autoridades políticas y religiosas de su tiempo. Aprovechemos aquí, para sintetizar, el tema de la cruz, como instrumento de suplicio:

a) El origen del uso de la cruz es persa.
b) Los griegos y los romanos, la adoptan. Pese a ello, en la mitología griega, se encentra ausente.
c) En Roma, antes de la crucifixión, se da la flagelación (Ya hablaremos de ello), y el condenado debía cargar la parte horizontal de la cruz (El “Patibulum”)
d) La crucifixión fue también común en el pueblo judío.
e) Jesús es crucificado en una cruz en forma latina: el travesaño más abajo del extremo del madero vertical. Un letrero indicaba el motivo del suplicio (En el caso de Cristo: “Jesús Nazareno rey de los judíos”)
f) El condenado podía estar desnudo (Según los teólogos, José Ignacio y María López Vigil, Jesús es crucificado desnudo)
g) El suplicio solo era utilizado para las clases bajas y los esclavos, los romanos eran decapitados (Sépase o recuérdese que, Pablo era ciudadano romano, por eso se le corta la cabeza); para que un romano fuese crucificado, debía perder sus derechos civiles. La cruz, se aplicaba a los extranjeros sediciosos, a los criminales y los bandidos (Jesús es condenado como un “judío subversivo”)
h) La muerte era lenta, permitía muchos gestos de sadismo, era infamante, escandalosa y hasta obscena.
i) Por lo general, los cadáveres de los crucificados, no eran sepultados, su carne era presa de animales y aves de rapiña.
j) La cruz es “signo de vergüenza”, Séneca la definirá como: “un madero criminal”; Cicerón dirá: “el suplicio más cruel y más repugnante”. El teólogo Orígenes dirá: “la muerte de cruz, suprema infamia”.
k) Se deshumaniza la muerte, se le quita de todas formas al ajusticiado la dignidad, los crucificados, morían entre gritos atroces.
l) En el judaísmo, el que muere crucificado es: “…maldito de Dios…” (Deuteronomio 21: 23)
m) Pablo dice que Cristo: “se hace maldición por nosotros”, esto basado en el libro del Deuteronomio (Gálatas 3: 13)

17) Jesús se declara Mesías y sus discípulos lo interpretan como un reinado político inminente, donde ellos serán como una especie de ministros, que gobernarán con Jesús – rey de Israel.

18) En Mateo 26: 53, es claro que Jesús tiene poder para invocar legiones de ángeles, para expulsar a los malvados.

19) El Reino de Dios, que predica y concreta Jesús, es eso, un reino, es decir, una forma de gobierno, una forma de gobierno, llamada a sustituir la forma de gobierno romana (El imperio, “la Pax Romana”)

20) En Lucas 22: 36, Jesús dice a los discípulos, que compren espadas, y, sobre todo, “a los que no tengan”, es decir, que ya algunos las poseían. En esa línea, en el versículo 49, los discípulos preguntan: “Señor: ¿herimos a espada?”. En Mateo, Marcos y Lucas, se habla que uno de los acompañantes de Jesús, desenvaina una espada, Juan dice que fue Pedro.

21) Jesús es crucificado: los romanos crucificaban a los rebeldes políticos, Roma no crucificaba a judíos sin armas, ni crucificaban aleatoriamente (“Hoy se crucifican unos, los que sea y pasado mañana, otros”); Jesús se constituía en una amenaza, en una Judea, relativamente en paz en tiempos de Cristo.

22) Jesús es crucificado, en medio, se dice de: “dos ladrones”: en realidad, es en medio de dos “insurrectos” políticos. El hecho de que Jesús, haya sido crucificado en el centro, señala que él, era líder del grupo de los torturados.

23) Cuando se observan los escritos de Flavio Josefo, se hace una mención a “un cierto Jesús”, quien para este autor es despreciable, porque, creyó que Dios le ayudaría a vencer a los romanos, esto por sus pretensiones mesiánicas. Josefo, llama a Jesús un “sabio”, pero esta palabra, también puede ser traducida como “sofista”, es decir, tenía “labia”, para arrastrar al pueblo a conflictos con el Imperio.

24) Finalmente, el motivo de la condena de Jesús, se muestra en el rótulo puesto sobre la cruz: “el rey de los judíos” (Marcos 15: 26; Lucas 23: 38; Mateo 27: 37; Juan 19: 19)

Hemos expuesto las dos hipótesis: ¿Cuál es la más cercana a la verdad?: ¿Se puede decir algo al respecto el día de hoy?: creemos que sí…

Empecemos por la convicción de Jesús de Nazaret: primero, debemos establecer una tesis clave: la muerte de Jesús, es una consecuencia directa de su vida. Su respuesta a los ataques de los sectores políticos, económicos y religiosos de su tiempo, siempre fueron los valores del Reino de Dios: la verdad (Juan 18: 37), la dignidad, el perdón y su propia vida.

Esto es tan cierto, que, en la cruz, Jesús le pide perdón a su Padre, por sus verdugos (Lucas 23: 34); es la personificación de la ley del amor (Juan 13: 34); en principio, en este momento, dejaremos como pregunta, si esta radicalidad de Jesús fue fruto de su deidad o del contexto religioso en el que surge (El judaísmo)

Lo que sí ya hemos dicho es que: en el contexto del judaísmo, surgirá una visión distorsionada del Ungido, del Mesías, del Cristo (Estas palabras son sinónimos): ese Ungido, vendrá a dar poder a Israel, de ese poder, el tener de riquezas materiales y de ambas: el placer.

Esta es una visión nacionalista del Mesías. Pero, en los Evangelios, vamos viendo que Jesús, se va convenciendo de otra senda de mesianismo, la senda de su mesianismo, la que él acogerá: la del “Siervo Sufriente”, que es descrito por el profeta Isaías. Ese concepto, será combinado por Jesús, con otros conceptos: propiamente el del Mesías y el del Hijo del Hombre (Libro de Daniel)

V

Repasemos lo que hemos expuesto hasta aquí: la Pasión, muerte y resurrección de Jesús, queda delineada en los Evangelios.

De igual manera, hay alusiones a la Pasión de Jesús en el Antiguo Testamento, con descripciones de hombres que sufren y son salvados por Dios; y como lo veremos en este acápite: los cantos del “Siervo Sufriente”.

Jesús, el Reino de Dios, no significa desentenderse de lo que sucede en el aquí y en el ahora. Ya lo veremos, la plenitud del Reino, llegará con la Parusía (Segunda venida de Cristo), pero eso no significa que el Reino, no deba construirse en las actuales coordenadas temporales. Se genera la tensión positiva entre la plenitud del Reino y su construcción en la historia.

Jesús resulta un hombre transparente, es un hombre desegocentrado (Vacío de ego, vacío de sí mismo), un hombre en el que el amor lo es todo, así, en él no hay tensión entre sus deseos y sus actos.

Asimismo, Jesús es mayor que el Templo, es Dios:

• Emisor de doctrina.
• Sanador de enfermedades.
• Perdonador de pecados.

¿Y cómo concreta Jesús el Reino?: en su encarnación en los pobres (Esta tesis nos resulta clave), en las comidas, en las parábolas y en las curaciones y los exorcismos…

Y siendo Jesús, el nuevo Templo, en él se cumplen las profecías, que del Templo habían hecho los profetas…

Ahora bien, conforme a la visión nacionalista del Mesías, éste debía luchar por su pueblo. Y de esta tesis derivaba una pregunta: ¿Fue Jesús – Mesías un guerrero?… y buscábamos responder a esa pregunta, planteando dos hipótesis: una suave y otra dura y al final del acápite anterior, comenzábamos a responder esa pregunta.

Adicionalmente dijimos: en el contexto del judaísmo, surgirá una visión distorsionada del Ungido, del Mesías, del Cristo (Estas palabras son sinónimos): ese Ungido, vendrá a dar poder a Israel, de ese poder, el tener de riquezas materiales y de ambas: el placer.

Pero, en los Evangelios, vamos viendo que Jesús, se va convenciendo de otra senda de mesianismo, la senda de su mesianismo, la que él acogerá: la del “Siervo Sufriente”, que es descrito por el profeta Isaías. Ese concepto, será combinado por Jesús, con otros conceptos: propiamente el del Mesías y el del Hijo del Hombre (Libro de Daniel)

Así las cosas, entremos en la teología del “Siervo Sufriente”, que repetimos, nos plantea Isaías. Aquí, valdría la pena profundizar, pero esa profundización, va más de allá de los límites de este trabajo. Por lo pronto, diremos para empezar, que: este “personaje”: el “Siervo Sufriente”, aparece en 4 cantos en el libro del profeta. Esos cuatro cantos, se ubican en la segunda parte del libro.

Ya lo hemos dicho: en términos judío – cristianos: cuando Israel era derrotado, los dioses falsos, derrotaban al Dios verdadero (Yahvé); así, en la historia de Israel, en un momento determinado, los babilonios, por medio del rey Nabucodonosor, conquistan y destruyen Jerusalén.

Muchos Israelitas (De grandes calidades), fueron deportados a Babilonia. Ya no había Templo, ya no había sacrificios: ¿Eran los dioses babilonios más poderosos que Yahvé? o en su defecto: ¿Yahvé había rechazado a su pueblo, como consecuencia de sus pecados?

Desde la perspectiva eminentemente histórica, los israelitas serían liberados de los babilonios, Isaías consolará al pueblo, diciendo que esa liberación, se dará por medio de un rey: Ciro de Persia. En principio, Ciro es el siervo, pero con el tiempo, en la mentalidad de Israel, ese “personaje”, va tomando ribetes de colectividad (De hecho, aún hoy, en la teología judía, hay grandes debates sobre el “Siervo Sufriente”.)

Pero en el versículo 6, del capítulo 49, de Isaías, leemos: “Y dice: es poco que seas Siervo para mí, para erigir las tribus de Jacob, y hacer volver a los preservados de Israel. De manera que te entrego para (ser) luz de los gentiles, para ser mi salvación en los confines de la tierra”.

En otras palabras: el Siervo, no solo es enviado a unificar al pueblo después del destierro. Yahvé le envía para ser: “…luz de los gentiles…”. En los capítulos del 50 al 55 de Isaías, vemos el camino de la teología del Siervo: autodonación, autodonación hasta llegar a entregar la propia vida, entrega que alimentará la verdadera reunión del pueblo de Dios: “…para ser mi salvación en los confines de la tierra…”

He aquí una de las piedras fundamentales de la teología que se nos presenta en la Semana Santa: muchos años más tarde de lo escrito por Isaías, los creyentes en Jesús, lo ven muerto y resucitado: “Siervo Sufriente”: “…De manera que te entrego para (ser) luz de los gentiles, para ser mi salvación en los confines de la tierra”.

En esta lógica: ser “el Siervo”, practicar al “Siervo”, es dejar reinar a Dios (Yahvé), con el fin de redimir, de rescatar de las rupturas que se tienen con Dios, con el prójimo, con la naturaleza. He aquí el centro de los Evangelios y de la palabra y obra de Jesús: el Reino de Dios.

En el primer canto del “Siervo”, en el capítulo 42, versículo 7, de Isaías, leemos: “Para abrir ojos ciegos; para hacer salir del calabozo al cautivo; de la cárcel a habitantes de tiniebla”. Este texto es semejante (No es el mismo), que leyó Jesús, en la sinagoga de Nazaret, conforme lo indica Lucas, en el capítulo 4 de su Evangelio y que ya hemos citado antes.

Pero más allá de esto: en hebreo, esta frase de: sacar de la cárcel: “… a habitantes de tiniebla”, puede ser traducida de manera más literal, como sacar de la cárcel a: “…los que poseen la tiniebla como residencia permanente”.

Y es que, volviendo al contexto histórico de Israel en el siglo I, podemos resumir éste, como el ejercicio del poder político de manera egoísta, el ejercicio de una economía insolidaria y de una cultura (Y una religión claro está), opresiva. Es decir: “…la tiniebla como residencia permanente”

Tal contexto, Jesús lo refleja en muchas de sus parábolas:

• Propietarios endeudados hasta el límite (Mateo 18: 21 – 35)
• Revueltas y pillaje (Mateo 21: 33 – 46)

La realidad de Roma como Imperio, tiene dos lados: del lado del Imperio, ellos ejecutaban su visión militar, política y económica para asegurar la paz y la prosperidad: en su discurso, para lograr esto, había que combatir a los piratas y a los ladrones. Pero como “recompensa”, saqueaba a las naciones que decía proteger. Ese era su “orden mundial”; pero para los pueblos colonizados, esto significó: “desorden mundial”.

Ese “orden mundial” trajo: arte, literatura, cultura, belleza; pero: a la par de eso, concretó: destrucción, incendio de poblaciones, rapiña, esclavización, asesinato: una cosa, era el “deber ser” del Imperio (Las filosofías de Séneca) y otra, muy distinta, la realidad de la política de Augusto, Nerón o Domiciano.

Frente a este contexto, Jesús plantea una visión alternativa: el Reino de Dios (sacar de la cárcel a: “…los que poseen la tiniebla como residencia permanente”):

• Una nueva política: Para Jesús y su grupo, la autoridad significa servicio.

• Una nueva economía: Esta no es basada en la acumulación (Mateo 6: 19 – 21; 6: 24) sino en el compartir.

• Una nueva religión: no basada en el cumplimiento legalista de los preceptos de la ley. No una religión que acepte la opresión de los pobres, sino, una religión sustentada en el amor, la misericordia y la solidaridad (Mateo 9: 12; Lucas 10: 25 – 37); esta nueva religión implica:

a) Por encima del culto: el amor, la justicia y la misericordia.
b) Por encima de la tradición, la humanidad (Marcos 2: 23 – 26)
c) Por encima de un Dios abstracto (El Dios alimentado por la reflexión filosófica), el amor al prójimo, que es donde se decide la salvación (Mateo 25: 31 – 46; 1 Juan 4: 19 – 20)
d) Una solidaridad parcial: subraya a los débiles, los enfermos, los marginados, los pecadores.

Jesús en su palabra y en su obra, concreta ese proyecto alternativo, por él, muere en la cruz y por él, Dios le resucita de la muerte…

De nuevo, aquí hay mucho que decir… pero sigamos adelante…

El cuarto cántico del “Siervo Sufriente”, se encuentra en el capítulo 52, versículo 13 al capítulo 53, versículo 12. Este texto comienza con una promesa: el Siervo comprenderá y será enaltecido. Es decir, podemos partir de que este “Siervo”, ha sido altamente ultrajado y no sabe el por qué. Ha mantenido la dignidad humana frente a la opresión (“…la tiniebla como residencia permanente”)

Frente a la opresión sufrida, la única respuesta de Dios es: “confía en mí” …

El que lucha hasta el final por el Reino de Dios, por la vida, al final encuentra sentido de su lucha. Cada Siervo, tiene una misión clave como instrumento de Dios. Llegará el día, en el que, hasta los mismos opresores, comprenderán el sentido (Isaías 52: 15); como lo dice el cuarto cántico, la recompensa del sufriente será grande.

Veamos lo que refleja el sufrimiento del “Siervo” …

En Isaías 52: 14, leemos: “…su semblante tan desfigurado que había perdido toda apariencia humana…” y en 53: 2, se dice: “…No tenía belleza ni esplendor, su aspecto no tenía nada atrayente…”.

¿Qué muestra el sufrimiento del “Siervo” ?: el cristiano promedio responderá: “muestra a Cristo y a Cristo crucificado”. A la luz de los Evangelios, esto es así, pero vamos un poco más allá: el sufrimiento del “siervo”, muestra la crueldad de la tiniebla.

Esta idea, nos permite aterrizar más lo que ya hemos expresado: Jesús se enfrenta a la tiniebla, pero no queremos que los lectores caigan en una visión poco concreta o “espiritualizada” de ese concepto.

Esa tiniebla es una política y una economía egoísta, así como una cultura (Una religión) opresiva; estos elementos, son los que los autores Marcus Borg y John D. Crossan, denominan: sistema de dominación:

• Es el mundo del fanatismo religioso, el mundo de la absolutización de la ley de Moisés y sus interpretaciones.

• Es el mundo del poder, que, a toda costa, quiere mantener sus privilegios y seguridades.

• El mundo de mezquindades, hipocresía e injusticia.

• El mundo de la ambición, que desea mandar y dominar, por encima de los demás.

• El mundo de la violencia: explícita y estructural.

El “Siervo” es como un espejo que refleja la realidad del sistema de dominación (La tiniebla): ¿Cómo es ese sistema a la luz de las descripciones de Isaías?: desfiguración, inhumanidad, horror, falta de brillo.

Antes de continuar, cabe una reflexión eminentemente teológica: conforme a los relatos del libro del Génesis, Dios creó al ser humano: “Conteste a su imagen y semejanza”. Al correr del tiempo, esa creación de Dios (Que era vista por él como “buena”), está entregada a las rupturas: primero con el creador, con el prójimo y con la naturaleza. La imagen de Dios, que es el Siervo – Jesucristo, está desfigurado, no parece humano, es horrible.

El “Siervo”, externamente es un torturado, pero internamente en él: es como una planta tierna, que crece en tierra seca (Isaías 53: 2); esa planta, crece en el torturado y por reflejo, debe hacer reaccionar a sus verdugos.

El torturado, “despojo inútil”, se torna en realidad instrumento de Dios para una transformación profunda (Una conversión), para salvar y para cargar sobre él, hasta nuestras enfermedades, siendo la principal, la crueldad del sistema de dominación / tiniebla.

Tal es el grado de esa crueldad que: la gente simplemente esconde el rostro (Isaías 53: 3), tanta es la crueldad que hay que mirar a otro lado: “si uno no piensa en uno, nadie piensa en uno”, “los pobres, son culpables de su pobreza”, “Somos un país libre, que no está sujeto a ninguna esclavitud” o como diría Gabriel García Márquez de Macondo: “aquí no pasa nada”.

Por ello, dice de manera contundente Isaías: “…era menospreciado y no le tuvimos consideración”. Menosprecio y desconsideración, es lo que hacen los políticos, cuando en sus cálculos, no contemplan el bien común. Menosprecio y desconsideración, es lo que se observa en la economía, cuando esta concreta el “capitalismo salvaje” (San Juan Pablo II)

Pero regresemos a la situación externa e interna del “Siervo”: ya lo hemos dicho, externamente, el “Siervo” se ve desvalido: es el esfuerzo de estar devolviendo frente a la violencia del sistema de dominación: amor, ternura, solidaridad, perdón.

Interiormente: el “Siervo”, vive una tensión entre pecado (Traspaso, transgresión, crímenes, heridas) y curación…

Leamos Isaías 53: 4 – 6: “Y sin embargo él estaba cargado con nuestros sufrimientos, estaba soportando nuestros propios dolores. Nosotros pensamos que Dios lo había herido, que lo había castigado y humillado. Pero fue traspasado a causa de nuestra rebeldía, fue atormentado a causa de nuestras maldades; el castigo que sufrió nos trajo la paz, por sus heridas alcanzamos la salud. Todos nosotros nos perdimos como ovejas, siguiendo cada uno su propio camino, pero el Señor cargó sobre él la maldad de todos nosotros.”

La situación interna del “Siervo”, tiene que ver con una colectividad:

• Cargando nuestros sufrimientos.
• Soportando nuestros propios dolores.
• Nuestro pensamiento de que Dios lo había herido.
• Traspasado por nuestra rebeldía.
• Atormentado por nuestras maldades.
• Nos trajo la paz, el castigo que sufrió.
• Alcanzamos la salud, por sus heridas.
• Cargó sobre él, la maldad de nosotros.

¿Pero quién es ese nosotros?, ¿Quién es esa colectividad?: de nuevo, este punto genera un gran debate en el judaísmo. En el cristianismo no se visualiza ese debate, esto, creemos, por la visión cristológica que se le aplica al texto.

De nuestra parte, optamos aquí, por la visión del teólogo Joan Morera Perich: leamos los versículos 8 y 9: “Se lo llevaron injustamente, y no hubo quien lo defendiera; nadie se preocupó de su destino. Lo arrancaron de esta tierra, le dieron muerte por los pecados de mi pueblo. Lo enterraron al lado de hombres malvados, lo sepultaron con gente perversa, aunque nunca cometió ningún crimen ni hubo engaño en su boca”.

En una traducción más literal podemos leer (Usamos aquí, la versión de la Biblia de Jerusalén): repasemos el versículo 9: “y se puso su sepultura entre los malvados y con los ricos su tumba…”: el “Siervo”, es ultrajado: “…Lo arrancaron de esta tierra…”; y para más humillación, lo colocan entre los causantes de su muerte: “…entre los malvados y con los ricos…”

Esto nos lleva a una categoría fundamental, tanto en las ciencias sociales, como en la Doctrina Social de la Iglesia: el pecado estructural: ese fruto, de los que son capaces de manejar de manera injusta y egoísta la economía: “…los ricos…”; los que ejercen el poder y hacen ganancias con la muerte: “…los malvados…”.

¿Quiénes mataron (matamos) al “Siervo” ?: los rebeldes, los que han (hemos) ejecutado maldades, por la maldad de nosotros: por nuestras malas decisiones:

• Por defender el capitalismo salvaje.
• Por elegir malos gobernantes.
• Por destruir el sistema ecológico.
• Por desentendernos de las consecuencias de la concreción del sistema de dominación / tiniebla.
• Por burlarnos de Cristo, de su obra y su enseñanza.

Por eso, nosotros merecemos sufrir, nuestros dolores, nuestra rebeldía, nuestras maldades, nuestras enfermedades: pero él nos sustituyó (Muerte vicaria), nos rescató (Muerte redentora), nos liberó (Muerte liberadora)

Ahora veamos algo de lo que no nos damos cuenta: nuestra comodidad es parte de la tiniebla, del sistema de dominación: “el capitalismo me favorece, qué importa que haya pobres y marginados”; “la política y lo político es corrupción, ¿Para qué interesarme en eso?, mientras pueda seguir mi vida, nada más importa”; “se destruye el ecosistema, pero yo tengo agua y luz en mi casa, el resto me vale”; “eso de la religión es cosa privada, no tiene consecuencias sociales”.
Entonces aquí, encontramos, creemos nosotros, el verdadero significado de: “habitar en la tiniebla”, porque la tiniebla enceguece, engaña los sentidos y la mente: es alienación. Hoy, esa tiniebla tiene nombre: nuestra “sociedad del espectáculo” (Mario Vargas Llosa)

Viendo “la sociedad del espectáculo”, no vemos (No queremos ver) al “Siervo Sufriente” …

Pero el tema va más allá de la alienación: volvamos al versículo 4, de Isaías 53: “…Nosotros lo creíamos azotado por Dios, castigado y humillado…”: no se trata solo de engaño, se trata de que, por nuestra voluntad, por nuestros cálculos, hay un sustento de una creencia: “Dios lo castiga, Dios lo humilla”.

• “¿Es pobre?, es culpable de su pobreza, es más, es pobre, porque no diezma.”
• “La voz del pueblo, es la voz de Dios, si el pueblo elige gobiernos corruptos, es porque en el fondo, es la voluntad de Dios.”
• “La ecología es destruida, eso está en la Biblia, estamos en los últimos tiempos.”

“Por pobre, por tonto, por inconsciente, es que Dios lo castiga, es que Dios lo humilla, es que debe ser excluido, marginado…”: ¿No lo expresa el decir de nuestros pueblos latinoamericanos?: “al que es tonto, ni Dios lo quiere”.

Veamos la literalidad del cántico y el contexto de la cultura judía: el texto dice: “Nosotros pensamos que Dios lo había herido…”: este término de “…lo había herido…”, refiere a los que habían sido heridos (Contagiados) por la lepra.

Este “… herido…” es un término técnico, para designar esta enfermedad, recuérdese que el diagnóstico de lepra, generaba la automática exclusión social (Números 5: 2); además, el enfermo, debía vivir en descampado, tener la ropa hecha pedazos y gritar: “impuro, impuro” (Levítico 13: 45 – 46); además, la lepra, era considerada una maldición fruto de Dios (Números 12: 10; 2 Crónicas 26: 19)

Por otro lado: el “Siervo” es en efecto, “herido”; herido por la tortura: hematomas, llagas y úlceras: el torturado, antes y durante la crucifixión, es en apariencia, semejante a un enfermo de lepra.

Ahora bien, he aquí lo sorpresivo, este: “Siervo”: “herido” – torturado, es en realidad, instrumento de salvación y no solo para Israel, sino, “para todos los pueblos” (Isaías 52: 15; 53: 11), como lo era el templo: “Casa de oración, para todas las naciones”.

Con esto claro, debemos entrar en otro concepto: la expiación: la eliminación de una culpa o pecado, a través de un tercero. En términos del judaísmo, el día más importante del año es el “Día de la Expiación”, el “Yom Kipur”.

La festividad consistía en usar dos cabritos: uno, era sacrificado a Dios, y su sangre (Que, según la creencia israelita, poseía la vida), era objeto de purificación. Con esa sangre, se rociaba al pueblo y al Templo mismo.

El otro cabrito, era objeto de una especie de “rito de transferencia”: a él se “pasaban” los pecados del pueblo, y se le enviaba al desierto para que muriera (Levítico 16: 22). Era símbolo de la voluntad de eliminar todo mal.

Teniendo esto presente y leyendo los “Cantos del Siervo Sufriente”, nos damos cuenta que en éste hay rasgos, de aquel primer cabrito (El del sacrificio), pero también es el segundo: no se olvide, el “Siervo”, carga los pecados.

Ahora bien, más allá de los marcos históricos, los “Cánticos del Siervo Sufriente”, nos dan un mensaje central: a los ojos de Dios, quien es más castigado, el excluido, el que sufre, el que es objeto de injusticia, es el elegido de Dios, para unir la comunidad, para abrirla a la inclusión de todos (Porque, si el más excluido, puede entrar, prácticamente todos, pueden entrar)

Los oprimidos del sistema de dominación / de la habitación de las tinieblas, tienen una misión: iluminar. Y en ese iluminar, incluir… y en ese incluir, nos damos cuenta que, Dios es Padre, con sentimientos de madre.

Así, el “Siervo Sufriente” justifica, es decir, transforma en practicantes de la justicia a los que no la practicaban, “a los muchos” (Isaías 53: 11), a “tantos como sea posible” (Esta frase aceptada como traducción, de un hebreo más literal)

Los últimos de la fila, los descartados del mundo (Del sistema de dominación, de la habitación de la tiniebla), son antorchas, llamadas a demostrar el poder de Dios, es el oprimido, el excluido, el instrumento de liberación.

Lo repetimos: si el oprimido y el excluido, es el instrumento de liberación e inclusión, el mensaje es: que nadie está llamado a ser excluido del Reino de Dios. Él (Dios), escoge lo rechazado como vehículo de liberación y salvación (Esto en la teología más académica, se llama “principio de marginalidad”)

VI

Luego de revisar la teología del “Siervo Sufriente”, podemos repetir la pregunta que nos llevó a ese camino: ¿Fue Jesús – Mesías un guerrero?… si Jesús se identificó con el “Siervo”, la respuesta apunta a ser negativa.

En esta misma línea, partiendo de tesis de Teólogos de la Liberación, del talante de Juan José Tamayo, es claro que, Jesús de Nazaret no canaliza su lucha por la liberación a través de la lucha armada. Tampoco refiere a un Dios violento, para la instauración del Reino de Dios. De ahí que, especialistas, como Joan Morera y el ya citado Tamayo, hablan de la “No Violencia Activa”, en Jesús de Nazaret.

El teólogo de la liberación, dirá que esto es nítido, basado en las bienaventuranzas. Entre los felices, Jesús habla de: “los constructores de la paz” (Mateo 5: 9); los constructores de la paz, son hijos de Dios.

Esto es importante, tomando en cuenta que, frente a la violencia del sistema de dominación, una de las respuestas, era la violencia misma, ya hemos dicho algo respecto a los “Zelotes”, ahora bien, también ya hemos dicho que: en Lucas 22: 36, Jesús dice a los discípulos, que compren espadas, y, sobre todo, “a los que no tengan”, es decir, que ya algunos las poseían. En esa línea, en el versículo 49, los discípulos preguntan: “Señor: ¿herimos a espada?”. En Mateo, Marcos y Lucas, se habla que uno de los acompañantes de Jesús, desenvaina una espada, Juan dice que fue Pedro.

Pero lo que no expusimos (O más bien, lo que no expuso el autor de la tesis respectiva), fueron las palabras de Jesús sobre estos eventos: “Vuelve tu espada a su lugar; porque todos los que tomaren armas, a espadas perecerán” (Mateo 26: 52)

Para Jesús, contrario digamos a Marx, la violencia no es partera de la historia. Como tampoco cree en la idea de que: “la violencia se responde con violencia”. Concretar esa tesis, alimenta lo que desde hace años se conoce, como la “espiral de la violencia”. El precio de la violencia, no es siempre la instauración de la justicia, además, ese precio “queda bañado en sangre”.

Eso sí, la no – violencia en Jesús, no implica que se abandone la profecía (La denuncia de lo incorrecto y el anuncio de la esperanza, como ya la hemos definido), Jesús denuncia el sistema de dominación de la cúpula política romana y de la cúpula político – religiosa, judía.

De ahí el postulado de la nueva política, en el proyecto del Reino de Dios: “saben que los que son tenidos como jefes de las naciones, las dominan como señores absolutos y sus grandes las oprimen con su poder” (Marcos 10: 42); precisamente la alternativa, es la política como servicio, del cual está ausente, toda actitud de dominio (Marcos 10: 42 – 45)

Por otro lado, hemos hablado aquí, del “Movimiento de Jesús”, este es un buen momento para retomar algunas de sus características:

1) El Movimiento se conforma en el camino de Jesús, de Galilea a Jerusalén.

2) Se reconoce la necesidad de un cambio y Jesús plantea un proyecto alternativo al sistema de dominación: el Reino de Dios. Éste con dos valores importantes: amor al prójimo y renuncia al estrato social. En esto consiste la subversión de Jesús, no es una subversión basada en odio, ni en la violencia. Sino, en la donación desinteresada y el sacrificio del amor. Es un amor que abraza a toda la humanidad, que privilegia a los pequeños, a los débiles, a los pobres. Se concreta la fraternidad, se abre una nueva historia (Esta definición de la subversión de Jesús, está basada en Puebla, numeral 192)

3) El grupo tiene una visión misionera: recuérdese que Jesús habla de ser: “pescadores de hombres”; en ese marco se anuncia el advenimiento del Reino de Dios.

Resaltamos estas características, porque véase que se identifica la necesidad de un cambio en la situación que se vivía. Por ello, el Movimiento, se crea fuera de la cúpula religiosa y del modelo político imperial, con un estilo de vida radical: se renuncia a los apegos: residencia, familia, posesiones, seguridad. Nótese que, entre las características mencionadas, no está, el uso de la violencia.

Hemos dicho que: se reconoce la necesidad de un cambio y Jesús plantea un proyecto alternativo al sistema de dominación: el Reino de Dios. Éste con dos valores importantes: amor al prójimo y la renuncia al estrato social.

Ese amor al prójimo, va más allá de los compatriotas (Lo propio del judaísmo del siglo I), implica extranjeros y enemigos. Recuérdese lo que conocemos como: “la parábola del buen samaritano” (Lucas 10: 25 y siguientes); así como el pasaje del fariseo y la mujer pecadora (Lucas 7: 36 y siguientes); la tesis suprema de Jesús, es: amar a Dios y amar al prójimo.

El otro bastión es: la renuncia al estrato social: con ello, se relativizan y se superan las diferencias, con lo que se alimenta la humildad. Esa humildad debe ser parte de la espiritualidad y de las formas exteriores. Se trata de aceptar a los estratos inferiores y a los estratos superiores: esto es totalmente opuesto a la sociología propia, del imperio romano.

Profundicemos en este tema de amar a los enemigos…

Esta es una de las principales aportaciones de Jesús: ya hemos hablado de la fuente Q, conforme a este conjunto de dichos, el nazareno expresó (En realidad, no son las palabras exactas, pues tiene variantes redaccionales): “han oído que se dijo: ojo por ojo y diente y por diente. Pero yo les digo: no resistan el mal; antes bien, al que te abofetee en la mejilla derecha ofrécele también la otra… han oído que se dijo amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. Pues yo les digo: amen a sus enemigos y rueguen por los que les persiguen” (Mateo 5: 38 – 39. 43 – 44, referencia: Lucas 6: 27 – 28 y 35); también hemos dicho que, esta fuente Q, es la base de Mateo y Lucas, eso sí, ambos presentan versiones distintas del mismo: son coincidentes en lo fundamental, aunque con variantes diferenciales.

Lo importante en principio, es que el texto, es concordante con la intención, la actitud y la práctica de Jesús. Este pasaje muestra una imagen de Dios, acogedora y bondadosa: amar al enemigo, rogar por los que nos persiguen (Mateo 5: 45), es imitar a Dios que: “…hace salir el sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos”. Lucas dice: Dios es: “…bueno con los ingratos y los pecadores” (Lucas 6: 35)

Ahora, cuando se exponía, lo que en este trabajo hemos llamado: “la hipótesis dura”, sobre si Jesús era un guerrero, se decía: Jesús distingue, entre los que tienen enemistad hacia él, a ellos les predica perdón y amor. Otra cosa es el enemigo público. A ese enemigo, Jesús no se refiere en los Evangelios.

Teólogos como Tamayo, nos dicen que tal distinción es inexistente: amar a los enemigos, implica a lo que Cascante califica como “el enemigo individual” y al que califica como: “al enemigo púbico” …

Por otra parte, podemos decir que las tácticas de lo que nosotros podemos calificar hoy, como No Violencia Activa, no son originales de Jesús: el estudioso, G. Thiessen, cita dos ejemplos:

1) Hubo protestas no violentas dirigidas a Pilato, pues él quería meter en el Templo, emblemas imperiales.

2) Las protestas contra Cayo Calígula, por su deseo de dedicar el Templo, a otros soberanos.

Ambos hechos, los describe el historiador Flavio Josefo…

De igual modo, el mandamiento del amor al enemigo, no es original de Jesús, encontramos evidencia de él, en la sabiduría babilónica, egipcia, china y hasta en la filosofía griega (Epicteto); asimismo, en todas las tradiciones religiosas, hay lo que nosotros podemos definir como: “la regla de oro”: es el caso del Confucionismo, en el judaísmo, conforme a la doctrina del rabino Hillel; y como ya vimos, en la enseñanza de Jesús.

Ahora bien, en el caso de la tradición bíblica, la paz, está ligada a la justicia. La violencia es fruto de la injusticia estructural. El concepto de “paz”, en el hebreo cubre: bienestar, serenidad, salud corporal, sosiego espiritual y sana convivencia.

Estas características conllevan:

• Plenitud.
• Justicia.
• Vida.
• Verdad.

Y estos frutos llevan a una sana política, una sana economía, una sana cultura. Adicionalmente, hay una ética que, implica integridad y una conducta intachable…

Repetimos: en el caso de la tradición bíblica, la paz, está ligada a la justicia: dice el profeta Isaías: “La obra de la justicia será la paz, el fruto de la equidad, una seguridad perpetua” (Isaías 32: 17); en el libro de los Salmos, se propone una síntesis: paz, justicia, amor y verdad (Salmo 85: 11)

En resumen, como lo dice el teólogo de la Liberación, J. Míguez Bonino: la paz es un proceso dinámico, mediante el cual se construye la justicia, en medio de las tensiones de la historia…

VII

Hemos visto la Teología del “Siervo Sufriente” y hemos abordado puntos propios de la Teología de la Liberación, para poder decir que: Jesús no fue un Mesías guerrero o en todo caso, fue un Mesías – guerrero, en la línea de lo que aquí definimos como la hipótesis suave sobre el tema.

Ahora: independientemente de ello, cabe la pregunta: ¿hay algo que extraer de la enseñanza y obra de Jesús, a una sociedad violenta fruto del sistema de dominación / tinieblas?: si entendemos la violencia como: acción que lesiona o hace daño intencionalmente a otro, sin autorización y contra la voluntad de la víctima, esto no es practicado por Jesús, ni por su Movimiento.

En términos llanos: ¿Cuáles eran las violencias propias del sistema de dominación?: es la acción de un grupo (Las cúpulas), que son más fuertes y ejercen esa acción, sobre los más débiles (El pueblo); pero también está la violencia de los Zelotes, que, creyéndose más fuertes, que los opresores, tratan de zafarse del dominio, de quienes se los imponían.

Ahora: ya hemos hablado de las enseñanzas de Jesús en el “Sermón del Monte” y cabe ahora citar textos que indican la obligación de perdonar, porque Dios nos ha perdonado primero (Mateo 6: 12; 18: 23 y siguientes; Marcos 11: 25; Lucas 6: 37)

Y aquí, hemos de repetir lo que ya hemos expresado: Jesús plantea una visión alternativa: el Reino de Dios (sacar de la cárcel a: “…los que poseen la tiniebla como residencia permanente”); y este proyecto, implica una nueva política: Para Jesús y su grupo, la autoridad significa servicio.

Esto, nos lleva a ver una especie de marco, sobre el influjo político de Jesús: ya lo reiteramos: el proyecto alternativo de Jesús, lleva a una transformación: política, económica y cultural, pero sin uso de medios violentos.

En términos históricos, esto nos da clara respuesta de por qué Jesús es crucificado: las cúpulas judías y romanas, sopesan la importancia política de sus tácticas no violentas (Que, al fin y al cabo, son las tácticas de su Movimiento)

En ese contexto, Jesús rechaza opciones que ya estaban presentes en su tiempo:

A) Los esenios: que terminaban huyendo del sistema de dominación.
B) Los Saduceos: Que terminaban acomodándose a la situación imperante, hasta con cinismo.
C) Los Zelotes: de quienes ya hemos hablado, quienes plantean una guerra contra los romanos.
D) Los fariseos: que tenían plena confianza propia en el cumplimiento de la ley de Moisés y sus interpretaciones.

Pero no solo eran ellos: Escribas en el siglo I, organizaron protestas y resistencias. Es más, si se mira con detalle, los Esenios, plantean una especie de guerra Santa, esto por medio de un manuscrito llamado: “La guerra de los hijos de la luz contra los hijos de las tinieblas”. Los fariseos, rechazaban actos políticos pro romanos. Tal parece que los Sicarios (Ojo que Judas, el discípulo de Jesús que le traiciona, es “Iscariote”: hay un debate si este término viene del pueblo de “Kariot” o del término: “sicarius”: sicario), son dirigidos por escribas, que se oponen a la aristocracia judía (¿Muchos saduceos?) por medio de secuestros y asesinatos.

Si acercamos este contexto a Galilea, nos daremos cuenta que, allí fue donde hubo más levantamientos armados y mucho reclutamiento por parte de los Zelotes, inclusive, G. Thiessen, a quien ya hemos citado, expresa que, en esa zona, se dio una especie de proceso de “enmontañamiento”, dado que, la carga tributaria sobre los sectores pobres era pesadísima, y preferían escapar de las aldeas.

Así las cosas, frente al sistema de dominación, hay dos tipos de corrientes:

1) Unas pre políticas: ladrones comunes, bandidos sociales.

2) Otras políticas: rebeldes esporádicos, revolucionarios persistentes: tenían clara la situación política (La unión de las cúpulas judía y romana), en donde los sectores campesinos tienen poco que perder (Quizás por ello, el reclutamiento de los Zelotes, era exitoso); citemos algunos líderes de esos movimientos durante la vida de Jesús y después: Asinaios y Anilais en Mesopotamia (20 – 35 d. C.); Jesús Barrabás en Judea (29 d.C.); Tolomeo en Idumea (44 – 46 d.C.); Eleazar ben Danai y Alejandro en Judea y Samaria (35 – 55 d.C.); Jesús ben Safat en Tolemaida (65 – 67 d.C.); la coalición de los Zelotes en Jerusalén (67 – 70 d.C.)

La simbología profética de las corrientes políticas antes mencionadas, era ejercer una especie de nuevo éxodo: retomar la tierra prometida, reconquistarla. Esto, también basado en una tesis muy propia del libro del Éxodo: hay que resistir al extranjero invasor, en este marco, se proyecta la Pascua.

De nuevo: conforme al sistema de dominación en el ámbito político, de lo que se trataba era de favorecer a una pequeña cúpula (Que por lo general también era componente, o tenía contactos con la cúpula económica), con el ejercicio del poder.

También hay que reiterar: el Movimiento de Jesús, tenía varias características que ya hemos presentado, pero también en ese Movimiento, hubo momentos tormentosos, de luchas internas. Muchas de esas luchas, tenían tinte personalista.

Decimos esto, porque muchas de esas luchas internas, reflejan la cultura social (¿Política?) de sus componentes: tomemos en este contexto la más llamativa: en Lucas, 22: 24 – 47, observamos la disputa de: ¿Quién será el mayor entre los discípulos de Jesús?: conteste a la cultura del sistema de dominación, esto era clave: el superior, tenía la posibilidad de tener y repartir el poder, así como prebendas (Ya lo dice el dicho: “el que parte y reparte, se queda con la mejor parte”)

Mas Jesús le da la vuelta al asunto de la cuestión política: la pregunta no debería ser: ¿Quién es el mayor?, sino: ¿Quién es el que sirve más a los otros?: este camino que Jesús plantea, no es la opción ni de los Esenios, ni de los Saduceos, ni de los Zelotes.

Para decirlo “en dos platos”: el camino, la alternativa, el proyecto de Jesús, es muchísimo más peligroso: ¿Por qué?: porque “es darle vuelta a la tortilla”: los dominadores abajo y los dominados arriba, pero sirviendo y no, aprovechándose del poder.

Con esto planteado de manera evidente, somos partidarios de la idea de que, si bien es cierto, Jesús no fue político en términos técnicos, su proyecto alternativo, implica una transformación de la política, la economía y de la cultura.

Entonces, no se puede decir (Por cierto, mal dicho), que Jesús era apolítico (Nadie es apolítico, se puede ser apartidista); mas tampoco se puede decir, que Jesús fuese apartidista, porque evidentemente, Jesús forma su propio movimiento.

En este movimiento, la transformación política, no usa los instrumentos del sistema de dominación; a saber, usar las armas o la insurrección popular, para tener el poder (Marcos 8: 31 – 33); el instrumento es la transformación, conversión (Del griego “metanoia”) espiritual: aquí, hay otra diferencia entre Jesús y Marx, el primero tiene claro, que de nada sirve una revolución (Real o ficticia), sin una transformación del ser humano. Creemos que el fracaso del llamado socialismo real y del mal llamado: socialismo del siglo XXI, le da la razón al Nazareno.

Así las cosas: son los injustos poderes establecidos, quienes, para perseguir y matar, reducen la palabra y obra de Jesús, a la visión política del sistema de dominación. Eso fue lo que hizo la cúpula judía, para acusar a Jesús ante el Procurador Romano (Esta tesis es extraída de la visión del Cardenal Lorscheider)

Es aquí, donde entra el enfoque de la Teología de la Salvación, que abordaremos con más detalle más adelante: la redención pasa por el camino de la cruz, por ese escándalo para los judíos (¿Cómo éste Ungido termina en una cruz?) y escándalo para los gentiles (¿Cómo un dios (Uno, entre otros dioses), va a ser martirizado?); pero como dice San Pablo: Jesucristo es sabiduría de Dios, fuerza de Dios, prueba del amor eterno de Dios por la humanidad que ha roto su relación con él (1 Corintios 1: 17 y siguientes; Romanos 5: 8)

El proyecto de Jesús, es capaz de transformar el mundo. Y en este punto, hay que hacer una aclaración, a una confusión, que encontramos por experiencia, muy común en los creyentes: ¿Cómo puede hablarse del impacto político, económico y cultural del Reino de Dios, si el mismo Jesús dice, según San Juan, que su “reino no es de este mundo”?

En Juan la palabra mundo, tiene dos significados:

1) El mundo como planeta tierra (Juan 3: 16)

2) El mundo como palabra que encierra al sistema de dominación – tiniebla y que cubre a los enemigos de Jesús.

Por eso reiteramos: el proyecto de Jesús, puede transformar el mundo (El planeta tierra), pero sin usar los instrumentos del sistema de dominación (El reino de Jesús, no es de este mundo) …

Aprovechemos en este marco, aclarar otro concepto, que se asimila equivocadamente, y es la famosa frase de Jesús de: “dar al César lo que es del César y dar a Dios, lo que es de Dios”: Cuando Jesús dice que se dé al emperador lo que es del emperador, lo que dice es muy cercanamente lo que plantea la traducción de Mateo que hemos parafraseado. Lo que Jesús dice es: “Es una moneda del César devuélvansela a él”.

La segunda parte de la afirmación es: “y lo de Dios a Dios”, y como bien señalan Borg y Crossan, de aquí podría derivarse la pregunta: ¿Qué pertenece al César y qué pertenece a Dios?

Para Jesús y muchos de sus contemporáneos, la respuesta se encontraba en el Pentateuco, leemos en Levítico 25: 23: “…la tierra es mía y ustedes están en mi tierra como forasteros y huéspedes”. La tierra de Israel pertenece a Dios, el viñedo (Para relacionar con la parábola respectiva) es de Dios, no de los dirigentes locales ni de los romanos.

En esta misma lógica la tierra pertenece a Dios: dice el Salmo 24: 1: “Del Señor es la tierra y lo que contiene, el mundo y todos sus habitantes”.

Si Israel y la tierra con quienes la habitan es de Dios, pues del César no es absolutamente nada.

De igual manera, la lección que da Jesús es que por encima de cualquier poder está Dios y la imagen de éste es el hombre (Génesis 1: 27).

Por otro lado, la interpretación más tradicional de este texto, es que Jesús divide el mundo en dos esferas: la política y la religiosa, dándoles igualdad o separándolos definitivamente. En realidad, no se trata de separar “lo humano y lo divino”.

Es lamentable (Como nos lo recuerdan Borg y Crossan), que por ejemplo los simpatizantes de gobiernos monárquicos, legitimaban en estas palabras su autoridad. Es decir que palabras que fueron dichas para deslegitimar el “sistema de dominación” de una época, sirvieron para legitimar “los sistemas de dominación” de otras épocas. Por ejemplo, en el siglo XX, algunos cristianos criticaron con esta frase los movimientos de los derechos civiles en los Estados Unidos. Y ni que decir de la búsqueda de legitimidad en la toma de decisiones cuando se trata de justificar una guerra.

Lo cierto es que por encima del Estado está Dios y ese Dios nos remite al prójimo, al rostro de los que padecen dolor, porque como hemos aprendido, la mayor gloria de Dios es que el pobre viva (San Oscar Arnulfo Romero).

La moneda lleva la imagen del César, a él le pertenecía, pero los seres humanos tenemos impresa la imagen de Dios nuestro creador, pertenecemos a Dios. Si se presentase el caso en que el Estado quisiera influir o dominar sobre una esfera de pertenencia exclusiva de Dios, entonces se cumple la escritura: “hay que obedecer a Dios antes que a los hombres” (Hechos 5: 29)

La moneda lleva la imagen del César y ya en ese tiempo corría una leyenda que lo hacía dios, al decir Jesús que den al César lo que es del César, le quita su base de divinidad, por ende, quita el sustento religioso al “sistema de dominación”, además se opone a cualquier gobierno de corte teocrático o dictatorial.

Una vez más, el ámbito político en el “Reino de Dios” es servicio a favor de la gente y una religión basada en el amor. Es clara la oposición entre un proyecto y otro. Las vías por las que transitan los llevan a la colisión.

Hemos hablado del “sistema de dominación” de los tiempos de Jesús, y hemos dicho antes que nosotros en este tiempo también vivimos “un sistema de dominación”, y como parte de ese sistema se encuentra el componente económico. Hoy hemos sustituido la fe en Dios, por la fe en el sistema capitalista.

En muchas ocasiones, esa fe hace perder al ser humano su conciencia y su dignidad.

¿Cuáles son los falsos dioses de nuestra época?

– El consumismo.
– La moda.
– La competencia sin solidaridad.
– Las armas.
– El poder.
– El dinero.
– El prestigio.
– Etc.
Estos falsos dioses exigen culto, adoración, sacrificios, ligamen fanático y sin razón.

Dar a Dios lo que es de Dios y dar al César lo que es del César, es mantenernos libres de esas idolatrías. Es entregarnos a nuestro creador, dar a Dios lo que es de Dios.
De hecho, la realidad de estas tesis de Jesús, las experimentarán sus seguidores, no muy pasada su muerte, durante los gobiernos imperiales de Nerón y Domiciano. Esta evidencia nos lleva a otra conclusión: nadie muere por una mentira: Jesús vivió, enseñó y ejecutó el Reino de Dios.

Una vez más: hay un sistema de dominación, frente a éste, Jesús plantea un proyecto alternativo: el Reino de Dios; para concretarlo funda un Movimiento, el que, en este trabajo, hemos denominado: el Movimiento de Jesús.

Pero aquí cabe una pregunta: ¿Habrá pensado Jesús que tendría éxito?: tomemos como ejemplo, la estructura del Evangelio más antiguo, el de Marcos, para encontrar alguna evidencia que nos permita responder la interrogante.

Este Evangelio, podemos dividirlo en dos partes, pero centrémonos en la primera:

Desde Marcos 1: 14 al 8: 30, se presenta a Jesús como Mesías:

• De Marcos 1: 14 al 3: 6, Jesús se revela como Ungido y la reacción es la ceguera de los dirigentes judíos.

• Del 3: 7 al 6:6, se observa la revelación de Jesús como Cristo y la incomprensión de su familia y paisanos.

• Del 6: 7 al 8: 30, se plantea la revelación de Jesús como Mesías y la aceptación inicial de sus discípulos.

Partiendo de aquí, podemos destacar una clave para la lectura de este Evangelio, que es: el camino de Jesús: Jesús siempre está en camino. En Galilea, Jesús se hace famoso, la gente lo admira, pero no lo comprende.

Marcos describe las reacciones de la gente, al encontrarse con Jesús, y paralelamente a la fama, a la admiración, también se da, como lo acabamos de decir, la incomprensión y el surgimiento de adversarios, entre los dirigentes locales del pueblo. Sus familiares, llegan a pensar que está loco (Marcos 3: 20 – 21) y lo echan de su mismo pueblo, Nazaret.

Con esta tesis, parece que la ilusión a Jesús, pudo haberle durado muy poco. Conforme al Evangelio de Juan, hasta en Galilea las cosas se le complican, como fruto de una “dura doctrina”, hasta algunos de sus discípulos lo abandonan: es la doctrina de Jesús pan vivo bajado del cielo (Juan 6: 70 – 71)

Pero Jesús sigue adelante, eso sí: a mayor fidelidad de Jesús a sus convicciones, mayor peligro. Como lo diría, el teólogo de la Liberación Carlos Bravo, se genera una confrontación de la periferia (Jesús va desde Galilea) y el centro (Jerusalén, donde Jesús es condenado y crucificado)

Entonces: Jesús que es Dios, plantea el Reino de Dios: Dios, que es Padre, que es cercano a la humanidad, que está al servicio de esa humanidad, quien quiere construir comunidad con ella; que es parcial con los oprimidos, con los pobres…
Frente a él y su proyecto, se ubican las cúpulas del sistema de dominación: con ideas escleróticas, por defender sus intereses, políticos, económicos y culturales (religiosos); ellos son los que condenarán a Jesús.

Desde la lectura de la fe – Teología de la Salvación: Jesús es consciente que resulta grano de trigo, que debe morir para dar mucho fruto, es levadura que hace crecer la masa. Oleadas sucesivas de discípulos, continuarán la presencia invisible y eficaz del Señor (Juan 20: 19 – 23)

Así, vamos llegando a una respuesta central en la Teología Católica, sobre los responsables de la muerte de Jesús: son las cúpulas judías y romanas, las que le envían a la cruz: y las motivaciones son variadas: las religiosas: Jesús pretende ser Dios, por una intimidad con el que llama su Padre (En Israel, Dios es Padre del pueblo, no de un israelita en particular); súmese que, por esa intimidad, Jesús nos hace, a los que creemos en él, hijos de Dios (Juan 1); es decir, cumple con la misión de universalidad que se le había dado a Israel y que éste no había cumplido. Con ello, “le daba el beso mortal al judaísmo nacionalista”.

También hay claro está, motivaciones políticas: de nuevo: la perspectiva nacionalista del Mesías, implicaba que éste iba a liberar a Israel, del imperialismo romano, pero la cúpula judía ve que con las tácticas de Jesús (Desde su punto de vista), ese empeño iría al fracaso (Juan 11: 47 y siguientes)
Pero quizás, la motivación principal sea esta: Jesús desnuda los tentáculos del sistema de dominación / tinieblas: urge a los egoístas, a los codiciosos, a los opresores, por lo que, ellos deben justificar sus acciones: política – filosófica – teológicamente.

Lo mismo vivimos hoy: ¿No se justifica nuestra realidad por el neoliberalismo, el monetarismo y la sociedad del espectáculo?…

Veámoslo desde la historia del cristianismo primitivo, leído desde la fe cristiana: la primera bestia del Apocalipsis, es el poder político, hecho dios (Endiosado), esta bestia necesita a su lado, de otra, el falso profeta, el cual le da una legitimidad discursiva (Apocalipsis 13); Jesús no es violento, pero su palabra y su obra, mina las seguridades del sistema de dominación. En ese minar, hay una nueva doctrina (Marcos 1: 27)

Por eso el sistema de dominación lo critica, las cúpulas lo interrogan, lo ponen a prueba (Marcos 8: 11; 12: 13); tratan de encuadrarlo conforme al pensamiento y acciones de ese sistema de dominación (Marcos 11: 27 – 33)

Al no lograrlo, pasan a la difamación (La búsqueda de legitimidad discursiva): véase Mateo 27: 62 – 64; Juan 7: 12. Dicen que está loco (Marcos 3: 24); que es un impostor (Mateo 27: 63); un subversivo (Lucas 23: 2 y 14) y un hereje (Juan 8: 48); de hecho, lo entregarán a la autoridad romana, como un malhechor (Juan 18: 30)

Ahora bien, pese a lo dicho, no se puede absolver la responsabilidad del pueblo mismo: en ese actor colectivo, se notan deseos arribistas y hasta de resignación, esto, por no hablar de la manipulación de las cúpulas hacia él. Este punto es complejo, lo sintetizamos así: Jesús tuvo un sector del pueblo a su lado (Marcos 7: 37), debió tener sectores en contra y otros, cambiaron de bando.

A esto hay que agregar, que, cuando hablamos de la cúpula político – religiosa judía, no se puede generalizar: como lo dice el Catecismo de la Iglesia Católica (1992): en ella, había disensiones a causa de Jesús (Juan 9: 16 – 17; 10: 19 – 21); inclusive a las puertas de la Pasión, Juan dice que: “muchos creyeron en él”, aunque de una manera imperfecta (Juan 12: 42)

Aquí, como en otros momentos, hay mucho que decir… pero debemos seguir adelante…

Reflexión de Semana Santa (parte II y final)

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