Reflexión de Semana Santa (parte II y final)

Pasión, muerte y resurrección de Jesús, desde la esencia del cristianismo

Ocean Castillo Loría

Recordando y profundizando al Cristo de la fe: una reflexión de Semana Santa

VIII

En el acápite anterior, tratamos de responder a la pregunta: ¿hay algo que extraer de la enseñanza y obra de Jesús, a una sociedad violenta fruto del sistema de dominación / tinieblas?…

Aquí retomamos un punto ya expuesto: la no – violencia en Jesús, no implica que se abandone la profecía (La denuncia de lo incorrecto y el anuncio de la esperanza, como ya la hemos definido), Jesús denuncia el sistema de dominación de la cúpula política romana y de la cúpula político – religiosa, judía.

Frente al sistema de dominación / tinieblas. Jesús es un rebelde. El problema es que, cuando el cristianismo se une al poder político (Los regímenes de cristiandad), se termina domesticando a Jesús (Se despolitiza, se “despartidiza”); a esto colabora una visión de piedad y, hasta de infantilización (Hace un tiempo escuchábamos a un sacerdote decir: “él era un niño indefenso, por eso fue tan fácil matarle”)

Asimismo, Jesús, es menos Jesús y más Cristo (Ungido, Mesías) y este Mesías, este Ungido es Dios. Y este Cristo – Dios, en una teología católica muy tradicional, es muy lejano, muy enmarcado en el contexto de las iglesias, cuya visión es muy romana.

Entonces, cuando se mira el Nuevo Testamento, resulta que Dios se hace humano, pero dentro de las iglesias católicas, ese Jesús – humano, se vuelve sacro, ese Jesús – Ungido, rebelde contra el sistema de dominación, se “domestica”.

En el caso de importantes sectores del protestantismo, Jesús comienza a domesticarse, cuando se subraya el tema del individualismo: “el encuentro con Cristo, es personal”, es decir, se pierde de vista el aspecto colectivo del Reino de Dios (El pueblo de Dios); además, ese Jesús se “espiritualiza”, porque se subraya la Teología de la Salvación: Jesús viene a salvar del pecado individual (No hay pecado social) y esa salvación, nada tiene que ver con “lo meramente humano”: la política, la economía, la cultura.

En la esfera de la Teología de la Prosperidad, Jesús se une al poder político, pero por la senda de la economía: “la falta de plata es pecado”, así, Jesús al salvar del pecado: “prospera, bendice, da victoria (Sobre la pobreza); y bajo esa prosperidad, el cristianismo, debe incidir (Más que eso, tener poder), en los ámbitos político, económico y cultural.
Pero esto hace perder el componente de rebeldía de Jesús y aún más, traiciona el proyecto alternativo del Reino, pues lo acomoda a la política, la economía y la cultura del sistema de dominación, con lo que mata, el componente liberador del Reino de Dios.

A la final: en el cristianismo occidental, ya sea por unión con el poder político o con el poder económico, termina vinculándose en muchos casos, con el sistema de dominación (Claro está, hay excepciones, que nos parecen muy bien concretadas en el Pontificado del Papa Francisco y en el protestantismo, en las comunidades guiadas por una visión liberadora)

Esto alimentado, por una elevada Cristología, que borra las actitudes sociales de Jesús frente a la realidad que vivía (En esto creemos que ha tenido un papel nocivo, el subrayar la Teología de la Salvación: Jesús murió por nuestros pecados, visto así, esa muerte solo tiene una causa y un impacto espiritual y no histórico – político)

Aquí es donde juega un papel fundamental el concepto y la investigación propia del “Jesús histórico”, el abordaje de Jesús como personalidad histórica, independiente del rol que le asigna la fe cristiana.

Y aquí, cabe un principio cristológico: “del Cristo de la fe, se deduce el Jesús histórico”: por ello, hay que ir, en los Evangelios, quitando las “capas de la fe”, que presentan a Cristo como inocuo ante el Imperio Romano.

Esta inocuidad, también tiene una razón histórica de ser: los teólogos Nekane Adrien y Xabier Etxeberria, nos explican que la minimización de la rebeldía de Jesús ante el Imperio, tiene un objetivo socio – político: que el imperio no viese a los cristianos como enemigos y les permitiese la evangelización.

A esto hay que agregar, que, por ejemplo, el Evangelio de San Marcos, es escrito, en el marco de la guerra judía contra los romanos. Por ello, desde esta perspectiva, es que ese Evangelio, presenta una característica que es conocida como: “El silencio Mesiánico” (Jesús, manda que no se le reconozca como Ungido); desde la óptica eminentemente de la fe, esto es así, porque el rompimiento del silencio, será con la “Entrada triunfal de Jesús en Jerusalén”.

Desde el lente histórico, Jesús sabe al peligro que se enfrenta ante el Imperio, si a sus oídos llega “que en Israel hay un Cristo, que, en tanto Cristo, pretende ser rey”. La asimilación romana sería: “este es un subversivo, al que hay que matar”.

Mas volviendo a la Fuente Q, que ya hemos definido: se observa a un Jesús rebelde, que se opone a la cultura opresiva de la visión romana y de la religión judía. Volvemos al centro del proyecto de Jesús, el cual se mira en Q y en Marcos: el Reino de Dios.

Reino que es:

• Promesa a los pobres.
• Promesa a los hambrientos.
• La remisión de las deudas (Conforme a la profecía de Isaías)
• La celebración de los banquetes mesiánicos.
• La expulsión de demonios (Símbolo de la expulsión de las opresiones religiosas, pero también de la opresión política, ya hemos hablado del exorcismo del endemoniado de Gerasa)

Y el contenido el Reino de Dios, queda delineado en las parábolas (De forma simbólica):

• Semillas sembradas.
• Ovejas encontradas.
• Banquetes en los que participan los marginados del sistema de dominación.
• En ellas, se presenta un deseo de renovación espiritual y social: la derrota del sistema de dominación.

A esta altura del trabajo, cabe decir que, esa idea, en principio, no es original de Jesús, sino, que se encuentra en lo que conocemos tradicionalmente como el Antiguo Testamento, veamos esa tesis, cuando menos someramente:

1) En el siglo I, se entendía el concepto de Reino de Dios, desde una óptica nacionalista – política, que ya hemos explicado, referido al concepto de Mesías. Los Zelotes, fueron exponentes centrales de esa idea.

2) Para Fariseos y Maestros de la Ley, el Reino, era reconocer a Dios, como único rey y Señor. ¿Cómo se hacía eso?: cumpliendo la ley. Así, Dios ejerce su reino de “manera oculta”, pero llegará un día en el que lo haga de manera explícita. Israel pedía esto, en su oración.

3) Para los apocalípticos, lo importante no era el presente, era el mundo futuro, para esto, había que calcular el tiempo de la llegada del Reino de Dios: el mundo presente, es pecaminoso y maligno. El Reino de Dios, viene a sustituirlo.

En el caso del Antiguo Testamento, hay dos ideas opuestas:

a) Dios ya reina sobre su creación.
b) El reino no ha llegado a su plenitud, pero esa plenitud llegará a concretarse.

Ambas afirmaciones son verdaderas: vamos a los Salmos…

En este libro, en el marco del combate, se ensalza la realeza de Dios, sobre el cosmos y los pueblos, particularmente Israel (salmos del 96 al 99); el poder de la dignidad de Dios, descansa en su victoria sobre el caos (salmo 29, salmo 74; salmo 89: 6 – 15; salmo 113)

Para ser rey y Señor del pueblo elegido, el Dios de la Alianza ha vencido a otros pueblos (Y a sus dioses, como ya lo hemos dicho), principalmente, a Egipto, lo que remite a la etapa del Éxodo (Éxodo 15: 18; Números 23: 21 y siguiente; Deuteronomio 33: 5); Dios es rey y como rey ejerce justicia (Salmo 98); Dios reina sobre los que cumplen sus mandamientos, cualquiera que fuere su pueblo (Salmo 95: 7 – 11; Salmo 86: 12; salmo 9: 19; Salmo 145: 14)

Pasemos a los profetas: ya lo hemos dicho: en la historia de Israel, este pueblo, pasó por tremendas experiencias: la destrucción de Jerusalén, la destrucción del Reino de Judá, el destierro a Babilonia; estas experiencias generaron crisis en la fe de Israel (2 Crónicas 36: 11 – 23)

Los profetas del destierro: Ezequiel y el autor de la segunda parte, del libro de Isaías (Capítulos del 40 al 55), apoyados en el Dios de la Alianza, que fue el único capaz de salvar a Israel, dijeron que ese Dios, era único, y en tanto único: creador y salvador: Señor de la historia (Ezequiel 1; 11: 22; Isaías 52)

Sin olvidar la historia, en que el Señor adquirió a su pueblo y lo salvó, éste se iba abriendo cada vez más hacia el futuro, futuro, en el que Dios, gobernará plenamente, ese gobierno cubrirá a toda la humanidad, será el fin de la historia y el comienzo del mundo nuevo.

Después del destierro, los profetas dirán que, el Reino de Dios, terminará a los imperios y a las organizaciones humanas. Este es el mensaje del libro de Daniel (Siglo II a.C.); en este contexto, el Reino de Dios traerá juicio contra la injusticia y todo poder inhumano.

El pueblo de “…los santos del Altísimo”, reciben bajo el reinado eterno de Dios, la realeza, el poder y el esplendor de todos los reinos de la tierra. El Reino de Dios, será reino de paz, justicia, libertad y plenitud.

Esta realidad implicará:

• Transformación de la naturaleza.
• Resurrección de los muertos.
• Cumplimiento pleno de las esperanzas dadas a Israel
• Cumplimiento de los deseos más profundos de todo ser humano.

En suma, el Reino de Dios, cuestiona los sistemas de dominación por los que pasó Israel. Es una forma de reñir, con los gobiernos egoístas y opresores. Es una forma de cuestionar esos sistemas. Tal cuestionamiento, se hace a la política, a la economía, a la cultura, a la religión:

• Los hijos vuelven.
• Los padres perdonan (La parábola del hijo pródigo o del padre misericordioso)
• Los extranjeros marginados que sanan hombres heridos (La parábola del buen samaritano)
• Una distinción entre los que aceptan y los que rechazan a los necesitados (El juicio a las naciones)

Los destinatarios del sistema de dominación, son los políticos y los ricos egoístas. Los destinatarios del Reino de Dios, son los pobres (Lucas 7: 22; Mateo 11: 5; Lucas 6: 20), los que están abajo en la historia. En esto, los cristianos en general, pero los católicos en particular, tenemos en esa línea, las palabras de la Virgen María: “derriba del trono a los poderosos y eleva a los humildes, colma de bienes a los hambrientos y despide vacíos a los ricos” (Lucas 1: 52 – 53)

De nuevo: las curaciones y los exorcismos, son formas de liberación del sistema, esa liberación (repetimos), Jesús la ejecuta sin violencia. Se trata de vivir relaciones igualitarias y justas, de mutuo apoyo socio – económico.

Una vez más, el Evangelio más antiguo: el de Marcos, nos muestra cómo: el juicio de Dios no es dirigido a la individualidad (Cosa que subraya el protestantismo), sino, que, señala a las cúpulas judías y romanas.

Se habla (Jesús habla), sobre la acumulación de las riquezas (Marcos 10: 25; Lucas 16: 13) y opone la comunión de los bienes, sin acumulación (Mateo 6: 25 – 34); en el ideal del Evangelista San Lucas, esto se logra en el cristianismo primitivo (Hechos 4: 32 – 36)

Aquí vale la pena hablar un poco de la dinámica político – económica del siglo I: las relaciones que existían, eran las propias del patronazgo: los de menos recursos, debían rendir tributo, honor (Virtud clave en el imperio romano), información y otros servicios a los sectores de más recursos (Los patrones), esto a los más débiles, les generaban beneficios de los que tenían el poder, entre ellos: reputación, posición y hasta riquezas.

Como puede verse, el sistema de patronazgo es piramidal: los de más bajo nivel (Los clientes), quedan obligados ante los que están más arriba en el escalafón. No es de extrañar, que de aquí se extraiga el tema del patronazgo en la clásica teología católica: Dios es el patrón principal (Con un rol digamos semejante al emperador); de ahí para abajo, están, los ángeles y los santos; más abajo de ellos, estamos los pecadores.

Entonces: los de más abajo (Los pecadores), quedamos vinculados por devoción a los niveles más altos del escalafón: por ejemplo: al ángel de la guarda o a los santos. Véase que, en la religiosidad popular católica, los devotos, también reciben beneficio, de quienes interceden por ellos ante Dios: milagros, respuestas a oraciones etc.

Pero regresando al Jesús histórico, es de hacer notar que él rompe con el patronazgo político y económico del siglo I: la base de la política, es el servicio (Lucas 22: 23 – 24); conforme a esas palabras, Jesús hace una durísima crítica al sistema de dominación: propone ante esto, “volcar la tortilla”, lo que significa: “volcar los valores”: se afirma la igualdad (No hay patrones ni clientes), la dignidad (No es que los “patrones”, son más dignos que los “clientes”); en síntesis: se rompen las relaciones abusivas.

En este contexto, Jesús critica durísimo a los gobernantes: por ejemplo, a Herodes, le llama “zorro” (Lucas 13: 32); en el caso de las autoridades del imperio romano, ya dijimos, cabe la tesis de que, con tal de lograr beneplácito, los autores del Nuevo Testamento “suavizan” la imagen de Jesús. Pero hay un caso modélico, del que ya hemos hablado: el pasaje del tributo al César.

Ahora bien: hemos dicho que, el sistema de dominación tiene tres componentes: el político, el económico y el cultural y dentro de la esfera cultural, el ámbito religioso: Jesús se opone a la dinámica de pureza e impureza, propia de la religión judía.

En términos de fenomenología de la religión, ella es conocida en la lógica judía, como “la tradición” (El Nuevo Testamento, es escrito en griego, la palabra que se usa para “tradición”, es “paradosis”): la tradición – paradosis es:

• Reglamentación tradicional.
• Una enseñanza que se trasmite y recibe de generación en generación. Ella es autoritativa (Tiene autoridad) y se está obligado a observarla.

El problema que ve Jesús en la tradición (Conforme al Evangelio de Marcos), es que ella es puesta por encima de la vida y de la dignidad humana…

Pablo habla negativa y positivamente de la “paradosis”:

a) Negativamente: “en el judaísmo superaba a todos los compatriotas de mi generación en mi celo ferviente por las “paradosis” (tradiciones) de mis antepasados”.

b) Positivamente: refiriendo a las tradiciones (“paradosis”), cristianas: enseñanzas recibidas acerca de Jesús, trasmitidas apostólicamente (1 Corintios 11: 2)

De nuevo: hay mucho que decir… pero debemos seguir adelante…

Esto es clave: la memoria de los movimientos y de las comunidades debe mantenerse: esto es positivo de las tradiciones: véase que, de la memoria del Movimiento de Jesús, derivamos muchos elementos históricos, lo mismo, de las memorias de las comunidades de fe en Jesús.

Lo negativo, es cuando las memorias, las tradiciones, se desnaturalizan: cuando quedan por encima de la vida. Esto por cuanto la fe se experimenta en la vida. El cristianismo se experimenta, en la vida: en los marginados, en los oprimidos (Esto es fundamental en la teología Latinoamericana); nótese que, en la Teología de la salvación, enfocada en el individualismo, esto se pierde mucho de vista.

Con esto claro, veamos como Jesús se opone al sistema de pureza e impureza:

• Este sistema, se puede insertar en el marco del mundo mediterráneo, honor, como equivalencia de pureza y vergüenza, como equivalencia de impureza.

• En Israel, lo impuro, se opone a la santidad, de ahí que, la palabra santidad, viene del término “apartar” (Apartar de lo impuro)

• La impureza, es fruto de ataques malignos y demoniacos. Esos ataques van sobre el pueblo, las casas, la tierra (La justificación de esta visión, la podemos encontrar en la sociología de la religión, pero esto va más allá de los límites de este trabajo)

• La deidad debe ser protegida de lo impuro, porque Dios es Santo: por ello, los ritos de purificación.

• Jesús vive en ese contexto, pero como lo expresan muy bien, los sacerdotes: Miguel Picado Gatgens y Álvaro Sáenz Zúñiga: Jesús prácticamente pasa impuro durante todo su ministerio público (Para el teólogo Juan Esteban Londoño, no era lo uno ni lo otro. Nosotros nos inclinamos, hacia la tesis de los presbíteros católicos)

• Jesús toca lo impuro: empezando por los leprosos (El tema de la asimilación de la lepra en Israel, lo vimos anteriormente en este trabajo); de nuevo, en Jesús, por encima de las leyes de la pureza, está la vida.

• Jesús toca a los impuros y es tocado por ellos (Recuérdese el caso de la hemorroisa); por ello, para los escribas y los fariseos, Jesús está endemoniado y es servidor de Satanás. Y por eso, entre otras cosas, mucha de su familia, considera que Jesús está loco (Marcos 3: 21 – 30)

• Veamos otro pasaje: aquel en el que los discípulos, recogen espigas de trigo en sábado, ese mismo día, Jesús sana a un hombre (Marcos 2: 23 y 3: 6); el sábado es día religioso de guardar en el judaísmo: el pueblo, en sábado, se reúne en torno a Dios, por medio de la ley de Moisés. Pero Jesús, está en torno a lo humano (con sus discípulos, que satisfacen el hambre; con el hombre enfermo); conteste a la ley, las espigas no se podían cortar en sábado (Éxodo 34: 21; Deuteronomio 23: 26): para Jesús, por encima del sábado, está: la satisfacción del hambre y el curar la enfermedad (Marcos 2: 27)

• Asimismo, los límites de la religión quedan de lado, cuando Jesús sana a dos mujeres en estado de impureza (Marcos 5: 21 – 43); Jesús sana a las mujeres: ellas son libres frente al sistema de dominación (Esto tiene mucha tela que cortar… pero debemos seguir adelante)

• Otro pasaje polémico: el de la Siro – fenicia (Marcos 7: 24 – 30): a Marcos, que evangeliza en medio de los paganos, le interesa subrayar la actividad de Jesús entre los no – judíos. La petición sencilla de la mujer, transforma el argumento nacionalista que primero le plantea Jesús. Véase que la mujer le dice a Jesús: “Señor”, esta es la única vez, que este título aparece en Marcos.

• Desde una lectura de la fe, algunos teólogos protestantes (Bilezikian y Hybles): dicen que la posición de Jesús, refleja que, la salvación tenía que llegar primero a los judíos, porque ellos habían recibido la revelación de Dios, antes que a los gentiles (Juan 4: 22); con todo, luego de los judíos, la salvación debía expandirse al mundo entero (Juan 4: 42); cuando Juan predijo su propia muerte, dijo que él iba atraer “…a todos hacia él” (Juan 12: 32 – 33)

• En Marcos 7, el tema de la pureza – impureza es central. Es en este pasaje, donde Jesús dice: “No hay nada fuera del hombre que, al entrar en él, pueda contaminarlo. Lo que lo hace impuro, es lo que sale de él” (Versículo 15); lo que debe purificarse es el corazón, el centro no son los ritos: la persona por encima de la legalidad. Los fariseos, piensan al contrario: primero legalidad, por encima de la persona: la relación entre puro e impuro, queda abolida por Jesús.

• Jesús parte de la transformación espiritual, ella lleva a la actitud externa de la acogida.

De seguido, veremos la rebelión de Jesús, frente a la cultura de la culpa: en Jesús, el símbolo fundamental de lo divino, es el otro. Esto es importante, porque después del exilio en Babilonia, el judaísmo, puso como centro la penitencia. En Jesús, el perdón, sana el pecado y la culpa. Si la enfermedad es impureza, Jesús trae la curación.

En el judaísmo, se perdonaba en el Templo. Como ya lo hemos dicho: Jesús es el nuevo Templo, él perdona, sin sacrificios de animales. Asimismo, para los Escribas, solo Dios puede perdonar pecados, ello, ligado al sistema sacrificial. Pero Jesús es Dios, puede perdonar pecados y desligado del sistema sacrificial.

Como ya lo hemos dicho: el Nuevo Testamento fue escrito en griego. Las palabras que se usan para el término perdón, son: “afesis” y “afieimi”. Esas palabras contemplan, más allá del perdón: la remisión y la liberación.

Aquí volvemos a tesis expuestas en este trabajo: Desde la esencia del cristianismo, la profecía de Ezequiel, se cumple con Jesucristo. Él llegará a decir: “Ahora bien, yo les digo que aquí hay alguien más grande que el Templo” (Mateo 12: 6): esto les complica más las cosas a los oyentes de Jesús: el Templo es grande, pero es más grande quien habita el Templo, que es Dios mismo. Luego, si Jesús es más grande que el Templo: ¡Jesús es Dios!

Por otro lado: Jesús (En Mateo, Marcos y Lucas), purifica el Templo: abre de nuevo el espacio a los excluidos. En Juan, reiteramos, Jesús sustituye al Templo…

IX

Alejemos de nuevo el lente de análisis y comentario y volvamos a preguntarnos: ¿Qué hemos dicho hasta aquí?:

1) la Pasión, muerte y resurrección de Jesús, queda delineada en los Evangelios:

• “la salida” (Lucas 9: 31)
• “elevación” (Lucas 9: 51)
• “Consumación” (Lucas 12: 32)
• “Glorificación” (Juan 13: 31)
• La “Hora” (Juan 12: 23)
• La “privación de la presencia del novio” (Marcos 2: 19 – 20)
• “como está escrito” (Marcos 14: 21)
• El pastor herido con las ovejas dispersas (Marcos 14: 27 – 28)
• El bautismo y el cáliz (Lucas 12: 50. Marcos 10: 38)

2) De igual manera, hay alusiones a la Pasión de Jesús en el Antiguo Testamento, con descripciones de hombres que sufren y son salvados por Dios (Salmos: 17, 22, 69); y como lo vimos en este trabajo: los cantos del “Siervo Sufriente”.

3) Jesús, el Reino de Dios, no significa desentenderse de lo que sucede en el aquí y en el ahora. Ya lo veremos, la plenitud del Reino, llegará con la Parusía (Segunda venida de Cristo), pero eso no significa que el Reino, no deba construirse en las actuales coordenadas temporales. Se genera la tensión positiva entre la plenitud del Reino y su construcción en la historia.

4) Jesús resulta un hombre transparente, es un hombre desegocentrado (Vacío de ego, vacío de sí mismo), un hombre en el que el amor lo es todo, así, en él no hay tensión entre sus deseos y sus actos.

5) Jesús es mayor que el Templo, es Dios:

a) Emisor de doctrina.
b) Sanador de enfermedades.
c) Perdonador de pecados.

6) ¿Y cómo concreta Jesús el Reino?: en su encarnación en los pobres (Esta tesis nos resulta clave), en las comidas, en las parábolas y en las curaciones y los exorcismos…

7) ¿Fue Jesús – Mesías un guerrero?: para responder esa pregunta, expusimos elementos de dos hipótesis: una que llamamos dura y otra que llamamos suave.

8) Luego de revisar la teología del “Siervo Sufriente”, podemos repetir la pregunta que nos llevó a ese camino: ¿Fue Jesús – Mesías un guerrero?… si Jesús se identificó con el “Siervo”, la respuesta apunta a ser negativa. Adicionalmente, adherimos argumentos propios de la Teología Latinoamericana de la Liberación, para comprender que Jesús, no era un guerrero al estilo del sistema de dominación.

9) Respondimos y reflexionamos en torno a la pregunta: ¿hay algo que extraer de la enseñanza y obra de Jesús, a una sociedad violenta fruto del sistema de dominación / tinieblas?

10) Mostramos evidencia suficiente para concluir que: Frente al sistema de dominación / tinieblas. Jesús es un rebelde.

Por lo explicado en el acápite anterior, se alimenta algo que ya hemos dicho: Jesús muere como consecuencia de su vida: en su vida, Jesús fue un rebelde (Lucas 23: 2). Jesús muere pues, como un rebelde.

Jesús vivió en Nazaret: es decir, en la ruralidad. Jesús es un campesino. Su visión choca con la urbanidad de Jerusalén. Lo mismo sucede con los discípulos de Jesús. Las élites religioso – políticas de Israel, están acostumbradas en ese contexto urbano, a estar acomodadas al sistema de dominación.

Para Jesús, esas élites deben arrepentirse: la purificación del Templo, es el desafío al sistema de dominación, la reacción de la élite religiosa judía es clara: “¿Qué hacemos? Este hombre está haciendo muchos milagros. Si lo dejamos seguir así, todos creerán en él, entonces vendrán los romanos y los destruirán el santuario y la nación (Juan 11: 47 – 48)

Así, hemos dicho que: para la cúpula religiosa judía, las motivaciones para matar a Jesús, están relacionadas con el tópico del Templo y llamarse Hijo de Dios. Para la cúpula romana, la motivación es el causar el no pago del tributo al César. Jesús es una amenaza, como lo fue Juan el Bautista.

Juan el Bautista había movilizado masas y había generado expectativas, sobre el tema del mesianismo. ¿Jesús?: igual (Marcos 14: 61): esta es la base de la oposición de Roma. Jesús es un subversivo.

Pero aprovechemos ahora, para dar un giro hacia la Teología de la Salvación, esa teología, que (Hay que decirlo), deshistoriza, todo lo que aquí hemos expresado: el pecado es: la ruptura, con Dios, con el prójimo y con la naturaleza (La ecología)

El Evangelio (Buena Noticia), es que las relaciones con estas tres realidades, pueden recomponerse. Volvemos a las parábolas y recordamos la que se conoce como la del “hijo pródigo” y otros prefieren llamar: “la del padre misericordioso”.

El argumento de la parábola es el siguiente: un padre tenía dos hijos adultos. El menor, lo enfrenta y le pide su parte de la herencia, culturalmente, esto era inaceptable en el judaísmo (La ley apoyaba al padre, para pedir la ayuda de todo su pueblo, sacarlo de la casa, de la aldea, y matarlo) y en nuestra cultura: igual (Un hijo no puede enfrentar a un padre, con malacrianza)

Pero el padre, le da la parte de la herencia que le corresponde. Por ella, ese hijo es inmensamente rico. Entonces, se va a un lugar, digamos como las Vegas o Mónaco y despilfarra el dinero: “vive la vida loca”, “bebe como un cosaco”, “escoge mujeres, como el jardinero en un vergel”, las prostitutas del lugar, ven aumentados sus ingresos.

Un día, se mira el bolsillo y ya no tiene un céntimo: debe buscar trabajo y termina en uno desagradable (Para un judío, cuidar cerdos, era despreciable); el que “vivía la vida loca”, “el que bebía como un cosaco”, “el jardinero del vergel y el mecenas de las prostitutas”, languidece de tristeza.

Entonces: “se le prende el bombillo”: piensa: “los sirvientes de mi padre, viven mejor que yo. ¿Qué pasaría, si yo regresara, le pidiera perdón y le pidiera trabajo?”. Así, comienza a ensayar la disculpa: se sincera, trata de buscar las palabras adecuadas y emprende el regreso al hogar.

Mientras tanto, el padre… no olvida al hijo, sigue amándolo (Aunque sea un irrespetuoso merecedor de la muerte, conforme a la ley); ansiaba que el hijo regresase: todos los días, se asomaba desde el quicio de la puerta, para ver si el muchacho regresaba.

Imaginemos un diálogo del padre, asumamos que, con un aldeano, que por su trabajo debe viajar:

• Hola Simón.
• Hola Amiel.
• Simón: ¿Hace cuánto regresaste a la aldea Amiel?
• Amiel: recién ayer.
• Simón: y… y…
• Amiel: Y no me digas nada Simón: me vas a preguntar si he visto a tu hijo ¿No?
• Simón: y sí… (intenta contener las lágrimas)
• Amiel: pero es el colmo Simón. ¡por el Dios del cielo!: ese hijo tuyo, te faltó el respeto, le diste su parte de la herencia, se fue, no volvió a escribirte, a enviarte un mensaje con los viajeros que pasan por aquí…
• Simón: pero Amiel…
• Amiel: Nada de Amiel, nada de Amiel: eres un idiota o un alcahuete… vamos Simón. Él los ha olvidado: a ti, a su hermano…
• Simón: pero es que yo… es que yo… (llora irremediablemente)
• Amiel: ¡Que tú le amas!, ¡que tú le amas!
• Simón: mi hijo… mi hijo… (Se ahoga en lágrimas)
• Amiel: ¡Dejémoslo así Simón!

Amiel se aleja por el camino polvoriento…

Entre tanto, el hijo, va de regreso a su casa: “vamos, me tiene que salir bien: de nuevo: padre, he pecado contra el cielo y contra ti, no merezco ser llamado hijo tuyo…”

Prácticamente que, como todos los días, Simón se asoma, parado en el quicio de la puerta: “Quizás hoy será, el día que regrese, quizás, hoy podré, su rostro acariciar…”.

Pero un día… a lo lejos…

Simón, ve como una figura… es indefinida por la distancia…

Sus ojos están cansados y piensa: “solo quiero decirle que le amo como siempre… que nada ha cambiado…”

El Patriarca ya había perdido el respeto de toda la comunidad…

Cuando la imagen le fue más nítida, Simón no solo perdió la dignidad que le quedaba… perdió la lentitud…

¡Corrió, corrió, como nunca lo había hecho!

Desde la perspectiva de la ley, el muchacho venía impuro (No solo por lo que había hecho, sino, porque había tenido contacto con los cerdos) …

Pero el patriarca se lanzó a sus brazos, el muchacho comenzó: “padre, he pecado contra el cielo y contra ti, no merezco ser llamado hijo tuyo…”, pero no pudo terminar… mejor dicho, su padre no lo dejó. El patriarca le informa: ¿el castigo?… no… ¡la celebración! Y lea que ilógico: ¡el sinvergüenza había regresado!

Después le preguntaron al padre, que era aquello y él solo atinaba a responder: “solo quiero decirle que le amo como siempre…”

Desde la fe (Sin mucha historia, sin mucha teología), la cosa es sencilla: nosotros somos el hijo que se fue y puede regresar y regresa… el padre: es Dios: por él, por su infinito amor, podemos volver a reunirnos con él.

En este contexto, Jesús es clave: vamos al texto que muchos consideran el corazón de la Biblia: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para el que todo en el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna. Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar el mundo, sino para salvarlo por medio de él” (Juan 3: 16 – 17)

Jesús: Hijo de Dios: es la respuesta…

Según el Evangelio de Juan, Jesús dice: “… yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia” (Juan 10: 10); veamos, cuando menos sintéticamente la vida de Jesús, pero ya no de la historia o desde las corrientes críticas. Veámosla desde la fe:

1) Jesús vivió durante la ocupación del Imperio Romano en Israel.

2) Nació en Belén, en un establo y en el seno de una familia viajera y pobre.

3) Su madre es una virgen y su padre es Dios, quien, por el Espíritu Santo, concreta la concepción de Jesús.

4) Ellos se volvieron migrantes, porque el rey Herodes, quería matar al niño y la “Sagrada Familia”, tiene que huir a Egipto. Una vez muerto Herodes, la familia regresa a su hogar: Nazaret.

5) Conforme al catolicismo, Jesús no tuvo hermanos, conforme al protestantismo, sí los tuvo. Este tema, no es importante para el objeto de este trabajo.

6) A los 13 años, va a Jerusalén con sus padres, allí se queda en el Templo, donde admira a los eruditos, cuando sus padres lo encuentran, dice que debe: “estar en la casa de su Padre”. Luego regresa con ellos a su casa y dejamos de saber de él.

7) Cerca de los 30 años, Jesús vuelve a aparecer, en el momento en el que su primo, Juan el Bautista, estaba generando gran bullicio, por su predicación y su práctica del bautismo. Juan, bautiza a Jesús y hay una manifestación de la divinidad: “Tú eres mi hijo amado; estoy muy complacido contigo” (Marcos 1: 11)

8) Jesús ejerce su vida pública: muchos lo seguían: pero sus más cercanos eran los discípulos. Su enseñanza principal es el Reino de Dios (Harto hemos hablado de ello en este trabajo), junto a sus palabras, Jesús ejecutó milagros o signos.

9) Deleitó a los sectores pobres, marginados y oprimidos.

10) Perturbó a otros (Los que aquí hemos definido como las cúpulas judías y romanas)

11) Conforme Jesús va enseñando el Reino de Dios, muchas enseñanzas se tornan duras: lo comienzan a abandonar, las cúpulas de su pueblo no aceptan su mensaje.

12) Jesús sabía quién era: enseñaba con autoridad. Era un hombre libre y liberador (Esta tesis nos resulta clave)

13) Él muestra una llamativa familiaridad con el Padre: le dice “abbá”: “papito”.

14) Muchas de las cosas que enseñó se consideraron blasfemias, porque él decía que “el Padre y él, eran uno” (Evangelio según San Juan y Marcos 14: 64)

15) En razón de ello, en varias ocasiones, quisieron matarlo a pedradas (Lapidación): esto implica que, desde momentos tempranos buscaban matar a Jesús (Marcos 3: 2; Lucas 6: 11; Marcos 3: 6; Juan 7: 1)

16) Al ritmo que Jesús comienza a ser abandonado por el pueblo, al ritmo que se endurece el rechazo de la cúpula de Israel, Jesús comienza a hablar libremente de su muerte, esto, perturba a los discípulos, pero no lo terminan de entender.

17) Mientras proseguía su ministerio, Jesús tenía plena conciencia de que el tiempo se le acortaba e iba a terminar trágicamente. Conforme a San Marcos, anuncia tres veces esa recta final de su vida (Marcos 8: 31 – 32; 9: 30 – 32; 10: 32 – 34); esos anuncios implican la certeza de la resurrección (Juan 17: 5); pero nótese que los discípulos no entienden nada.

18) Así llega lo que nosotros conocemos como “la Semana Santa” (Hemos dicho que, a Jesús habían tratado de matarlo varias veces, pero no lo habían logrado. San Juan, nos lo dice claramente en la segunda parte de su Evangelio: había llegado: “su hora”: esa hora es a la que apunta, la vida de Jesús, por eso, decimos: la muerte de Jesús, es consecuencia de su vida. Por cierto, que para teólogos como Bernard Sesboué, el relato de la Pasión según San Juan, parece más cercana a la realidad histórica)

19) Lo que conocemos como “La Semana Santa”, la podemos sintetizar del siguiente modo:

a) Entra triunfante a Jerusalén.

b) Días de amenaza.

c) Instaura la Nueva Pascua (La Pascua cristiana)

d) Pero luego será arrestado (Sus discípulos lo abandonarán (Mateo 26: 56; Juan 6: 67). Uno de ellos lo traiciona.

e) Por influencia de la cúpula judía, el pueblo le pide al Procurador romano, que lo condene a muerte.

f) Jesús es condenado por el Procurador romano a la crucifixión (Tan nacionalistas que se planteaban los miembros de la cúpula religioso – política judía y terminan entregando a su compatriota (Hermano, prójimo) a la autoridad extranjera.)

Jesús espera “su hora”, con el corazón angustiado, el discípulo Juan la colocará como “otro bautismo”, pero de sangre, es el “paso” (Pascua), de Jesús al Padre: es la Pascua, de la muerte a la vida eterna en Dios: véase que, ya la Pascua cambia de sentido: en el Antiguo Testamento, es la fiesta de la independencia de Israel, en el cristianismo, es la fiesta de independencia del pecado.

Mateo, Marcos, Lucas y Juan, le dan un inmenso espacio, con riqueza de detalles, a los últimos días de Jesús, sobre todo, de lo que nosotros conocemos como el periodo que va: del Jueves Santo al Viernes Santo. De hecho, en términos de redacción de la historia de Jesús, sabemos que los primeros eventos, en quedar por escrito, fueron los de la Pasión, Muerte y Resurrección.

Entremos en algún detalle sobre este punto:

• Cuando se mira la articulación de los relatos de la Pasión, se mira el siguiente núcleo: prendimiento, proceso (En realidad, procesos: el judío y el romano), crucifixión.

• En un primer momento (Unción en Betania, última cena, agonía en el huerto), Jesús anuncia lo que va a pasar e indica su sentido. Manifiesta su libertad ante el acontecimiento.

• La crucifixión se torna parte de su misión, porque la maldad humana, no cede fácilmente ante el testimonio de la justicia.

• El segundo tiempo iría: desde su arresto, hasta su condena a muerte: los Evangelios plantean que Jesús es inocente, y la condena es injusta.

• El tercer tiempo implica: crucifixión, muerte y entierro: los autores de los Evangelios, subrayan la dignidad de Jesús en su muerte.

• Los relatos son discretos y sobrios.

• Jesús, el hombre justo y lleno de amor, se transforma en un mártir.

• La crucifixión es descrita de manera concisa, no se entra en detalles: una vez más, no se entra en la exactitud, sino, en la veracidad.

• En Mateo y Marcos, Jesús es presentado como: el justo perseguido por excelencia y mártir por su misión.

• Ellos insisten en el grito de abandono de Jesús, que expresa un desamparo moral absoluto. Es la expresión de una angustia mortal, es una oración e interrogante sobre los caminos de Dios. Es la completa oscuridad, en la experiencia de Jesús. La respuesta es el silencio de Dios. para teólogos como Bernard Sesboue, la respuesta la da el centurión romano: “verdaderamente este hombre era Hijo de Dios” (Marcos 15: 39). El centurión, ve el abandono de Jesús en las manos de Dios y la donación del Padre a su Hijo.

• Lucas, subraya que el evento convierte (Transforma, genera un cambio profundo) a los testigos: Pedro llora después de la negación; Simón de Cirene, ayuda a cargar la cruz, símbolo del discípulo; uno de los crucificados con Jesús, se convierte; el centurión confiesa que Jesús era justo; muchos de los testigos vuelven a la ciudad dándose golpes en el pecho: Jesús pide perdón por sus verdugos; al “buen ladrón”, se le promete salvación; Jesús no habla de que Dios lo ha abandonado, más bien, él se entrega a Dios.

• En Juan, la muerte de Jesús, es manifestación de su gloria, la Pasión arranca con el “lavatorio de los pies” y con lo que aquí llamaremos “el discurso de despedida”. En su relato, Jesús está lúcido y lleno de amor; Jesús es arrestado y torturado, pero esa tortura, es vista como “un previo a la entronización”; Pilato lo presenta al pueblo, vestido con un manto púrpura, se le da el título de “rey”, ese título lo acompañará hasta la cruz; entrega su madre al “discípulo amado”; Jesús es “levantado” de la tierra (Recordemos como la Pasión está delineada en los Evangelios. Lo atrae todo hacia sí. Juan 12: 32); del costado de Jesús brotan sangre y agua; la cruz, es el trono de Jesús; se cambia así, el sentido de la cruz, es signo, no de una horrible ejecución, sino, fruto de un amor inagotable.

De lo antes dicho, se observa una estrategia en los Evangelios:

A) Se señala la perfecta inocencia de Jesús y, por lo tanto, lo injusto de la condena. Jesús no es un condenado ordinario.

B) Se utiliza mucho el Antiguo Testamento: el escándalo de la cruz, al que se somete al Mesías, ya había sido anunciado por los profetas, es, por lo tanto, un designio misterioso de Dios. esta línea teológica, muestra que ya en los Evangelios está vertida la reflexión de los hechos ocurridos, años antes.

C) Se coloca de seguido, el relato de la resurrección, para mostrar la misión de Jesús. El resucitado es el crucificado.

Para los primeros cristianos, igual valor tiene: la resurrección y su dolorosa muerte. Recuérdese o sépase, que San Pablo predica a: “Cristo crucificado”; aunque para algunos, sea escándalo o necedad (1 Corintios 1: 23)

X

En el acápite anterior, dijimos: llega lo que nosotros conocemos como “la Semana Santa” (Hemos dicho que, a Jesús habían tratado de matarlo varias veces, pero no lo habían logrado. San Juan, nos lo dice claramente en la segunda parte de su Evangelio: había llegado: “su hora”: esa hora es a la que apunta, la vida de Jesús, por eso, decimos: la muerte de Jesús, es consecuencia de su vida)

Y sintetizamos la Semana Santa, del siguiente modo:

a) Entra triunfante a Jerusalén.

b) Días de amenaza.

c) Instaura la Nueva Pascua (La Pascua cristiana)

d) Pero luego será arrestado (Sus discípulos lo abandonarán. Uno de ellos lo traiciona)

e) Por influencia de la cúpula judía, el pueblo le pide al Procurador romano, que lo condene a muerte.

f) Jesús es condenado por el Procurador romano a la crucifixión (Tan nacionalistas que se planteaban los miembros de la cúpula religioso – política judía y terminan entregando a su compatriota (Hermano, prójimo) a la autoridad extranjera).

Aquí hay que decir algo: los evangelios no son exclusivamente históricos, es decir, ellos reflejan al “Cristo de la fe”, buscan trasmitir la buena noticia de Jesucristo Hijo de Dios, y si bien es cierto de los evangelios se deduce el “Jesús Histórico”, en el caso de la última semana, hay complicaciones cronológicas y hasta de eventos, por ejemplo, la expulsión de los mercaderes del templo, que Juan ubica al comienzo del ministerio de Cristo y los sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas), en el periodo de la pasión.

Pese a estas dificultades, los esfuerzos por tratar de dar forma a la última semana de Jesús en Jerusalén, han encontrado, por lo menos para el autor de estas líneas dos importantes insumos: el libro de los teólogos Marcus J. Borg y Jhon Dominic Crossan, intitulado: La última semana: un relato diario de la última semana de Jesús en Jerusalén (Edición en español de Rayo, 2007) y el esfuerzo de los exegetas que participaron en los insumos para la Biblia de Estudio NVI (Editorial Vida, 2002). De manera semejante, la Biblia de Estudio Teológico (Sociedades Bíblicas Unidas. 2019), presenta una armonía de los eventos de la Semana Santa, que es muy parecida a los documentos ya citados.

Nosotros aquí, abordaremos los siguientes eventos:

1) Entrada y estancia en Jerusalén.

a) Domingo de Ramos.

2) Días de amenaza.

3) La cena pascual.

a) Lavatorio de los pies.
b) Traición.
c) Discurso de despedida.
d) La nueva alianza.
e) La celebración del Jueves Santo.

4) Al encuentro con la muerte.

a) La oración en el huerto de Getsemaní.
b) El testimonio ante los jueces.

5) La Muerte de Jesús.

a) Crucificado.
b) La gloria de cruz.
c) Viernes Santo.
d) Los salmos de la vida.
e) La región de los muertos.

1) Entrada y estancia en Jerusalén.

Mateo, Marcos, Lucas y Juan, presentan muchos detalles, de cómo Jesús, entra en Jerusalén para presentar el Reino de Dios. Montado sobre un pollino. El asno, era la cabalgadura de los antiguos príncipes de Israel, hombres sencillos (Génesis 49: 11; Jueces 5: 9; 1 Reyes 1: 38); en Israel, el caballo llegó a ser un símbolo de reyes soberbios, y guerreros (Isaías 31: 1; 1 Reyes 1: 5)

De ahí la predicción de Zacarías de que el Mesías, vendría sobre un asno y desterraría los caballos de guerra (la soberbia y el orgullo. Zacarías 9: 9 – 10); por esto, debemos centrarnos en el espíritu de los signos: Jesús presenta sencillez y paz. Con estos elementos, Jesús es proclamado “Hijo de David” y una manifestación le arroja: vestidos, ramos de palmera, manojos de flores; los niños le honran hasta dentro del templo.

Parecía que Jerusalén recibía bien al Reino de Dios y a su enviado, pero el verdadero inicio del Reino, será con su muerte…

a) Domingo de Ramos: la liturgia rememora este acontecimiento. La religiosidad popular, aprecia la bendición de los ramos; en la Misa, se habla de la Pasión que está llegando. Este año, se lee la Pasión según San Marcos. Está demás decir que, por la Pandemia, las celebraciones tienen cambios.

2) Días de amenaza.
Entre la entrada triunfal en Jerusalén y el arresto en el Huerto de Getsemaní, interponen los Evangelios, varios discursos de Jesús: polémicas con los fariseos, los escribas y los saduceos, parábolas sobre la reprobación de Israel, la fuerte invectiva contra escribas y fariseos; y finalmente, la predicación sobre la destrucción de Jerusalén, que pondría fin al pueblo judío en la tierra prometida. Aquí se mezcla ese tema, con el del fin del mundo, del que no se dice: “ni el día ni la hora” (Mateo 24: 36)

Así, Jesús actúa en la misma línea, de los profetas que antes de él, estuvieron en la ciudad y que fueron asesinados, pero Jesús, no solo denuncia sino, que se lamenta por Jerusalén (Lucas 19: 42)

Desde una perspectiva histórico – liberadora, esa estancia de Jesús en Jerusalén, es el encuentro último con el sistema de dominación. Desde la óptica de fe – salvación, es el enfrentamiento máximo con el mal. En sus discursos, él llama a sus seguidores, a ser vigilantes, a que estén apercibidos. Estos días, son decisivos…

Jesús conforme a sus tácticas no – violentas, solo tiene como arma: sus palabras, sus obras, que son conformes a la voluntad de Dios – Padre. El sistema de dominación, responde con violencia.
No en balde, en la liturgia, de lunes a miércoles de la Semana Santa, se leen pasajes muy violentos y personales de los profetas, por ejemplo, los ya citados y analizados, “Cantos del Siervo Sufriente”.

El Evangelio del lunes, cuenta como María la hermana de Lázaro, unge a Jesús con perfume de nardo, Jesús dice que está ungiendo su cuerpo para la sepultura. El martes, se lee el anuncio de la traición de Judas y el miércoles, el acuerdo de esa traición.

3) La cena pascual.
Esta es el preludio misterioso de su pasión. Ya hemos hablado del peso de las comidas, en la vida y obra de Jesús. También ya dijimos, que el tema del banquete, es un símbolo del Reino de Dios (Lucas 14: 15); también hablamos de cómo Jesús refiere a esta lógica (Mateo 22: 2)

La cena pascual es una transformación: una cosa es la pascua judía, otra cosa es la pascua cristiana. Pero tienen algo en común: es memorial: es decir, la pascua judía, es actualización, de la liberación del pueblo de Israel de Egipto. La pascua cristiana, es memorial, es actualización, de la nueva alianza.

Esa pascua (Y esto es fundamental en la teología católica): es un espacio para dar gracias. Es decir, es Eucaristía…

En la Pascua judía, el padre debe explicar a los hijos el significado profundo de esa comida:

• Hierbas amargas: recordaban la opresión de la esclavitud.
• Panes ázimos: la prisa con la que los hebreos, tenían que salir de Egipto.
• Cordero: símbolo de la liberación: su sangre rociada sobre las puertas, les protegía del azote que golpeaba a Egipto, prometiéndoles emprender el viaje, a la tierra prometida.

De igual manera, Jesús explica el sentido de la nueva pascua (Esa capacidad explicativa, también la tenían los profetas):

• Aceptación voluntaria de la muerte, por la vida de los hermanos.
• Derramamiento de la sangre, como nuevo éxodo: paso de la esclavitud del pecado a la libertad de la salvación.
• Jesús es el nuevo cordero pascual, inmolado por todos. Es como el pan: el cuerpo partido por los demás.
• Jesús con su sangre, sella la nueva alianza (Apocalipsis 5: 9). Esa, no está escrita en tablas de piedra, como la ley de Moisés. La ley de Cristo, la ley del amor, está escrita en el corazón. Y, esa sangre, es derramada por muchos, con lo que volvemos a la teología del “Siervo Sufriente” (Isaías 53: 11 – 12)

Lo hemos dicho desde el principio, Jesús cumple las profecías, el rito nuevo realizado por Jesús, no es el rito antiguo del judaísmo, es la ofrenda de un sacrificio voluntariamente ofrecido y pagado en su persona hasta morir.

Pero aquí entra un punto clave: el que ofrece el sacrificio es Dios mismo, quien no quiere la muerte de Jesús, y Jesús paga: ¿Pero qué paga si es Dios mismo el que lo entrega?: paga recibiendo la maldad de la humanidad y el sistema de dominación. Es decir, el responsable de la muerte de Jesús, desde la perspectiva de la fe, no es “el deseo vengativo de Dios”, sino, la ruptura de la humanidad con el mismo Dios.

El cuerpo ofrecido y la sangre derramada, son expresión clara de un amor infinito…

Recordemos las palabras de Jesús: “tomando pan, pronunció la acción de gracias, lo partió y se lo dio diciendo: Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros; haced esto en memoria mía. Después de cenar, hizo lo mismo con la copa diciendo: Esta copa es la Nueva Alianza sellada con mi sangre, que se derrama por vosotros” (Lucas 22: 19 – 20)

En la cultura bíblica, pan y vino, son símbolos del sustento del ser humano. Pero Jesús los transforma por su palabra, en su cuerpo y su sangre. Es él que se ofrece por la salvación, es Jesús, comida y bebida: “pan de vida” y “bebida de salvación” (Liturgia de la Misa)

Esto es interesante: desde la perspectiva de la teología histórico – crítica, en el Evangelio según San Lucas, la última cena, es planteada como una cena de despedida del maestro a sus discípulos: desde la teología católica, enfocada en la salvación: esta cena, no es de despedida. La pasión, nos va a llevar a la realidad del “cuerpo entregado” y la “sangre derramada”. Ese cuerpo y esa sangre, de donde surge el fruto de la vida.

En el caso de la teología católica, ese es el inicio de la Iglesia, congregada en la Eucaristía (Del griego: “dar gracias”); es la Iglesia, que hace memoria (recuerdo) y hace memorial (Actualiza), el gesto de ofrenda de Jesús. Súmese que la última cena, se hace con los 12 apóstoles, que son el nuevo Israel.

Y de nuevo: la última cena, es, anticipación del banquete del reino (Mateo 26: 29) …
En la continuidad por medio de la Iglesia, la Eucaristía, es signo y realidad presente (Memorial)…

a) Lavatorio de los pies.

Antes de entrar en el tema del encuentro de la muerte, veamos las diferencias propias en este tópico, conformes del Evangelio de Juan:

• Este texto, no narra la institución de la Eucaristía, las tesis centrales de ese sacramento, las dará el autor en el capítulo 6, en lugar de ello, presenta otra acción simbólica: el lavatorio de los pies (Juan 13: 1- 5)

• Jesús muestra humildad absoluta con esa acción: Jesús (Dios mismo), se muestra como siervo.

• Entre las tesis más recientemente planteadas sobre este tema, se encuentra la siguiente: el lavatorio de los pies, es un gesto de hospitalidad, Jesús a través de su muerte, conducirá a sus discípulos al lugar donde él está (Juan 12: 26; 14: 3)

b) Traición.

• Las motivaciones de la traición de Judas, han sido objeto de un amplio debate, tanto desde la óptica de fe – salvación, como desde la óptica histórico crítica – liberación, nosotros no entraremos en detalles, nos limitaremos a decir que: hay una mezcla de incredulidad y avaricia.

• El sentido o sentimiento de este pasaje, se observa en el salmo 41:

• Si la traición la hubiera llevado a cabo un enemigo, se hubiera soportado.
• Pero fue el compañero, el familiar, el amigo.
• “Hasta el amigo de mi confianza, el que mi pan comía, contra mí el calcañar ha levantado”.

c) Discurso de despedida.

• Conforme al Evangelio de Juan, ante la “hora de las tinieblas”, Jesús muestra su gloria.
• En esa gloria, Jesús se despide momentáneamente de sus discípulos, esa despedida, refleja la fuerza del Espíritu, que luego, alimentará la Eucaristía cristiana.
• El tema central del discurso es el amor:

• Amor entre Jesús y el Padre.
• Amor entre Jesús y nosotros.
• Amor entre nosotros y el Padre.
• Amor entre nosotros mismos.

• El discurso se cierra con lo que se conoce como: “la oración sacerdotal de Jesús”.

d) La nueva alianza.

Repetimos aquí cosas que ya hemos dicho:

• La cena pascual es una transformación: una cosa es la pascua judía, otra cosa es la pascua cristiana. Pero tienen algo en común: es memorial: es decir, la pascua judía, es actualización, de la liberación del pueblo de Israel, de Egipto. La pascua cristiana, es memorial, es actualización, de la nueva alianza.

• Esa pascua (Y esto es fundamental en la teología católica): es un espacio para dar gracias. Es decir, es Eucaristía…

• De igual manera, Jesús explica el sentido de la nueva pascua (Esa capacidad explicativa, también la tenían los profetas):

• Aceptación voluntaria de la muerte, por la vida de los hermanos.
• Derramamiento de la sangre, como nuevo éxodo: paso de la esclavitud del pecado a la libertad de la salvación.
• Jesús es el nuevo cordero pascual, inmolado por todos. Es como el pan: el cuerpo partido por los demás.
• Jesús con su sangre, sella la nueva alianza (Apocalipsis 5: 9). Esa, no está escrita en tablas de piedra, como la ley de Moisés. La ley de Cristo, la ley del amor, está escrita en el corazón. Y, esa sangre, es derramada por muchos, con lo que volvemos a la teología del “Siervo Sufriente” (Isaías 53: 11 – 12)

• El cuerpo ofrecido y la sangre derramada, son expresión clara de un amor infinito…

• En la cultura bíblica, pan y vino, son símbolos del sustento del ser humano. Pero Jesús los transforma por su palabra, en su cuerpo y su sangre. Es él que se ofrece por la salvación, es Jesús, comida y bebida: “pan de vida” y “bebida de salvación” (Liturgia de la Misa)

• La pasión, nos va a llevar a la realidad del “cuerpo entregado” y la “sangre derramada”. Ese cuerpo y esa sangre, de donde surge el fruto de la vida.

e) La celebración del Jueves Santo.

• En la mañana se lleva a cabo, la conocida “Misa Crismal”. Se recogen los llamados: “Santos Óleos”.

• Hay 3 tipos de óleos:

• El crisma: el de mayor dignidad litúrgica. Representa la unción del Espíritu Santo. El perfume representa al Espíritu. Lo llena todo. Con él se unge al pueblo de Dios, “Sacerdocio real” (1 Pedro 2: 9); se usa para la unción del bautismo, en la confirmación, en la consagración de los Obispos y en la de objetos de las iglesias.

• Los óleos de los enfermos: se emplean en la unción de los que están aquejados. El símbolo, es el aceite como medio curativo.

• El óleo de los catecúmenos: cuyo simbolismo, es para que el que lo recibe, sea receptor de agilidad y fuerza, se usa en el sacramento del bautismo, en la unción de las manos de los nuevos presbíteros, y en la consagración del agua bautismal, entre otros usos.

• En la tarde, se lleva a cabo la misa de “in coena Domini” (“La Cena del Señor”): cuya primera lectura es, el relato más antiguo que se tiene de la “última cena” (1 Corintios 11: 20 – 32); y el Evangelio, es el relato del “lavatorio de los pies” (Juan 13: 1 – 15); luego se pasa al “mandatum”, que es la ceremonia del lavado de los pies.

4) Al encuentro con la muerte.

a) La oración en el Huerto de Getsemaní.

Una vez terminada la cena, Jesús va al Monte de los Olivos, del pan y el vino, se pasa al tránsito del cordero inmolado. Tiene angustia y la soledad le oprime (Esto nos parece esencial: esa angustia y esa soledad, le identifica con la humanidad plenamente: Jesús es hombre verdadero. Marcos 14: 33; Lucas 22: 44)

En medio del sueño, hasta los discípulos lo dejan solo (Desde la perspectiva histórica, en la cena pascual se bebían hasta tres copas de vino, por lo que el sopor de la bebida fermentada influía) (Marcos 14: 37 – 38)

Frente a la angustia, la soledad, la prueba por la que pasa Jesús: ¿Cómo le responde la humanidad?: con sueño. Los discípulos, desde esta lectura de fe, están dominados por la carne, mientras Jesús, vive su lucha entre la carne y el Espíritu.

Desde la fe: Jesús sabe que va a morir, por eso anuncia hasta por 3 veces, la pasión, la muerte y la resurrección. Desde la perspectiva histórico – crítica y la Teología Latinoamericana de la Liberación, hay otra explicación, pero en este momento no entraremos en ella. Pero desde la fe, se encuentra un punto común con ellas, algo que ya hemos dicho: Jesús muere como consecuencia de su vida. Los profetas sufren una muerte violenta; Jesús es un profeta; su muerte ha de ser violenta.

Ya hemos hablado de la purificación / sustitución del Templo, como base de la acusación que llevará a Jesús a la cruz, pero también podemos hablar de otra: en un momento determinado, los religiosos de Israel, acusarán a Jesús, de exorcizar por el poder del rey de los demonios Belcebú (Mateo 12: 24), es decir, estaban acusando a Jesús, de practicar magia, lo cual merecía el castigo de lapidación.

Lo cierto es que hay una cosa clara: la palabra y obra de Jesús, se enfrentaba a lo que, en este trabajo, hemos llamado sistema de dominación / tinieblas, ese enfrentamiento, lo lleva a la cruz. Pero ese enfrentamiento, no excluye una explicación “salvadora” de la muerte de Jesús (Esto lo mencionaremos más adelante): Jesús muere para expiar nuestros pecados.

Jesús no puede esperar otra cosa que la muerte martirial (Como testigo de Dios y su voluntad), conteste a los Evangelios, Jesús es consciente de ello: él acusa a Jerusalén de matar a los profetas, y a hasta de que matarán al “hijo” (Recuérdese la parábola de: “los viñadores malvados”. Mateo 21: 33 – 41)

Pero de nuevo: aquí hay un punto central: lo antes dicho, no significa que Jesús quiera morir. En su momento (El Getsemaní), hay angustia, soledad… Jesús es humano, por tanto, ser social, busca apoyo en sus amigos y no lo encuentra. Eso sí, Jesús, como todos los actores de la Pasión, actúan con plena libertad.

b) El testimonio ante los jueces.

Ya hemos tocado algo del tema, pero vale la pena repetir: desde la perspectiva de los Evangelios, los responsables de la muerte de Jesús, comienzan con la cúpula religiosa de Israel, tratando de “atenuar” la participación de la cúpula romana (Pilato)

Esto tuvo sus consecuencias en la historia de la Iglesia: durante mucho tiempo, se subrayó la responsabilidad judía en la muerte de Jesús. Con ello, se dieron interpretaciones francamente abusivas: antes del Concilio Vaticano II, al pueblo judío, se le llamaba “deicida” (Asesino de Dios), los deicidas, no eran solo los judíos del tiempo de Jesús, eran los judíos de todos los tiempos. Esto dio pie, incluso a persecuciones. Véase el colmo: la cruz que es signo de reconciliación, entre el cielo y la tierra, se convirtió en signo de condena. Como lo hemos dicho en otros momentos de este trabajo, sobre este tema hay mucho que decir, pero debemos continuar…

Repetimos: los teólogos Nekane Adrien y Xabier Etxeberria, nos explican que la minimización de la rebeldía de Jesús ante el Imperio, tiene un objetivo socio – político: que el imperio no viese a los cristianos como enemigos y les permitiese la evangelización.

De hecho, actualmente, muchos historiadores, han pasado a otro extremo: se minimiza el accionar de los judíos y subraya el rol de los romanos: se dan varios argumentos al respecto:

• Los judíos no tenían derecho a condenar a muerte, esto correspondía a los romanos.
• Es el proceso romano el que define la muerte de Jesús.
• El modo de ejecución por crucifixión era romano, los judíos condenaban a la lapidación.
• El ejército romano, era el encargado de crucificar.

El culmen de la condena en el “proceso judío” (juicio) a Jesús, es que éste se declara hijo de Dios, desde su óptica es: falso profeta y blasfemo (Mateo 26: 65) … esto encubre la realidad: a Jesús se le condena por enfrentar la cúpula religiosa judía.

El culmen de la condena en el “proceso romano” (juicio) a Jesús, es que éste se declara Mesías, lo que tiene implicaciones políticas, que son de peso para el imperio. Jesús es acusado de agitador político. Prácticamente, haciendo la equivalencia a un “Zelote”.

Así las cosas, ya lo hemos dicho a lo largo de este trabajo y lo reiteramos: a Jesús le da muerte el sistema de dominación / tinieblas, en todos sus componentes, tanto judíos, como romanos. Esta tesis, llegó a generar un cambio en la visión católica, sobre los judíos.

Ahora bien, desde la perspectiva de la fe, la cuestión va más allá de la historia: los representantes del sistema de dominación, son representantes de un pecado universal: el de toda la humanidad, el de todos los pueblos, el de todas las épocas.

Una vez más: en el Nuevo Testamento, nos encontramos la explicación redentora: Jesús muere por nuestros pecados (1 Corintios 15: 3) … de hecho, C.S. Lewis, dirá que la muerte y resurrección de Cristo, es el centro de ese segmento de la Biblia. Es el “kerygma”, es el anuncio central del cristianismo.

5) La Muerte de Jesús.

a) Crucificado.
Volvamos a la historia: su crucifixión y su muerte, es atestiguada por documentos históricos externos a los Evangelios (Tácito y Flavio Josefo) …

Jesús es azotado casi hasta morir (Si los flageladores mataban al condenado, a los que crucificaban, era a ellos); una vez castigado y coronado de espinas, Pilato presenta a Jesús, a la multitud y dice: “He aquí al hombre”.

Estas palabras, son fundamentales: Jesús es el hombre. Desde la fe, podemos decir que Jesús es el que concreta la humanidad nueva, a través del camino de la cruz, lleva el travesaño de la cruz a un lugar público.

Los descubrimientos arqueológicos del periodo de 1960 a 1980, vienen a confirmar los datos de la crucifixión. El sitio donde Jesús fue ajusticiado, es donde hoy está la Basílica del Santo Sepulcro, este sitio, originalmente era una colina que se había hecho en el tiempo de los reyes de Judá, era una cantera. De lado se había dejado un gran bloque, donde luego se excavarán tumbas. Pero Jesús, será enterrado a unos 50 metros del monte calvario.

Hemos dicho que: a través del camino de la cruz, lleva el travesaño de la cruz a un lugar público, donde es crucificado. Cargando ese travesaño, Jesús restituye la dignidad y la imagen perdida del ser humano.

Es el nuevo Adán, que se entrega sin reservas, y una vez más la Teología del “Siervo Sufriente”: desfigurado por la maldad del pecado, y por el egoísmo de la humanidad, pero confiando en la fuerza del amor de Dios.

Pero este Siervo – Jesús: está en este momento abandonado, torturado y a merced de sus enemigos. Las cúpulas del sistema de dominación, que históricamente tenían claras diferencias, contra Jesús, están unidos (Mateo 27: 40 – 42. Lucas 23: 37); en suma, todos se unen contra el inocente.

Para teólogos como Luis González Carvajal, la prueba más dura que pasó Jesús en la cruz, fue el abandono de Dios: en el Antiguo Testamento, existía una convicción muy arraigada: “No temas, cuando se es fiel, Dios acude a salvarte, y no te oculta el rostro”.

Todo el libro de Daniel, muestra esta idea:

• Ananías, Misael y Azarías, se niegan a comer alimentos impuros y no sufren desnutrición (1: 3 – 15)
• Ellos tampoco son tocados, por el fuego del horno al que son arrojados, por no postrarse ante la estatua mandada a hacer por el rey Nabucodonosor (3: 46 – 50)
• Daniel sale vivo del foso de los leones, él termina allí, por no rezarle al rey Darío (6: 1 – 25)
• Susana es liberada de las falsas acusaciones contra su honra (Capítulo 13)

Bajo este principio, es que los acusadores de Jesús le gritan que se salve a sí mismo, si es Hijo de Dios o que se salvase, si había puesto su confianza en Dios (Mateo 27: 40 y 43) …

Pero Dios guardaba silencio…
Para poder respirar, el condenado debía empujar contra los clavos que les atravesaban los pies, al caer sobre su propio peso, se le desgarran los músculos de los brazos…

En la cruz, Jesús dice unas palabras (Lo que los católicos conocemos como las siete palabras): esas expresiones, presentan: amor, esperanza y perdón desde la cruz. En ellas, también se refleja la experiencia que Jesús vive del abandono de Dios (Mateo 27: 46), pero también su plena confianza (Lucas 23: 46); con la resurrección, es claro que Dios no abandona a Jesús, siempre ha estado a su lado, veremos que lo libra del poder de la muerte. Lo constituye en Señor que vive para siempre.

Ahora, en las palabras y en muchos de los hechos acaecidos en la cruz, se cumplen los salmos 22 y 69. El primero, en las frases de Jesús, en las que pregunta, por qué su Dios lo ha abandonado (Esto es importante: en el judaísmo del siglo I, cuando se cita la parte de un salmo, se cita el salmo entero y esto es importante porque, en ese salmo, la idea es que Dios está cerca, pese a que sea difícil experimentar su presencia: véanse los versículos de 25 al 30) , en la rifa de la túnica (Lo que de todos modos, era una costumbre, el repartir la ropa de los ajusticiados) al decir Jesús, que tiene sed, Y el segundo (El Salmo 69), cuando le dan a beber vinagre.

Ahora bien: ¿Qué fenómeno literario vemos aquí?: que los hechos históricos, son alimentados, por los escritos del Antiguo Testamento, lo cual excluye la falsa idea, de que los relatos de la Pasión, han sido inventados a partir del Antiguo Testamento.

Pero lo más importante, es que se cumple el fondo de estos salmos: el abismo de la miseria humana, mas también la salvación divina, como los mismos salmos lo describen…

En nuestro pudor, nuestras iglesias católicas, presentan a Jesús crucificado, con una especie de mantilla, que cubre sus partes nobles. Pero históricamente eso no es así: los crucificados eran (Lo repetimos) subversivos y para humillarlos, se les ajusticiaba desnudos.

Desde la fe: Jesús no solo soporta la tortura física de la crucifixión: él está cargando los pecados del mundo (recordemos dentro de lo que cabe, la Teología del “Siervo Sufriente”. El mismo Jesús, dice que entrega su vida. Juan 10: 17 – 18); al cabo de horas, estaría muerto.

b) La gloria de la cruz.

• Mateo plantea el asunto con un lenguaje apocalíptico:

1) La tierra tiembla.
2) Se parten las rocas.
3) Muertos resucitan.

• en el momento de la muerte de Jesús, el Templo se profana a sí mismo: ¿Cómo?: cuando el velo del Templo, se parte de arriba abajo. Véase que se parte de arriba hacia abajo: Dios abre el que el ser humano, pueda entrar a su presencia.

• La cruz se muestra como símbolo de la renovación del mundo.

• Jesús, es cordero pascual, al que no se le quiebra un solo hueso.

• La sangre y el agua que brotan del costado de Jesús, muestran que: de él salen corrientes de agua viva (Juan 7: 38) y su sangre, es verdadero sacramento (Juan 6: 55): símbolos de los sacramentos de Bautismo y Eucaristía

• Su último regalo: el espíritu: en Juan, Cristo reclina la cabeza “y entrega el espíritu” (Juan 19: 30)

Un hombre rico (José de Arimatea), presta un sepulcro, Jesús es colocado rápidamente allí. La cúpula judía, pide al procurador romano, una guardia en la tumba, pues saben, que Jesús había anunciado su resurrección, por lo que pensaron que su cuerpo podía ser robado.

En este punto, vale la pena abrir otro punto, cuando menos breve, para hablar del mensaje de la cruz:

• Como ya lo hemos dicho, desde la perspectiva histórica, la muerte de cruz, es ignominiosa. Esto genera resistencias a la predicación cristiana, Pablo toma conciencia de ello, en el puerto griego de Corinto y, hace de ella el centro de su predicación. La cruz, es fruto de la sabiduría de Dios. En la cruz, Dios se muestra sabio y débil, pero esa debilidad es más fuerte que las fortalezas de los seres humanos. Con esta óptica, la cruz es gloria (Cosa que también ya hemos visto en Juan)

• No hay resurrección sin cruz: de nuevo, el resucitado es el crucificado. La humanidad mata a Jesús, pero Dios lo resucita (Línea de los Hechos de los Apóstoles), este que para los hombres es maldito, en tanto crucificado, Dios lo ha resucitado.

• La cruz es victoria liberadora sobre las fuerzas del mal: en ella, se manifiesta el perdón de Dios.

• La grandeza de Jesús es su martirio: Jesús pone su vida, al servicio de su testimonio, ese testimonio muestra al Padre, lleno de amor incondicional. Ese amor se encarna en Cristo, que da la vida por la humanidad. Este mensaje lleva a la conversión (Así lo muestra Hechos 2: 37) y esto es esencial: Jesús viene a mostrarnos el Reino de Dios, que es la misericordia de Dios: comparte con los pecadores, toca y se deja tocar por los impuros, lo único que Jesús busca es conversión (Marcos 1: 15); viene a pedirnos conversión.

• Jesús murió por nosotros, por nuestros pecados: Dios Padre, no desea la muerte de Jesús, su deseo es rescatarlo de la muerte, por medio de la resurrección. Los que matan a Jesús, son los seres humanos que no se convierten.

c) Viernes Santo.
Litúrgicamente, este día no se hace Eucaristía. Se hace una celebración: la celebración de la Santa Cruz. Esta celebración tiene 3 partes, lo que la hace semejante a una Misa:

1) Liturgia de la palabra.
2) Oración.
3) Comunión.

En el intermedio se hace la “adoración de la Santa Cruz” …

En la liturgia de la Palabra, se lee el “Cuarto Canto del Siervo Sufriente” (Isaías 52: 13 – 53: 12), que anuncia el Viernes Santo: el “Siervo” – Jesús, ha sido traspasado por nuestros delitos. El salmo responsorial, es el 30: 2 y 6. 12 – 13. 15 – 16. 17 y 25.; La segunda lectura, es del texto a los Hebreos (4: 14 – 16 y 5: 7 – 9), en el que se dice que Jesús experimenta toda la angustia de la muerte; luego viene la aclamación, que es el himno cristológico de Filipenses 2: 4 – 9. Este es el marco, en el que se lee la Pasión según San Juan (18: 1 – 19: 42): Cristo crucificado, es rey.

Luego, por lo general, se hace una breve homilía, para pasar a la oración que se conoce litúrgicamente, como la oración universal, en ella se pide por:

1) La Iglesia.
2) El Papa.
3) Por el pueblo de Dios y sus ministros.
4) Por los catecúmenos.
5) Por la unidad de los cristianos.
6) Por los judíos.
7) Por los que no creen en Cristo.
8) Por los que no creen en Dios.
9) Por los gobernantes.
10) Por los que se encuentran en alguna tribulación.

Una vez hecho esto, se pasa a la “Adoración de la Santa Cruz” y se cantan los denominados “improperios” y el himno: el tópico de los improperios, merece cierta explicación: ellos son, los reproches que, en la liturgia del Viernes Santo, se hace pronunciar al Salvador en contra de Israel, quienes, en recompensa por todos los favores recibidos, le infringieron las ignominias de la Pasión y una muerte cruel. Bíblicamente, están basados en Miqueas, Jeremías e Isaías, así como de otras partes de la Escritura. La aparición de los improperios en la liturgia, parece remontarse a los siglos, IX y X.

Una vez cantados los improperios y el himno, se pasa a la comunión, ella se hace en silencio mostrando clara sobriedad, se propone leer o cantar lentamente el Salmo 21, y se termina con la oración sobre el pueblo.

Otro modo de ahondar en el misterio de este día, es la práctica del Vía Crucis. Esta como devoción privada, es un modo de orar muy humano y muy evangélico, se acerca el orante a la Pasión del Señor. Eso sí, el Vía Crucis, no sustituye a la celebración litúrgica.

En las comunidades de fe protestantes, se dedica a conmemorar la muerte de Jesús, muchas celebran lo que conocen como la Cena del Señor. Independientemente de la comunidad de fe a la que pertenezcamos, el Viernes Santo, se debe pasar en el mayor recogimiento y gratitud posibles.

d) Los salmos de la vida.
Hemos visto que, en los salmos, se encuentra visión de futuro de lo que sería la Pasión, pero, también hay visión de la liberación de la muerte y la gloria de Jesús. También hemos visto que, el mismo Jesús, recitó salmos en la cruz (El 22); pero también hay muchos otros salmos que refieren a este tema: 16, 69, 118.

Estos salmos, van más allá de la liberación de la enfermedad y la muerte temporal, sino, que vislumbran una plenitud de vida, esto, en el Antiguo Testamento es una intuición, hasta que por influencia del pensamiento griego en Israel (Época de los Macabeos), se llega a la convicción de la resurrección.

Claro está: tanto la plenitud del Reino de Dios, como la de la resurrección, vendrá con Jesucristo. Así cumple Jesús, los salmos sobre la vida…

e) La región de los muertos.

Llega el Sábado Santo…

Jesús pasa la puerta oscura de la muerte…

Esto es lo que queda significado en el Credo al decir: “…descendió a los infiernos…”

Conforme a la matriz cultural de la Biblia, que tiene elementos judíos y griegos, ese “infierno”, es el mundo subterráneo, el reino de los muertos, no es, como puede verse “el lugar de los malos” tal y como se nos enseñaba antes de la aclaración hecha por San Juan Pablo II.

En suma, que este “descender a los infiernos”, ya no corresponde a nuestras categorías culturales. Pero la verdad de fe que expresa sigue en pie: Jesús muere efectivamente. Pero en el fondo de esa muerte, está la vida eterna. Aun en la muerte, el Señor está con nosotros.

Asimismo, Jesús se une con los muertos. La Iglesia piensa en los difuntos, en ellos, en los que Dios se preocupa, Jesús comunica la redención: “…fue a predicar a los espíritus encarcelados, a los que en otro tiempo rehusaron creer, cuando la paciencia de Dios daba largas, mientras en los días de Noé se preparaba el arca…” (1 Pedro 3: 19 – 20)

El juicio y la redención, son para toda la humanidad. Los muertos reciben la salvación eterna…

Ya lo decía una antigua homilía para el Sábado Santo: “Un gran silencio reina hoy en la tierra, un gran silencio y una gran soledad. Un gran silencio porque el rey duerme. La tierra ha temblado y se ha calmado porque Dios se ha dormido en la carne y ha ido a despertar a los que dormían desde los siglos… va a buscar a Adán, nuestro primer padre, la oveja perdida. Quiere ir a visitar a todos los que se encuentran en las tinieblas y a la sombra de la muerte. Va para liberar de sus dolores a Adán encadenado y a Eva, cautiva con él, Él que es al mismo tiempo su Dios y su hijo… ‘Yo soy tu Dios y por tu causa he sido hecho tu hijo. Levántate tú que dormías, porque no te he creado para que no permanezcas aquí encadenado al infierno. Levántate de entre los muertos, yo soy la vida de los muertos’”.

XI

El domingo en la mañana, un grupo de mujeres, que lo siguieron en vida, incluyendo a su madre, fueron a la tumba para terminar de embalsamar el cuerpo. Pero… ¡Jesús no estaba allí!; los guardias, no sabían cómo explicarlo. Jesús, había escapado de las garras de la muerte. Luego se dieron una serie de apariciones y encuentros con el resucitado.

Luego de esto, Jesús será ascendido al cielo…

Conforme a los Evangelios (Escritos de fe), Jesús habla de manera sorprendente sobre sí mismo:

1) El que me conoce a mí, conoce al Padre.
2) Él perdonaba pecados.
3) Decía que existía antes de Abrahán (Evangelio según San Juan)
4) Trataba a Dios Padre, con intimidad: “Abba”.
5) Decía ser: camino, verdad y vida.
6) Decía que el Padre y él, son uno.

Aquí cabe un punto más: cuando Dios se le presenta a Moisés en el desierto, el hombre, pide que le dé el nombre: “¿Quién diré que me envía a ellos?” dice Moisés, y Dios le dice algo así como: “Diles Yo Soy, me ha enviado a ustedes…”

Sobre este tema hay de nuevo, “mucha tela que cortar…”, pero debemos seguir adelante:

Jesús utiliza las mismas palabras: “Yo Soy”, esto se observa sobre todo en el Evangelio según San Juan, citemos algunos ejemplos:

1) “Yo Soy el Mesías”: Juan 4: 25 – 26.
2) “Yo Soy el pan de vida”: Juan 6: 35, 41, 48, 51.
3) “Yo Soy la luz del mundo”: Juan 8: 12 y 9: 5.
4) “Yo Soy la puerta”: Juan 10: 7 y 9.
5) “Yo Soy el buen pastor”: Juan 10: 11 y 14 y 15. Éste da la vida por las ovejas.
6) “Yo Soy la resurrección y la vida”: Juan 11: 25.
7) “Yo Soy el camino, la verdad y la vida”: Juan 14: 6.
8) “Yo Soy la vid verdadera”: Juan 15: 1 y 5.

Entonces, desde la fe:

a) Conocer a Jesús, es conocer a Dios.
b) Ver a Jesús, es ver a Dios.
c) Creer en él, es creer en Dios.
d) Recibirlo es recibir a Dios.
e) Odiarlo, es odiar a Dios.
f) Honrarlo es honrar a Dios.

Ahora bien, desde la perspectiva del carácter: encontramos a un líder honrado e íntegro (Y ya hemos visto que, ese liderazgo y esa integridad, es la base del Movimiento de Jesús) es: altruista, valeroso, compasivo, decidido, capaz de sacrificarse a sí mismo, tolerante, paciente, bondadoso.

Véase que, en los Evangelios, hay puntos elementales: en Lucas, el terrorista que está crucificado con él, dice que es inocente, en Marcos el centurión romano, admitió que ciertamente era el Hijo de Dios. Frente al rechazo de los judíos, este reconocimiento es irónico.

En este punto hay mucho que decir… pero debemos continuar…
En este trabajo, hemos hablado de Jesús, desde la fe y desde la historia.

1) La Pasión, muerte y resurrección de Jesús, queda delineada en los Evangelios:

• “la salida” (Lucas 9: 31)
• “elevación” (Lucas 9: 51)
• “Consumación” (Lucas 12: 32)
• “Glorificación” (Juan 13: 31)
• La “Hora” (Juan 12: 23)
• La “privación de la presencia del novio” (Marcos 2: 19 – 20)
• “como está escrito” (Marcos 14: 21)
• El pastor herido con las ovejas dispersas (Marcos 14: 27 – 28)
• El bautismo y el cáliz (Lucas 12: 50. Marcos 10: 38)

2) De igual manera, hay alusiones a la Pasión de Jesús en el Antiguo Testamento, con descripciones de hombres que sufren y son salvados por Dios (Salmos: 17, 22, 69); y como lo vimos en este trabajo: los cantos del “Siervo Sufriente”.

3) Jesús, el Reino de Dios, no significa desentenderse de lo que sucede en el aquí y en el ahora. Ya lo veremos, la plenitud del Reino, llegará con la Parusía (Segunda venida de Cristo), pero eso no significa que el Reino, no deba construirse en las actuales coordenadas temporales. Se genera la tensión positiva entre la plenitud del Reino y su construcción en la historia.

4) Jesús resulta un hombre transparente, es un hombre desegocentrado (Vacío de ego, vacío de sí mismo), un hombre en el que el amor lo es todo, así, en él no hay tensión entre sus deseos y sus actos.

5) Desde la fe: Jesús es mayor que el Templo, es Dios:

• Emisor de doctrina.
• Sanador de enfermedades.
• Perdonador de pecados.

6) ¿Y cómo concreta Jesús el Reino?: en su encarnación en los pobres (Esta tesis nos resulta clave), en las comidas, en las parábolas y en las curaciones y los exorcismos…: hemos hablado de las 3 concreciones, desde la fe y desde la historia. Jesús come con los marginados, con los pecadores (Lucas 14: 1 – 24); habla del Reino en parábolas y, de las curaciones y los exorcismos, hemos delineado algunas cosas, pero hay que dejar claro que, desde el “Jesús histórico”, hablar de curaciones y exorcismos, es complicado.

7) Para responder si Jesús, era un guerrero, hemos hablado de dos tesis: una blanda (Muy basada en la fe) y otra dura (Que parece insertarse más en la dinámica histórica)

8) En esa misma línea, analizamos y comentamos desde la fe, la Teología del “Siervo Sufriente”, para determinar la Teología que hay detrás del tipo de Mesianismo, del que Jesús se va convenciendo que debe concretar (En términos de honestidad intelectual, este tema también se puede abordar con alto énfasis histórico)

9) Desde la Teología de la Liberación y de la Teología histórico – crítica, reafirmamos el tema de la manera “en que Jesús guerreó”, contra el sistema de dominación y como: “del Cristo de la fe, se deduce el Jesús histórico”.

10) Desde la fe y desde la historia, respondimos a la pregunta: ¿hay algo que extraer de la enseñanza y obra de Jesús, a una sociedad violenta fruto del sistema de dominación / tinieblas?

11) Desde la fe, con elementos históricos, abordamos el concepto de Jesús, del Reino de Dios.

12) Comenzamos a hablar de la muerte de Jesús, desde la perspectiva histórica (Cosa que retomaremos más adelante), pero decidimos dar el giro hacia la fe.
Hemos hecho este amplio repaso porque para continuar por el camino de la fe, debemos tener claro lo siguiente: Pablo dice que la muerte de Jesús es un escándalo y para encontrar razón de él, han aparecido una serie de explicaciones que pueden resumirse en tres básicas (así las resumen los teólogos Adrien y Etxebarria):

• La teológica: Jesús muere de acuerdo a los planes de Dios.
• La escatológica: la muerte de Jesús inaugura la época de la salvación.
• La soteriológica o redentora: la muerte de Jesús como expiación de nuestros pecados.

Con esto claro: desde una perspectiva eminentemente teológica, Jesús muere de acuerdo a los planes de Dios, para que podamos recomponer nuestra relación con él, lo que conecta con la explicación soteriológica: Jesús, muere para expiar nuestros pecados.
Esto debe quedar claro: los planes de Dios, es entregar a su Hijo, para que la humanidad se convierta, pero eso no se da, Jesús muere por nuestros pecados (Ellos causan la muerte de Jesús), pero no se trata de que Jesús expía primero los pecados y Dios perdona después. Dios entrega al Hijo, porque nos ama primero, toma la iniciativa. Somos nosotros, los que rechazamos el amor, el perdón, la expiación.

En este marco, la Biblia, usa varias imágenes para explicar estas tesis: Jesús muere para:
• Liberar un esclavo: se paga un precio para costear la libertad de un esclavo (Nosotros somos esclavos del pecado), somos como lo dice un himno protestante: “comprados con sangre por Cristo”.

• Pagar una deuda: tenemos una deuda e impagable con Dios, pero alguien (Cristo), ha pagado la totalidad de nuestra deuda.

• Perdonar a un criminal: nosotros, al pecar, somos criminales, pero recibimos la absolución, el juez, el que debe condenarnos, nos dice: “usted merece la muerte”, pero luego sucede algo increíble: el juez, baja del estrado, y dice: “pero usted queda libre, yo recibiré el castigo y ese castigo, es la muerte”.

• Rescatar un cautivo: somos cautivos del pecado, pero de nuevo, se paga la deuda por nuestra libertad, nos redime, nos rescata. Dice Marcos 10: 45: “porque ni aun el Hijo del hombre vino para que le sirvan, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos”.

Desde aquí, podemos entrar en la explicación soteriológica de la muerte de Jesús: dice la Biblia: “porque la paga del pecado es muerte” (Romanos 6:23): la cosa es clara: hemos pecado y, por tanto, debemos morir.

Pero el amor de Dios es tan grande, que lo que pasa en realidad, desde esta explicación es lo siguiente: la paga del pecado es muerte, por tanto, hemos pecado, debemos morir, pero Dios en su amor nos dice: “Yo (El verbo encarnado, Jesucristo), puedo morir por ti”. En Juan 15: 13, dice Jesús: “Nadie tiene amor más grande que el dar la vida por sus amigos”. Y el mismo Juan, dirá en una de sus cartas: “En esto conocemos lo que es el amor: en que Jesucristo entregó su vida por nosotros” (1 Juan 3: 16)

Así, como ya lo hemos expresado: Jesús es cordero pascual, los primeros cristianos, le reconocen como tal, crucificado (1 Corintios 5: 7), muerto por nuestros pecados, de acuerdo a las Escrituras (1 Corintios 15: 3. Véase que Jesús muere: “de acuerdo a las Escrituras”, esto es fundamental, en la Teología de la Salvación: la historia de Israel, debía desembocar en Cristo); la sangre de Cristo, es superior a la del sistema sacrificial judío (Hebreos 9: 11 – 14; 10: 4 -9); la explicación redentora, les generaba gozo (1 Pedro 1: 18 – 19); en el cierre de la revelación, ese Cordero, está en el trono, en la cumbre de la gloria (Apocalipsis 5: 6; 9: 12)

Aquí cabe la otra definición de la muerte de Jesús, en el Nuevo Testamento: la explicación soteriológica: es la victoria sobre Satanás, en la batalla en la que Dios está involucrado, entre el bien y el mal, la vida y la muerte.

Bajo esta idea inicial, se interpreta que: “el levantamiento” de Jesús en la cruz, lo convierte en dador de vida eterna (Juan 3: 14 – 15); su muerte causaría la muerte del “príncipe de este mundo” y atraería a todos a sí mismo (Juan 12: 31 – 33); por ello, conforme al Evangelio de San Juan, la cruz, es el trono de glorificación de Jesucristo (Juan 12: 23 – 24; 13: 31 – 32)

Pablo dirá también que la cruz, en manos de Cristo, es espada clavada en las entrañas del adversario (Colosenses 2: 15); es más: la herida mortal a éste, es la resurrección, y la cúspide de la victoria de Jesucristo, será en la Parusía (La segunda venida de Cristo).

Ahora bien, regresando a lo que planteábamos antes en este trabajo: hemos dicho que, Jesús llegará a expresar: “Ahora bien, yo les digo que aquí hay alguien más grande que el Templo” (Mateo 12: 6): esto les complica más las cosas a los oyentes de Jesús: el Templo es grande, pero es más grande quien habita el Templo, que es Dios mismo. Luego, si Jesús es más grande que el Templo: ¡Jesús es Dios!

Y siendo Jesús, el nuevo Templo, en él se cumplen las profecías, que del Templo habían hecho los profetas… por ello, en el momento de la muerte de Jesús, el Templo se profana a sí mismo: ¿Cómo?: cuando el velo del Templo, se parte de arriba abajo. Véase que se parte de arriba hacia abajo: Dios abre el que el ser humano, pueda entrar a su presencia.

Mateo plantea el asunto con un lenguaje apocalíptico:

• La tierra tiembla.
• Se parten las rocas.
• Muertos resucitan.

Posteriormente, esta tesis quedará descrita en el texto a los hebreos (Mateo fue escrito entre los años: 80 y 90 y Hebreos alrededor del 80); en Hebreos 2: 10 – 18, a Jesús se le presenta como pionero o autor de la salvación humana: Jesús se encarna, se hace hermano de la humanidad. Jesucristo, hombre verdadero, se identifica con la humanidad, por eso logra la salvación. Se identifica hasta la muerte.

Pero Jesús es también Dios verdadero, por lo que su muerte cumple una misión: destruye el diablo, que tenía el poder sobre la muerte. La fortaleza del diablo, que es el miedo de la humanidad a la muerte, queda en ruinas.

Jesús entra en el territorio de la muerte, libera a sus prisioneros, al precio de su propia sangre. Este sería el propósito final, de su muerte en la cruz.

Jesús es bajado de la cruz, y es sepultado (Mateo 27: 57 – 60; Marcos 15: 42 – 46; Lucas 23: 50 – 53; Juan 19: 38 – 42); el sepulcro es sellado, y por demanda de los jefes de los sacerdotes y los fariseos, colocan una guardia de soldados, para evitar que se robasen el cadáver (Mateo 27: 62 – 66)

De seguido veremos desde la fe, la exaltación y resurrección de Jesucristo.

Ahora, esta óptica, no excluye que Jesús plantea frente al sistema de dominación / tinieblas, una visión alternativa que es el Reino de Dios y por causa de él, las cúpulas del sistema mencionado, lo enfrentan.

Pero sigamos en el camino de la fe – salvación…

XII

Por lo dicho anteriormente: Jesús dice desde la cruz, que todo se ha cumplido (Juan 19: 30); dice San Lucas: Jesús expresa, al que se conoce como: “el buen ladrón”: “…En verdad, te digo que hoy mismo estarás conmigo en el paraíso” (Lucas 23: 43); de ahí deducen algunos teólogos que, Jesús murió y fue al paraíso. En esa línea, al ser colocado el cuerpo de Cristo en la tumba, acaba la historia de la redención.
Ahora bien, el tema de la muerte, es tema de crisis para la humanidad. De hecho, decimos que; “solo hay una cosa segura: la muerte”. Algunos la aceptan y otros, le tienen miedo. Para Dios, en la Teología de la Salvación, es el último enemigo a ser derrotado. Para él, la muerte es inaceptable y debe ser destruida (1 Corintios 15: 26); y dado que la muerte es aborrecida por Dios: ¿Cómo Jesús, Dios y hombre verdadero, iba a quedarse entre sus manos? (Hechos 2: 24)

De hecho, preliminarmente, Jesús vence la muerte, esto, por dos medios básicos: las sanidades y las resurrecciones. Su presencia, hacía correr la muerte…

Y como ya lo hemos dicho, para ser salvador de los mortales, Jesús tenía que experimentar la muerte. Y sobre él cayó la muerte y le arrebató la vida. Sin vida estuvo, ese que nosotros conocemos como el Sábado Santo. En este contexto, cabe recordar que, desde los tiempos de la Ley de Moisés, el sábado era día de reposo, no se hacía nada. Pero ese pacto, ya estaba agonizante.

Al día siguiente: “el primer día de la semana”: Jesús resucita, lleno del Espíritu Santo, la muerte de su hijo, era inaceptable para Dios (Aquí podemos encontrar un punto de contacto, entre las Teologías de la Salvación y la Latinoamericana de la Liberación, sin negar a ciertos autores, de la Teología Histórico – Crítica)

Pero la resurrección, no es la escena final. Él ascenderá al cielo, será restituido en su gloria, como dice el credo: “sentado a la derecha del Padre” …

Entonces, al hablar de la exaltación de Jesús, estamos hablando de 3 cosas:

1) La resurrección de Jesucristo.
2) La ascensión de Jesucristo.
3) La sesión de Cristo (“Dios sentado a la derecha del Padre”)

1) La resurrección de Jesucristo:

Para algunos teólogos, este evento, no es histórico, es exclusivamente de “fe”; otros piensan lo contrario. En principio, desde la fe, el Verbo es encarnado (Jesucristo) y en tanto Verbo, es acción, ¿Y cómo la acción, va a quedar paralizado por la muerte?: desde la fe, Jesús profetizó su propia resurrección. Del mismo modo, así como hemos dicho que la muerte de Jesús, es consecuencia de su vida, la resurrección igual.

Desde una teología católica, que, podemos calificar como tradicional, podemos decir: que la resurrección, es una realidad física y, por tanto, histórica…

Ahora bien, viendo el Nuevo Testamento, se encuentran cinco narraciones de la resurrección:

• Mateo.
• Marcos.
• Lucas.
• Juan.
• Pablo (1 Corintios 15): en este pasaje, se mencionan testigos de la resurrección: Cefas, los 12, después a más de 500 hermanos, Santiago, todos los apóstoles, a Pablo.

Véase que el solo hecho que haya testimonios sobre el tema, “historiza” el evento…

En principio el relato aparece sencillo: el domingo por la mañana, las mujeres van a ver el sepulcro. Y allí, junto al sepulcro hay un ángel o un joven vestido de blanco (Sobre este tema del ángel, hay diferencias: Mateo y Marcos, hablan de uno; Lucas y Juan, dicen que dos. Esto, entre otras diferencias). El color es clave para entender el sentido del relato: blanco, es el color de la santidad de Dios, el color del fin de los tiempos. Ellas reaccionan con miedo.

Una vez dicho esto, vale la pena exponer un punto clave de la Teología Bíblica: la Biblia no es exacta, la Biblia es veraz: es decir, la Biblia no es un libro de ciencia, de química, de física, de idioma, de historia (Tal y como en Occidente entendemos la historia)

La Biblia es veraz: no importan los datos que la Biblia contiene: ¿Existieron Adán y Eva?; ¿Cómo Adán se casó dos veces?; ¿Existió Moisés?; ¿El diluvio fue verdaderamente universal?; esto no es lo importante. Lo importante es la verdad que trasmite: mensaje de religión (Religarnos con Dios); mensaje de salvación.

Por eso, es inútil tratar de hacer un bosquejo detallado y ordenado de las circunstancias que rodearon los acontecimientos…

Mas cabe la pregunta: ¿Por qué esto es así?: la resurrección, llegó a ser más tarde, volcada en narraciones, hemos dicho que, de hecho, en términos de redacción de la historia de Jesús, sabemos que los primeros eventos, en quedar por escrito, fueron los de la Pasión, Muerte y Resurrección (De hecho, teólogos como M. Kaler, dirán que los Evangelios son: los relatos de la Pasión, precedidos de una larga introducción). Y en ese núcleo narrativo, los más tardíos serán los de la resurrección.

Esto se debe a que, la Pasión es un acontecimiento único, pero los acontecimientos de Pascua, fueron muchos (Hechos 1: 3); ni Pablo, ni ninguno de los Evangelistas, tratan de reproducirlos todos. Hacen una selección y el objeto de ella, es proclamar debidamente el mensaje pascual cristiano. Se formaron varias líneas de tradición y surgieron diferencias en los pormenores.

Pero podemos arrancar por algunos elementos generales, que nos dan los relatos:

• Algo impactante sucedió ese: “primer día de la semana”.
• Comienza el proceso en los discípulos, del miedo a la esperanza.
• ¿Puede ser que las diferencias en los relatos, sea fruto de la euforia, de quienes vivieron los hechos?
• En los relatos hay mucha subjetividad, pero en términos generales, no hay contradicción.
• Se aplica aquí, casi que un principio detectivesco: si dos testigos (Por decir algo), atestiguan exactamente igual, el testimonio tiende a la falsedad. Las contradicciones en los testimonios de la resurrección, les dan integridad.
• Los relatos concuerdan en el hecho central: Jesús resucitó.

Veamos también diferencias:

• En Marcos, la escena es penetrada por la consternación.
• En Mateo, la tierra tiembla al bajar el ángel que encuentran las mujeres.
• En Lucas, las mujeres se postran rostro en tierra.

Con estas y otras diferencias, algunos teólogos, han hablado de la: “anarquía de los testimonios” …

De seguido, abordaremos el tema bajo tres categorías:

a) La evidencia pasiva.
b) La evidencia positiva.
c) La evidencia de los efectos de la resurrección de Jesús.

a) La evidencia pasiva:

• Se da testimonio de los objetos inertes.
• Los ejecutores verificaron que Jesús estaba muerto (El lanzazo al costado)
• La tumba estaba vacía. Ni los amigos, ni los enemigos de Jesús, localizaron el cuerpo. Aquí cabe hasta el siguiente razonamiento: Cristo estaba muerto: el sepulcro está vacío: nadie robó el cuerpo: luego, Cristo resucitó (Conste el sepulcro vacío no es una evidencia directa). En cuanto al tema del sepulcro vacío también hay diferencias en los relatos: 1) Marcos y Lucas, hablan de 3 mujeres junto al sepulcro, eso sí, dicen que las mujeres son distintas. Mateo habla de dos mujeres, Juan de una. 2) Marcos, dice que las mujeres no dijeron nada a nadie, Mateo dice que les contaron los hechos a los discípulos, en Lucas no se dice nada de ir a Galilea, en Marcos, esto es clave.
• Las prácticas funerarias antiguas, señalan que el cuerpo, es envuelto en un sudario. La cabeza era levemente cubierta. Conforme al relato de Juan, Pedro encuentra ubicados en distintos lugares, esos objetos (Juan 20: 6 – 7)

b) La evidencia positiva:

• Refiere a las apariciones.
• Ellas se dan en:

• Edificios. En Jerusalén, en medio de los apóstoles
• Al aire libre. La Magdalena cree que es el hortelano. En Galilea, sobre un monte. A orillas del lago.
• En la mañana.
• En la noche.
• A individuos (Conforme al relato de Pablo, se puede deducir que Jesús se le aparece primero a Pedro, esta primera aparición sale mencionada en Lucas 24: 30, pero ningún Evangelio, la describe. Según Juan, se le aparece primero a la Magdalena)
• A grupos.
• A los 12.
• A grandes multitudes durante 40 días.

Ellos también experimentaron el júbilo de la resurrección de aquel: “tercer día” …

• Reconocieron sus heridas y su voz (El resucitado, es el mismo crucificado. Este es un principio teológico fundamental. Dios acredita al rechazado por la humanidad, acredita su persona, su mensaje y su autoridad. Esto último quiere decir que, por la resurrección, también sabemos que Jesús es Dios.); pero nótese que necesitan tiempo para reconocerlo. Jesús es él, pero también es novedoso. Véase que Jesús les habla: a Jesús se le reconoce por la palabra.
• Son signo de su presencia permanente.
• 30 años después de los hechos, todavía existían muchos testigos de los eventos (1 Corintios 15: 6)

Antes de entrar en la evidencia de los efectos de la resurrección de Jesús, veamos algunas diferencias, en los relatos de Pablo, Mateo, Marcos, Lucas y Juan:

• Solo Pablo habla de la aparición a los 500.
• Los guardias que custodian el sepulcro, solo los menciona Mateo.
• Lucas recuerda las apariciones en Judea.
• Mateo recuerda las de Galilea.
• Juan refiere al diálogo con Magdalena y la incredulidad de Tomás.
• El encuentro con los discípulos de Emaús, solo está registrado por Lucas.

La palabra que se traduce por “aparición”, es la griega: “Ófze”: que significa: “se hizo mostrar”, “se hizo ver”, lo que prueba que es un cuerpo real. A Cristo resucitado hasta lo palpan y come con los discípulos. (Juan 20: 27; Hechos 10: 41)

La tesis contraria, lo que dice es: que “ófze”, refiere a la manifestación de Dios o los seres celestes normalmente inaccesibles a los ojos. Santo Tomás de Aquino, afirma que los discípulos vieron a Cristo tras la resurrección: “oculata fide” (Con los ojos de la fe)

En oposición a esta idea, un teólogo como José Antonio Sayés, nos dice que, en el Nuevo Testamento, se utiliza la palabra “horama”, para hablar de visiones interiores, y este término nunca se usa para hablar de las apariciones de Jesús.

Antes de hablar de la evidencia de los efectos de la resurrección de Jesús, abordemos brevemente una aparición muy especial: la conocida como: a “los discípulos de Emaús” (Lucas 24):

• Jesús se aparece al aire libre.
• A dos individuos.
• Pero no conocen sus heridas, ni su voz.
• Pero sí, por un signo de su presencia permanente: “la fracción del pan”: la Eucaristía.
• Lo reconocen gracias a la fe.
• Esto es importante: volvemos a Tomás y la aparición en la que él es coprotagonista: él también cree por la fe. ¿Y qué cree?: que Jesús es Señor y Dios.

Así, tanto la aparición de “los discípulos de Emaús”, como la hecha a Tomás, muestran que se requieren los instrumentos de la nueva creación, para tener la experiencia de Jesús resucitado y aparecido: la entrega, el Espíritu Santo, la fe. Véase que la fe, es exigida a aquellos testigos, así como a nosotros. Por eso, las apariciones, solo se dan a los creyentes (Hechos 10: 41. Juan 14: 19)

Esto alimenta la tesis de que la resurrección no es un evento histórico, lo que no significa, que no fuera un evento real. Sería un acontecimiento metahistórico, pero que cambia la historia… por eso se habla de la “exaltación de Cristo”.

c) La evidencia de los efectos de la resurrección de Jesús:

• Los discípulos, que no creían en la resurrección de Jesús, terminan creyendo (Esto alimentaría que la resurrección, es un evento que se puede abordar desde la historia y no solo desde la fe)

• Los discípulos de Jesús y otros seguidores de Jesús, concretan una nueva comunidad (La Iglesia), que es movida a dar testimonio de la resurrección (Hechos 2: 36 – 41); aún más, como diría Fausto: “celebran la resurrección del Señor, porque ellos mismos han resucitado”. Aunque teológicamente, lo más preciso, es decir: ellos están marcados por la crucifixión, pero Jesús, está resucitado y vive. Recuérdese que dijimos, hablando de los anuncios de la Pasión: esos anuncios implican la certeza de la resurrección (Juan 17: 5); pero nótese que los discípulos no entienden nada. Aún más, antes de la resurrección, los discípulos están desanimados: ya se decía por ahí: “La muerte es necesariamente una contrarrevolución”. Lo cierto es que la existencia de las comunidades de fe (Iglesias) en Jesús, fruto de su resurrección, son también una evidencia histórica de ella.

• En principio: la transformación de la cultura religiosa, es dificilísima, pero uno de los signos de la presencia cristiana, es el cambio del día de guardar: va pasando del sábado al domingo (Hechos 20: 7; 1 Corintios 16: 20); el domingo es el “Día del Señor” (Apocalipsis 1: 10); pero más allá del tema temporal, se debe comprender que, es Día del Señor, cualquier momento, en el que se hace reunión para adorar (Romanos 14: 5; Gálatas 4: 8 – 11; Colosenses 2: 16 – 17)

• Desde la perspectiva teológica, el evento de la resurrección, estaría demostrando la veracidad de la palabra y obra de Jesús. Es en esa fuerza, que Pedro llegará a decir: “A este Jesús, Dios lo resucitó, y de ello todo nosotros somos testigos… por lo tanto, sépalo bien todo Israel que, a este Jesús, a quien ustedes crucificaron, Dios lo ha hecho Señor y Mesías” (Hechos 2: 32 y 36): Dios, dice que Jesús tiene razón en sus ideas, en sus planteamientos, en sus mensajes, en su opción de vida, en su camino, en su misma muerte. La resurrección confirma toda la vida de Jesús.

• En la resurrección, se confirma la gran revelación de Dios – Padre: Jesús, aquel que había muerto, es Dios. Ya lo dice Puebla en el numeral 195: “El Padre resucita a su hijo de entre los muertos”. Aquí deben volverse a elementos fundamentales de la doctrina: de acuerdo al Evangelio de San Juan, junto al Padre, está el Verbo. Luego ese Verbo, será encarnado, en el seno de la Virgen María (Hombre verdadero); ese Verbo encarnado, es “Hijo de Dios”. Entonces, Dios en Jesús, es despreciado, torturado, ajusticiado, injustamente asesinado.

• Por la resurrección, se pone a disposición de los creyentes, los frutos de la redención. Primero, permitiendo una nueva vida en el mundo: esa nueva vida, por cierto, es poco comprendida por los cristianos: se trata de vivir ya como resucitados, aquí y ahora, es decir, no es necesario esperar: “la vida en el mundo futuro”, como reza el credo (Romanos 6: 4). Con la resurrección se confirma a Cristo, como agente de vida (1 Corintios 15: 45); Dios nos da vida con Cristo por la resurrección (Efesios 2: 5 – 6); es el Espíritu Santo, que actúa en la vida de los creyentes (Efesios 1: 19 – 20)

• La resurrección de Cristo, es la evidencia primaria, de la resurrección definitiva, en la Parusía, cuando se reúna la comunidad (Iglesia), definitiva (Juan 5: 2 – 29); es un anticipo de la resurrección final (1 Corintios 15: 20 – 23)

• Cristo resucitado, se mueve entre el mundo físico y el mundo espiritual (Lucas 24: 31 y 36; Juan 20: 19 y 26); de un modo u otro, San Pablo lo dirá bajo los términos de: muerte física y resurrección espiritual (1 Corintios 15: 44); es transformación del “cuerpo corruptible” a la vida eterna (1 Corintios 15: 50)

Todo lo anterior, queda confirmado en el IV Concilio de Letrán, de 1215.

Desde la perspectiva litúrgica, ese paso se simboliza en la Vigilia Pascual, con una oscuridad momentánea y luego ir a la luz (De hecho, el celebrante dice por 3 ocasiones: “luz de Cristo”); los fieles van encendiendo sus candelas, hasta que toda la asamblea, queda llena de luz. De ahí viene el grito de la resurrección. Es el mismo grito de aquel “tercer día” …

A partir de ese momento, comienza: “la nueva creación” (Es nueva vida hecha a partir de la muerte y superando la muerte), la pasión muerte y resurrección, son un único misterio de salvación, se pasa de la muerte a la vida; una vida eterna… el círculo se va completando: la historia de Israel, desemboca en Cristo, y vuelve a salir de él, hasta llegar, por medio de los discípulos, a toda la humanidad.

Esa es la confesión de nuestra fe (1 Corintios 15: 3- 8; Filipenses 2: 6 – 11; 1 Timoteo 3: 16; Hechos 5: 29 – 32); Cristo no es vencido por la muerte, sino, que vence a la muerte. Esto confirma que hay “un más allá de la muerte”.

El evento de la resurrección es tan importante, que los seguidores de Jesús, están dispuestos a dar la vida, para brindar testimonio de ella, lo cual, a su vez, reafirma que: ellos, no iban a estar dispuestos a ir a la muerte, por una mentira.

Se puede dar la vida por un ideal equivocado, pero no por defender lo que se sabe que es una mentira. Decía el filósofo Blas Pascal: “creo de buena gana las historias cuyos testigos se dejan matar por defenderlas”.

Y aquí cabe otro punto: en Israel, la experiencia del éxodo es fundamental: para el nuevo Israel, el paso de la muerte a la vida, es un éxodo fundamental. Sin éxodo, no hay pueblo de Israel. Sin resurrección, no hay nuevo Israel. Nuestra fe, sería una fe vacía. Pablo será muy claro en esto.

Desde la fe: en la resurrección no hay sombra de duda. Esa es la experiencia de Tomás. Nótese que la resurrección se da en la historia, pero va más allá de la historia…

Se trata de una acción directa de Dios en la historia, que solo es paralela, con la palabra de Dios en la creación del mundo (Génesis 1), ellas no se pueden probar por la ciencia (De nuevo: la Biblia no es un libro de “datos científicos”); en este marco, la resurrección no se puede abordar desde la historia. La resurrección es experiencial.

Lo que es histórico, es el testimonio de los que vivieron la experiencia…

¿Qué es lo esencial en el testimonio de los Apóstoles?:

• Jesús fue muerto.
• Jesús ha resucitado.
• Jesús es glorificado (ascendido y entronizado)
• Son testigos de ello.

Este testimonio es central para nuestra fe (1 Corintios 15: 1 – 7)

Jesús resucitó, pero con una vida distinta “a la vida natural”. Es la introducción en la vida eterna… su cuerpo, es un cuerpo verdadero, pero sin las limitaciones de la muerte, liberado de las leyes de la materia, es un cuerpo incorruptible y glorioso. Es una vida de manera distinta.

Desde la fe, con la resurrección de Jesús, se entiende plenamente que el mensaje central del resucitado es la vida. Cristo ha vencido la muerte, la humanidad ha sido rescatada (Redimida); el Reino ha sido instaurado.

Ya lo veremos más adelante: los creyentes se unen a Cristo, por la fe y por el bautismo. Por ellos, reciben el Espíritu del resucitado, por él hay una renovación interior, este es el modo, en el que se convierten en hijos de Dios y como hijos, herederos del Reino.

Jesús venció la muerte, los creyentes también la vencerán (Gálatas 3: 26 – 27. Romanos 5: 1 – 5. Romanos 8: 11 y 15 y 16), de este modo profundo, el cuerpo glorioso del resucitado es el “lugar” donde se encontrará la nueva humanidad con Dios, en un culto renovado por el Espíritu Santo.

La victoria de Cristo, impacta a la humanidad y por ella, a toda la creación. Esa creación, que está expectante de la liberación del pecado (Romanos 8: 19 – 21); es el comienzo esperanzado del cielo nuevo y la tierra nueva, como lo refiere el Apocalipsis.

Ahora bien, aprovechemos este momento, para ver la celebración litúrgica de la Vigilia Pascual…

Ya hemos dicho que: desde la perspectiva litúrgica, el paso de la vida a la muerte, se simboliza con una oscuridad momentánea y luego ir a la luz (De hecho, el celebrante dice por 3 ocasiones: “luz de Cristo”); los fieles van encendiendo sus candelas, hasta que toda la asamblea, queda llena de luz.

Ellas permanecen encendidas, mientras el diácono entona el “Pregón Pascual”, luego los feligreses, se sientan para escuchar las lecturas bíblicas, que se alternan con oraciones y cánticos. En esta dinámica, se “vela” a la espera de la resurrección de Cristo.

Las lecturas son tomadas del Antiguo Testamento, las promesas de la Antigua Alianza (Que se cumplen en Jesús, como lo vieron los discípulos de Emaús), van acompañadas por Salmos responsoriales:

• La primera lectura, es la creación: Génesis capítulo 1 al 2: 2. / Salmo 103: 1 – 2. 5 – 6 y 10. 12 al 14. 24 y 35.
• La segunda: Génesis 22: 1 – 18 / Salmo 15: 5. 8 – 9. 10 – 11.: Dios ordena a Abraham que sacrifique a Isaac.
• La tercera: Éxodo 14: 24 – 15: 1: el paso del Mar Rojo (La obra más maravillosa hecha por Dios, en el Antiguo Testamento); ese paso es símbolo de nuestro bautismo, nuestros pecados han quedado sepultados. El salmo es: Éxodo 15: 1 – 6 y 17 – 18.
• La cuarta lectura: Isaías 54: 5 – 14 / Salmo 29: 2. Del 4 al 6. Y del 11 al 13: en la lectura, se tocan 3 temas: Dios es el esposo del pueblo; el amor de Dios es eterno; se hace referencia a la nueva Jerusalén.
• La quinta: Isaías 55: 1 – 11 / Salmo: Isaías 12: 2 – 3. Y 4 – 6.: se invita a la redención.
• Sexta lectura: Baruc 3: 9 – 15. Y 32 – 4: 4 / Salmo: 18: 8 – 11: Baruc escribe un poema a la sabiduría.
• Séptimo texto: Ezequiel 36: 16 – 28 / Salmo 41: 3 y 5. 42: 3 – 4.: Una profecía de Ezequiel sobre las montañas de Israel. Se habla de la restauración del pueblo.
• Aquí se encienden las luces de la Iglesia: ha llegado la luz verdadera, que se demuestra con las lecturas del Nuevo Testamento: la octava lectura es de la Epístola a los Romanos: 6: 3 – 11. / Salmo 117: 1 – 2. 16 – 17 y 22 – 23: Pablo nos dice que, estamos muertos al pecado, pero vivos en Cristo.
• El Evangelio es Mateo 28: 1 – 10: el relato de la resurrección según San Mateo.

Luego de este conjunto de lecturas, se pasa a la Liturgia Bautismal, se bendice la pila bautismal y se bautizan niños o catecúmenos de haberlos, todos los presentes, renuevan sus promesas bautismales.

De seguido se entra en la Liturgia Eucarística: se canta en ella el primer aleluya, como sentimiento de gozo, paz y liberación, luego de haber pasado por el tiempo preparatorio de Cuaresma y por la Pasión y muerte de Jesús. Ese canto, es como el “primer aleteo del Espíritu Santo”.

Se abren las puertas del banquete Eucarístico, el Señor resucitado, nos invita y nosotros lo reconocemos en la fracción del pan. Es el punto culminante de la noche sagrada…

Esta celebración, la más gozosa de la Iglesia, fue trasladada poco a poco, a partir del año 1000, a la mañana del sábado, con ello perdió sentido y valor. Pero el año 1951, fue restituido al lugar que corresponde, que es la noche de pascua.

El que oye la Misa del domingo, celebra naturalmente la Pascua, pero todo el núcleo está en la Vigilia. La principal celebración de la Iglesia Católica: donde se trasmiten paz y gozo…
Pasamos así, del ayuno, la oración, la solidaridad (La Cuaresma), a la alegría…

Jesús se entregó, sin egoísmos: nosotros debemos llegar a Pascua desegocentrados, debemos llegar con una fe sólida; la alegría Pascual debe ser lúcida, es mirar hasta a la muerte, sabiendo que Jesús la ha superado (1 Corintios 15: 55); hemos sido perdonados por nuestros pecados: ¡Como no estar alegres!; es como lo dice Kempis, en la “Imitación de Cristo”: “Si en alguna parte del mundo hay alegría, es en el corazón puro”.

La alegría que nos da la Pascua, es la más pura alegría que existe en el mundo. Si alguna comparación cabe: es la de la madre que ha dado a luz un hijo (Juan 16: 21 – 22); este es fruto del Espíritu Santo. Es el signo de la presencia de Jesús entre nosotros: el Bautismo, la Palabra, la Eucaristía.

Así la resurrección completa y levanta la naturaleza, siendo el fruto principal: la paz. Y de la paz, la alegría, alegría que no puede ser arrebatada (Juan 16: 22); esto es clave: porque en medio de las pruebas, la alegría pascual es paz.

En otro orden de cosas: “ese primer día de la semana, en el que Jesucristo resucita”, hace domingos, al resto de los domingos. Así es como el domingo, pasa a ser el “Día del Señor”, y los domingos son: nueva Eucaristía, nueva comunión, nueva liturgia de la Palabra; nuevos cánticos, nuevas oraciones.

2) La ascensión de Cristo.

Conteste al libro de los Hechos de los Apóstoles (1: 1 – 8); Jesús resucitado se aparece por 40 días. Aquí, se alimenta también la tesis de que las apariciones, son evidencia histórica de la resurrección. En ese momento Jesucristo refuerza la enseñanza de la venida del Espíritu Santo y la misión de evangelizar al mundo.

Luego de esto, los lleva, al lugar desde donde va a ascender al cielo (Lucas 24: 50 – 51); en la obra Lucana, el relato de la ascensión, es breve (Hechos 1: 1 – 11. Recuérdese o sépase que, tanto el Evangelio respectivo, como el libro de los Hechos, es de autoría de Lucas)

En ese relato hay 3 características:

a) Asciende rodeado por sus discípulos: el que desciende y se encarna, asciende y vuelve a su posición original. Una vez más, hay que decir algo que hemos repetido a lo largo de este trabajo: “sobre este punto, hay mucho que decir, pero debemos continuar”.

b) Una nube lo envolvió hasta que desapareció de su vista: desde el Antiguo Testamento, es claro que la nube es presencia de Dios, lo cual se confirma en el Nuevo Testamento (Éxodo 13: 21 – 22; Mateo 17: 3); Jesucristo pasa de lo físico a la trascendencia de su Padre, es evidencia de la exaltación y su retorno al ámbito divino.

c) Ángeles dicen que Jesús regresará: la ascensión de Jesús, no es el fin de la historia de la redención. Volverá otra vez, para darle consumación final, para entregarle al Padre, la creación redimida, la Parusía será entre las nubes, el retorno con poder y gran gloria (Mateo 24: 30)

Véase que el relato es sencillo: no es como la apoteosis de los mitos paganos o de las piezas de teatro de antaño…

3) La sesión de Cristo.

Los primeros cristianos, están convencidos que, desde la ascensión hasta la parusía, Jesús va a seguir ejerciendo su actividad redentora: ¿Cómo?: “sentado a la derecha de Dios Padre, hasta que sean vencidos todos los enemigos”. Esto, basado en el Salmo 110, que es el Salmo más citado en el Nuevo Testamento.

Esta doctrina se puede definir como la sesión de Cristo, sesión, viene del latín (Lengua oficial de la Iglesia Católica), que significa: “sentarse”. Para ser más precisos: “sentarse con el propósito de conducir una misión”.

Jesús va a aplicar el mismo Salmo 110, para evidenciar su mesianismo (Mateo 22: 41 – 46; 26: 64); por ello, no es extraño que muy tempranamente los cristianos, usaran ese texto, bajo la interpretación de Jesús. Es el caso de Pedro en su primera predicación, de Pablo y del autor del texto a los Hebreos (Hechos 2: 33 – 34; 1 Corintios 15: 25; Efesios 1: 20; Hebreos 1: 3 y 13)

Culturalmente, “estar a la derecha”, era signo de preeminencia, Jesucristo, está al lado de Dios Padre, victorioso sobre el mal, ese mal y su muerte, estaban bajo su pie, retorciéndose en derrota… Jesús tiene el mismo poder, que Dios – Padre.

El ministerio de Cristo, en su sesión, cumple tres funciones:

A) Cristo vence el mal, no solo el que afecta la tierra, sino, el que afecta el cosmos (Efesios 1: 20 – 21; Filipenses 2: 10; 1 Pedro 3: 22); de acuerdo a 1 Corintios 15: 24 – 28, ese proceso de sometimiento, se completará al final de los tiempos, con la resurrección final. Aquí cabe entrar en un tema teológico, que es misterioso (El misterio teológico, no lo es porque esté oculto, sino, porque nuestra mente racional, no lo puede alcanzar): Jesús es Dios, pero éste, que es la segunda persona de la Santísima Trinidad, está “entregado” (Sometido) a la primera persona de la Trinidad (Dios – Padre), porque la obra redentora, finalizará, en la Parusía (1 Corintios 15: 28)

B) Jesús en su sesión, es mediador entre Dios y la humanidad. Esto, porque es redentor (1 Timoteo 2: 5 – 6. Hebreos 7: 25); esa intercesión cubre a los que como el “Hijo Pródigo”, regresan a casa, pero también, a los que estando en la casa, por la concupiscencia (Exceso de deseos no gratos a Dios), siguen recibiendo perdón. Dice Pablo: “…está a la derecha de Dios e intercede por nosotros” (Romanos 8: 34); por eso, cuando los creyentes pecamos, tenemos intercesor (1 Juan 2: 1); el cristiano no deja de pecar, pero tiene capacidad de arrepentirse, y empezar de nuevo.

C) Cristo en su sesión, es cabeza de la Iglesia (Efesios 1: 22), comunidad eterna de Dios (Cabeza, es el Mesías, que como ya hemos visto: “ha reunido a los pueblos”): él da: crecimiento, cohesión y plenitud; y si Cristo es cabeza, la Iglesia es su cuerpo y como dice San Oscar Arnulfo Romero: “cuerpo de Cristo en la historia”; y la cabeza suple al cuerpo de la plenitud de Dios (Efesios 1. 23; 4: 15 – 16; Colosenses 2: 19); en ese proceso: Jesús lucha por presentar su cuerpo, como: “…radiante, sin mancha ni arruga, ni ninguna otra imperfección” (Efesios 5: 27)

Dicho lo anterior, vale la pena hablar de cómo el resucitado envía el Espíritu Santo prometido: esto es adecuado, dado que, es el Espíritu Santo, el que resucita a Jesucristo y habita en los corazones de los creyentes (Romanos 8: 1 – 11); es por eso, que ellos ya pueden vivir como resucitados. Esa resurrección, engloba todo. Además, la resurrección de Jesús implica la apertura de los últimos tiempos (Juan 7: 37)

Asimismo, hay que exponer que: una vez ascendido Jesús, el Espíritu es el que obra entre los discípulos, procurándoles a Cristo, su presencia real, pero invisible entre ellos (Juan 14: 16):

a) Es el abogado que intercede por los creyentes ante el Padre (1 Juan 2: 1), o los defiende ante los tribunales (Juan 15: 26)

b) Es el Espíritu de la Verdad, lleva a los seguidores de Jesús a la verdad total; recordando e interiorizando en ellos, lo que Jesús dijo e hizo (Juan 16: 13; 14: 26)

Aquí vale la pena decir que cuando los cristianos, después de la resurrección de Jesús, comienzan a reflexionar sobre el Dios que se ha mostrado en el acontecimiento histórico de Jesús de Nazaret, una de las primeras conclusiones a las que llegan, inspirados por el Espíritu Santo, es a la confesión de Dios como trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo.

1) Padre: trascendente, el futuro absoluto (Juan 14: 7 – 8; 6: 46; 5: 37 – 38; 3: 17; 1: 18)

2) Hijo: presente en la historia, es la aparición histórica del Padre (Juan 1: 14)

3) Espíritu: de amor y libertad, es capaz de guiar la historia (Lucas 14: 16; Gálatas 4: 6)

Dicho esto, volvamos a los conceptos propios de la historia…

XIII

Jesús plantea un proyecto alternativo: el Reino de Dios: ese Reino, es revolucionario (Lucas 23: 2 – 6 y 14), pero desde la perspectiva eminentemente humana, parece una revolución fracasada, esto, por cuanto el promotor de esa revolución, termina crucificado, con lo que aparentemente, vence el sistema al que Jesús se opone: el sistema de dominación.

Todo parecía asegurar que el “caso de Jesús”, estaba cerrado, liquidado. Así pensaba Pilato y los jefes judíos con alivio y satisfacción. Así pensaban también los discípulos con desilusión: “…esperábamos que fuera el liberador de Israel” (Lucas 24: 21); como se dice en muchos países de Latinoamérica: “muerto el perro, se acaba la rabia”

Hasta aquí, la historia parece haber enterrado a otro idealista. Pero resulta que, a ese Jesús, Dios lo resucita de entre los muertos. La Teología Latinoamericana de la Liberación y la Teología histórico – crítica, nos permiten decir que: la palabra final del enfrentamiento entre el Reino de Dios y el sistema de dominación, la da Dios – Padre, que, por el Espíritu Santo, resucita a Jesús, con lo que el sistema de dominación, queda vencido. Esto nos debe quedar claro, sobre todo a los católicos: la Semana Santa, no termina el Viernes.
Estrictamente, desde la fe: la muerte de Jesús, es muestra del amor inefable de Dios, su gloria y su salvación tienen marcas: debilidad, derrota, muerte. La gloria de Jesús es, según San Juan: ofrecerse voluntariamente a la muerte, por amor a Dios Padre, como cordero inmolado por los pecados de los hombres.

Volvamos al ámbito de la fe: desde ella, la resurrección no puede ser vista desde la historia (Aunque por honestidad intelectual, debemos decir: “Una parte sí y otra parte no”). Jesús estaba muerto y en principio: vuelve a la vida; los Evangelios, nos dicen que hubo muchísimos testigos de la realidad del resucitado.

Asimismo, recordemos que Jesús alimenta un Movimiento, su Movimiento: ese Movimiento, se afianzará, gracias al evento de la resurrección. A lo largo del siglo I, aparecieron algunos que se llamaron Mesías, pero al ser sofocadas sus iniciativas, caían en el olvido. No fue el caso del Movimiento de Jesús.

Solo para poner un ejemplo: Pablo insistirá en la tesis de que Jesús es el Cristo (El Mesías), por esta idea, morirán los seguidores de Jesucristo. Conteste a los Evangelios, el resucitado muestra dos evidencias: muestra sus heridas y da sus palabras de paz.

Desde la Teología de la Salvación, la interpretación de esas evidencias era clara: las heridas de Cristo resucitado, son recuerdo de que, Jesús es muerto (Herido. Recuérdese la Teología del “Siervo Sufriente”), por nuestros pecados, por nuestras rupturas con Dios, con el prójimo y con la naturaleza.

Pero frente a ese recuerdo, Jesús nos ofrece la paz. Mas no es la paz, que es solamente la ausencia de guerra, de pleito, de conflicto. Es la paz que proviene del corazón de Dios…

Bajo ese concepto, Pablo llegará a escribir: “Porque tengo la certeza de que la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los principados, ni lo presente ni lo futuro, ni los poderes espirituales, ni lo alto ni lo profundo, ni ninguna otra criatura podrá separarnos jamás del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor” (Romanos 8: 38 – 39)

¿Cómo Pablo escribe con tal seguridad?: a Jesús, Dios y hombre verdadero, se le dio muerte, pero él, se acercó con amor, para perdonar…

Ya lo hemos dicho: el Mesías reúne a los pueblos de la tierra en la resurrección, purifica / sustituye el Templo y, libra la última batalla contra los enemigos de Israel. En este contexto, el Mesías reina sobre todas las naciones: ¿Cómo lo hace?: por medio de la resurrección, de ahí, la tarea misionera de la comunidad de fe de Jesús, esto lo comprende plenamente Pablo. Además, ese gobierno, permite que los pueblos sean reunidos por la gracia y no por la raza (Mateo 8: 10 -12)

Véase la ironía: con la destrucción del Templo, en el año 70, los romanos creían derrotar y humillar al Dios de Israel, pero para significarlo en dos nombres: Pedro y Pablo, llevan al Dios de Israel (Jesucristo) a Roma y ese Dios, derrota a los dioses del imperio: Roma será cristiana y ella irradiará la universalidad cristiana (Catolicidad)

En esto cabe un elemento histórico que nos dice mucho: Jesús es el Señor: aquí la palabra Señor (En griego “Kyrios”), no es un título de cortesía: el “Kyrios”, es “señor de vidas y haciendas”, es el dueño de todo.

Esto explica mucho, de la persecución del imperio romano a los cristianos: la religión imperial romana, permitía una multiplicidad de dioses, pero de nuevo: el “Kyrios”, el dueño de “vidas y haciendas”, es el emperador (Que ya vimos estaba divinizado).

Entonces: digámoslo con una ilustración hipotética: un romano y un cristiano se encuentran en una calle: el romano levanta la mano y saluda diciendo: “Kayser Kyrios” (“César (es) el Señor”); a lo que, el cristiano levanta una mano y le responde: “Iesous Kyrios” (“Jesús (es) el Señor”)

Aquí la cosa se complica para el cristiano, el romano piensa: primero: ¿Quién es ese Iesous? Y segundo: ¿Cómo es eso de que es Kyrios?: eso es subversivo, porque Kyrios solo hay uno: Kayser (César)

Del lado del cristiano, el razonamiento es quizás menos dudoso: “Kayser será Kayser, pero no es Kyrios, Kyrios es solo uno: Iesous”. Y claro que el cristiano sabe que ese razonamiento es subversivo: el César no es dueño de su vida, de sus pertenencias, del mundo.

Esto trajo consecuencias socio – políticas para los cristianos: la religión romana era política: es decir, la práctica de esa religión, tenía consecuencias políticas (Es la política divinizada, a lo que se opone el cristianismo y se ve, claramente en el Apocalipsis); al emperador había que rendirle culto público (Sacrificios obligatorios). Pues resulta que los cristianos, nos los hacían. Súmese que, los cristianos eran rebeldes, pero no violentos. Piense el querido lector: ¿Qué hacía un cristiano en el ejército?

Una vez más: sobre este tema “hay mucha tela que cortar”, pero debemos seguir adelante… solo pongamos un ejemplo real y concreto: Pablo dice, escribe y ejecuta la tesis de: “Iesous Kyrios”. Eso explica el que pasase tanto tiempo en la cárcel y terminase decapitado (Pablo era ciudadano romano, no podía ser sometido a crucifixión)

Con este contexto histórico, recordemos a otro cristiano, del que ya también hemos hablado: durante la primera mitad del siglo I, en las laderas de la Colina Capitolina en Roma, vivió un tal Marcos. Él tuvo un privilegio especialísimo: fue secretario de Pedro y de Pablo.

Estando con Pedro, cerca del año 70, este Marcos, judío, se interesa en escribir en griego, y funda un género literario: el Evangelio, luego se sabe (Sabemos), vendrán otros Evangelios: Mateo, Lucas y Juan (Esto también tiene mucha “miga”, pero eso va más allá de los límites de este trabajo)

¿Cómo inicia Marcos ese primer Evangelio?: “Comienzo del Evangelio de Jesús, Mesías, Hijo de Dios” (Marcos 1: 1); esto, los cristianos lo hemos leído más de mil veces (Los católicos, quizás menos, porque “somos alérgicos” a la lectura de la Biblia); lo hemos escuchado una multitud de veces, en el culto y en la Misa.

La cosa es, que Marcos, está planteando una tesis de lucha (Política, económica y cultural): volvamos al arranque del texto: “Comienzo del Evangelio…”: la palabra “Evangelio”, una vez más: viene del griego: “evanggelion”, significa: “Buena Nueva”. Pero aún más, cuando Marcos habla de: “Comienzo…”, no está hablando solo del inicio de su obra, está hablando del inicio de una nueva etapa de la historia.

Pero esa “Buena Nueva”, es un término político. Una victoria militar del imperio romano, era “evanggelion”, cuando el emperador (Dueño del mundo), visitaba un lugar, era “evanggelion”, por eso, el imperio enviaba mensajeros (Evangelistas), para que proclamaran la “buena noticia”.

Y aquí regresamos a la lógica con la que hablábamos del “Kyrios”: Marcos habla del: “…Evangelio de Jesús, Mesías, Hijo de Dios”: para los súbditos del sistema de dominación, el “evanggelion”, es del “Kayser” y no de “Iesous”. Pero adicionalmente, en el término, hay una ironía: ¿Qué “evanggelion”, puede significar para un colonizado por el Imperio, el avance de éste o la presencia del emperador que le esclaviza?

Cuando Marcos habla de: “evanggelion”, es porque esa Buena Noticia, esa alegre noticia de Jesús, inclusive, debe buscarse más allá, de las relaciones más crueles del sistema de dominación…

Así, Jesús no es solo el que predica la Buena noticia, sino, que es el tema del Evangelio predicado (Pero eso no quita un principio de la Teología del Nuevo Testamento: “el predicador (Jesús), se convierte en el predicado”); esto es fruto del evento de la resurrección.

Por ese evento, más de 17 veces aparece esa predicación en el libro de los Hechos de los Apóstoles: “A este Jesús Dios lo resucitó de lo cual todos nosotros somos testigos” (Hechos 2: 32)

Volviendo a Marcos, además, agrega títulos a Jesús: “…Mesías, Hijo de Dios…”: el segundo título, Marcos, lo plantea al principio y al final de su obra, todo el cuadro del relato, abre y cierra con Jesús: “…Hijo de Dios…”

Con este breve contexto, podemos comprender, lo subversivo de la obra de Marcos. Él está escribiendo desde Roma, desde las entrañas de lo que el Apocalipsis de Juan, denominará “la bestia”: donde estaban los líderes, del sistema que había matado a sus queridos Pedro y Pablo, y él (Marcos, como también lo hará Juan, en el Apocalipsis recién citado), dice que: la Buena Noticia, la victoria, la presencia que vale la pena, no está en manos del “Kayser” (El César), sino, de aquel al que el César, había condenado a muerte y a quien Dios había resucitado, derrotando el sistema de dominación.

Hoy podemos ver las ruinas del Imperio Romano: el Circo Máximo, la Colina Palatina, desde allí, ejercía su poder el sistema de dominación, desde allí partían las tinieblas, con las que muchos habitaban en el siglo I.

¿Hoy dónde está el Kaiser?

Hoy podríamos caer en una visión victoriosa: no hay César, pero allí está la comunidad de fe de Jesús, las comunidades de fe de Jesús…

Pero queremos optar por una visión más realista:

• Hoy hay otros césares.
• Hoy hay otras cúpulas egoístas e insolidarias.
• Hoy hay otras formas de opresión: culturales, religiosas.

Hoy Jesucristo Señor, debe volver a vencer.
Hoy debe volver a resucitar Jesucristo, el Dios – hombre.

Hoy él, debe volver a reunir a los pueblos, debe volver a purificar (¿Sustituir?) los templos, debe volver a luchar contra los enemigos de la humanidad.

El asunto es, que quienes nos decimos sus seguidores, hoy somos (O deberíamos ser), sus manos y sus pies en la tierra: por lo tanto, en lealtad al Señor, deberíamos luchar contra el sistema de dominación / tinieblas.

Para lograr eso, el creyente debe desprenderse de toda vanidad y autoconfianza, es decir, debe entrarse en el proceso de santificación. Aquí es donde volvemos al proceso que se describe en la “parábola del hijo pródigo”, de la que ya hemos hablado.

Por ese proceso, los cristianos, saben que todo lo bueno, no viene de ellos mismos, viene de la vida de Cristo, y esa vida, la vida del resucitado, obra a lo interno de los creyentes, esto por medio de actos corporales y hasta por los sacramentos (Este último punto, no lo tocaremos en este trabajo)

XIV

Balance final.

1) La Pasión, muerte y resurrección de Jesús, queda delineada en los Evangelios:

• “la salida” (Lucas 9: 31)
• “elevación” (Lucas 9: 51)
• “Consumación” (Lucas 12: 32)
• “Glorificación” (Juan 13: 31)
• La “Hora” (Juan 12: 23)
• La “privación de la presencia del novio” (Marcos 2: 19 – 20)
• “como está escrito” (Marcos 14: 21)
• El pastor herido con las ovejas dispersas (Marcos 14: 27 – 28)
• El bautismo y el cáliz (Lucas 12: 50. Marcos 10: 38)

2) De igual manera, hay alusiones a la Pasión de Jesús en el Antiguo Testamento, con descripciones de hombres que sufren y son salvados por Dios (Salmos: 17, 22, 69); y como lo vimos en este trabajo: los cantos del “Siervo Sufriente”.

3) Jesús, el Reino de Dios, no significa desentenderse de lo que sucede en el aquí y en el ahora. Ya lo vimos, la plenitud del Reino, llegará con la Parusía (Segunda venida de Cristo), pero eso no significa que el Reino, no deba construirse en las actuales coordenadas temporales. Se genera la tensión positiva entre la plenitud del Reino y su construcción en la historia.

4) Jesús resulta un hombre transparente, es un hombre desegocentrado (Vacío de ego, vacío de sí mismo), un hombre en el que el amor lo es todo, así, en él, no hay tensión entre sus deseos y sus actos.

5) El Templo, en el siglo I, era centro religioso – político de Israel. Era, “Casa de Dios”, pero a los ojos del Hijo, ya esa Casa, había sido cambiada, por los actos de aquellos que debían resguardarla (La cúpula religioso – política de Israel) Esas palabras, esos actos, son los que llevarán directamente a Jesús a la cruz…la distorsión provocada, no era solo religiosa, era política y, por tanto, “encendía las alarmas” de los romanos… a esto hay que agregar, que a los romanos les interesaba mantener al templo, como poder moderador y colaborador, que les venía bien a los ocupantes del país.

6) No se puede tener acciones correctas, con creencias equivocadas. Cuando sabemos a quién adoramos, sabemos lo que debemos hacer. El asunto es que Israel, comienza a tener creencias equivocadas, y, por tanto, acciones equivocadas: poder, placer, tener… En ese contexto surgirá una visión distorsionada del Ungido, del Mesías, del Cristo (Estas palabras son sinónimos): ese Ungido, vendrá a dar poder a Israel, de ese poder, el tener de riquezas materiales y de ambas: el placer.

7) Bajo ese marco es que se da el profetismo y la profecía: ¿Qué es la profecía?: denunciar lo incorrecto y anunciar la esperanza: entonces: ¿Qué hacen los profetas?: llamar constantemente a Israel a retomar el camino, la senda que habían abandonado. Isaías llegará a señalar: “…no hacen justicia al huérfano ni llega hasta ellos la causa de la viuda” (Isaías 1)

8) Así, se corrompía el Templo. El profeta Ezequiel, llegará a decir que, por ello, la gloria de Dios (Su presencia), abandonaba su casa. Pero este mismo profeta, anuncia la esperanza: Dios regresará a su casa, pero para liberarla de sus impurezas y de su costado, saldrá agua, para renovar la tierra. Desde la esencia del cristianismo, la profecía de Ezequiel, se cumple con Jesucristo. Él llegará a decir: “Ahora bien, yo les digo que aquí hay alguien más grande que el Templo” (Mateo 12: 6): esto les complica más las cosas a los oyentes de Jesús: el Templo es grande, pero es más grande quien habita el Templo, que es Dios mismo. Si Jesús es más grande que el Templo: ¡Jesús es Dios!

9) En esta misma línea: ¿A qué se iba al Templo?:

• A recibir doctrina (Diríamos nosotros, a educarnos en la Ley)
• A sanarse de enfermedades.
• A recibir perdón de los pecados.

Jesús es mayor que el Templo, es Dios:

• Emisor de doctrina.
• Sanador de enfermedades.
• Perdonador de pecados.

10) Jesús plantea un proyecto, un mensaje, unas acciones: el Reino de Dios. Ese Reino, es una realidad, una realidad que es presente, pero que también está por venir. ¿Y cómo concreta Jesús el Reino?: en su encarnación en los pobres (Esta tesis nos resulta clave), en las comidas, en las parábolas y en las curaciones y los exorcismos.

11) En lo que refiere a la muerte de Jesús, la imagen del Cordero de Dios, combina dos imágenes del Antiguo Testamento: el cordero pascual, sacrificado por la liberación del pueblo de Israel, de la esclavitud de Egipto (De hecho, el Sanedrín, decide matar a Jesús, cuando comenzaba la matanza de los corderos pascuales en el Templo de Jerusalén. Véase: Juan 19: 14); además de la Teología propia del “Siervo Sufriente”.

12) Ahora bien, conforme a la visión nacionalista del Mesías, éste debía luchar por su pueblo. Y de esta tesis derivaba una pregunta: ¿Fue Jesús – Mesías un guerrero?… y buscábamos responder a esa pregunta, planteando dos hipótesis: una suave y otra dura.

13) Pero, en los Evangelios, vamos viendo que Jesús, se va convenciendo de otra senda de mesianismo, la senda de su mesianismo, la que él acogerá: la del “Siervo Sufriente”, que es descrito por el profeta Isaías. Ese concepto, será combinado por Jesús, con otros conceptos: propiamente el del Mesías y el del Hijo del Hombre (Libro de Daniel)

14) Siguiendo la teología del “Siervo Sufriente” y las reglas de traducción, se puede concluir que: volviendo al contexto histórico de Israel en el siglo I, podemos resumir éste, como el ejercicio del poder político de manera egoísta, el ejercicio de una economía insolidaria y de una cultura (Y una religión claro está), opresiva. Es decir: “…la tiniebla como residencia permanente”.

15) La realidad de Roma como Imperio, tiene dos lados: del lado del Imperio, ellos ejecutaban su visión militar, política y económica para asegurar la paz y la prosperidad: en su discurso, para lograr esto, había que combatir a los piratas y a los ladrones. Pero como “recompensa”, saqueaba a las naciones que decía proteger. Ese era su “orden mundial”; pero para los pueblos colonizados, esto significó: “desorden mundial”. Ese “orden mundial”, trajo: arte, literatura, cultura, belleza; pero: a la par de eso, concretó: destrucción, incendio de poblaciones, rapiña, esclavización, asesinato: una cosa, era el “deber ser” del Imperio (Las filosofías de Séneca) y otra, muy distinta, la realidad de la política de Augusto, Nerón o Domiciano.

16) Frente a este contexto, Jesús plantea una visión alternativa: el Reino de Dios (sacar de la cárcel a: “…los que poseen la tiniebla como residencia permanente”):

• Una nueva política: Para Jesús y su grupo, la autoridad significa servicio.

• Una nueva economía: Esta no es basada en la acumulación (Mateo 6: 19 – 21; 6: 24) sino en el compartir.

• Una nueva religión: no basada en el cumplimiento legalista de los preceptos de la ley. No una religión que acepte la opresión de los pobres, sino, una religión sustentada en el amor, la misericordia y la solidaridad (Mateo 9: 12; Lucas 10: 25 – 37)

17) Hemos visto la Teología del “Siervo Sufriente” y hemos abordado puntos propios de la Teología de la Liberación, para poder decir que: Jesús no fue un Mesías guerrero o en todo caso, fue un Mesías – guerrero, en la línea de lo que aquí definimos como la hipótesis suave sobre el tema.

18) Con esto planteado de manera evidente, somos partidarios de la idea de que, si bien es cierto, Jesús no fue político en términos técnicos, su proyecto alternativo, implica una transformación de la política, la economía y de la cultura.

19) La no – violencia en Jesús, no implica que se abandone la profecía (La denuncia de lo incorrecto y el anuncio de la esperanza, como ya la hemos definido), Jesús denuncia el sistema de dominación de la cúpula política romana y de la cúpula político – religiosa, judía.

20) Mostramos evidencia suficiente para concluir que: Frente al sistema de dominación / tinieblas. Jesús es un rebelde.

21) A Jesús lo matan hombres concretos: fieles observantes de la ley de Moisés, de la religión y de la dinámica política romana, custodios del orden, encerrados en el sistema de dominación. En ellos se cumple, lo que dice el libro de la Sabiduría: “Tendamos lazos al justo, que nos fastidia, se enfrenta a nuestro modo de obrar… es un reproche de nuestros criterios, su sola presencia nos es insufrible, lleva una vida distinta de todas… se aparta de nuestros caminos como de impurezas… condenémosle a una muerte afrentosa” (Sabiduría 2: 12 – 20)

22) Ese sistema no quiere un Dios cercano, ni un mundo compartido.

23) La muerte de Jesús, es un asesinato político – religioso, por abuso de justicia.

24) El que ofrece el sacrificio es Dios mismo, quien no quiere la muerte de Jesús, y Jesús paga: ¿Pero qué paga si es Dios mismo el que lo entrega?: paga recibiendo la maldad de la humanidad y el sistema de dominación. Es decir, los responsables de la muerte de Jesús, desde la perspectiva de la fe, no es “el deseo vengativo de Dios”, sino, la ruptura de la humanidad con el mismo Dios.

25) Para teólogos como Adrien y Etxeberria, Jesús muere como el profeta, lo que es una muerte gloriosa, pero otro teólogo: Luis González Carvajal, da un paso más: Jesús muere como el hijo abandonado. En esta realidad, los discípulos van perdiendo la fe, fe que recuperarán con la resurrección. También es importante, observar que, muchos líderes religiosos, mueren longevos y rodeados por sus seguidores, no fue el caso de Jesús: de hecho, este el caso de muchos cristianos: no se pueden esperar soluciones mágicas de Dios.

26) Los padecimientos de Jesús, tomaron una forma histórica concreta, es el rechazo de los componentes del sistema de dominación. Jesús pidió a las autoridades religiosas de Jerusalén, creer en él, en virtud de las obras del Padre, que Cristo realizaba. Pero ese acto implicaba una fe, que los llevase a un nuevo nacimiento (Juan 3: 7), atraídos por la gracia divina (Juan 6: 44)

27) Jesús viene a mostrarnos el Reino de Dios, que es la misericordia de Dios: comparte con los pecadores, toca y se deja tocar por los impuros, lo único que Jesús busca es conversión (Marcos 1: 15); viene a pedirnos conversión. Véase que Jesús no nos acusa de pecado, lo que viene es a ofrecernos perdón, cuando convertidos, tomamos conciencia de pecado, nos alejamos de éste.

28) A esto hay que agregar, que, cuando hablamos de la cúpula político – religiosa judía, no se puede generalizar: como lo dice el Catecismo de la Iglesia Católica (1992): en ella, había disensiones a causa de Jesús (Juan 9: 16 – 17; 10: 19 – 21); inclusive a las puertas de la Pasión, Juan dice que: “muchos creyeron en él”, aunque de una manera imperfecta (Juan 12: 42)

29) Según el Evangelio de Juan, Jesús dice: “… yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia” (Juan 10: 10); vimos, cuando menos sintéticamente la vida de Jesús, pero ya no de la historia o desde las corrientes críticas. La vimos desde la fe.

30) A partir de allí, comenzamos a recorrer con más profundidad el camino de la fe: Pablo dice que la muerte de Jesús es un escándalo y para encontrar razón de él, han aparecido una serie de explicaciones que pueden resumirse en tres básicas (así las resumen los teólogos Adrien y Etxebarria):

• La teológica: Jesús muere de acuerdo a los planes de Dios.
• La escatológica: la muerte de Jesús inaugura la época de la salvación.
• La soteriológica o redentora: la muerte de Jesús como expiación de nuestros pecados.

Nosotros avanzamos desde la fe, abordando el tópico de la muerte de Cristo, con esos tres criterios.

Y aquí cabe la pregunta: ¿Cómo podemos entender a la luz de todo lo dicho, tales criterios?:
a) Jesús muere de acuerdo a los planes de Dios: esos planes conducen a que la humanidad, siguiendo a Jesús, con la fuerza del Espíritu Santo, satisfaga la imperiosa necesidad de ser una humanidad abierta a Dios, a todos (Al prójimo) y a todo (La ecología) y así se cumple la voluntad de Dios.

b) La muerte de Jesús es expiatoria: Dios quiere la conversión profunda de la humanidad, esa conversión, es entrega a la divinidad y al prójimo. Y esto, implica sacrificio. Es el sacrificio de Jesús, que se entrega en su palabra y su obra. Palabra y obra, que lo llevará hasta la muerte.

c) Esto debe quedar claro: los planes de Dios, es entregar a su Hijo, para que la humanidad se convierta, pero eso no se da, Jesús muere por nuestros pecados (Ellos causa la muerte de Jesús), pero no se trata de que Jesús expía primero los pecados y Dios perdona después. Dios entrega al Hijo, porque nos ama primero, toma la iniciativa. Somos nosotros, los que rechazamos el amor, el perdón, la expiación.

d) La muerte de Jesús es redentora: Jesús es liberador. Él paga con su muerte, la libertad de su palabra y sus actos. El Espíritu Santo, nos convoca a esa libertad. Esa vivencia, inclusive, puede llevar al martirio. Jesús encarna el clamor de libertad y liberación de la humanidad. Nótese que Jesús no busca protegerse a la “hora”, del culmen del enfrentamiento con el sistema de dominación (Pilato se extraña de que no busque protegerse. Juan 19: 10); Jesús ni negocia para salvarse (Lo que era muy propio dentro del sistema. De hecho, en el caso de Pilato, el teólogo José Antonio Sayés, llega a decir, que condena a Jesús por conveniencia, de ascender en el escalafón político del imperio.)

La significación teológica de la muerte de Jesús, la podemos resumir del siguiente modo:

• Conforme al Nuevo Testamento, la Pasión, está marcada por la palabra entregar:

a) Judas entrega a Jesús (Hemos visto antes que, desde momentos tempranos, querían matar a Jesús, pero no lo lograban hasta que lo acorralan, en lo que resultó clave el Iscariote)
b) Los ancianos y sumos sacerdotes, lo entregan a Pilato.
c) Dios, quien domina los acontecimientos, entrega a su hijo por amor a la humanidad.
d) El hijo se entrega a sí mismo: “…quiso ser víctima decisiva de la injusticia y del mal de este mundo” (Puebla, 194)

• Ahora bien, esta entrega y el dominio de Dios, no excluye la acción en libertad de cada uno de los actores de la Pasión y muerte de Cristo.

• El designio de Dios, se cumple por:

a) Ceguera.
b) Endurecimiento del corazón.
c) Miedo.

• En los hechos de la Pasión, confluyen 3 libertades:

a) La de Dios: libertad primaria.
b) La de Jesús: unido filialmente, al designio de Dios Padre.
c) La de los representantes de las cúpulas del sistema de dominación.

• La muerte de Jesús, es una consecuencia histórica (Jesús histórico), pero también es la culminación de la revelación de Dios, es decir, su auto comunicación para la salvación de la humanidad y del mundo (El Cristo de la fe); como es obvio, esto no excluye la palabra y obra de Jesús, en pro del Reino de Dios.

• Las fuerzas del mal, los poderosos de la religión y de la política, rechazaron ese servicio de amor (Puebla, 192)

• Desde la fe, hay que considerar el cruce de dos movimientos:

a) Uno de arriba abajo: Dios entrega a su hijo, nosotros lo rechazamos. Muerte por nuestra causa.
b) El otro, de abajo hacia arriba: Jesús muere, representando (En unión solidaria con la humanidad) al colectivo humano, muere por nosotros, por nuestros pecados. Se recuerda una vez más, la teología del “Siervo Sufriente”.

• Dicho esto: ¿En qué sentido Jesús muere por nuestros pecados?:

a) Al mostrarnos el amor y la benevolencia de Dios. Jesús muere, porque Dios se vuelca a los pecadores, y los invita a comunión con él (Romanos 5: 6 – 11. 1 Juan 3: 16); pero ellos lo rechazan.

b) En el sentido que la muerte de Cristo, cubre a toda la humanidad. Pese al rechazo humano, la oferta de salvación queda abierta.

c) Jesús vive y muere para enseñarnos a vivir como hermanos, suprimiendo las diferencias, compartiendo con los pobres (El Reino de Dios)

31) Dicho lo anterior, también cabe decir que: la cruz no es solo de Cristo, la cruz, también nos corresponde a los cristianos. Recuérdese que Jesús, nos invita a tomar nuestra cruz (Marcos 8: 34 – 35); esto implica, renunciar a nosotros mismos, es “perder la propia vida para ganarla”, no se puede ser cristiano, sin estar crucificado con Jesús (Así lo muestra el mismo San Pablo)

32) Hecho esto, pasamos a hablar de la exaltación de Jesús, refiriendo a sus 3 componentes:

a) La resurrección de Jesucristo.
b) La ascensión de Jesucristo.
c) La sesión de Cristo (“Dios sentado a la derecha del Padre”)

La resurrección no es un evento histórico del todo, lo que no significa, que no fuera un evento real (No todo lo real, tiene que ser histórico). Sería un acontecimiento metahistórico, pero que cambia la historia… por eso se habla de la “exaltación de Cristo”.

El significado de la resurrección, lo podemos resumir del siguiente modo:

• Dios por la resurrección, declara inocente y justo a Jesús, rechazado y condenado por el sistema de dominación. Ya lo dice el numeral 197 de Puebla: “La justicia de Dios ha triunfado sobre la injusticia de los hombres”.
• Comienza el final de los tiempos.
• Ya es activo el Espíritu Santo.
• La Pascua es el centro de nuestra fe (1 Corintios 15: 4 – 7): hemos visto que, Jesús inaugura la nueva alianza, de esa nueva alianza, surge un nuevo pueblo de Dios, esto es el centro de todo: Cristo resucitó, nosotros lo seguiremos (1 Corintios 15: 22)
• Jesús no vive porque su causa sigue adelante, sino, que sigue adelante su causa, porque él vive.

Profundicemos este último punto: por lo antes dicho, la principal fiesta cristiana es la Pascua. La Pascua anual, la celebramos en Semana Santa. La Pascua Semanal, se concreta cada domingo, día del Señor por excelencia.

Esto es importante para nosotros hoy:

• En Jesús, Dios está con nosotros siempre (1 Juan 4: 10; Mateo 28: 20)
• En la Pascua de Jesús, su paso de la muerte a la vida, se nos ofrece el perdón y la liberación de todo pecado (1 Juan 1: 29 – 36)
• Esa salvación no es fruto del sistema de dominación, sino, del amor (1 Juan 4: 8 y 16)
• Dios nos ayuda a salir de todas las esclavitudes, para ir formando un pueblo de hermanos (Mateo 28: 20; Juan 14: 16)
• En Jesús está nuestra salvación (Romanos 6: 5)
• Su muerte engendra vida (1 Juan 3: 14 – 16)
• Dios permanece en nosotros en el amor (1 Juan 4: 12); Dios que es amor, resucita a Jesucristo, dándole razón a su esperanza (1 Juan 4: 16; Juan 10: 17 – 18; 13: 31 – 32; 16: 32; 17: 4- 5)

33) Entonces: con todo este cuadro completo, se puede ir finalizando este viaje, respondiendo de manera sintética, a una pregunta muy compleja: ¿Por qué la salvación del mundo pasa por la muerte cruenta de Jesús?: porque el pecado y la violencia de la humanidad, rechazaron a Jesús, el justo y el santo. Pero para vencer ese pecado y esa violencia, Dios resucita a Jesús de entre los muertos. En suma: todo lo que es muerte en la Pasión, es fruto de la humanidad y su sistema de dominación y todo lo que es vida, proviene de Dios, de su Hijo y de su Reino.

34) Y esa vida debe ser más que racionalizada o justificada (“teologizada”) podríamos decir, debe ser experimentada. Esa experiencia nos pone a las puertas de la mística: transparencia, vaciamiento del ego, una experiencia en la que el que el amor lo es todo, así, no hay tensión entre deseos y actos.

35) El asunto es, que quienes nos decimos los seguidores de Cristo, hoy somos (O deberíamos ser), sus manos y sus pies en la tierra: por lo tanto, en lealtad al Señor, deberíamos luchar contra el sistema de dominación / tinieblas.

Reflexión de Semana Santa (parte I)

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