Recetas económicas fracasadas

Luis Paulino Vargas Solís

Luis Paulino Vargas

Entre las muchas tonteras que, con fines de ataque personal e intimidación, me toca leer, una que se repite con mediana frecuencia es la que habla acerca de las “recetas económicas fracasadas”. Supongo que la cosa tiene que ver con mi crítica al neoliberalismo o, más en específico, con mi crítica a los innumerables gazapos del gobierno de Chaves.

Esas personas son usualmente omisas a la hora de explicar cuáles son las recetas económicas “fracasadas” y cuáles las “exitosas”, aunque no es infrecuente que aparezcan referencias a Venezuela o Cuba, lo que da a entender que las recetas “fracasadas” son las de esos dos países ¿Y las exitosas? Pues lo único que se logra percibir con cierta claridad, es que, en sus cabecitas, el asunto está vinculado a libre mercado, privatizaciones, bajos –quizá nulos– impuestos a las grandes empresas y a los muy ricos y un gobierno chirrisquitico.

Que me digan que mis ideas corresponden a “recetas fracasadas” para, enseguida, remitir la cuestión a Cuba y Venezuela, es una perfecta idiotez. Jamás he propuesto nada que se parezca a lo que se ha hecho en esos países.

Para empezar, es obvio que Costa Rica es, en lo fundamental, una economía capitalista. Decir que somos una economía mixta, donde se mezcla la participación privada con la pública en la economía, es un poco exagerado. Algo hay de eso, pero en proporción modesta. El caso es que, como bien lo demuestran los datos, el tamaño de nuestro sector público, relativamente a la economía en su conjunto, es bastante pequeño. Muy lejos de países como Francia, Noruega, Suecia o Dinamarca. Incluso claramente por debajo de Alemania, Reino Unido, Japón o Corea del Sur. Estados Unidos queda un poco por encima, pero si consideramos que el gasto en salud financiado de forma privada en ese país es muchísimo más alto que en Costa Rica, de inmediato comprenderíamos que el dato tiene mucho de engañoso.

Siendo una economía capitalista, con rasgos limitados de economía mixta, Costa Rica es un país muy pequeño, lo que ha determinado que el comercio internacional siempre haya jugado un rol muy importante. Pero, además, estamos en la periferia de la economía mundial, y directamente en la zona de influencia geopolítica de Estados Unidos, con un agravante: el modelo económico seguido durante las últimas décadas, y sobre todo desde fines de los años noventa, ha profundizado la dependencia respecto de la economía estadounidense.

Sería insensato formular propuestas de desarrollo para Costa Rica que no tomen en cuenta esas condiciones. Ese es un punto de partida ineludible. Pero tampoco sería muy cuerdo formular esas propuestas sin tener en cuenta las experiencias que la historia nos muestra, y las conclusiones que la teoría ha sacado a partir de esas experiencias.

Y lo que la historia enseña es que prácticamente la totalidad de los países que hoy son ricos y altamente desarrollados, han llegado a serlo a partir de estrategias de desarrollo en las que los gobiernos jugaban un papel muy importante, con una significativa intervención en los mercados. Se ha demostrado que eso es cierto también para Inglaterra, incluso habiendo sido la primera potencia industrial en la historia del capitalismo.

Como resultaba esperable, hay variantes de una experiencia nacional a otra. Y, asimismo, el paso del tiempo trajo mayor sofisticación. Claramente Japón y los “Tigres Asiáticos” innovaron e hicieron cosas que anteriormente no se observaron en Alemania o en Estados Unidos. Incluso la experiencia estadounidense muestra cómo, entrada la segunda mitad del siglo XX, se desarrollaron políticas industriales que, 50 años antes, eran inimaginables.

A la luz de todo eso, es un completo desatino decir que las “recetas económicas exitosas” pasan por mercados desregulados y gobiernos chiquiticos. Y mucho menos cuando el mundo presencia con asombro el ascenso de China. Estados Unidos, la superpotencia del último siglo, luce cada vez más temerosa e insegura frente a la celeridad con que China, bajo un modelo fuertemente dirigista, va dominando las industrias de punta. Es posible que parte del problema reside en que los gringos olvidaron lo aprendido con sus masivas políticas industriales de otros momentos. Biden tímidamente intentó recuperarlas. Trump, un idiota sin remisión posible, las volvió a lanzar al basurero.

Hay en todo esto muchas enseñanzas y mucho de lo cual aprender. Quienes nos han gobernado durante los últimos 40 años no han sido capaces de hacerlo. El gobierno actual –el más inepto y corrupto de la historia– muchísimo menos.

Necesitamos escuchar lo que la historia nos dice, aprender y saber aprovechar lo aprendido de acuerdo con nuestras condiciones, posibilidades y aspiraciones.

Economista jubilado

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