Presidente en el Congreso

Carlos Manuel Echeverría Esquivel

Carlos Manuel Echeverría

Fue interesante e importante ver ayer al Presidente de la República participando en una sesión de comisión legislativa de nuestro primer poder de la República, en lo que para efectos prácticos fue un “juicio político”. Como bien lo sabemos la realidad no siempre es legal ni tampoco legítima. Pero por definición es real.

El recinto donde se llevó a cabo la sesión no tiene importancia por lo que el zafarrancho que al respecto fomentó Zapote, me parece no tenía más sentido que “enlodar la cancha”. Y como “al buen pagador no le duelen prendas», deja mucho que pensar.

La sesión se llevó a cabo bajo la hábil conducción de la diputada doña Silvia Hernández, colega de este servidor como viceministra en MIDEPLAN, lo que unido a su excelente formación le da la capacidad de entender la acción estatal desde la perspectiva horizontal y sistémica. Destaco este punto porque la labor de manejar una sesión como esa no es fácil, especialmente cuando algunos no tratan la investidura presidencial con el respecto que ésta merece.

Esperaremos el informe de la Comisión para conocer los aspectos relevantes. Puedo adelantar que hubo algunos que me llamaron la atención, tales como el uso deficiente que se hace de la magnífica Ley General de la Administración Pública (ley Ortiz Ortiz-Piza Escalante), tanto en cuanto a la gestión política como respecto al asumir responsabilidades cuando se implementa una directriz presidencial o se decide no hacerlo.

En términos generales la gestión en Costa Rica es deficiente. El presidente por ejemplo, quien se espera tenga capacidad de gestión, de “management” dirían algunos, de manejo o gerencia dirían otros, al delegar funciones debe permanecer en control de la situación, pues la responsabilidad en la gestión pública o privada no se delega, aunque puede se comparta. De tal forma que, si un colaborador del jefe de estado incumple una directriz y el presidente en nuestro caso deja pasar el asunto, estaría éste asumiendo la responsabilidad total del caso.

De cara al futuro tenemos que pensar en que la persona a elegir como Presidente de la República debe de tener un profundo conocimiento de las leyes y del funcionamiento sistémico del Estado costarricense y su aparato estatal. Su capacidad gerencial debe ir mucho más allá de “la práctica administrativa” que no es más que cuidar lo que está bajo su responsabilidad; de quien preside se debe esperar mucho más. Además de gran capacidad política, lo que no es lo mismo que politiquera, debe tener perspectiva internacional. Es evidente que muchos pierden la perspectiva y piensan que cuando “los trapos sucios se lavan en casa” no se ve desde afuera, lo cual es incorrecto. Hay que cuidar la imagen de Costa Rica en el exterior, pues como país pequeño dependemos enormemente del resto del mundo.

En una democracia parlamentaria donde se cuenta con un Presidente dedicado a funciones fundamentales pero no ejecutivas y un primer ministro que forma y encabeza el Gobierno, no hubiera sido necesario el “show mediático” de ayer. En Belice por ejemplo para no ir muy lejos, todos los días a quien ocupe el cargo de primer ministro y sus ministros, si es necesario los interpelan en el parlamento, pues a la vez que “son gobierno” siguen siendo parlamentarios.

Pienso en Costa Rica se requiere ya de un esquema de gobierno parlamentario debidamente regulado y como el parlamento al ser de representación popular amplia puede perder el sano equilibrio y tender hacia el parroquialismo, conviene sea complementado por un senado o cámara alta constituido por personas electas de mucho nivel intelectual y experiencia práctica amplia en temas de Estado, para que complemente el valioso juego democrático que se da en la cámara baja de amplia representación.

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Miembro de la Comisión de Reforma del Estado Costarricense (COREC I)

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