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Carlos Manuel Echeverría Esquivel
El 31 de octubre de 2018, en el Diario de Hoy de El Salvador, se publicó una noticia de página entera, titulada “Se congela el proyecto de ferry entre El Salvador y Costa Rica”. El enlace es: http://www.eldiariodehoy.com/negocios/96808/se-congela-el-proyecto-del-ferry-entre-el-salvador-y-costa-rica/
Dejé pasar unos días para referirme a la noticia y externar mi opinión personal, basada en la experiencia que tuve como Embajador de Costa Rica en El Salvador, entre el 2014 y el 2017. Tengo entendido que desde agosto tal y como se ofreció, está pendiente el establecimiento del servicio arriba mencionado.
El ferry entre La Unión en El Salvador y Caldera en Costa Rica, fue uno de los 4 proyectos emblemáticos de mi gestión. ¿Por qué el ferry? Porque independientemente de la situación del tráfico por carretera en Nicaragua, el servicio de ferry entre esos dos puertos, es necesarísimo y son los ideales en Centroamérica para establecerlo, con la posibilidad de seguir de Caldera a puerto en Ciudad de Panamá y lo mismo desde La Unión al Puerto de San José en Guatemala. El concepto de ferry en su dimensión regional, es un elemento vital para Costa Rica, al plantearse como alternativa económicamente factible y sin subsidio, si se dan los volúmenes adecuados, al problemática transporte por carretera de Costa Rica hacia el norte y viceversa.
La visión del ferry ha estado presente desde hace muchos años; lo que hace es habilitar una amplia y veloz autopista que es el mar, a costo cero de mantenimiento, donde ni los cabezales, como se le dice a los camiones que halan furgones, se desgastan; que desaloja las sobre utilizadas y lentas carreteras y las saturadas aduanas fronterizas, reduciendo el tráfico y el costo de mantenimiento en ambos casos y la presión en el caso de las aduanas, que así trabajan mucho mejor.
A grosso modo, el ferry es una embarcación distinta a los barcos cargueros; tan distinta que el ferry no puede pretender ser un barco carguero ni viceversa. El barco carguero moderno está diseñado fundamentalmente para llevar “containers” o carga a granel; es de más lenta operatividad y requiere ayuda para navegar “en puerto”, así como equipo de apoyo: grúas o conductos, dependiendo la carga que lleven, para su carga o descarga. Son de gran calado y están diseñados para navegar largas distancias por vía marítima, lacustre o fluvial. Pueden llevar plataformas cargadas encima cada una con un container, que se introducen al barco y se descargan con la ayuda de un cabezal. A esto se le llama “roll on-roll off”, aunque nunca con la versatilidad de un ferry, que en los países desarrollados y otros donde el transporte ferrial se ha desarrollado, transporta automóviles, autobuses y pasajeros, algo a lo que se puede llegar más adelante en Centroamérica.
Los ferris operan en distancias más cortas y cerca de las costas, Son de poco calado y por ser capaces de maniobrar por si solos en todas las direcciones, técnicamente no requieren de ayuda para maniobrar en puerto, aunque algunos la exigen. Por el tipo de carga que llevan, que puede ser, como ya se dijo, plataformas con el container encima sin cabezal o con cabezal, autobuses, automóviles motocicletas, etc. y pasajeros, cuando están preparados para ello, no requieren servicio de grúa o conductos para su carga y descarga, que se hace rapidísimo, lo que no es el caso de un barco carguero convencional. Esto hace que los puertos en el mundo donde el servicio de ferry es común, tengan una tarifa ferris de uso del puerto, más barata que la tarifa que pagan los barcos convencionales, así como facilidades logísticas específicas, para ofrecer el servicio que los ferris necesitan.
Cuando dejé el cargo apuntado, no había problema alguno en El Salvador o con la SIECA desde la perspectiva integracionista y en Costa Rica todo estaba listo, excepto el tema tarifario y fue por eso, que la Naviera Odiel, española, que pretendía abrir la ruta sin derecho alguno de exclusividad y que trabajó a brazo partido con nosotros, los equipos mixtos salvado-costarricenses que le entramos con ahínco al tema, se “echo para atrás”; con la tarifa convencional, sentía, no podía hacer la operación rentable y el aceptarla además, sentaba un precedente delicado a nivel internacional.
El operador del Puerto de Caldera, entiendo no acepta cambiar su tarifario agregando una tarifa ferrial, pues ésta no está ni en el contrato, ni en la ley costarricense, lo que de ser así es un craso error nacional en ambos casos, aprobación de ley y contrato. Constituye además un tendón de Áquiles de los procesos de alianza público-privado, que me cuesta entender, pues pareciera que hay una pérdida de soberanía al no poderse corregir lo que supongo fue un error de la parte costarricense, al establecer la posibilidad de que un operador privado pudiera gestionar Puerto Caldera.
Por otro lado, las navieras que sirven Caldera se han opuesto a considerar el ferry como una nave no convencional y por lo tanto, se han opuesto al servicio. La actitud es similar a la de los taxistas con respecto a Uber; ya es práctica en Costa Rica oponerse a cualquier cambio que afecte intereses, aunque ese cambio genere eficiencias y eficacia inéditas, saliendo a menudo triunfantes los opositores.
Me ha llamado la atención que la empresa operadora del Puerto de Caldera, presentó al Señor Presidente una propuesta de modernización del puerto, que no incluye -o por lo menos no lo recogió la prensa- elemento alguno consistente con el establecimiento a futuro del transporte ferrial a nivel centroamericano.
Creo que ya es hora de que el Gobierno de la República asuma su papel de liderazgo ineludible al respecto de este tema, en fomento de los mejores intereses del país y tome las medidas que deshagan el nudo gordiano que ha hecho imposible el establecimiento del transporte ferrial que aquí nos ha ocupado.
Agradezco se me corrija si estoy equivocado, pero ojalá ofreciendo un camino para superar esta inconveniente situación.
