Perversidad del problema migratorio

Progresemos

Carlos Manuel Echeverría Esquivel

Carlos Manuel Echeverría

La migración ha estado en el centro de mi atención durante diversas etapas de mi vida profesional, especialmente como embajador en El Salvador (2014-2017), cuando me toco supervisar la pasada por allí de miles de cubanos vía Costa Rica hacia los EEUU. En general, se ha convertido en algo muy triste y reflejo de la miseria humana llevada al extremo.

Históricamente, la migración para la mayor parte de quienes la han acometido, es en general un acto extremo, que se puede originar por razones de mucho peso… políticas, económicas, sociales o una combinación de ellas. Es un acto a veces desesperado, improvisado y riesgoso. Es algo a lo que los costarricenses hemos estado poco expuestos, pues no somos muchos los que emigramos en condiciones extremas negativas. La mayor parte de los costarricenses que hemos emigrado lo hemos hecho en condiciones favorables.

Desde los tiempos de la emigración judía de Egipto a lo que es hoy Israel, las migraciones, han sido innumerables y de diferente índole. Es duro para alguien dejar su terruño, pero a menudo no queda más que hacerlo. Corrientes inmigratorias de Europa, Medio Oriente, Asía y África, está última forzada e inhumana hacia los países americanos, “pooles” de talento multiplicador, mano de obra y mercados necesarios para desarrollar economías de escala. Fue relativamente ordenada y con amplio espacio en los destinos para que cada uno tuviera sus oportunidades de desarrollo. Esta es la parte romántica de la migración.

Hoy en día el asunto no es tan romántico, por decirlo de alguna forma. Los países de destino, más maduros y poblados, resienten la inmigración indiscriminada, más abundante de lo manejable y de grupos étnicos ajenos o con los que ya se tienen situaciones complejas. Europa la sufre de países africanos de “la negritud” de Senghor, de países musulmanes y algo de Europa y Asía, especialmente de la India y Pakistán en condiciones difíciles de manejar. Si a Costa Rica le cuesta manejar la inmigración nicaragüense, proveniente del país vecino, hermano mellizo, necesaria como es, imagínese el lector, lo que es para un país europeo, homogéneo en su cultura y caucásico hasta decir basta, asimilar grupos humanos que pueden ser tan extremos como muchos musulmanes, que parten de sus países porque no soportan el esquema de vida y cuando llegan a Europa hacen lo posible por recrearlo, afirmación caricaturesca de mi parte pero respaldada en hechos reales.

En los EEUU y hasta cierto punto Canadá, que por su rala demografía es relativamente abierto a la inmigración regulada eso sí, ésta, al igual que en Europa, se ha desbordado. Los inmigrantes en el caso europeo cuando vienen de África provienen de países miserables, explotados durante siglos por los colonizadores. Son personas paupérrimas, de educación diversa y de prácticas culturales difícilmente compatibles con las de los países de destino. En el caso de los latinoamericanos y caribeños que emigran al norte, se trata de personas de base cultural judeo-cristiana, más fácilmente asimilables.

Mi experiencia en El Salvador con los cubanos en tránsito mediante un esquema regulado entre Costa Rica- El Salvador- Guatemala- México, me hizo concluir que se trataba de gente educada, inteligente, gozando de buena salud y desarrollada en todo sentido, manejando la lengua inglesa, con ciertos recursos. De El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua emigra “de todo”, aunque primordial y lógicamente en función a su peso demográfico, más que todo seres humanos con algunas limitaciones y recursos muy limitados.

Pero algo tienen todos o casi todos en común, excepto quizás delincuentes dedicados a su dañina actividad: no dedicaré tiempo a éstos. La mayor parte son, al nivel de cada uno, lo mejor de la grey. Porque para emigrar hay que ser “avispado”, tener ilusión, espíritu de lucha, audacia e inteligencia o por lo menos “ser vivillo”. Los países de proveniencia están dejando se le vayan los mejores. Y para los países respectivos, incluido Costa Rica en el caso masivo de los nicaragüenses, es un muy buen negocio: reciben personas dispuestas a trabajar, mayores de edad o cercanos, que no les ha costado un centavo desarrollarlos al nivel legalmente productivo. Calculo a grosso modo que la inversión del estado nicaragüense indirecta y directa para desarrollar desde su concepción a un ciudadano debe de andar por los 450 mil US$ por persona. Si pensamos conservadoramente que en Costa Rica hay 500 mil nicaragüenses trabajando, estamos hablando de 2,2 millardos de US$, una suma importante. Viene a ser un subsidio que países menos desarrollados otorgan a los países más desarrollados.

Puede uno entender que países africanos donde hay muy pocos recursos de todo tipo, “expulsen” seres humanos migrantes en la forma en que lo hacen. Pero no hay excusa en el caso de los países de América Latina (los pequeños países del CARICOM son otra cosa: presentan una situación compleja, sin posibilidades de economías de escala, incapaces de absorber toda su mano de obra), no hay uno solo que potencialmente carezca de lo básico para desarrollarse; si carece es porque el esquema de vida está plagado de injusticias. Son países mal manejados, infestados de corrupción a todo nivel, con éticas de trabajo cuestionables, algunos de ellos con esquemas históricos construidos para explotar. Sus emigrantes tienen que estar desesperados para emprender junto hasta con niños y ancianos, la inhumana travesía, vergüenza nos debe dar que hasta se facilite.

En los últimos años, empezando por Cuba, varios de los países latinoamericanos han escogido modelos desarrollo políticos autoritarios basados en propuestas socializantes que no generan ambientes propicios para fomentar la producción privada, tradicional o cooperativa. Sus liderazgos tienden a ser inmaduros y algunos se sienten dados por Dios. Terminan como dictadores apropiándose en forma desmedida de lo poco o mucho que, en algunos casos, genera el maltrecho esquema productivo.

Para países como los mencionados, de diferente signo político, la emigración se ha convertido en un gran negocio: economías importadoras con altos índices de ineficiencia y desempleo, se libran de “bocas que alimentar”, que se vuelven en remeseros importantes. ¡La salvada! Que lo diga Cuba que básicamente vive de los cubanos en EEUU, a los que ya ni por asomo llaman “gusanera” como en los tiempos de oro con la URSS apoyando. Paradójicamente, los US$ vienen en su mayor parte de los EEUU, el enemigo por excelencia, pero, que rabia les dará a esos gobernantes, donde “todo el mundo” quiere emigrar: claro, es el país dinámico económicamente, donde hay posibilidades de trabajo y progreso, además de un alto sentido de libertad y la posibilidad de vivir dignamente, lo que tampoco es garantía si no se es productivo y decente, según los valores anglosajones.
No se le puede pedir más a los EEUU, pero si a tanto país tan mal manejado. Mejoren en lo político especialmente, en lo económico creando un mejor ambiente para la producción privada y lo social sin duda. Sean cada vez más como Chile, Uruguay, Colombia hasta el momento, ojalá no se enredé el actual gobierno que ya maneja una agenda complicada auto creada, Panamá y Costa Rica, estos dos últimos países sin ejército, que, con todo y sus deficiencias, tienen mucho positivo que enseñar y para efectos de este artículo lo fundamental: son muy pocos absoluta y relativamente sus ciudadanos que emigran.

Exviceministro OFIPLAN, diplomático y consultor.

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Un comentario

  1. Gustavo Elizondo

    Mi amigo, siempre he dicho que los déspotas que llevan a sistemas políticos al fracaso como Venezuela, Haití y todos los centroamericanos de aquí pa´rriba, deberían ser procesado por crímenes lesa humanidad; que paguen con los capitales mal habidos que han trasladado a paraísos fiscales, por la repatriación de sus conciudadanos.

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