Perdimos la madre de todas las batallas

Pandemia

Yayo Vicente

Yayo Vicente

Está de moda entre los partidarios del PLN, justificar las tres pérdidas seguidas (2014, 2018 y 2022) con 200 explicaciones. Ni todas sumadas consiguen crear un sólido argumento de recibo. En las campañas se cometen errores, fáciles de ver una vez finalizado el proceso. Las lógicas y predecibles rivalidades entre dirigentes, los resentimientos de unos y de otros, la falta de signos externos, mensajes poco afortunados y así hasta llegar a las 200 explicaciones.

José María fue un gran candidato, incansable, empático, bien contactado, con apellido de gran significado en la política criolla, con propuestas serias y “realizables”. Su fuste de hombre presidenciable, no tenía ni tiene tacha. Cinthya, su esposa y compañera de batalla, con su calidez, su origen humildísimo y testimonio de superación, lo complementaba o complementa, de manera ideal.

Afuera de nuestras fronteras, la situación política no es distinta. Por las razones que sean, la riqueza se ha concentrado y mucha gente, más de la cuenta, ha quedado atrás. Personas rezagadas en sociedades que nunca antes han gozado de tanta riqueza material. Los “ninis” son muchachos sin esperanza, igual que los despedidos y los graduados desempleados. Como nos grita Stéphane Hessel, resulta ¡INDIGNANTE! y “el motivo principal de la resistencia es la indignación”. Saturemos nuestro pensamiento con más de Hessel:

Se tiene la osadía de decirnos que el Estado ya no puede asegurar los costos de las medidas sociales. Pero cómo puede faltar hoy dinero para mantener y prolongar estas conquistas, cuando la producción de la riqueza ha aumentado considerablemente […] el poder del dinero, no ha sido nunca tan grande, tan insolente y tan egoísta con sus propios servidores, incluso en las más altas esferas del Estado. Los bancos, se preocupan mucho por sus dividendos y por los altos salarios de sus dirigentes, no por el interés general. La brecha entre los más pobres y los más ricos no ha sido nunca tan grande, ni la búsqueda del dinero tan apasionada”.

Volvamos al terruño y al PLN, antes de buscar 200 pretextos, debemos reconocer que hemos venido perdiendo la “madre de todas las batallas”, la gran y verdadera batalla. La única que tenemos la obligación de ganar. Sin esa victoria, poco importa todo lo
demás.

En Costa Rica, el porcentaje de hogares en condición de pobreza, según el método de línea de pobreza, se ha mantenido cercano al 20% desde la última década. Traduzcamos eso: quien nació en un hogar pobre, crecerá pobre y será un adulto pobre. Un destino ingrato, “indignante”, como nos dice Stéphane Hessel.

A esa terrible e inaceptable realidad, le tenemos que sumar los destrozos provocados por la pandemia: gente que perdió su emprendimiento, su empleo, sus ilusiones. Personas con deudas que no pueden honrar. La gran clase media que logramos crear, está siendo pulverizada, menos ricos y más pobres. El descontento tiene razón de ser.

¿Qué tiene esto que ver con el PLN?

Claro que no tenemos culpa en la crisis de los contenedores, el atasco en Shanghái, la guerra entre Rusia y Ucrania, la inflación en EE.UU. y el alto costo del barril de petróleo.

El asunto es que en 1948 prometimos:

El día en que terminemos la guerra contra la mala fe, iniciaremos una nueva guerra: la guerra contra la pobreza.

La victoria del ejército será la Segunda República; y la victoria de la Segunda República será el bienestar del mayor número.

El hombre ya tiene medios de producción capaces de colocar en un plano elevado, material y espiritual, a todos los miembros de la comunidad. Los economistas de la Segunda República, en colaboración con todos los costarricenses de buena intención, sabrán aplicar esos medios para que desaparezca el espectáculo de las grandes mayorías empobrecidas, por la diferencia y por el privilegio.

Somos un movimiento revolucionario, que evolucionó a partido político para transformar a Costa Rica. No estamos opuestos a las innovaciones, tampoco somos conservadores en procura de la estabilidad económica, por encima del bien común y menos en favor de políticas de tiempos pasados. Lo cierto es que claudicamos en la promesa más importante. La madre de todas las batallas, era y es contra la pobreza, dejarla para después y no acometerla a tiempo, nos tiene en este predicado. No son 200 razones, ES UNA SOLA. Revisemos donde ganamos y donde perdimos mesas electorales. El pueblo tiene tres elecciones cobrándonos la promesa incumplida.

¿Réquiem para el PLN?

En la misa de los difuntos, se canta una música triste, a veces con matracas que emiten un sonido desapacible, contrario al alegre replicar de las campanas. ¿Le llegó la hora al PLN? No lo creo o no quiero aceptarlo. Sacó un tercio de los diputados (19 escaños de 57), llegó al balotaje en primer lugar, en la segunda ronda fue favorecido con 400 mil votos “prestados”.

William Edwards Deming nos enseñó que los errores en una organización, no se resuelven con el recambio de personas, las nuevas, tarde o temprano incurrirán en los mismos errores que sus antecesores. Lo que debe modificarse, nos dice, es el sistema o procedimiento. No basta con cambiar personas en una maquinaria electoral, tampoco es suficiente con actualizar estatutos. Eso es ni más ni menos, que volver el rótulo para adentro.

El PLN debe cumplir su promesa más importante, para eso tiene 19 curules. Igual que en la Asamblea Constitucional de 1949, debe pelear, convencer o negociar, que se traduzca en realidad buena parte de la oferta que plasmó en su propuesta de gobierno. Aspectos como el “Ingreso Mínimo Familiar”, más empleabilidad, menos precariedad del empleo, precios por encima de los costos de producción para el productor agropecuario, techo para la gente… en fin, “la victoria de la Segunda República será el bienestar del mayor número”, y lo único que puede resucitar al PLN.

El fenómeno salud-enfermedad, es complejo y cuando se escala a una población, se le suman infinidad de nuevas variables, haciéndose todavía más intricado. Poner en palabras simples lo que todavía no termino de comprender, ha sido mi reto durante la pandemia por COVID-19.

ANEXO

SEGUNDA PROCLAMA DE SANTA MARÍA DE DOTA
Nuestro Movimiento Renovador y la Cuestión Social

En nombre del Ejército de Liberación Nacional, cuya misión es fundar la Segunda República, niego todo derecho a calificar de reaccionario, burgués o retrógrado al movimiento nuestro.

Solo puede juzgársenos así por mala fe o incomprensión. Contra la mala fe, tenemos balas y contra la incomprensión, tenemos razones.

Un movimiento tan noble, tan esclarecido y a la vez tan popular como el nuestro, no podrá jamás implantar un régimen injusto. Aquí están los trabajadores y aquí están los estadistas. A todos los mueve el espíritu del siglo veinte que es el siglo del pueblo.

El día en que terminemos la guerra contra la mala fe, iniciaremos una nueva guerra: la guerra contra la pobreza.

La victoria del ejército será la Segunda República; y la victoria de la Segunda República será el bienestar del mayor número.

El hombre ya tiene medios de producción capaces de colocar en un plano elevado, material y espiritual, a todos los miembros de la comunidad. Los economistas de la Segunda República, en colaboración con todos los costarricenses de buena intención, sabrán aplicar esos medios para que desaparezca el espectáculo de las grandes mayorías empobrecidas, por la diferencia y por el privilegio.

Dejen de combatirnos los incomprensivos. Abandonen esta lucha que, por parte nuestra, va solamente dirigida contra los hombres de mala fe.

Abran todos los costarricenses los brazos a los gloriosos soldados de la Segunda República, que juran sobre la sangre vertida, dedicarse a construir una patria sin miseria.

JOSÉ FIGUERES FERRER
Comandante en Jefe
Ejército de Liberación Nacional.
Santa María de Dota, 1ro de abril de 1948

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