Oscar Arias non grato

Política entre bastidores

Manuel Carballo Quintana

Manuel Carballo

A lo largo de sus 55 años de existencia, una de las grandes razones de ser del Centro de Estudios Democráticos de América Latina (CEDAL) ha sido contribuir con los esfuerzos de lograr y mantener la paz particularmente en la región centroamericana. En la década de los años 80, en las instalaciones de La Catalina se llevaron a cabo múltiples encuentros -clandestinos unos, semiclandestinos otros-, entre representantes gubernamentales y grupos centroamericanos de oposición, siempre buscando e impulsando puntos de encuentro. Toda mediación era válida, pues Centroamérica ardía con la acción de los grupos rebeldes guerrilleros. En ese empeño, por cierto, fue grande el impulso que recibió CEDAL de parte del Dr. Federico Mayor Zaragoza, quien fuera en ese entonces Secretario General de la UNESCO.

A principios de la década de los años 90, tuvo lugar en La Catalina un evento trascendental y secreto: tres días de concentración de representantes de los ejércitos centroamericanos reunidos con líderes de las distintas fuerzas insurgentes de la región. Sabíamos de antemano que los representantes guerrilleros venían incluso con pasaportes y visas falsificados. Por Guatemala participaron representantes del Ejército (General Sergio Camargo) y de la guerrilla de la URNG (Comandante Rolando Morán); de Honduras participaron representantes del Ejército (Coronel Mario Hung); de El Salvador representantes del ejército y comandantes del FMLN (Joaquín Villalobos); de Nicaragua participó una delegación del Frente Sandinista, ya convertido en Gobierno; y de Colombia participó un comandante del Ejército de Liberación Nacional (ELN) como invitado especial.

Las sesiones del encuentro fueron sesiones muy formales, en las que se discutían temas atinentes a sus visiones de cómo se debían dar las relaciones entre poder civil y poder militar. Quizás eran sesiones intrascendentes, porque la realidad es que los temas de fondo entre guerrilla y ejércitos se daban en la noche, al calor de las parrilladas, los brindis y las manifestaciones de querer mantener una amistad que trascendiera sus luchas.

Pues bien, no sé cómo, a don Oscar Arias le llegó la información de la reunión secreta de CEDAL en La Catalina. Y una mañana recibí su llamada telefónica para solicitar que se le diera un espacio en el encuentro a fin de tener una conversación con ellos. Por supuesto que accedimos a su deseo.

Llegó el momento de hablar con los militares y los guerrilleros. Don Oscar expuso por algo más de media hora. Su tesis central: la necesidad de abolir los ejércitos en Latinoamérica y en particular en Centroamérica, con toda la argumentación que le conocemos a don Oscar Arias y que no es del caso repetir en este pequeño escrito. Concluida su exposición, se produjo un silencio y nadie aplaudió siquiera por cortesía como es costumbre.

Don Oscar se retiró. Los participantes permanecieron reunidos para preparar conclusiones atinentes a la presencia de don Oscar y de la conferencia en general. Entre otras llegaron a las siguientes conclusiones:

  1. El señor Oscar Arias no estaba en el programa, nadie lo invitó.
  2. Consideraban una ofensa la forma de referirse a los cuerpos armados.
  3. Era un atentado contra la soberanía de los países reunidos.
  4. Ambos ejércitos y guerrillas se oponían a la abolición de los ejércitos, su lucha era por reestructurarlos y modernizarlos, poniéndolos “al servicio del pueblo”.

Conclusión: los aquí reunidos representantes de… etc., acordamos: DECLARAR NON GRATO AL SEÑOR ÓSCAR ARIAS SÁNCHEZ.

¡Y nosotros que creíamos que en realidad quería cambiar la suerte de la región centroamericana!

Ya conocemos lo que había ocurrido antes por la perseverancia innata de don Oscar: Plan de Paz para Centroamérica, Premio Nobel de la Paz, abolición del ejército en Panamá, abolición del ejército en Haití.

Este encuentro internacional transcurrió en el más absoluto secreto. La prensa no se enteró, los cuerpos de la seguridad nacional no se dieron cuenta. La seguridad que dimos a los participantes, de muy alto perfil, fue con los dos vigilantes propios de La Catalina (“guachimanes”).

Tal vez don Oscar recuerde este pasaje histórico de su intervención en CEDAL, La Catalina. Lo que estoy seguro es que no supo lo que sucedió después de su charla porque nunca se lo llegamos a contar. Ahora sí lo sabrá.

Esta declaratoria de NON GRATO la debe ver don Oscar como una condecoración, que la puede sumar a las innumerables condecoraciones y Doctorados Honoris Causa que ha recibido en su vida.

En contraste, los países de los representantes que declararon non-grato a don Óscar sufren la corrupción, el descrédito y el irrespeto a los derechos humanos que brotan desde los ejércitos y los grupos armados, enemigos todos de la paz y la democracia. ¡Cosas de la vida!

Estos apuntes no tienen ninguna pretensión literaria; son la narración de simples hechos reales poco conocidos que al cabo del tiempo se convierten en históricos.

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Un comentario

  1. Dinorah Bonini Cobos

    Muy interesante Manuel, me da risa la reacción de la concurrencia , quiénes se quedaron atónitos ante la propuesta de don Oscar de eliminar los ejércitos del área que sería la decisión más atinada en estos contextos, quiénes los susodichos se lleva para su mantenimiento gran parte de los recursos económicos de los paíces. Graciosamente los insurgentes no estaban de acuerdo tampoco.

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