Oportunidad de cambio hacia la agroecología

Crisis de fertilizantes

El café de las 7

Welmer Ramos

Dos crisis sucesivas han afectado el mundo y la producción agropecuaria; la crisis del transporte marítimo (consecuencia de la crisis del COVID-19) y la crisis del precio de los alimentos, fertilizantes y combustibles (invasión Rusa sobre Ucrania).

Esta coyuntura deberíamos aprovecharla para gestionar cambios profundos que han sido postergados por décadas en los patrones de producción agropecuarios. Por la sostenibilidad planetaria se requiere promover acciones de modernización de los sistemas agroalimentarios, desde las actividades a gran escala hasta la economía familiar.

Con los precios de los fertilizantes químicos en niveles altos y las cotizaciones internacionales de los principales alimentos; condiciones que apuntan a permanecer, sin que se vea en el panorama una solución a mediano plazo; presentan el momento ideal para replantear modificaciones en las cadenas de producción desde la perspectiva del cambio hacia métodos productivos agroecológicos y orgánicos.

Y debido a que los conocimientos en el campo de la agroecología son distintos entre países se abre una enorme oportunidad de cooperación de los gobiernos de hemisferio para el intercambio de nuevos insumos, hoy aun inexplorados.

Lo que si debe ser una premisa sine qua non, es que el conocimiento y las herramientas para aplicarlo deben estar al alcance de todos y todas.

Hoy existe el conocimiento para sustituir los fertilizantes químicos tradicionales por abonos orgánicos y estando los precios de los primeros muy altos, los insumos orgánicos se tornan competitivos. Pero además, como son de producción local la generación de empleo y de encadenamientos productivos internos es un potente activador de la actividad económica nacional. Lo mismo ocurre en materia de bienes finales los precios de los productos convencionales convergen a los orgánicos consecuencia del incremento en costos de los primeros.

El acortamiento de las cadenas de producción implica una ganancia en independencia productiva, que le viene bien a Costa Rica en un mundo tan convulso e inestable.

El fomento de la agroecológica trae aparejados impactos favorables enormes en los campos de la salud y el ambiente en general.

Pero considero que no hay que esperar al gobierno (por varias razones) y los llamados a dar ese impulso para el despegue son las universidades públicas, los colectivos de agricultores orgánicos, ONGs y los entes internacionales que operan en Costa Rica.

Pero el desencadenamiento del cambio debe catalizarse con un empujón desde la evidencia de casos exitosos.
Si de verdad los Objetivos de Desarrollo Sostenible son una meta para un mundo en destrucción este momento es el ideal para el cambio de métodos productivos en el agro.

Nota a manera de ejemplo: Don Felipe Arauz me mostró cómo una alga llamada Azolla, alberga una bacteria que captura nitrógeno del aire en enormes cantidades. La alga de agua dulce, endémica de este continente, se reproduce vertiginosamente y es una fuente natural de urea para el agro, con ventajas en cuanto que es de liberación lenta, y un alimento alto en proteína para animales. Hoy la UCR y CONARROZ, la poseen.

Economista

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