Bazar digital
Carlos Revilla Maroto
Y que mejor momento para escribir del Chocolate y su museo, dado que el 13 de setiembre se celebró su día internacional. Esta celebración surgió en Francia en 1995 en conmemoración del natalicio del escritor británico Roald Dahl, autor de “Charlie y la fábrica de chocolate”. Un 13 de septiembre también había nacido el empresario estadounidense Milton Hershey, el fundador de la Compañía de Chocolates Hershey’s.
Pero primero, antes de contarles sobre el museo, una introducción a la “Zona Rosa”.
Esta forma parte de la Colonia Juárez, en la alcaldía Cuauhtémoc, y está delimitada por las avenidas Paseo de la Reforma, Chapultepec, Insurgentes y Florencia. Desde finales del siglo XIX, fue un desarrollo residencial para la élite mexicana y diplomática, con mansiones de inspiración europea en estilo art nouveau y ecléctico
A partir de los años 1940–1950, muchas de esas casonas comenzaron a transformarse en cafés, librerías, boutiques y galerías, marcando el inicio de su identidad bohemia.
Se atribuye el nombre “Zona Rosa” a varias fuentes: José Luis Cuevas mencionó que era “demasiado ingenua para ser roja, pero demasiado frívola para ser blanca”, mientras que otros lo atribuyen a Vicente Leñero o Agustín Barrios Gómez, e incluso a las fachadas rosadas del lugar.
Durante eventos como los Juegos Olímpicos de 1968 y el Mundial de 1970, la Zona Rosa se convirtió en punto emblemático de celebración, con cafés y bares llenos de efervescencia social.
Sin embargo, en los años 80 la zona sufrió una crisis: muchos negocios cerraron por el terremoto de 1985 y la gentrificación cambió su tejido urbano. Se registró un incremento de antros, drogas, prostitución y decadencia cultural
A partir de los 90, revivió gracias al establecimiento de bares y discotecas enfocadas en la comunidad LGBTQ+, especialmente en la calle Amberes, que se convirtió en el núcleo de encuentro gay de la ciudad. Hoy en día, la Zona Rosa es reconocida oficialmente como el principal barrio LGBT+ de CDMX
Paralelamente, emergió la comunidad coreana, conocida como “Pequeño Seúl”, con restaurantes, tiendas, supermercados, saunas y karaokes que dirigidos tanto a mexicanos como a migrantes coreanos. Esto le aporta otra capa multicultural
La Zona Rosa encarna un mosaico urbano que fusiona legado histórico, espíritu artístico, inclusión social y comercio cosmopolita. Desde su pasado aristocrático, pasando por su esplendor bohemio, hasta convertirse en un centro de tolerancia y diversidad, se ha reinventado sin perder su esencia. Es una zona que combina historia, cultura, turismo, diversidad y vida bohemia en cada cuadra. Un espacio donde convergen generaciones, comunidades y experiencias en un ambiente auténticamente capitalino.
También un poco de historia sobre el cacao.
El cacao (Theobroma cacao, “alimento de los dioses” en griego) es originario de las selvas tropicales de América, especialmente en la región que hoy comprende México, Guatemala, Honduras y parte de Sudamérica.
Los olmecas (1500–400 a.C.) fueron probablemente los primeros en cultivar y consumir cacao. No lo usaban como golosina, sino como bebida ritual, a menudo mezclada con maíz, ají o hierbas.
Los mayas (250–900 d.C.) perfeccionaron esta tradición. Preparaban el xocoatl, una bebida amarga y espumosa de cacao con especias. Para ellos, el cacao era símbolo de fertilidad y riqueza.
Los mexicas (siglos XIV–XVI) lo consideraban tan valioso que los granos de cacao servían como moneda. Ya desde los tiempos de Moctezuma Ilhuicamina, quinto señor de Tenochtitlan, quien gobernó de 1440 y a 1469, había entre los mexica un señalado interés sobre el tema del cacao, tan es así, que durante su mandato el huey tlatoani decidió enviar un equipo de especialistas a Cuetlaxtian, en actual estado de Veracruz, con intención de que se consiguieran árboles de cacao, cacahoquáhuitl, de (i>cacáhoatl=cacao y cuauhuitl=árbol) pero completos, con todo y su >i>, para trasplantar en Huaaxtepec…, donde se acostumbraba aclimatar aquellas plantas tropicales que no podían crecer en tierras altas de México,
En las grandes ceremonias de coronación de un nuevo tecuhtli, se acostumbraba obsequiar a los invitados con ropa, gallinas y cacao; de las misma manera, se servía chocolate para beber, a manera de gran lujo, lo que también se hacía en los matrimonios y fiestas de compromiso. Por otro lado, durante las grandes solemnidades religiosas que se celebraban en el templo mayor de Tenochtitlan se acostumbraba beber chocolate e incluso dar a los esclavos destinados al sacrificio …un calabazo de chocolate… para tranquilizarlos frente al drama de la muerte que estaban a punto de sufrir; por eso, les daban un último gusto que
consideraba placentero y honroso.
Según Torquemada, era tan grande el lujo en el que vivía Nezahualcóyotl, que se gastaban en la corte 2 740 000 de granos de cacao. Mientras que el almacén de cacao de la capital mexica contenía ¡960 000 000! de granos, lo que indica la extremada riqueza de la corte tenochca; solamente para los soldados de la guardia personal de Moctezuma se usaban diario más de dos mil recipientes de chocolate “con espuma”. Por otro lado, se dice que Tlaxcala era tan pobre porque no tenía …cacao para vivir… Mientras que al Soconusco, se le consideraba tan rico precisamente porque era donde se cogía …gran cosecha de Cacao…
¿Cómo lo sembraban? Según Motolinea …“en sembrándolo, pone par de el otro árbol, que creen en alto y van haciendo sombra, y este árbol es como madre del cacao; da su fruta en unas mazorcas, señala sus tajadas como pequeños melones. Comúnmente tiene cada mazorca de éstas treinta mazorcas o almendras de cacao, poco más o menos…”
¿Cómo lo tomaban? Según Bernal Díaz de Castillo, a Moctezuma le servían su chocolate en copas de oro, aunque Fray Bartolomé de las Casas dice que se usaban jícaras pintadas por dentro y por fuera, tan finas que parecían de oro y de plata.
Sahagún por su parte detalla que los señores acostumbraban tomar la copa o la jícara chocolatera con la mano derecha, colocándola sobre la palma de la m, llevando con la izquierda un palillo que les servía para batir el chocolate. Mientras que a todos los demás se les servía solamente en jarros comunes y corrientes.
Cabe recordar que sólo los señores bebían el chocolate de esta manera, ya que debía ser blando y espumoso, bermejo, colorado y puro, insistiéndose siempre en que se preparara mucho en que se preparara sin mucha masa, lo que seguramente era un lujo; algunas veces le echaban especias aromáticas y aún miel de abejas y también alguna agua rosada.
Según lo que nos cuenta el padre Sahagún, para preparar un buen chocolate eran necesario moler tres veces las almendras del cacao para que quedaran muy bien trituradas antes de colarlas, luego para espesarlo un poquito se podía añadir unos granos de maíz, cocidos y lavados y así bien revuelto todo, le echaban un pco de agua, para que quedara un “lindo cacao con mucha espuma”.
Punto importante era que el chocolate no tuviera ni mucha masa ni mucha agua, pues no le saldría bien su espuma sino que solo se conseguirían “unos espumarajos”
¿Quién podía tomar chocolate? Debido a las rígidas exigencias que controlaban la vida de los mexicas, únicamente podían tomar chocolate las clases privilegiadas, empezando por los miembros de la alta nobleza; a Moctezuma por ejemplo le servía su chocolate siempre al final de la comida.
Podían tomar chocolate también los mercaderes de larga distancia, conocidos como pochteca, una de cuyas tareas era precisamente recolectar, comprar y llevar a Tenochtitlan el cacao del Soconusco o el de la Chontalpa, pero además de negociarlo y trasladarlo, se dice que ellos a su vez, eran grandes consumidores de chocolate.
Otra de las clases privilegiadas a quienes se permitía el consumo del chocolate era a los guerreros distinguidos, a quienes se premiaba otorgándoles precisamente el derecho a tomar libremente su chocolate. Y finalmente, a los soldados en campaña les entregaban raciones de “pellas” especie de bolitas hechas con polvo de cacao con las que seguramente preparaban su chocolate a lo largo de la guerra.
Este texto lo tomé de unas láminas informativas en el museo.
Ahora sí, propiamente sobre el museo.
El Museo del Chocolate, conocido como MUCHO – Mundo Chocolate, se fundó en mayo de 2010 y abrió sus puertas al público el 22 de marzo de 2012. Está instalado en una bella casa porfiriana de 1909, restaurada con esmero, ubicada en la colonia Juárez, en la alcaldía Cuauhtémoc. La sede es una elegante casona de principios del siglo XX situada en Calle Milán 45, esquina con Roma, Colonia Juárez, CDMX. La fachada y los interiores restaurados crean una atmósfera cultural sofisticada que se integra con el contenido del museo.
Está compuesto por nueve salas temáticas que combinan historia, arte, gastronomía y sensaciones:
Sala de Historia del Chocolate: desde los orígenes del cacao en Mesoamérica hasta su impacto global y su evolución durante el periodo colonial
Sala de utensilios y especias: exhibición de jícaras, metates, molinillos y barras históricas de chocolate de distintas épocas
Sala sensorial de aromas: identifica especias como vainilla, anís, menta, canela, entre otras
El “Cuarto de Chocolate”: envuelto en aroma, con tablillas de chocolate cubriendo paredes y techos, ideal para una experiencia inmersiva.
Academia del Chocolate: Se ofrecen talleres didácticos donde puedes moler cacao en metate, elaborar trufas, churros, bebidas y postres con sabor artesanal
Catas sensoriales: disponibles en horarios especiales como las “Noches de Museos”, con fusiones como chocolate con tequila, jabones, especias y licor de cacao
Exposiciones temporales: artes visuales relacionadas con cacao y chocolate, como grabados, esculturas y piezas de diseño contemporáneo.
Tienda y chocolatería: abierta desde las 9:00 o 10:00 h hasta las 17:00–19:00 h dependiendo del día.
Al finalizar el recorrido guiado se puedes disfrutar de productos elaborados en el museo como barras con sabores como chipotle, sal, hoja santa, frutos secos; así como licor de cacao, pretzels y más. También hay una cafetería donde se pueden degustar bebidas y postres basados en cacao.
El Museo del Chocolate MUCHO es mucho más que una exhibición: es un homenaje sensorial al cacao mexicano, combinando historia, arte, cultura y sabor en un entorno arquitectónico emblemático. Ofrece experiencias enriquecedoras para curiosos, amantes del chocolate y estudiantes por igual.
El horario del museo es de 11:00 a 17:00 h todos los días de la semana. El costo de entrada guiada es de unos US$5.
En el museo hay muchos cuadros relacionados con el chocolate. Preparé una pequeña galería de los que más me gustaron y muchos otros los podrán ver en la galería Facebook, donde incluyo las fotos del mueso y algunas de la Zona Rosa.
Califique esta columna:
En el anexo copio un pequeño refranero del chocolate.
Califique esta columna:
Anexo
Refranero del chocolate
— Chocolate que no tiñe, claro esta.
— Dar (a alguien) una sopa de su propio chocolate.
— Estar como agua para chocolate.
— Frío o caliente, pero a sus horas.
— Las cuentas claras y el chocolate espeso, a la española.
— No le pido pan al hambre, ni chocolate a la muerte.
— Ser como el buen chocolate, que no tiene asiento.
— Si te hacen carbonato, hazles su chocolatito.
— Si como lo menea lo bate, ¡Que sabroso chocolate!
— El chocolate excelente, para que cause placer, cuatro cosas debe ser: espeso, dulce y caliente y de manos de mujer.
— Ni amor reanudado, ni chocolate recalentado.
— Toma chocolate…¡y paga lo que debes!