Vicios privados, pública impunidad
Luis Paulino Vargas Solís
La historia posterior es conocida, cuando la propia Cisneros decidió tirar al tipo ese a la hoguera. Pero queda en pie la pregunta: ¿no es acaso censurable que se haya dado esa filtración?
Esto me trajo reminiscencias de una vieja película de 1975, que vi hace más de 40 años en la Sala Garbo: “Vicios privados, públicas virtudes”, del director checo Miklós Jancsó. Incluso hay notables similitudes en relación con las truculencias sexuales de la historia.
Pero, en especial, es algo que me recuerda la célebre “Fábula de las Abejas” de Bernard Mandeville, originalmente publicado en 1705, la cual anticipó la tesis de la “mano invisible” que Adam Smith planteó en “La Riqueza de las Naciones”, publicada en 1776. La idea es simple: el vicio privado –en este caso el egoísmo– tiene consecuencias positivas para la sociedad. Es una idea que hoy sigue vigente en la corriente neoclásica de la economía, y que en economistas como George Stigler, laureado con el Nobel de economía en 1982, alcanza expresiones realmente grotescas.
Aunque ligeramente modificado, algo de eso hay en el planteamiento chavista, según el cual los vicios privados de Batalla debían quedarse en lo privado, sin afectar su participación pública, y bajo la presunción de que esa figuración pública sería “beneficiosa” para Costa Rica.
En realidad, como dijo la diputada Sofía Guillén, poner a un patán a gobernar conduce, inevitablemente, a un gobierno de patanes. O, para ampliar un poquito la idea: un tipo corrupto, agresor y acosador, difícilmente gobernará de otra forma como no sea corrompiendo, agrediendo y acosando.
Eso es lo que Costa Rica ha vivido desde mayo 2022.
Pero, además, eso es una advertencia válida en relación con Batalla. El tipo no simplemente fue ministro de Transportes. Sobre todo era un “presidenciable”, según lo ordenaba el dedo y la consagraba la bendición de Rodrigo Chaves y Pilar Cisneros.
Claro que es inapropiado que un expediente judicial se filtre a la prensa. Eso no debería ocurrir. Pero es mucho más inapropiado que un sujeto con los antecedentes de Batalla pretenda ser presidente, o mínimo vicepresidente, de Costa Rica.
Aquí hay dos principios en pugna, pero claramente el segundo es de una jerarquía superior.
Costa Rica no puede permitir que sujetos tan despreciables vuelvan a gobernar.
– Economista jubilado