Más vale prevenir…

William Hayden

William Hayden

A la Asamblea Legislativa es imposible ponerle un candado al silencio. Es una fábrica de chismes y diretes, de verdades a medias y de mentiras enteras.

La reelección del magistrado Porfirio Sánchez de la Sala II de la Corte Suprema de Justicia, con 25 votos a favor y 25 en contra, dejó muchas ronchas y más divisiones, según los rumores, en el Partido Liberación Nacional, en donde 11 diputados votaron a favor y 6 en contra.

La no reelección de este magistrado era casi un hecho, aunque la Comisión de Nombramientos había votado por la reelección (seis votos a favor y uno en contra), porque alguien circuló en los corrillos parlamentarios chismes sobre la conducta del magistrado, hasta de prácticas sexuales inapropiadas lo acusaron y eso encendió la mecha para no reelegirlo.

Dicen que ya existían los 38 votos para sacarlo, especialmente entre las féminas, pero afirman que Rodrigo Arias, el presidente del Directorio, íntimo amigo del magistrado, tomó la reelección como un reto personal y se encargó con el jueguito del lobby “tume-yute”, tú me das y yo te doy, de conversar con cada uno de los diputados opuestos, torciéndoles el brazo, ofreciéndoles peluches y bombones de chocolate, y logró cambiar voluntades, desinflar la oposición y fraccionar más al PLN.

Los enemigos de Rodrigo, de adentro y afuera, desean que esa eficiencia y diligencia la dedicara a la efectividad del Congreso, de cuyas chimeneas no sale humo blanco, para nada ni a patadas, desde hace mucho tiempo. Si el magistrado es inocente se hizo justicia y si no, fue una injusticia su reelección.

Estamos fregados y estancados y el país comienza a sumergirse en una metamorfosis política y social profunda y peligrosa.

Además de la poca efectividad y contundencia del Congreso tenemos un Poder Ejecutivo cuyo jefe anda en las selvas de Gandoca, cual loca, rugiendo como un jaguar, sierra en manos con su amigo Pacheco Dent, entre tragos y tragos, cortando árboles de la reserva y con una venda en los ojos porque no ve el daño que están haciendo y olvidando el compromiso en su programa de gobierno de buscar una reactivación verde y azul, aprovechar de manera responsable el formidable potencial de muestra biodiversidad y proteger efectivamente nuestros bosques. Palabras más, palabras menos, que el papel aguanta.

El presidente está dividiendo a la población en chavistas y no chavistas, como en la década de los cuarenta, mariachis y no mariachis, ha construido su quehacer presidencial, según La Nación (que le lleva contadas 52 falsedades) en una sarta de mentiras que de tanto repetirlas se las termina creyendo, y lo peor, sus enemigos (la mitad de la población) lo acusan de haberse envenenado con la ponzoña nauseabunda del poder y ser un experto en utilizar la intimidación como su arma política.

Ridiculiza a sus detractores comparándolos con pepinos: “sus comentarios y opiniones me valen un pepino”.

Pero a Chaves, lo de Chaves, y nada de caritas. Aterrizó en nuestro país a finales del año 2019 cuando fue nombrado por el presidente Carlos Alvarado como su ministro de Hacienda, cargo al que renunció en junio del 2020.

En tan poco tiempo (casi cinco años), siendo un desconocido y más foráneo que tico, logró ser presidente de la República y en estos momentos, sin un partido político definido, los chavistas son la primera fuerza política del país con un 27%.

Si el PLN insiste con sus lacras de candidato pasados y el PUSC ni pincha ni corta, los chavistas si podrían lograr armar un buen partido o alquilar uno de cierta envergadura y podrían ganar las elecciones en la primera ronda en febrero del 2026.

Además, podrían obtener una cantidad importante de diputados, cerca de 20, y con alianzas estratégicas importantes en el futuro congreso y con el jueguito parlamentario del “tume-yute” lograr una mayoría legislativa de por lo menos 29 que les permita hacer las “chaveteadas” que no ha podido hacer, como las leyes jaguares, y aspirar a la reelección presidencial en el 2030.

Imposible me dirán algunos, que estoy desvariando me dirán otros, pero en política todo es posible y más aún, si le quitamos fondos a la educación de manera sostenida y premeditada como lo está haciendo este gobierno, con la alcahuetería de los diputados que les aprueban los presupuestos, se está conduciendo a la “ruta del analfabetismo” a nuestros niños y jóvenes, y en pocos años tendremos una población inculta convertida en grandes masas de borregos fácilmente víctimas de las mentiras. Ojo. Más vale prevenir que lamentar.

Economista y escritor.

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