Mas que un colegio una cultura

A propósito de los 50 años del Liceo Franco Costarricense

Monólogos con Pelé *

Lina Barrantes Castegnaro

Lina Barrantes Castegnaro

Días atrás, el Gobierno de Costa Rica y el Gobierno Francés, conmemoraron 50 años de haber firmado el Acuerdo que da origen a la creación del Liceo Franco Costarricense. En la conmemoración estuvo presente el Presidente de la República, diversos Ministros, y vice ministros de Estado así como el Director Adjunto de la AEFE (Agencia para la Enseñanza del Francés en el Extranjero), y las autoridades francesas acreditadas en el país.

El Liceo en Costa Rica, tiene la particularidad, con relación a los otros Liceos Francos del mundo, derivada del acuerdo bi-gubernamental, de implicar una doble tutela: la de ambos Gobiernos. Pero no quiero referirme aquí a asuntos institucionales.

Cuando salí del Liceo, a mis 17 años, en 1978 había pasado ahí, mas de la mitad de mi vida, es decir, 10 años. Una decisión de mis padres y de mi hermana, me llevaron a mis 7 años a vivir en un universo adverso: no entendía ni el acento con el que decían mi nombre cuando llamaban lista. La mitad de mis compañeros (éramos como 8 o 10 en la clase) no hablaba español o no se sentían a gusto hablándolo, porque aunque fueran ticos, muchos venían llegando de Francia, donde sus papás habían terminado doctorados (era la época de oro de las becas francesas para costarricenses). En casa, nadie hablaba francés tampoco. Mi hermana había hecho un curso de verano y entrado a primer año. Pienso hoy, que mis papás tomaron la decisión, pensando en darnos un segundo idioma, y una educación laica. Fueron unos meses duros, hasta que el francés empezó a venir, como vino el español, es decir como algo natural.

Hoy, cuarenta años después, quiero hacer algunas reflexiones sobre lo que fue el Liceo en mi vida. El Franco, no me enseñó un idioma, me enseñó una cultura. Me eduque con cooperantes franceses, que escogían venir a enseñar, en lugar de hacer su servicio militar, hoy caigo en la cuenta que venían de esa Francia que recién pasaba el mayo del 68. Ahora pienso que probablemente fueron parte del sueño: “Abra las ventanas de su corazón”. Fue así como me enseñaron que a ser realista, exigiendo lo imposible (“Seamos realistas exijamos lo imposible”), a tomar decisiones por mi misma, y a respetar el pensamiento de los otros “Si usted piensa por los otros, los otros pensaran por usted”. La cultura que aprendí implicó la posibilidad de debatir siempre cualquier idea. Me enseñó a no temer a los rangos. Me enseñó la libertad de pensar, y de decir lo que se piensa siempre “Un hombre no es tonto o inteligente: es libre o no lo es”. Me enseñó valores universales, como la fraternidad. Me enseñó a distinguir hasta, sin ni siquiera pensarlo, cuando alguien que no conozco es de formación francesa. Creo haber sido producto de la Revolución Francesa, y de la Revolución Estudiantil de mayo de 1968 (*).

El Liceo Franco Costarricense no fue un colegio bilingüe: fue un colegio binacional, que además, me enseñó francés, lo cual no es poco, ya que, como dice la canción de Yves Duteil: “C’est une langue belle avec des mots superbes qui porte son histoire a travers ses accents …” “…les mots qui nous manquaient pour pouvoir nos comprendre et la forcé qu’il faut pour vivre en harmonie”. (Es un idioma bello, con palabras soberbias, que lleva su historia a traves de sus acentos … que tiene las palabras que hacen falta para entendernos y la fuerza necesaria para vivir en armonía”).
La vida además fue tan generosa conmigo que me permitió vivir a mis 24 años, por cuatro años en París. Creo que “me hice grande” en Francia.

El 50 aniversario del Liceo, allá, volviéndome a enamorar de Francia, de su gente, de sus ideas, de su gastronomía. Me sorprende reflexionando y agradeciendo profundamente la decisión de mi mamá, de mi hermana y de mi papá, de haberme dado la maravillosa oportunidad de poder apreciar y disfrutar la cultura de ese maravilloso país.

Felicito a los 900 alumnos que tiene hoy el Liceo Franco Costarricense, pero sobre todo, a sus padres, por que como los míos, estoy segura tomaron una decisión que sus hijos agradecerán por el resto de su vida.

* Frases salidas de los muros de las Universidades de París en mayo 1968.

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Pele fue mi perro, un beagle. Durante 10 años, escuchó pacientemente las reflexiones que de vez en cuando decidí poner en blanco y negro. Por su complicidad, decidí poner este nombre a la columna.

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