Más allá del San Juan

Cuaderno de Vida

Gustavo Elizondo Fallas

El reyezuelo del país del norte, blindado por los serviles que abundan en su palacio, en el parlamento y en los amañados tribunales a su servicio, caminaba por los pasillos analizando como podría hacer para ganar sin problemas las próximas elecciones; mientras caminaba se le acercó la Chayo —¿en qué piensas Daniel? —le pregunta. —oye Chayo, se nos está poniendo cuesta arriba la cosa, ya no está Fidel, ni Chávez y este Maduro, tampoco da pie en bola. La Chayo camina detrás de él y le espeta —oye Daniel, estos tiquillos algo hacen que el sistema político, con todo y todo les funciona, ¿Por qué no lee un poco de su historia, tal vez ahí encuentre la respuesta? —¡claro, mi Chayo, eso haré!

Se dirigió a su biblioteca de tres libros, era a lo más que le llegaba el intelecto; uno de ellos era la Cartilla Histórica de Costa escrita por Ricardo Fernández Guardia y publicada en 1927, regalo de un amigo cuando estuvo en Costa Rica escondido de la Dictadura de Somoza. Se acordó que ese amigo le había comentado que había un presidente que había nacido en Nicaragua, debió ser buenos para que esos tiquillos lo aceptaran —¡Chayo! —llamó— búsqueme en este libro el presidente que tuvo Costa Rica que era compatriota_ Chayo buscó y lo encontró: Ascensión Esquivel Ibarra, 1902-1906. Orondo se sentó Daniel y empezó a leer lo que escribió don Ricardo sobre el compatriota, en la página 119 de la Cartilla, el resto del contenido no le interesaba, no tenía ni tiempo ni ganas de saber mucho de la historia de los “tiquillos”. Le emocionó mucho saber que don Ascensión había logrado poner en orden las finanzas del estado, dejadas muy golpeadas por su antecesor Rafael Iglesias y le causó risa el apodo que tenía el precursor del Teatro Nacional “Gallo de Lata”. Cuando el relator escribió que “gobernó con mucho juicio, prudencia y energía” soltó un grito —Chayo, Chayo, acabo de descubrir de donde heredé yo mi forma de gobernar.

Pero la parte que más le gustó y releyó por varias veces, fue cuando se describía la campaña política de 1906; para la segunda ronda 4 de los candidatos: Tobías Zúñiga, Bernardo Soto, Máximo Fernández y Ezequiel Gutiérrez, acordaron una coalición para enfrentar a Cleto González Víquez, el candidato que apoyaba don Ascensión; ya muy cerca de las elecciones, Esquivel Ibarra tomó la decisión de desterrar fuera del país a Zúñiga, Soto, Fernández y Gutiérrez, de manera que don Cleto ganó “una carrera de un solo caballo”. De nuevo los gritos —Chayo, Chayo— ¡pero Daniel que le pasa? —¡ya encontré la solución, la historia de Costa Rica me va a servir, ya se que voy a hacer con los precandidatos de la oposición, los voy a expulsar del país¡_ No es una buena idea Daniel, se van para Costa Rica y de ahí se nos vuelve a meter como hizo Pastora (se santigua y mira hacia arriba) —Daniel se queda cavilando —¡lo tengo!, entonces, les inventamos algo y que los amigos jueces los manden a detener —eso es más razonable— contestó Chayo mientras se acomodaba los anillos y sus cadenas.

Pues sí, ahora el corolario, el dictador del norte, más allá del San Juan, leyó mal la historia de Costa Rica, omitió leer que a partir de 1948 se estableció el Tribunal Supremos de Elecciones como Cuarto Poder de la República y con esto se garantizó la pureza del sufragio, se sacó las manos del gobierno de turno que manipulaba los resultados, se consolidó la independencia del Poder Judicial que a pesar de ciertas malas decisiones, no tiene la influencia del Presidente de turno para colocar jueces a su servicio, pero sobre todo, se eliminó el ejército que a él le ha servido para consolidar su dictadura.

Vuelva a leer la historia completa señor Ortega, señora Chayo y por favor, no le causen vergüenza a Darío, Sandino, Chamorro y tantos nicaragüenses gloriosos que ha tenido esa bella tierra. Hago mías las palabras de Velia Govaere: No sé cuándo caerá Ortega, pero sus días están contados.