Vía costarricense
Johnny Soto Zúñiga
Seguimos con esta segunda entrega de una serie de análisis del pensamiento político del ex Presidente de la República don Luis Alberto Monge Álvarez (1982-1986); recién fallecido. Don Luis desde muy joven demostró una gran sensibilidad por su pueblo; y por sus limitaciones económicas no se echó atrás, y con valentía y coraje salió adelante; era un infatigable estudioso; lo cual quedó demostrado por sus múltiples artículos y documentos a través de la historia desde la segunda mitad del siglo XX y hasta la fecha. En la primera entrega narramos su paso por la Asamblea Nacional Constituyente; siendo el diputado más joven con apenas 23 años de edad y que por cierto es el último constituyente que fallece; de aquella época gloriosa de los años 40s y la promulgación de la Constitución Política de 1949; que actualmente nos rige.
Posteriormente llega a la Asamblea Legislativa como diputado de 1958 a 1962; propone fortalecer económicamente al Instituto Costarricense de Electricidad (ICE), por parte del Estado, para no aumentar las tarifas eléctricas. El 20 de octubre de 1959, se refiere a su proyecto sobre el aguinaldo; consigue el apoyo de la central sindical Rerum Novarum, se califica con el del Décimo-Tercer Mes. Al Parlamento llegan muchos trabajadores con carteles a las barras de la Asamblea Legislativa a darle el apoyo al proyecto de Monge, sobre el aguinaldo, aún contra el criterio y fuertes polémicas como la organización económica ANFE y con otras organizaciones sobre la Ley Cafetalera, que será llamada “Monge Alvarez”, que protege al pequeño productor de café. Ambas leyes fueron aprobadas para el bienestar de muchos costarricenses. Seguidamente transcribimos una cita del libro: Luis Alberto. Alberto Baeza Flores. Pág.151.
“En el desarrollo de la democracia costarricense, los pequeños productores agrícolas, han jugado papel determinante. Su criterio independiente, expresado a través de los votos, enderezó muchas veces malos rumbos de los gobernantes.
El número considerable de pequeños productores con que cuenta el país, ha constituido aquí un amortiguador saludable en las luchas sociales, que no han tenido el encono y la violencia registrados en la historia de otros pueblos hermanos. Del progreso y estabilidad de la pequeña agricultura, han dependido, en grado muy importante, el progreso y la estabilidad de la economía nacional.
A un factor tan decisivo en la historia patria, no se le ha brindado, sin embargo, un apoyo sistemático y racional por parte de los órganos del Estado. No obstante que, a partir de la nacionalización bancaria, de la creación del Concejo Nacional de Producción y de la ampliación de los servicios técnicos a cargo del Ministerio de Agricultura y de varios organismos internacionales, se han logrado pasos de avance en defensa y consolidación de la pequeña agricultura, es mejor no engañarnos y aceptar la necesidad imperiosa de cambios fundamentales en la estructura jurídica, social y económica, a fin de asegurar ese objetivo.
Sectores interesados han estado levantando cortinas de humo ante los ojos de los pequeños propietarios agrícolas del país. A base de campañas habilidosamente conducidas, han pretendido hacerle creer al agricultor que sus problemas y males son causados por las medidas de progreso social que hubieran podido darse en el pasado o pudieran pretenderse para el futuro. Se les han ocultado las verdaderas causas de sus males y problemas; los factores reales que en algunos casos han detenido su avance y que en otros han determinado la absorción de la pequeña propiedad en manos de grupos minoritarios y poderosos.”
Con lo anterior denota el conocimiento profundo de don Luis Alberto, de la realidad agrícola y económica de la época y su defensa a ultranza de los pequeños agricultores; en este caso especialmente los productores de café. Así como apoya a través del tiempo al Cooperativismo, como un mecanismo de redistribución de la riqueza económica e lo largo y ancho del país. Uno de sus mejores discursos ideológicos lo pronunció el 22 de abril de 1961 en la Asamblea Legislativa, con el título de “No hay Revolución sin Libertad”, recogido en la Revista Combate de la cual formaba parte; y reproducido a nivel internacional por distintas revistas; de la cual sus 31 páginas y que se enfrenta a la tesis de la Revolución Cubana de Fidel Castro (por cierto contemporáneo y fallecidos en el mismo año ambos líderes); donde en Cuba gira a favor de la esfera soviética y su declaración marxista – leninista, y alejada de una revolución Democrática Social; como Castro la había planteado originalmente.
Señala en su discurso: “La razón que pueda tener Fidel Castro para haberse entregado al comunismo internacional, cualquiera que sea esa razón, no la acepto. Porque si es cierto que los Estados Unidos no actuaron con cordura, como no han actuado generalmente ante los problemas latinoamericanos, si él era un demócrata verdadero, la alternativa no era escoger entre el imperialismo yanqui y el imperialismo ruso: era escoger entre el imperialismo yanqui y la libertad y la independencia de los pueblos latinoamericanos.
Es una falsa e insensata alternativa la que nos planteó. Nuestros pueblos no tienen que escoger entre el imperialismo yanqui y el ruso. Nuestros pueblos están contra toda clase de imperialismo. Y para luchar contra el imperialismo yanqui no pueden unirse al imperialismo ruso, porque pierden autoridad moral y caen en una peligrosa contradicción histórica, agravando más aún sus problemas. Porque entonces sería falsa nuestra posición de fe democrática. Porque entonces tienen derecho a no creer en nosotros. Eso sería como creer que para luchar contra el diablo hay que aliarse a Lucifer.”
El imperialismo, venga del capitalismo de estado de Rusia, o venga del capitalismo privado de Occidente, tiene exactamente las mismas manifestaciones en cuanto a dominación económica, aun cuando ya hemos visto que los alcances finales son muy diferentes en uno y otro sistema. En el Occidente existe, para los países subdesarrollados, la oportunidad de luchar contra el imperialismo económico; en el oriente no existe posibilidad de luchar contra el imperialismo de tipo comunista.
Es la pendiente en que se halla la Cuba de Fidel Castro. ¿Quién, tiene, pues, la razón? ¿Fidel Castro con el grupo que permanece a su lado, o sus compañeros de armas de ayer, que han ido al exilio y a la cárcel? Yo, porque mi vocación y mis principios me lo imponen, y porque el análisis más objetivo de la situación me lleva a eso, creo que debe de tener más razón el Hubert Mattos que purga su devoción a la libertad en la cárcel, que el hombre que se sensualiza haciendo el uso más desmedido del Poder, es decir, Fidel Castro. Yo tengo que pensar que tiene más razón Humberto Sorí Marín, héroe de la Sierra Maestra, autor del primer proyecto de reforma agraria, Primer Ministro de Agricultura en el Gobierno de Fidel Castro, que pagó hace 48 horas con su vida la devoción a la libertad. Humberto Sorí Marín, caído junto al paredón, tenía más razón que Fidel Castro, que ejerce desmedida y abusivamente el poder que en un momento determinado logró conquistar, cubierto bajo el manto de la esperanza del pueblo cubano.” (Op.Cit. Págs. 160 y 161)
Hasta aquí, podemos ir observando y siguiendo el hilo conductor de un hombre como Luis Alberto Monge; que es un ideólogo en todo el sentido de la palabra, un demócrata convencido y que se opone a los extremos tanto de derecha como de la izquierda. Se fue consolidando su pensamiento con sus aportes a nivel nacional e internacional; sus artículos en la Revista Combate, en diversos diarios; y luego con su vivencia por muchos años en las instalaciones de la Catalina, en las montañas de Birrí de Heredia; donde su vocación de lectura fue prolífica y desde ahí desarrolló lo mejor de su pensamiento que transmitió a su pueblo durante muchos años; hasta su reciente fallecimiento. Seguiremos con otras entregas para poder comprender su pensamiento político en los distintos ámbitos social, económico y su forma de ver el mundo.