Cartago │ Cartago, Túnez
Protegidas por una triple muralla, las ruinas de los tesoros arquitectónicos de Cartago invitan a descubrir un mundo inimaginable.
Cartago parecía destinada a la mayor grandeza, pero fue atacada por los romanos y, al finalizar las Guerras Púnicas en el 146 a.C., había sido capturada y destruida. Un siglo más tarde, Julio César estableció allí una ciudad romana y la convirtió en uno de los tres grandes puertos del Mediterráneo romano. En el siglo III, la Cartago romana sólo era superada por Roma en el Imperio de Occidente.
En el siglo V los bárbaros tomaron la ciudad, que no dejó de prosperar. Muchos edificios, templos, casas privadas y algunos baños se reconstruyeron y decoraron con mosaicos y esculturas. La economía de Cartago se derrumbó alrededor del 650, cuando su puerto perdió la importancia de épocas de esplendor.
Hoy, de aquella ciudad, una de las más pujantes del Mediterráneo, sólo quedan cimientos y ruinas.
Entre sus vestigios, se destaca el anfiteatro y las termas de Antonino, que datan del siglo II.
Religiones
La antigua Cartago tiene interés religioso como una gran ciudad pagana, un centro de la cristiandad, y la casa de San Cipriano y Tertuliano. En esta ciudad se honraron muchos dioses. El más importante fue la pareja divina de Tanit y Baal Hammon, pero también la diosa Astarté era muy popular.
En Cartago también se adoraba a una serie de divinidades griegas, egipcias y etruscas. Fue en esta ciudad donde comenzó el cisma donatista, en el 315. Este constaba de doctrinas heréticas donde la validez de los sacramentos dependía de la santidad del ministro, y los pecadores no pertenecían a la Iglesia. Más adelante, San Agustín dirigiría la lucha contra el donatismo.
En el 200, se estableció en Cartago una comunidad cristiana floreciente. Luego, la ciudad fue tomada por los árabes y en 670 construyeron allí la mezquita de Sidi Oqba.