Las tumbas incas saqueadas, Machu Picchu
«El saqueo de tumbas es, en el mejor de los casos, una empresa impía», escribió el osteólogo y profesor de la Universidad de Yale George Eaton, que estaba en posición de saberlo. Un año después de que su colega Hiram Bingham se convirtiera en el primer occidental en descubrir Machu Picchu, la ciudad «perdida» de Perú, Eaton ayudó a una segunda expedición de Yale a desenterrar 52 antiguas tumbas incas en 1912.
En agosto, Eaton y dos guías quechuas abrieron la tumba número 26, en la que encontraron un esqueleto femenino con las rodillas pegadas al pecho. Eaton pensó que se trataba del cuerpo de una sacerdotisa, y sus nerviosos ayudantes locales debieron de estar de acuerdo: poco después, uno de ellos no se presentó a trabajar, alegando dolor en los testículos. Después, el segundo hombre desapareció.
«El hecho de que los habitantes de Machu Picchu ayudaran a desenterrar a sus antepasados muertos les hizo creer que estaban malditos», explico Mark Adams, autor de Turn Right at Machu Picchu. «Como mínimo significaba que cualquier significado espiritual que pudieran haber tenido los restos había desaparecido».
Inexplicablemente abandonada por los incas hace cuatro siglos, Machu Picchu es la ruina arquitectónica más famosa de Occidente. También es una de las más misteriosas, un hecho que ha alimentado no pocas teorías, desde las más eruditas hasta las más supersticiosas. ¿Fue una fortaleza defensiva o un refugio real? ¿Fue construida por extraterrestres?
¿Es el lugar de reunión de los fantasmas de los sacerdotes incas? Pero la supuesta maldición puede haber desaparecido: En 2012, la Universidad de Yale devolvió el último lote de artefactos que habían sido robados de Perú casi cien años antes.
Basado en The world’s most haunted places de LIFE