Los “apoyos” de La Nación

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Carlos Revilla M.

Carlos Revilla

La relación del periódico La Nación con el Partido Liberación Nacional, ha sido una relación que ha estado signada por el odio y el desencuentro. Esta historia es de vieja data, empieza en los años 40s del siglo pasado, cuando se dio la gesta del 48 y el triunfo del Ejército de Liberación Nacional con José Figueres Ferrer a la cabeza, en lo que se llamó la Revolución del 48.

Por un breve período La Nación y don Pepe fueron aliados, específicamente del 12 de octubre de 1946, fecha de fundación de ese periódico, hasta mediados de abril de 1948. Ambos eran parte de la oposición a los caldero-comunistas y el llamado régimen de los ocho años (Calderón-Picado). Lo que pasaba en ese época no es tan sencillo de explicar, baste decir, que toda la oposición se unió alrededor del candidato Otilio Ulate para las elecciones de febrero de 1948. Pero esa oposición era un poco variopinta, había desde sectores progresistas, como el partido socialdemócrata, hasta de lo más rancio del conservadurismo tico (Castro Cervantes y Mario Echandi, entre otros).

El rompimiento se dio en plena guerra civil. Pero quien mejor para contarnos que fue lo que pasó, que el propio don Pepe, que en su libro “El Espíritu del 48” nos narra los hechos:

Se abría otra batalla, que casi no ha podido conocer fin… Es otra lucha sin fin.

Aún con el eco de los últimos disparos flotando en el aire, llegaron a visitarme a Cartago, representantes del periódico La Nación es decir, de los intereses conservadores y reaccionarios del país. Don Ricardo Castro Beeche, Lic. Francisco Jiménez, don Fernando Lara Bustamante y don Sergio Carballo, que ya partieron de este mundo, llegaban a saludar al soldado victorioso.

Entonces, envuelta en frases equívocas y sibilinas, me hicieron una propuesta, que en el fondo era muy simple: que eliminara las Garantías Sociales, el Código de Trabajo y el Seguro Social. Llegaron hasta a decirme, sin ambages, que comprendían que en nuestra propaganda de guerra, hubiéramos estado mintiendo, en cuanto al mantenimiento de las llamadas conquistas sociales. Pero que ahora, ganada la guerra, debiéramos tener en cuenta que la guerra se había hecho para eliminar todas esas leyes sociales. Las fuerzas que ellos representaban, me darían todo el apoyo que podría suministrar el gran capital y la prensa, para que me quedara con la Presidencia de la República, desconociendo la elección de don Otilio Ulate.

Con firmeza rechacé como antipatrióticas las proposiciones que me hacían, como si yo fuera un politiquero dominado por la lascivia del poder. Les manifesté que yo tenía ya en mente los mecanismos por los cuales iba a proponer al país, la transición necesaria del régimen caldero-comunista un gobierno institucional, presidido a su hora, por quien el sufragio libre había escogido como gobernante: don Otilio Ulate.

Ese distanciamiento entre Figueres y La Nación perduró en el tiempo, y se trasladó también hacia el Partido Liberación Nacional. El desamor, no fue solo eso, eso es normal a veces. No que va, se tradujo en un enfrentamiento directo de dos visiones contrapuestas de país. En otras palabras, se volvió algo ideológico, y como se dice, con diferencias irreconciliables. Todo a raíz del pleito sobre las garantías sociales que nos narró don Pepe.

También a través de la historia La Nación mantuvo agrios enfrentamiento con Daniel Oduber Quirós y Luis Alberto Monge Alvarez. Especialmente con Oduber fue muy directo, y «a la yugular», esto se vio en las elecciones de 1966, siendo candidato del PLN, y que sin temor a equivocarme, puedo afirmar que su derrota se debió en buena parte a los ataques que emanaban de La Nación, donde todos los días lo acusaban hasta de comunista y ladrón. De más está decir que Oduber querelló a ese periódico por injurias y calumnias, pleito que les ganó. Pero eso le costó la presidencia en esa oportunidad. Daniel tuvo otros juicios contra la Nación, todos ganados a su favor. En su libro «Una Campaña» Oduber nos narra muy bien, por medio de sus discursos y escritos, este período. También les hablé un poco de esto en una pasada columna, cuando les comenté de ese libro.

En la actualidad no es tan así, por supuesto, mucha agua ha pasado debajo del puente, y ya las diferencias no son ideológicas, además que se conformaron partidos que en ese aspecto reemplazaron a La Nación; me refiero al partido unidad socialcristiana (pusc), que por lo menos de nombre se dicen socialcristianos, aunque todos sabemos que ahí hay de todo desde el centro derecha, hasta la derecha más recalcitrante.

La Nación ha sido (es) enemigo de Liberación Nacional cuando su propuesta se ha acercado a las grandes mayorías, que coincidentemente ha sido con Figueres, Oduber y Monge. Por el otro lado, ha tenido acercamiento en las posiciones cuando los candidatos han sido Arias, Castillo y Chinchilla, aunque también ha disentido fuertemente cuando se aleja de su visión de negocio, como en el caso de Arias y las telecomunicaciones. Esto se debe a que La Nación pasó de un tema ideológico con el PLN, a uno de negocios. Ya a ese periódico no le importa lo que haga el PLN, o cualquier otro, mientras eso signifique un negocio para ellos. Es decir, La Nación ha apoyado a candidatos del PLN, cuando siente que eso puede ser de beneficio para su grupo empresarial.

Eso si, la enemistad histórica con Figueres y el figuerismo se mantiene. Aquí no hay ningún acercamiento posible. Eso ya es como un «clavo» que tiene metido desde el 48 y que no se logran sacar con nada. Nada más hay que seguir el ataque sistemático a José María Figueres, casi todos los días desde que anunció su precandidatura y aún antes. Ni que se diga en la época de su candidatura presidencial de 1994, cuando los ataques eran feroces.

Después del primer debate de los precandidatos de Liberación Nacional, se ha abierto un período, normal por cierto, de dimes y diretes, que emanan de las disertaciones de cada uno, y que dependiendo, son usados a favor o en contra por propios y adversarios. Por supuesto, los argumentos usados por los adversarios, son las «metidas de pata». Una de esas metidas de pata o escarpines, la dio el propio Antonio Alvarez, al hablar sobre uno de sus temas de campaña que es «vamos a desentrabar el país». Al tocar ese tema se dejó decir que en un posible gobierno suyo iba a «quitar los permisos ambientales» (repasé el video para estar seguro que dijo eso) que tienen trabado este país. Con claridad, como se dice popularmente «una embarcada» de su parte, ya hasta andan diciendo que «no tiene conciencia ambiental».

El punto es que solo unos pocos días después del debate y la embarcada, aparece La Nación con una noticia de primera página titulada «Trámite de 16.000 casos ambientales empantana obras en Setena» ¿Casualidad? Que va, nada de eso.

Veamos algunos hechos: Primero vamos a conocer la relación de Antonio Alvarez con La Nación. Su esposa Nuria Marín Raventós es hermana de Adriana Marín Raventós, esposa de Manuel Francisco Jiménez Echeverría, Presidente Ejecutivo del Grupo Nación, hijo de Manuel Jimenéz Borbón, y nieto de Manuel Jiménez de la Guardia, quienes son los dueños de La Nación. Nuria Marín escribe todos los domingos una columna en ese diario. Lo anterior no necesariamente significa algo malo, pero si nos ayuda a ubicarnos, algo así como un «Who´s who» (Quién es quien) muy necesario para conocer de donde vienen las personas, y cuáles son sus relaciones.

Ahora si, sabiendo eso y relacionándolo con esa y otras publicaciones pasadas, donde se nota el favorecimiento hacia posturas de Alvarez Desanti, podemos concluir que La Nación lo apoya. Y especialmente notorio que parece no haber diferencias de fondo.

¿Pero este apoyo que significa?

Vimos que esos apoyos actuales de La Nación, ya no tienen que ver con cuestiones ideológicas, es un asunto de negocios. Como mencioné están con quién más favorezca que sus actividades prosperen. Y no veo problema en esto, si todo fuera transparente, pero con La Nación no la ha sido nunca. Y en esto radica el peligro de los «apoyos» de La Nación, por que en lugar del beneficio del mayor número, es el de unos cuantos y con cuchara grande. Ellos esperan no ser molestados, como si lo han hecho los gobiernos anteriores (recuerden la evasión de impuestos).

Esto de Alvarez Desanti empieza a verse mal, cuando los apoyos son de La Nación, el arismo y los Arias (que no es lo mismo), viejas figuras calderonistas bastante desprestigiadas, como Rolando Lacle y otros.

Con Alvarez Desanti hay lo que parece un apoyo completo de La Nación a su candidatura. Dice el refrán popular “Dios los cría y la plata los junta”, muy acertado en esta oportunidad.

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