Stephanie Vander Wel, University at Buffalo
La muerte de Loretta Lynn a la edad de 90 años marca el final de una notable vida de logros en la música country.
Lynn creció en un ambiente muy pobre en un pequeño pueblo minero de Kentucky, se casó y formó una familia cuando era adolescente antes de alcanzar un éxito comercial sin precedentes como estandarte de la música country moderna.
Pero como estudiosa del género y la música country y autora de Hillbilly Maidens, Okies, and Cowgirls: Women’s Country Music, 1930-1960, sé que Lynn representaba algo más que el poder de una estrella y la fama en la música country: hablaba de las preocupaciones de las mujeres, especialmente de las mujeres blancas de clase trabajadora de la América rural y suburbana.
Hablando claro, cantando claro
El ascenso de Lynn en la década de 1960 tuvo lugar cuando la música country parecía estar ligada a la política conservadora. Fue una época en la que “Okie from Muskogee” de Merle Haggard, con sus ataques a la contracultura, la marihuana y la quema de tarjetas de reclutamiento, se convirtió en un himno populista para los conservadores culturales del país.
En cambio, las canciones de Lynn continuaron el legado de Kitty Wells, Jean Shepard y otras mujeres de la música country que estaban dispuestas a hablar de las preocupaciones de las mujeres estadounidenses.
Las canciones de Lynn desafiaron las expectativas de la sociedad al conectar sus aproximaciones musicales a las mujeres de la clase trabajadora y del campo con problemas sociales más amplios que afectaban a las mujeres de todo Estados Unidos.
Su objetivo era que su música expresara los miedos, los sueños y la ira de las mujeres que viven en una sociedad patriarcal. Arremetía contra quienes idealizaban los roles domésticos de las mujeres y demonizaban a las feministas que hablaban con franqueza.
‘There’s gonna be some changes’ (Va a haber algunos cambios)
En concreto, para una generación de mujeres predominantemente blancas de los años 60 y 70 que no se identificaban como feministas urbanas o con estudios universitarios, la música de Lynn ofrecía conversaciones francas sobre sus vidas privadas como esposas y madres.
Como Lynn declaró en su autobiografía, su público la reconocía como una “madre y una esposa y una hija, que tenía sentimientos como los de otras mujeres.”
Lo hizo a través de una composición inteligente e ingeniosa y de técnicas líricas que combinaban la lengua vernácula de su público con su resonante voz.
Mientras tanto, los arreglos de las canciones de Owen Bradley, de Decca Records, dirigieron el talento musical de Lynn a un público más amplio. Combinó el sonido más atrevido de la instrumentación del honky-tonk –guitarras eléctricas, pedales de acero y violines– con el pulido del sonido de Nashville incluyendo las armonías vocales de sonido suave del cuarteto vocal the Jordanaires, como se ha escuchado en numerosas grabaciones de country, gospel y rock ‘n’ roll.
Esto proporcionó un sonido fuerte y con convicción para acompañar las canciones atrevidas y directas de Lynn, en las que dejaba al descubierto la doble moral de los roles de género.
Con su voz asertiva y resonante, Lynn, en su tema de 1966 “Don’t Come Home A Drinkin’ (With Lovin’ on Your Mind)”, advierte a los hombres que no esperen que las mujeres les esperen en casa, sexualmente disponibles para ellos después de haber pasado la noche bebiendo:
Bueno, pensaste que te esperaría cuando llegaras a casa anoche
Habías salido con todos los muchachos y llegaste con vaqueros apretados
El alcohol y el amor no se mezclan
Deja esa botella o déjame a mí
Y no vuelvas a casa bebiendo con el amor en mente
En una línea similar, Lynn, que afirmaba que sus canciones sobre maridos caprichosos estaban inspiradas en su tenso matrimonio con Oliver “Doolittle” Lynn, se enfrentó a la “otra mujer” en canciones como “You Ain’t Woman Enough” de 1966 y “Fist City” de 1968.
Un legado duradero
Plenamente consciente de que sus relatos personalizados se convertían en mensajes políticos para su base de fans femenina, Lynn coescribió y grabó “The Pill” en 1975. Fue una rara incursión en el tema de los derechos reproductivos de las mujeres para la música country.
Sin embargo, como es habitual, Lynn abordó el tema desde la perspectiva de una mujer de clase trabajadora rural:
Estoy cansada de todo tu cacareo
Cómo jugáis tú y tus gallinas
Mientras sostengo una pareja en mis brazos
Otra está en camino
Esta gallina ha destrozado su nido
Y estoy lista para hacer un trato
Y no puedes permitirte rechazarlo
Porque sabes que tengo la píldora
Las insinuaciones sexuales de la canción sobre gallos y gallinas retozando incorporaban el doble sentido y el humor de los primeros blues y el country, al tiempo que ofrecían un debate franco sobre el placer sexual femenino. También aborda el derecho de las mujeres a tomar el control de su cuerpo y su reproducción.
La canción salió a la luz justo dos años después de que el Tribunal Supremo aprobara el caso Roe contra Wade, que otorgaba a las mujeres la capacidad de gobernar su propia salud reproductiva a través del aborto.
De hecho, Lynn comentó la sentencia del Tribunal Supremo en su autobiografía:
“Personalmente, creo que hay que prevenir los embarazos no deseados antes que abortar. Para mí sería un error. Pero pienso en todas las pobres chicas que se quedan embarazadas cuando no quieren, y en que deberían tener una opción en lugar de dejarlo en manos de algún político o médico que no tiene que criar al bebé”.
“The Pill” se dirigía a las mujeres casadas que querían poder espaciar sus hijos y evitar los embarazos no deseados para poder seguir sus oportunidades educativas y profesionales.
En las entrevistas, Lynn habló largo y tendido de cómo las oyentes acudían a ella después de los conciertos, aliviadas por encontrar una figura pública con la que se sentían cómodas para hablar de la anticoncepción.
Sin embargo, no todo el mundo estaba encantado. Los disc-jockeys masculinos prohibieron “The Pill” en las radios. No obstante, la canción se convirtió en su mayor éxito de ventas en 1975 y fomentó la reputación de Lynn como portavoz de las mujeres blancas de la clase trabajadora rural.
Su música también inspiró a las mujeres de la música country que siguieron explorando las cuestiones de los roles de género. El legado de Lynn perdura en la música de las artistas country femeninas –como Reba McEntire y Miranda Lambert– que aprendieron de Lynn a crear canciones que enfrentan y superan los obstáculos sociales a los que se enfrentan las mujeres.
Aunque toda la música country llorará la muerte de Lynn, tal vez sean sus fans femeninas las que sientan la pérdida con mayor intensidad. Lynn les dio una voz social y política, y contribuyó a hacer de la música country un género relevante para las complejidades de la vida de las mujeres.
Stephanie Vander Wel, Associate Professor of Music, University at Buffalo
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
Stephanie Vander Wel, University at Buffalo
La muerte de Loretta Lynn a la edad de 90 años marca el final de una notable vida de logros en la música country.
Lynn creció en un ambiente muy pobre en un pequeño pueblo minero de Kentucky, se casó y formó una familia cuando era adolescente antes de alcanzar un éxito comercial sin precedentes como estandarte de la música country moderna.
Pero como estudiosa del género y la música country y autora de Hillbilly Maidens, Okies, and Cowgirls: Women’s Country Music, 1930-1960, sé que Lynn representaba algo más que el poder de una estrella y la fama en la música country: hablaba de las preocupaciones de las mujeres, especialmente de las mujeres blancas de clase trabajadora de la América rural y suburbana.
Hablando claro, cantando claro
El ascenso de Lynn en la década de 1960 tuvo lugar cuando la música country parecía estar ligada a la política conservadora. Fue una época en la que “Okie from Muskogee” de Merle Haggard, con sus ataques a la contracultura, la marihuana y la quema de tarjetas de reclutamiento, se convirtió en un himno populista para los conservadores culturales del país.
En cambio, las canciones de Lynn continuaron el legado de Kitty Wells, Jean Shepard y otras mujeres de la música country que estaban dispuestas a hablar de las preocupaciones de las mujeres estadounidenses.
Las canciones de Lynn desafiaron las expectativas de la sociedad al conectar sus aproximaciones musicales a las mujeres de la clase trabajadora y del campo con problemas sociales más amplios que afectaban a las mujeres de todo Estados Unidos.
Su objetivo era que su música expresara los miedos, los sueños y la ira de las mujeres que viven en una sociedad patriarcal. Arremetía contra quienes idealizaban los roles domésticos de las mujeres y demonizaban a las feministas que hablaban con franqueza.
‘There’s gonna be some changes’ (Va a haber algunos cambios)
En concreto, para una generación de mujeres predominantemente blancas de los años 60 y 70 que no se identificaban como feministas urbanas o con estudios universitarios, la música de Lynn ofrecía conversaciones francas sobre sus vidas privadas como esposas y madres.
Como Lynn declaró en su autobiografía, su público la reconocía como una “madre y una esposa y una hija, que tenía sentimientos como los de otras mujeres.”
Lo hizo a través de una composición inteligente e ingeniosa y de técnicas líricas que combinaban la lengua vernácula de su público con su resonante voz.
Mientras tanto, los arreglos de las canciones de Owen Bradley, de Decca Records, dirigieron el talento musical de Lynn a un público más amplio. Combinó el sonido más atrevido de la instrumentación del honky-tonk –guitarras eléctricas, pedales de acero y violines– con el pulido del sonido de Nashville incluyendo las armonías vocales de sonido suave del cuarteto vocal the Jordanaires, como se ha escuchado en numerosas grabaciones de country, gospel y rock ‘n’ roll.
Esto proporcionó un sonido fuerte y con convicción para acompañar las canciones atrevidas y directas de Lynn, en las que dejaba al descubierto la doble moral de los roles de género.
Con su voz asertiva y resonante, Lynn, en su tema de 1966 “Don’t Come Home A Drinkin’ (With Lovin’ on Your Mind)”, advierte a los hombres que no esperen que las mujeres les esperen en casa, sexualmente disponibles para ellos después de haber pasado la noche bebiendo:
Bueno, pensaste que te esperaría cuando llegaras a casa anoche
Habías salido con todos los muchachos y llegaste con vaqueros apretados
El alcohol y el amor no se mezclan
Deja esa botella o déjame a mí
Y no vuelvas a casa bebiendo con el amor en mente
En una línea similar, Lynn, que afirmaba que sus canciones sobre maridos caprichosos estaban inspiradas en su tenso matrimonio con Oliver “Doolittle” Lynn, se enfrentó a la “otra mujer” en canciones como “You Ain’t Woman Enough” de 1966 y “Fist City” de 1968.
Un legado duradero
Plenamente consciente de que sus relatos personalizados se convertían en mensajes políticos para su base de fans femenina, Lynn coescribió y grabó “The Pill” en 1975. Fue una rara incursión en el tema de los derechos reproductivos de las mujeres para la música country.
Sin embargo, como es habitual, Lynn abordó el tema desde la perspectiva de una mujer de clase trabajadora rural:
Estoy cansada de todo tu cacareo
Cómo jugáis tú y tus gallinas
Mientras sostengo una pareja en mis brazos
Otra está en camino
Esta gallina ha destrozado su nido
Y estoy lista para hacer un trato
Y no puedes permitirte rechazarlo
Porque sabes que tengo la píldora
Las insinuaciones sexuales de la canción sobre gallos y gallinas retozando incorporaban el doble sentido y el humor de los primeros blues y el country, al tiempo que ofrecían un debate franco sobre el placer sexual femenino. También aborda el derecho de las mujeres a tomar el control de su cuerpo y su reproducción.
La canción salió a la luz justo dos años después de que el Tribunal Supremo aprobara el caso Roe contra Wade, que otorgaba a las mujeres la capacidad de gobernar su propia salud reproductiva a través del aborto.
De hecho, Lynn comentó la sentencia del Tribunal Supremo en su autobiografía:
“Personalmente, creo que hay que prevenir los embarazos no deseados antes que abortar. Para mí sería un error. Pero pienso en todas las pobres chicas que se quedan embarazadas cuando no quieren, y en que deberían tener una opción en lugar de dejarlo en manos de algún político o médico que no tiene que criar al bebé”.
“The Pill” se dirigía a las mujeres casadas que querían poder espaciar sus hijos y evitar los embarazos no deseados para poder seguir sus oportunidades educativas y profesionales.
En las entrevistas, Lynn habló largo y tendido de cómo las oyentes acudían a ella después de los conciertos, aliviadas por encontrar una figura pública con la que se sentían cómodas para hablar de la anticoncepción.
Sin embargo, no todo el mundo estaba encantado. Los disc-jockeys masculinos prohibieron “The Pill” en las radios. No obstante, la canción se convirtió en su mayor éxito de ventas en 1975 y fomentó la reputación de Lynn como portavoz de las mujeres blancas de la clase trabajadora rural.
Su música también inspiró a las mujeres de la música country que siguieron explorando las cuestiones de los roles de género. El legado de Lynn perdura en la música de las artistas country femeninas –como Reba McEntire y Miranda Lambert– que aprendieron de Lynn a crear canciones que enfrentan y superan los obstáculos sociales a los que se enfrentan las mujeres.
Aunque toda la música country llorará la muerte de Lynn, tal vez sean sus fans femeninas las que sientan la pérdida con mayor intensidad. Lynn les dio una voz social y política, y contribuyó a hacer de la música country un género relevante para las complejidades de la vida de las mujeres.
Stephanie Vander Wel, Associate Professor of Music, University at Buffalo
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.