¿Y usted que opina?
Fernando Berrocal
Dice el Papa Francisco que Daniel Ortega tiene un “desequilibrio” y compara la dictadura nicaragüense con las de Hitler y Stalin. Tiene toda la razón. Está “loquito de toda la cabeza” y Rosario está igual o peor.Lo de Daniel y Rosario es el ridículo universal y lo peor de todo es que no le interesan a casi nadie, excepto a quienes roban con ellos en el círculo cercano y familiar, a los cubanos por razones geoestratégicas y a quienes somos sus vecinos geográficos.
Esa es la peor tragedia que les puede pasar a estos dos egocéntricos narcisistas: el tema de Nicaragua no está en la agenda internacional. A los poderosos no les interesa Nicaragua. El mundo civilizado, nada más, se ríe de esta locura de poder, en un país del trópico húmedo y se compadece a la distancia del hermano pueblo de Augusto César Sandino y Rubén Darío.
Han ido, incluso, más allá de lo imaginado por la literatura del realismo mágico latinoamericano. Son ahora los dueños absolutos de un país empobrecido hasta decir basta. Fueron más allá de “Yo, el Supremo”, la famosa novela de Augusto Roa Bastos sobre la inefable, cruel e iluminada dictadura del doctor Francia en el Paraguay recién independizado de España, cuando ese país se aisló de todo contacto con el mundo exterior. También se quedó muy atrás “El Señor Presidente” de Miguel Ángel Asturias que retrató, magistralmente, la Guatemala ridícula y cortesana de la dictadura de Manuel Estrada Cabrera.
En Nicaragua, a la dictadura solo le falta prohibirle al pueblo “pensar” y eliminar “el saber que se sabe” que es lo que nos ha permitido a los humanos civilizarnos, crear cultura y desarrollarnos, porque el “pensamiento crítico” sí está prohibido y expresarlo libremente es “terrorismo” y “traición a la patria”. A esos niveles de locura han llegado Daniel y Rosario.
Solo que ahora, con la revolución tecnológica de las comunicaciones, el ridículo de Daniel y Rosario es de magnitudes universales y ha llegado a todos los rincones de la Tierra. Todos estamos enterados, advertidos e indignados de esta locura de poder. Si no fuera trágico y doloroso, es para no parar de reírse. Pero esta realidad tanto oprime como humilla al noble y hermano pueblo nicaragüense, a la vez que entierra, y para siempre, las esperanzas y grandes sueños que generó la insurrección libertadora sandinista contra la dictadura familiar de los Somoza. ¿Adónde quedaron los inspiradores poemas de Ernesto Cardenal?
En Costa Rica, sin excepción, todos sentimos y expresamos solidaridad con los 300 expatriados y mucho dolor e indignación por los miles de héroes muertos. ¡Honor a quienes honor merecen! Ellos son el alma gloriosa de Nicaragua.
Ahora… todo volvió a punto cero y terminó en otra dictadura familiar y ladrona. ¡Que destino trágico el de Nicaragua! No han levantado cabeza desde el cruel conquistador Pedrarias Dávila. Pero algún día será y llegará la libertad.