Circunloquio [*]
El liderazgo de abajo hacia arriba (“bottom-up”) es un enfoque en el que las ideas, decisiones e iniciativas surgen principalmente desde la base de la pirámide, en lugar de imponerse desde la cima.
A diferencia del modelo tradicional (“top-down”), donde los líderes dan instrucciones y los demás ejecutan, el liderazgo de abajo hacia arriba fomenta la participación, la autonomía y la colaboración.
Yayo Vicente
Eso sucedió el 11 de noviembre de 2025, una marcha de miles de productores agrícolas, ganaderos, sindicatos, estudiantes y otros colectivos sociales. Fue una “fistulación social”, el gobierno no solo desatendió los problemas, con sus medidas los hizo crecer. La administración pública debe estar en función de los ciudadanos y no desconectada. Esta vez el descontento (pus) salió de manera pacífica, pero no hay garantía que la paciencia y los buenos modales duren para siempre.
Si dejar de atender los problemas de las personas no es suficiente, agravarlos empeora la situación y dividir o polarizar a la población en dos bandos contrapuestos, crea un contexto donde se complica todavía más ponernos de acuerdo y resolver las cosas. La lectura de la situación no es complicada, el camino que llevamos pone en alto riesgo a la Costa Rica que amamos.
Cuando la fístula del absceso no es suficiente, la infección puede diseminarse y afectar a todo el organismo. Se le denomina sepsis, es potencialmente mortal y sería negligencia nuestra dejar que le suceda al país.
La paz social es un activo de gran importancia. Sin ella no ocurren los avances en inversión, educación, salud y demás componentes de prosperidad que se desarrollan en un ambiente de calma, propia de una convivencia equilibrada y pacífica.
Punto de no retorno
La democracia se robustece cuando todos nos involucramos en las decisiones políticas, no importa si son locales o nacionales y viceversa. El asunto es que no nos hemos entrenado o capacitado para participar activa y constantemente. Obedecemos a nuestra pereza delegando en otros o a lo sumo votando cada cuatro años. Algunas veces las instituciones tienen juntas directivas con integrantes que representan distintos sectores. En otras ocasiones se abren a la comunidad con órganos como las Juntas de Salud que son espacios de participación social en el sistema público. También se han creado las contralorías de servicios, para recibir quejas. Todos esos esfuerzos son interesantes y hasta importantes, pero hoy son totalmente insuficientes.
Delegamos para desentendernos y luego con toda tranquilidad decimos que “ellos no nos representan”. Así hay cámaras, corporaciones, colegios profesionales, sindicatos, partidos políticos, municipalidades y hasta asociaciones de barrio; las creamos y nombramos a las juntas directivas para no reconocer sus aciertos y criticar hasta más no poder sus equivocaciones y decisiones. Convocan a una asamblea general y cuesta hacer quórum y termina el máximo órgano sesionando con los presentes (cuando la ley o los estatutos lo permite).
Así, con esa indiferencia hacia los asuntos colectivos, dejamos de apreciar lo construido por doscientos años o creemos que todo nos cayó del cielo de un día para otro. Esa indolencia viene de menos a más y está llegando a su punto más alto y peligroso. Hemos causado una seria amenaza al sistema democrático, si no damos un giro de 180 grados, la amenaza se concreta y devolvernos al punto donde estamos hoy, nos volverá a tomar siglos de esfuerzo.
Tomemos al toro por los cuernos
Se hace necesario participar activamente en todos los niveles, que nuestras opiniones sean escuchadas en la toma de decisiones, especialmente en aquellas que nos afectan de manera directa. Es necesario darnos a valer, ¡empoderarnos! Es un seguro, pues si elegimos a un mal presidente, podemos impedir que las cosas se salgan de control. Esa es la diferencia entre estar en la gradería o estar en la cancha.
Como ciudadanos activos, nos corresponde identificar los problemas, proponer soluciones y liderar los proyectos para no depender completamente de la autoridad administrativa o política. Para lograr ese radical cambio se requieren dos condiciones: 1) que la información fluya desde la base (donde ocurren los procesos reales) hacia los líderes, permitiendo decisiones más realistas y adaptadas, y 2) mecanismos reales de escucha y líderes que no menosprecien al administrado.
Al dar espacio a la creatividad de todos, surgen más ideas y mejoras continuas, se promueve un país donde se valora la iniciativa y se reduce el miedo al error o a cuestionar jerarquías.
Ejemplo: en un lugar los usuarios de autobús detectan que cuando llueve todos se empapan esperando o abordando el vehículo. El diseño de la parada con suerte ofrece sombra y poco abrigo en las lluvias torrenciales del trópico del paralelo diez norte. En lugar de esperar que una autoridad note la incomodidad a la que son sometidos, ellos mismos proponen una mejora y la presentan a las autoridades correspondientes, quienes, al ver el valor, adoptan la idea e incluso la convierten en estándar para futuros proyectos.
Las ventajas de ese tipo de actitud son muchas: motivación y compromiso del ciudadano, mejora en la comunicación administrador-administrado, mayor innovación y adaptabilidad, decisiones más informadas y cercanas a la realidad.
Para conseguir esa necesaria transformación, necesitamos líderes dispuestos a ceder control, una cultura política de confianza y liderazgos de abajo hacia arriba.
Imaginemos un municipio donde el alcalde abre el proceso de formulación del presupuesto a la ciudadanía, un presupuesto participativo. Las comunidades (vecinos, asociaciones, grupos juveniles, etc.) se reúnen para identificar sus principales necesidades: mejoras del camino, iluminación pública, cámaras de vigilancia y otros. Estas propuestas comunitarias se discuten en reuniones de barrio o distrito y luego se presentan al concejo municipal. El gobierno local escucha, prioriza y destina recursos en función de lo que las comunidades definieron.
Ese es un claro caso de liderazgo “de abajo hacia arriba”, donde el poder de decisión se distribuye o difumina y las políticas públicas se construyen colectivamente.
En lugar de que las decisiones provengan “desde arriba” (del alcalde o de los concejales), el liderazgo emerge desde las bases y orientan la acción política.
Mesas de Trabajo
Las “mesas de trabajo” y la actitud de escucha que usa y propone Álvaro Ramos, es un parteaguas en la dirección correcta para salvarnos todos y rescatar la democracia. Una vez que asuma el poder, nos corresponde arrollarnos las mangas y recuperar el tiempo perdido.
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