Liberación y el espíritu del 48

Fernando Berrocal

Fernando Berrocal Soto*

En una de las esquinas del parque de Santa María de Dota está el Monumento a los Caídos de Ambos Bandos, unos por la defensa de la libertad electoral y otros por las garantías sociales. Así dice la placa conmemorativa. Hace unos días, camino a San Marcos de Tarrazú, me detuve unos minutos en ese extraordinario y épico monumento que resume la ideología dominante del pueblo costarricense: el amor por la libertad y la democracia con responsabilidad y justicia social.

Ese es el espíritu del 48. Ese espíritu de lucha y sus obras de gobierno son el legado de José Figueres Ferrer y de Rafael Ángel Calderón Guardia, los dos más grandes Patricios de la Costa Rica moderna y del país que queremos los auténticos socialdemócratas y socialcristianos: el gran centro democrático, progresista y reformista que expresa los mejores valores cívicos y patrióticos de nuestra sociedad. El mismo que, a la vez, heredó las virtudes cívicas que forjaron, en su tiempo, los grandes liberales encabezados por don Bernardo, don Ricardo, don Julio, don Cleto y don León. Esas tres grandes corrientes del pensamiento político son el crisol en donde se fundió el ser costarricense y su compromiso esencial con la democracia y la libertad con justicia social.

En la parte de atrás del monumento de Santa María se puede leer la Segunda Proclama que expresa los compromisos esenciales del liberacionismo de siempre, como palabra y compromiso de la primigenia Carta Fundamental del Partido Liberación Nacional (PLN), escrita de puño y letra de don Pepe e inspiración de los Padres Fundadores que mi generación política conoció y escuchó muchas veces en la Catalina y en las oficinas del Parque Morazán, antes de que Luis Alberto Monge consiguiera los fondos para la sede permanente del Balcón Verde. En esa proclama está el compromiso de “la lucha sin fin” por la democracia, la libertad electoral, el desarrollo y el progreso económico con justicia social y la lucha contra la pobreza. Desde entonces, hasta nuestros días.

Daniel Oduber es el ideólogo del compromiso con la naturaleza y la conciencia ecológica, así como José María Figueres y Óscar Arias formularon la agenda de la apertura y la inclusión inteligente y pro-activa en la economía internacional que modificó, en aspectos fundamentales, el modelo de desarrollo económico proteccionista, inspirado en las tesis de CEPAL y de Rodrigo Facio, de las primeras décadas del PLN. Nuestra social democracia siempre ha practicado la famosa frase de que “el movimiento lo es todo”, con la que Bernstein concluyó su histórica polémica con Kaustky, que da origen a la social democracia alemana y a la división de la Internacional Socialista.

De ahí que el liberacionismo no ha sido nunca una fuerza política estática. Todo lo contrario. Ha sabido, por la vía del debate inteligente y racional, con conciencia reformista y progresista, ajustarse a las exigencias de los tiempos y no perder capacidad de iniciativa frente a los nuevos retos de la economía y el entorno político internacional. Supo defender con firmeza y hasta el sacrificio los principios de la libertad electoral y la democracia, frente a la internacional comunista y la internacional de las espadas. De la misma forma, supo evolucionar de una social democracia estatista e intervencionista, necesaria en las primeras décadas de la segunda mitad del siglo XX para apalancar e impulsar el desarrollo y el progreso nacional, hasta una social democracia moderna, participativa, aperturista y no proteccionista, exigente y competitiva, abierta a la economía internacional y la globalización, con un Estado generador del desarrollo nacional en alianza con los sectores privados productivos y regulador de las inequidades del mercado. Pero ese debate fundamental es propio de los instrumentos de la teoría política y la teoría económica y, sobre ello, el debate siempre ha estado y estará abierto al interior del PLN. Ese debate es lo que nos mantiene como un partido político vivo. Ese no es el punto de este artículo.

Valores esenciales. Lo que el liberacionismo no ha abandonado jamás y no podría hacerlo, sin negarse a sí mismo, son los valores esenciales de su acta de nacimiento en la Revolución de 1948 y eso tiene que ver, esencialmente, con la libertad electoral, la transparencia del sufragio y el derecho democrático irrenunciable del pueblo a elegir a sus gobernantes. Ese es un punto de honor. Eso es la vida misma en democracia y en ese punto sí tenemos que ser intransigentes. No hacerlo es traicionar las raíces y los orígenes mismos del Partido Liberación Nacional. Ese sí es el punto ahora.

Por eso, unas horas más tarde, en la Radio Cultural de los Santos, cargué duramente y con palabras gruesas contra los responsables del manejo de las finanzas del PLN en la campaña electoral del 2010, que traicionaron esos orígenes y nos han metido, con sus actuaciones contrarias al Código Electoral y al Código Penal, en la peor vergüenza política de la historia de Liberación Nacional. Lo hice con gran indignación. Lo hice sobrecogido de esa mística liberacionista de los orígenes sobre la que predicaba con pasión el Padre Benjamín Núñez y que inspiran las montañas y la tenue lluvia de esos tres cantones heroicos de los Santos, en donde nació el Espíritu del 48 y el Ejército de Liberación Nacional comandado por don Pepe.

Al regreso a San José, escribí y envié al Tribunal de Ética del PLN una solicitud para que los hechos sobre el financiamiento de la Campaña del 2010 sean investigados hasta sus últimas consecuencias y que se sienten las responsabilidades y sanciones establecidas en los Estatutos del PLN, incluso la expulsión, contra quienes, en un acto anti-liberacionista e ilegal, negaron con sus acciones ese compromiso esencial. Lamento que en el Liberación Nacional de hoy algunos piensan que en un extremo como este se puede andar con paños tibios. Tengo una posición absolutamente diferente. No puedo siquiera imaginar cómo el PLN va a ir a pedirle sus votos al pueblo en la próxima campaña electoral del 2014, si el Tribunal de Ética no procede con la diligencia, la seriedad y la responsabilidad que merece y exige el acto más irresponsable y censurable de toda la historia del PLN. Creo que esa es la posición liberacionista que se corresponde con el legado de don Pepe y de los Padres Fundadores.

Es hora de decirle a esta cúpula irresponsable: ¡Basta ya!

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* Exministro de la Presidencia y de Seguridad Pública.

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