Las necesarias luchas sociales

Vladimir de la Cruz
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Vladimir de la Cruz

Lo frecuente en la historia de las luchas sociales es destacar las luchas de los movimientos obreros. Históricamente sobresalieron desde el siglo XIX. Sus luchas giraron alrededor de las condiciones de trabajo, de su seguridad e higiene ocupacional, por elevar sus salarios y bajar las jornadas de trabajo. De estas últimas, importantes luchas fueron las huelgas internacionales, en Europa y Estados Unidos, por establecer la jornada de 8 horas de trabajo, las cuales culminaron con las jornadas de las huelgas de Chicago de 1886 y, luego, de 1890. De las luchas de este año, 1890, surgió la idea de realizar año a año, cada primero de mayo, una movilización social de lucha internacional para resaltar las luchas y logros obtenidos en el año transcurrido, y elaborar una plataforma de lucha para el año venidero. Este es el sentido de cada desfile del Primero de Mayo.

Las luchas se llevaron de los escenarios nacionales a los internacionales, habida cuenta que el sistema capitalista operaba a nivel internacional, y que las burguesías y el empresariado industrial y fabril, se vinculaba por sus relaciones comerciales, financieras y productivas a esos niveles internacionales, por lo que las luchas de los trabajadores debían ser internacionales como internacionales eran las relaciones de sus patronos. De allí surgieron, también, a la par de los sindicatos, las federaciones y las confederaciones nacionales, las organizaciones internacionales de sindicatos y trabajadores.

De igual modo, a medida que se desarrollaron los partidos políticos, desde el siglo XIX, de diferentes corrientes de pensamiento político, las luchas sociales, y la expresión de ellas por sus organizaciones y movimientos, adquirieron una clara identificación respecto a esos movimientos y partidos políticos. Lo usual es que los partidos políticos por sus dirigentes obreros, y sociales, dirigieran esas organizaciones, respondiendo de esa manera a sus objetivos, tareas, planes y programas políticos, y electorales, cuando en procesos electorales los movimientos sociales y las organizaciones sociales se identificaban por determinados partidos políticos, a los que vinculaban a sus afiliados.

Con el desarrollo de los partidos socialdemócratas, socialistas, comunistas, socialcristianos, demócratas cristianos, revolucionarios, reformistas surgieron y se desarrollaron esas organizaciones de trabajadores, del campo y de la ciudad, identificadas con esas corrientes políticas.

Los partidos liberales del siglo XIX, al menos en Costa Rica, no desarrollaron esas corrientes organizativas, pero a partir del momento en que surgieron como partidos, especialmente en la última década del siglo XIX, frente al Partido Independiente Demócrata, fundado por Félix Arcadio Montero, que llamaba a votar a los chaquetas, descamisados y descalzos contra el Olimpo y los Levitas, que lograron elegir a Faustino Montes de Oca y al mismo Félix Arcadio como diputados, los partidos liberales desarrollaron en su interior Clubes Obreros, Clubes de Artesanos y Clubes de Trabajadores, bajo las tiendas de cada uno de esos partidos liberales. De ellos también fue electo diputado Víctor Gölcher.

Desde aquellos días hasta hoy, con más o menos intensidad, con más o menos presencia, se fueron desarrollando los movimientos obreros y de trabajadores, del campo y de la ciudad. Sindicatos surgieron desde 1900-1902, federaciones desde 1905, Confederaciones desde 1913. Pero, huelgas, y otras luchas sociales desde 1874 ya se habían dado en el país.

En la primera mitad del siglo XX destacaron como partidos el Reformista, de Jorge Volio, 1923-1934, el Partido Comunista, de Manuel Mora, desde 1931, también llamado Vanguardia Popular a partir de 1943, hasta 1990, de manera importante. La crisis que lo llevó a su división y práctica disolución y casi desaparición del escenario nacional, en la década de 1980-1990, hoy lo tiene prácticamente sin ninguna importante presencia en los movimientos sociales nacionales.

En la década de 1940 surgió el movimiento y partido socialdemócrata; a finales de la década de 1950 el partido demócrata cristiano. En esta misma década, en 1951, el partido Liberación Nacional, socialdemócrata. Estos dos partidos se hicieron presentes en el movimiento organizado de los trabajadores con sus centrales sindicales, para enfrentar las organizaciones sindicales que dirigían los comunistas en el período de la legalidad, como de la ilegalidad, 1948-1974.

Para la década de 1960 aparecieron otras corrientes de izquierda, que culminaron en la década de 1970 con el Partido Socialista Costarricense y el Movimiento Revolucionario del Pueblo, que tuvieron mucha influencia en sectores agrícolas de la caña y del sector público y bancario. En estos años también se desarrolló el movimiento trotskista en el país con su presencia actual en algunos sectores de trabajadores.

En la década de 1980 apareció el Partido Unidad Social Cristiano, heredero, del Demócrata Cristiano y de la coalición que llevó a Rodrigo Carazo al gobierno, 1978-1982, con presencia este partido en los movimientos sindicales.

La Iglesia Católica por su parte hacía los suyo. Primero, a finales del siglo XIX, con su Carta Pastoral Rerum Novarum, para enfrentar a los movimientos socialistas, anarquistas y comunistas de ese siglo, y ganarse sus masas obreras. Luego, a partir del triunfo de la Revolución Rusa y el desarrollo de la III Internacional, orientada a impulsar partidos comunistas y movimientos sindicales, la Iglesia responde con el Código Social de Malinas, 1927, y con la Carta Pastoral Quadragesimo

Anno, 1931. En la segunda mitad del siglo XX, frente al desarrollo del Sistema Mundial Socialista, 1945-1991, la Iglesia impulsa otras Cartas pastorales de carácter social muy importantes, siempre en su perspectiva de ganar sectores sociales y alejarlos de las influencias políticas socialistas, anarquistas y comunistas, principalmente.

Antes que las luchas obreras hubo luchas campesinas, las que fueron muy importantes, de carácter sindical también. Fueron estratégicamente importantes por el carácter campesino mayoritario de la población de los países. No casualmente Lenin, el líder de la Revolución Rusa y el gran teórico del socialismo en la época del imperialismo, a partir de 1890-1917, señaló la importancia de la alianza obrero campesina para la revolución socialista.

Internacionalmente se desarrollaron organizaciones sociales respondiendo a estos intereses y corrientes políticas, y a las nuevas condiciones históricas sociales que vivimos desde 1990 hasta nuestros días. Estas organizaciones internacionales existen, tanto para los sectores sociales de trabajadores del campo como de la ciudad, en sus distintas actividades productivas y económicas.

También se han conocido, como parte de las luchas sociales, las que han llevado a cabo los estudiantes, las mujeres, por sus propias reivindicaciones. Así como las particulares de las huelgas y luchas inquilinarias, cuando se han dado. Las actuales que giran alrededor de los Derechos Humanos en todas sus manifestaciones, ecologistas, ambientalistas, pacifistas, antimilitaristas, antifascistas, antiglobalización, por los derechos LGBT, los Derechos Civiles, los antirracistas, anticoloniales, los que se mueven en la trama del populismo y antipopulismo. Muchos de los movimientos sociales presentándose como alternativa frente a los partidos políticos.

En una época, de manera muy importante, estas luchas y movimientos sociales en el marco de la lucha por el Socialismo y contra el capitalismo. Hoy la lucha por el socialismo, en el escenario costarricense de estas luchas, no se da abiertamente, salvo por los movimientos políticos asociados al trotskismo.

Hoy no hay un movimiento vigoroso por la Paz, como existió en las décadas de 1950, 1960 y 1970 principalmente. Las guerras siguen dándose. La posibilidad de una III Guerra Mundial no está en el escenario lejano.

Las luchas estudiantiles han sido parte importante de las luchas de los pueblos, especialmente latinoamericanos. En Costa Rica hemos tenido hitos de estas luchas, contra la dictadura de Tinoco y su caída, en la década de 1940-1948; en la década de 1960 hasta su culminación en la lucha contra la ALCOA; en la solidaridad con la lucha antisomocista; en la década de 1970-1979, en la lucha del Combo del ICE, 2000; en la lucha del TLC, 2006-2007; en las luchas electorales del 2018.

Especial papel han jugado los estudiantes en las luchas universitarias, en defensa de su Autonomía y en defensa de los recursos públicos que se le asignan constitucionalmente. El movimiento estudiantil de secundaria, de los colegios, ha sido más difícil organizar pero ha tenido presencia en las luchas sociales y nacionales generales, desde finales de la década de 1950.

Hoy tiene un importante papel de lucha frente al actual gobierno. Ya lo ha demostrado en pocas pero importantes manifestaciones y movilizaciones, defendiendo sus intereses.

El movimiento estudiantil de secundaria, y hasta el de primaria, debería inscribirse más decididamente en las luchas universitarias que se están dando, y en las que vienen, por la defensa no solo de la autonomía Universitaria, sino especialmente en defensa del FEES. Con ellos deberían estar la Asociación Nacional de Educadores, ANDE, la Asociación de Profesores de Segunda Enseñanza, APSE, el Sindicato de Educadores y Trabajadores de la Educación, SEC, movilizándose con los universitarios, llamando a los padres de familia de los estudiantes de escuelas y colegios a que se sumen a las marchas universitarias, en defensa de las universidades públicas, del financiamiento de ellas; entendiendo que sin esas universidades o su debilitamiento, se cierran las puertas para los estudiantes de escuelas y colegios públicos de poder llegar a las universidades públicas, que se les cierras las posibilidades y oportunidades de ascensos sociales y de mayores ingresos salariales en el futuro.

La política del actual gobierno en materia educativa es clara. Cerrar hasta donde se pueda el marco de las universidades públicas, favorecer, en su lugar el desarrollo de las universidades privadas; cerrar o disminuir las posibilidades de educación pública escolar y colegial; reducir, como ya lo ha hecho el presupuesto público de la educación secundaria y primaria, y reducir incumpliendo la obligación constitucional del 8% para el FEES, para pasar dichos fondos al sector policial (militar) del país; reducir y eliminar subsidios como becas a estudiantes de colegios y escuelas; eliminar el subsidio de transportes estudiantiles y cerrar comedores escolares; apropiarse (¿asaltar?) los recursos de la Fundación Omar Dengo, para estimular políticas de créditos para la educación; es decir, imponer poco a poco los créditos para financiar la educación hoy del sector público hacia el sector privado; desinteresarse por atender los casi 1000 colegios y escuelas que a principios de año se declararon con restricciones sanitarias; en no recuperar para el sistema educativo los 120.000 estudiantes que desertaron por la pandemia, que hoy forman parte de la población de trabajadores informales del país, como parte de esa mano de obra más barata, que se quiere generalizar con la jornada 4-3, eliminando turnos de empleo.

Los padres y madres de familia, los educadores, maestros y profesores de las escuelas primarias, de los colegios secundarios y nocturnos, sus organizaciones gremiales, ANDE, APSE, SEC, deberían estar al frente con las Universidades, y su Consejo Nacional de Rectores, CONARE, al frente de estas luchas por asegurar y garantizar la educación para ese casi millón y medio de costarricenses que deben asistir a escuelas y colegios.

Esta es la lucha principal del sector educativo y docente nacional: la defensa de las universidades públicas, su Autonomía Universitaria y el FEES.

Las luchas sociales en Costa Rica han contribuido, con sus conquistas, a desarrollar y fortalecer la democracia nacional, a engrandecer sus derechos y libertades, a fortalecer la paz social que se vive, y hacer de Costa Rida el ejemplo que es internacionalmente reconocido.

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