Ágora*
Guido Mora
guidomoracr@gmail.com
Retorno con este escrito, a mis columnas semanales, luego de participar en una experiencia política interesante y muy enriquecedora desde la perspectiva profesional, como fue la convención liberacionista.
Quiero iniciar un proceso de reflexión, sobre algunos temas relacionados con la ideología socialdemócrata, Liberación Nacional y la realidad ideológica del partido en la actualidad. Espero tocar algunos temas que tienen que ver con esta realidad y generar un ambiente de diálogo y discusión, urgente en el Partido y en el país.
Liberación Nacional y la flexibilización ideologica: el liberalismo social
Señalaba, en una columna escrita en setiembre de 2016, intitulada “La Paradoja Ideológica de Liberación Nacional”, publicada en este medio de comunicación, que “una situación perversa ha conducido al Partido Liberación Nacional a la pérdida y el abandono de su concepción ideológica”. Esta incertidumbre ideológica se presentó nuevamente en la precampaña recién concluida y sigue aún sin resolverse.
Tal como se demostró durante la precampaña pasada, las diferencias ideológicas entre militantes de Liberación Nacional son abismales, como profundas son las brechas entre la socialdemocracia y el neoliberalismo.
Esto no tiene que ver con extremismos ideológicos o con defender los planteamientos de la socialdemocracia tradicional. Se presenta más bien, ante las diferencias que prevalecen, entre los que creemos en la socialdemocracia como propuesta política y quienes, bajo el alero del socialismo liberal, han cooptado a los partidos socialdemócratas, para consolidar las alianzas con los neoliberales y sus aliados: los sectores más conservadores del capital nacional e internacional, para impulsar y favorecer la política de concentración de la riqueza, la teoría del derrame y el empobrecimiento de las grandes mayorías.
El reclamo puntual, claro y contundente es el siguiente: de los últimos 20 años de la historia costarricense, el Partido Liberación Nacional ha gobernado durante tres períodos. En estos 20 años en que sus representantes han formado parte del Congreso y ha gobernado directamente por 12 años, aunque la riqueza en Costa Rica se ha incrementado, también ha aumentado su concentración y, por ende, la desigualdad social.
Ante la crisis de la socialdemocracia y la ausencia de respuestas a los problemas que enfrenta la sociedad del Siglo XXI, Liberación Nacional ha sido tomado por grupos matriculados en la corriente del socialismo liberal.
Durante este periodo, Costa Rica se ha transformado gradualmente en un país menos solidario, menos equitativo y menos igualitario, que el que entregaron, como herencia a los costarricenses, los líderes históricos de Liberación Nacional.
El resultado es claro, la aplicación de estas políticas ha causado un deterioro de los índices socioeconómicos y un empobrecimiento de la sociedad costarricense. La riqueza, a pesar de aumentar, se ha concentrado, paulatinamente, en menos manos y este fenómeno no es sino producto de la ejecución de políticas neoliberales y socioliberales, aplicadas por quienes han gobernado o ejercido su influencia en el gobierno. Esta situación tiene el grave peligro, como lo señala Kaushik Basu, economista en jefe del Banco Mundial, de que la excesiva desigualdad puede socavar la democracia.
Para el caso costarricense, según datos de la CEPAL, sólo Costa Rica y República Dominicana, incrementaron sus índices Gini entre 2005 y 2013, pasando de 0,485 en el 2005 a 0,524 en el 2013. Esta realidad hizo que Costa Rica ocupara el puesto 42 en el primer año, el puesto 69 en el 2015 y el 66 en el 2016.
Según datos del PNUD, durante los últimos años, la riqueza en Costa Rica se incrementó un 4%, pero los beneficios del crecimiento se distribuyen de manera desigual: mientras en el 2010, el 20% más rico de la población recibía 16,7 veces más que el 20% más pobre, en el 2011 esa relación aumentó a 18,2 veces.
Según datos del Ministerio de Planificación, entre el 2010 y el 2015, el ingreso de Quintil I paso de 4.7% a 3.9%, mientras que el ingreso del Quintil V se mantuvo en el 50,4%.
Para los efectos, el incremento de la riqueza debería de significar un mayor nivel de bienestar social, a través de un crecimiento real de los ingresos y salarios, pero como señala Natalia Morales, del Estado de la Nación “este no ha sido el caso en los últimos años y lo que observamos es que, a un grupo reducido le va muy bien con este estilo de desarrollo, mientras que la mayoría de la población no se ve beneficiada”.
Estos resultados, analizados entre gente seria, no representan sino un fracaso del modelo de desarrollo implementado por los socialistas liberales y una traición al modelo solidario que originalmente, impulsó el Partido Liberación Nacional.
La adopción de esta concepción ha desdibujado, con el tiempo, las diferencias entre el modelo socioeconómico impuesto por estos nuevos “intelectuales orgánicos” del neoliberalismo, ha generado una mayor desigualdad, incrementado las posibilidades de frustración y el descontento de la gente, lo cual es caldo de cultivo para que haya un aumento en la criminalidad.
Según declaraciones de Juan Diego Trejos, subdirector del Instituto de Ciencias Económicas de la Universidad de Costa Rica, “A las personas le frustra más las diferencias sociales que la pobreza misma, porque ellos ven cómo, los estratos de mayor poder adquisitivo consumen más”.
En términos prácticos, la adopción de este modelo de desarrollo ha significado para Liberación Nacional, al igual que para la mayoría de los partidos socialdemócratas del mundo, un resquebrajamiento de las alianzas funcionales que mantenía, como partido político, con diversos sectores sociales, políticos y económicos.
La pérdida de estas alianzas, ha deteriorado los niveles de militancia y la pertenencia de amplios sectores sociales, situación de la que no está exento el Partido Liberación Nacional.
Prevalece, por otra parte, un claro interés económico e ideológico, liderado por grupos neoconservadores aliados a quienes detentan el poder real en Liberación Nacional, de continuar con el proceso de desmantelamiento y debilitamiento del Estado y su papel en el juego de la distribución de la riqueza.
Tal como lo señala Basu, en la publicación del 16 de abril pasado, en el Diario La Nación, a quien, sin duda alguna, no puede considerársele un apologista del “comunismo”, “la solución de la desigualdad no puede dejarse en manos de los mercados”.
Dentro de nuestra concepción ideológica, enmarcada en los principios clásicos de la socialdemocracia, un Estado fuerte es indispensable para construir una sociedad que combine “la mayor igualdad posible, con la mayor libertad posible”.
Esta premisa sigue siendo tan válida hoy, como lo fue hace 50 años.
Hoy más que nunca, resulta de vital importancia dedicarse al estudio y a la reflexión, a partir de la construcción un nuevo paradigma desde la socialdemocracia seria; esta corriente ideológica que los adoradores del mercado quieren dar por agotada o extinta, pero qué, con las muestras de la mayor vitalidad y vigencia, está diseñando y aplicando mecanismos exitosos, en algunos países de Europa, concretamente en Portugal y en los países nórdicos, en donde no se ha optado por el sacrificio del bien común, para beneficiar a unos pocos: a los más privilegiados de la sociedad.
Considero que, precipitarnos en la ejecución de este proceso puede conducirnos, una vez más, a perder el norte ideológico, como lo han perdido, quienes privilegian el socialiberalismo y el pragmatismo ideológico, como práctica política.
* El Ágora era el centro de la actividad política, administrativa, comercial y social de la antigua Atenas.
Salud y felicidades
Lo comparto prácticamente en un 100%.
Sin embargo, no entiendo lo del nombre «liberalismo social», porque el «pato» ese tiene poco, muy poco, de social.
Tampoco comparto que dicho «pato» sea «un modelo de desarrollo». Precisamente, desde la SD, lo que deberíamos poder defender/construir es un modelo de desarrollo «social».
Gracias por compartirlo
Luis Fernando Díaz