La torta de Juan Carlos

Progresemos

Carlos Manuel Echeverría E.

Carlos Manuel Echeverría

Juan Carlos Hidalgo sin duda se jaló “un tortón” al sugerir que convirtiéramos a este país en su coyuntura actual en uno liderado de facto por un primer ministro, con un presidente que básicamente se dedique a actos ceremoniales.

Le ha “llovido durísimo”, cosa que me parece justa pues si uno se mete en la mejenga que en Costa Rica es la política, uno tiene que saber que está expuesto a todo. Sin embargo de allí a despedazar a una persona como él es un grave error. Es un grave error y muy propio de este país donde predomina el serrucho y el “bajapisismo”, el querer liquidar a Juan Carlos porque se le fue una “bola por la horqueta”, cuando ha demostrado que es una persona que tiene creatividad e ideas que si bien no todas son funcionales o puede no vayan con el ideario de uno, contribuyen al pensamiento novedoso, algo que no es muy común en Costa Rica.
Conocí a Juan Carlos cuando coincidimos viviendo en Washington DC, entre el 2004 y el 2010. Almorzábamos cada 15 días más o menos y conversábamos sobre ideología, ambos liberales políticos, él con más fe en el libre mercado que este servidor más tirado al centro. Discrepábamos y coincidamos; debatíamos con respeto, ilustrada y sabrosamente.

El tema aquí es que Juan Carlos ha expresado que quiere ser diputado y está tratando de colocarse en el PUSC, permeándose de social cristianismo.

Creo que él merece que le dejemos pasar ese “gol por la horqueta”, que hasta a Keylor le ha sucedido literalmente y lo dejemos tranquilo seguir produciendo ideas a ver si se gana esa diputación, que a diferencia de muchos que aspiran a ella, por el sueldo que nunca se van a ganar en otra actividad, para sentirse grandotes aunque sea por un momento y algunos hasta para posicionarse con el fin de hacer negocios, lo que lo mueve es un gran idealismo. Muchos es poco lo que ofrecen intelectualmente, lo que en el caso de Juan Carlos es su fuerte. Así mismo, Juan Carlos dejó una excelente posición en la ciudad más importante del mundo político para venirse a Costa Rica a contribuir en un momento de transe para el país.

El problema de Juan Carlos es que le falta la malicia del político, esa que no le gusta a la gran mayoría de los costarricenses que se expresan despectivamente de los que llaman “los políticos”, aunque una gran parte de ellos quiere ser “político”. Pero cuando aparece un individuo que quiere meterse en política y que no actúa como político se le vienen encima para despedazarlo, evidentemente muchos motivados por la oportunidad para deshacerse del que estorba a los pretensiosos.

Pasemos la página y concentrémonos en que vaya al Congreso la mejor gente para levantar el nivel del debate sin desmedro de que los diputados “más aterrizados” también tengan ese espacio como parte de la mezcla. Para progresar en democracia necesitamos diversidad…unidad en la diversidad. Así mismo un nivel de excelencia en el debate en el proceso legislativo, el más político de todos.

Ex viceministro de planificación

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