Luis Paulino Vargas Solís
Pero eso es secundario. De lo que se trataba era de satisfacer sus caprichos de tirano en ciernes, pero, sobre todo, el propósito era sembrar el caos y causar daño.
Y grande fue el perjuicio que le causaron a la Caja. Y grande sigue siendo el estropicio que le ocasionan hasta el día de hoy, ya que, por mucho que quedase demostrado que Chaves abusó de su poder e incurrió en irregularidades, no por ello ha dejado de interferir con malignidad en el funcionamiento de la Caja.
El daño ha sido enorme, y la contabilidad terrorífica de las muertes causadas por el crecimiento acelerado de las listas de espera, sin ser la única consecuencia nefasta, es, con mucho, la más dramática y criminal.
Ahora le toca al Banco Nacional, el principal banco público, el banco más grande de Costa Rica.
Y, de nuevo, una decisión arbitraria, sin ninguna justificación clara ni convincente.
Otra apuesta al caos, y, otra vez, el propósito desembozado de provocar destrucción.
Pone al inútil de su vicepresidente Bruner a hacer de muñeco de ventrílocuo anunciando la destitución, en pleno, de la junta directiva del BNCR y, enseguida, nombra a los títeres de su confianza que vienen a sustituirlos. No acababa de anunciar los nombres cuando, al instante, les gira su primer mandato: revisar un misterioso y fantasmal crédito que, presuntamente, beneficiaría a una empresa presuntamente vinculada a la «oposición».
O sea: Chaves siendo Chaves: paranoia, chismes y politiquería.
- Empieza a meter sus sucias manos en el BNCR, que es, a fin de cuentas, el único propósito detrás de esta chanfaina.
- Empieza con otro de sus ataques de paranoia galopante.
- Empieza con su usual politiquería y demagogia, que, al cabo, es lo único que ha hecho durante 3 años más 20 días de gobierno.
- Empieza con sus habituales chismes y rumores con el objetivo evidente de encandilar a su feligresía y que esta se suelte, una vez más, en su verborrea delirante.
- Y, en fin, empieza otro costoso proceso que, con mucha seguridad, concluirá en los tribunales con la declaratoria de ilegalidad, dada la evidente arbitrariedad de la decisión tomada.
¿A cuánto asciende el costo de estos caprichitos, vagabunderías y juponadas de Chaves? Nos han salido carisísimas. Alguien debería sacar la cuenta y pasarle la factura.
Estamos en manos de un presidente que odia y desprecia nuestro legado histórico, aquel patrimonio que ha hecho que Costa Rica sea lo que es. Un señor cuyas desmesuradas ambiciones de poder se encaminan en una sola dirección: demoler, destruir, aplastar.
– Economista jubilado