La Revolución de las crayolas

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Carlos Revilla M.

Crayolas

Carlos Revilla

Que experiencia más increíble, todo lo que pasó el día de las elecciones. El 1ero de abril del 2018, quedará para siempre como un recuerdo indeleble, y sin exagerar, como uno de las efemérides importantes del país y su ya vetusta democracia.

Pasaron muchas cosas, es necesario poner, brevemente, en contexto algunas de ellas.

Una segunda ronda (algunos le llaman balotaje), entre dos candidatos, uno del partido de Gobierno, que se le ubica como de centro-izquierda y el otro de un partido religioso, salido de los evangélicos neopentecostales.

El enfrentamiento de segunda ronda fue -si se quiere- muy dramático, enfrentando posiciones muy disímiles en temas fundamentales, pero especialmente con una visión del mundo-país muy diferentes.

Uno inclusivo, señalando, que Costa Rica es para todos, sin discriminación alguna, y el otro, pues bueno, discriminando, y diciendo que había que «restaurar» a los pertenecientes a la población LGBTI.

Apenas menciono un par de cosas, como para darnos una idea de por donde andaba la procesión, como se dice popularmente.

Para reforzar lo que estoy diciendo, les transcribo un texto de mi amiga Lina Barrantes:

Fabricio Alvarado contradijo todos los valores arraigados en el Costarricense: atacó a la Virgen de los Ángeles, al Tribunal Supremo de Elecciones, a la Universidad de Costa Rica, a los organismos internacionales de Derechos Humanos. Falseó encuestas, atiborró las redes sociales de odio. Con todo eso: logró despertar maravillosas partes del costarricense como la solidaridad, la generosidad, el respeto mutuo. Levantó a miles y miles de jóvenes que se mataron trabajando. Movilizó a miles de ticos que llenaron los aviones y los aeropuertos viniendo a votar a Costa Rica. Vació las playas y devolvió a sus casas a los vacacionistas desde el viernes. Consiguió que los ticos en el exterior abrieran las puertas de sus casas a compatriotas que viajaban a votar sin conocerlos. Exaltando lo más horrible de nosotros, consiguió despertar lo más hermoso y así ponerle a un PAC renovado, tolerante, que abandonó los dogmas del pasado, que propone un gobierno de unidad nacional, un millón trescientos mil votos.

Este texto me lleva a otro, muy importante, que es de un señor Abel Moya, extranjero, y que pareciera es Pastor Luterano, pero eso no es lo importante, es el texto en si, y de donde tomo el título para este artículo “La Revolución de las crayolas”.

“Yo, que vengo de un país altamente militarizado, nunca imaginé que podía existir una revolución de crayolas. Si es cierto que en América Latina hemos vivido noches tan tenebrosas y dolorosas como la noche de los lápices en Argentina, hace 40 años, hoy también Latinoamérica puede contar que tuvo su noche iluminada de las crayolas. Esa noche de ayer Latinoamérica se la debe a cada costarricense que dijo «el fundamentalismo ¡NO PASARÁ!» Creo que ni los propios ticos logran dimensionar aún la enormidad de su revolución de crayolas este día de Pascua. Latinoamérica, tan sufrida, tan castigada, tan llena de lágrimas y de esperanzas inconclusas, se lo hará saber pronto. Siempre pensé que las revoluciones se hacían con armas de fuego y que muchas de ellas respondían al desespero de los pueblos oprimidos… La revolución de las crayolas de los ticos, de los votos, de la democracia, es inédita… ni una bala sonó, ni un cuerpo quedó sin vida. GRACIAS Costa Rica.

Que texto más bonito y cierto. Esto es Costa Rica y su gente. Y esto lo digo guardando el debido respeto para quienes estaban con la otra opción, la mayoría de buena fe.

Esto de la Revolución (así con mayúscula) es algo especial. Daniel Oduber nos hablaba de la Revolución posible, pero hablando de los cambios económicos y de justicia social llevados a cabo en democracia. Pero esto es diferente, muy diferente.

El pueblo se “alzó en armas” con una crayola, que fue el instrumento usado para votar, contra la discriminación, el fanatismo, la desigualdad, el odio y tantas otras cosas negativas.

Como dice Abel Moya, el pueblo, ese bendito pueblo, dijo “el fundamentalismo ¡NO PASARÁ!” y NO PASÓ. Las crayolas fueron el instrumento para hacer valer el clamor de un pueblo, por mantener su idiosincrasia.

Ahora si, por supuesto que la opción que ganó no es perfecta, ninguna la es. Pero por lo menos nos garantizamos que en lo esencial, los derechos de todos y todas serán respetados.

La elección del domingo pasado, en lo personal, me dejó cosas muy gratificantes. Una de ellas es que toda mi familia, hermanos(as), sobrinos(as), mis tías ya muy mayores, mi mamá, mis primos (tengo solo dos por el lado paterno). Todos, por primera vez en muchas elecciones votamos igual. Vieran que esto me alegró mucho, recordé a mi padre fallecido hace ya muchos años, quien fue miembro del Centro para el Estudio de los Problemas Nacionales. Lo recordé porque la votación fue por principios y valores, y estos nos fueron inculcados, no brotaron por generación espontánea. Me siento muy orgulloso de mi familia, y quería compartirles este sentimiento. El domingo gracias a Dios, recuperamos la sensatez y la cordura.

Esto lo cuento sin ánimo de molestar o hacer leña del árbol caído, con los que perdieron, que en la mayoría de los casos, apoyaron el «otro lado», repito, de buena fe. Estoy contando la experiencia con mi familia, nada más. Para nada juzgo otras, ni quiero decir que no tengan principios y valores también las que votaron por la otra opción.

En fin, ya esto pasó y volvemos a la cotidianidad, esperando que este nuevo Gobierno tenga éxito, por el bien de Costa Rica. Nos queda seguir trabajando para sacar adelante este país todos juntos, eso sí, como dice una placa en el parque de Santa María de Dota “la patria descansa tranquila sabiendo que la defenderemos cuantas veces este en peligro”. Y es que aunque parezca mentira, estuvo en peligro.

Esto demuestra que hay esperanza, queda demostrado que el pueblo tiene arrestos democráticos, que somos diferentes y que creemos en una Costa Rica donde cabemos todos y todas y no se deja a nadie atrás.

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