La Patrullas de Bares: Cantina embrujada (Bar Las Brisas)

Especial para Cambio Político

Patrulla de Bares Misión: Bar Las Brisas
Dónde: Rancho Redondo (ver mapa)

Bsr Las Brisas

Rancho Redondo es un pintoresco pueblo rural, que estando cerca de San José, hasta no hace mucho era desconocido para muchos josefinos. Por años, las referencias al pueblo eran por el famoso mirador, la Cruz de Rancho Redondo o la antena de Canal 7 (trasladada hace ya muchos años al volcán Irazú). La sola mención del mirador nos evoca cuando alguno de nosotros, en nuestra juventud, fuimos con la novia o alguna efímera conquista, y al recordar nos viene a la mente aquel dicho «juventud divino tesoro». Pero bueno, suficiente de nostalgia.

A Rancho Redondo se llega por Guadalupe de Goicoechea. Se pasa el Alto de Guadalupe, Facio, Ipís, La Mora y Vista de Mar después de un trepón importante, se pasa el mirador y un poco después llegamos al pueblo, donde se ve la plaza con la famosa cruz y la iglesia, donde a unos 300 mt, siempre sobre el camino, está el Bar Las Brisas, no hay forma de perderse. Con el asfaltado de la carretera, esta se ha convertido en una ruta alterna para ir Cartago, pues si uno continua la ruta, llega a Llano Grande, y de ahí a Cartago. De hecho el bar fue originalmente avistado por un patrullero, en ruta hacia la vieja metrópoli, y fue quien hizo el reporte.

 
El bar está muy coqueto, de hecho se nota que hace poco tiempo le hicieron una remodelación importante, pareciera por el logo pintado en las paredes exteriores, que fue en el 2013. En su página en Facebook se promociona como un «Bar deportivo (Sport bar)», aunque tiene poco de eso, para empezar solo hay un televisor (pantalla plana) no muy grande. Más bien, lo que parece es una cantina de pueblo remozada, por eso no hubo problema en patrullarla. Tiene una barra amplia y con bonitas mesas, que por cierto, quizás son un poco altas, lo que termina siendo algo incómodo. Nunca nos acostumbraremos a esto, seguimos prefiriendo el viejo estilo cantinesco de las mesas.

La decoración del lugar sobresale apenas ingresa uno y merece un comentario. El sitio está lleno de cuadros, afiches, antigüedades (chunches) y avisos de los que se acostumbra tener en las cantinas, pero aquí en gran cantidad. Todas las paredes están llenas, incluso los baños. Por este motivo, esta crónica, por mucho, es la que más imágenes incluye, desde que las hacemos, y de esto ya hace muchos años. Bendita la era digital que nos permite poder mostrarlas.

Bar Las Brisas

La oferta de bocas es muy poca, de hecho todas se incluyen en una pequeña pizarra en la barra, cerca de la entrada a la cocina. Es más, no hay menú de bocas, si uno quiere saber cuales son las que tienen, hay que ir a ver a la pizarra. Por cierto, a lo que está escrito en la pizarra hay que agregarle otras dos que no están escritas: ceviche y nachos, y que muy amablemente las comunica el cantinero. En total solo diez bocas, eso es todo.

Dada la exigua cantidad de bocas, no fue problema para los patrulleros catar la mayoría de ellas. La carne en salsa en su punto y suave, viene acompañada con una ensalada especie de «pico de gallo», y una generosa guarnición de papas a la francesa, que aunque no son una boca en si mismas, por su textura bien tostaditas, nos recordaron a las añoradas papas que hacia Burger King, cuando pecamos con alguna comida rápida; definitivamente merecen ser una boca aparte. Las fajitas de pollo fueron lo mejor de la jornada; en realidad deberían llamarse trocitos y no fajitas; el secreto de su sabor reside en la salsa que le ponen, algo entre bbq y soya, un sabor difícil de describir, pero que hace que las fajitas sean una delicia; el acompañamiento es el mismo: ensalada y papas a la francesa. El chifrijo, es normal, no tiene nada especial que sobresalga; la patrullera que lo pidió, terminó diciendo que estaba bien, pero que no era nada del otro mundo. El ceviche fue toda una decepción, parece que lo guardan en el congelador, y al prepararlo lo sirven tal cual, es decir, muy frio y casi congelado con lo que pierde todo el sabor; además no viene acompañado de galleta de soda, que es lo usual, lo que le ponen son unas tortillitas tostadas al estilo mejitos (si no es que lo son). La única boca original son las papas locas, parecidas a los nachos, solo que sin los frijoles molidos, algo que se agradece, y las ya reseñadas papas a la francesa; muy buenas. El resto de las bocas son muy parecidas y no vale la pena reseñarlas, la única que no se degustó fue el plato surtido, pero según el cantinero viene con la carne y pollo de las otras, acompañadas -sorpresa- de papas a la francesa.

Ahora viene los interesante, el por qué del título de «Cantina emburujada». Esto es algo especial del lugar, resulta que hay un cuadro en la barra de dos mujeres, que por sus vestidos podría decirse que son de finales del siglo XIX, que a primera vista parecieran normales, pero que si uno las observa con detenimiento cambian y se desfiguran grotescamente. El efecto es interesante y si no se conoce, puede hasta engañar a algún ingenuo que llegue al bar y lo observe, especialmente si está con algunos tragos de más (borracho).

También hay que destacar la fijación con la modelo Cindy Crawford pues el bar esta lleno de afiches suyos, de cuando era joven y famosa. Hasta en en el baño de hombres (orinal) está presente, lo cual no deja de ser un poco perturbador.

Ya para finalizar, la música, se mantiene siempre a un volumen medianamente alto y esto puede ser un poco molesto para algunos que no les gusta.

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