La misteriosa escalera de la Capilla del Loreto

Bazar digital

Carlos Revilla Maroto

Carlos Revilla

En el centro de Santa Fe, estado de Nuevo México en Estados Unidos, se alza una antigua iglesia católica conocida como la Capilla del Loreto, en los terrenos de lo que entonces era un colegio femenino fundado por las Hermanas del Loreto. La capilla es un lugar que ha cautivado la imaginación de visitantes y devotos por igual. En su interior hay bellas pinturas, maravillosas estatuas y hermosas vidrieras. Pero su principal atractivo reside en una escalera en espiral de madera que desafía las leyes de la física y la carpintería tradicional. Esta escalera, sin clavos ni tornillos visibles, asciende varios pisos en una curva perfecta, sin un soporte central aparente. Su diseño y construcción han generado numerosas teorías y debates, convirtiéndola en un verdadero misterio.

El origen y construcción de esta escalera han sido objeto de numerosas teorías y leyendas. Algunos la atribuyen a un milagro divino, asegurando que fue construida por un carpintero desconocido que desapareció misteriosamente tras finalizar su obra. Otros sugieren que se trata de una obra maestra de la ingeniería, empleando técnicas desconocidas para la época. La ausencia de planos o documentos históricos que detallen la construcción de la escalera ha alimentado aún más el misterio. Los materiales utilizados en su construcción también son un enigma, ya que no se corresponden con las maderas típicas de la región. La “escalera milagrosa” de abeto da dos giros de 360 grados y no tiene ningún medio de apoyo visible. Como era de esperar, las hermanas estaban convencidas que fue el propio San José quien acudió a ellas en su momento de necesidad.

Todo comenzó en 1850 cuando Jean Baptiste Lamy fue nombrado obispo de Santa Fe con la misión de construir iglesias y centros educativos, pidió a las Hermanas de Loreto que viniesen desde Kentucky a la ciudad de Santa Fe para establecer una escuela para niñas. En 1873, la escuela decidió agregar una capilla de estilo neogótico, al estilo de la Sainte-Chapelle de París.

La leyenda cuenta que, cuando se terminó de construir la capilla en 1878, no había forma de llegar al coro desde la planta baja. Con un espacio limitado, las hermanas no querían instalar una escalera estándar. Como necesitaban alguna forma de subir al coro, las monjas rezaron rogando la intercesión de San José, patrón de los carpinteros, durante nueve días seguidos. Al día siguiente de terminar esta novena, se presentó en su puerta un extraño de apariencia descuidada. Les dijo a las monjas que les construiría una escalera, pero que necesitaba total aislamiento; así que se encerró en la capilla durante tres meses. Usó unas pocas herramientas primitivas, entre ellas una escuadra, una sierra y agua caliente, y construyó una escalera de caracol hecha en su totalidad con maderas que no se encontraban en la región.

Al día de hoy no se conoce la identidad del carpintero, ya que nunca reveló su nombre, desapareciendo sin pedir ningún pago en cuanto la escalera estuvo terminada. Las hermanas nunca volvieron a verlo, incluso ofrecieron una recompensa a quien pudiera dar a conocer su identidad, pero nadie la reclamó nunca. Muchos testigos, al ver la escalera, pensaron que la había construido el propio San José, en una acción milagrosa.

La ausencia de planos o documentos históricos que detallen la construcción de la escalera ha alimentado aún más el misterio.

Escalera de Loreto

La escalera es una impresionante obra de carpintería. Sube 6 metros y da dos vueltas completas hasta llegar al coro, sin que se hayan usado clavos ni un soporte central visible. Se supone que la espiral central de la escalera es lo bastante estrecha para servir como apoyo central. En cualquier caso, la escalera original no estaba sujeta de ninguna forma a ninguna pared o puntal, hasta que en 1887 (diez años tras su construcción) se añadió una barandilla, y la espiral exterior se sujetó a un pilar adyacente. En lugar de clavos metálicos, en la escalera se emplearon clavijas de madera.

La capilla fue utilizada a diario por las alumnas de la Academia Loreto. La Academia cerró en 1968 y la propiedad fue puesta a la venta. En el momento de la venta, en 1971, la capilla de Nuestra Señora de la luz fue desconsagrada como capilla católica. La capilla es ahora un museo privado y se alquila para celebrar bodas.

En resumen, ¿qué hace tan especial a esta escalera?

  • Diseño intrincado: Su estructura de caracol, que asciende varios metros sin la ayuda de un soporte central visible, desafía las leyes de la gravedad y la carpintería tradicional.
  • Materiales enigmáticos: La madera utilizada en su construcción no es originaria de la región, lo que ha alimentado especulaciones sobre su procedencia y las técnicas empleadas.
  • Ausencia de uniones: Sorprendentemente, la escalera no presenta clavos, tornillos ni ningún tipo de adhesivo, lo que hace aún más difícil comprender cómo se mantiene unida.
  • Carpintero desconocido: La identidad del artesano que construyó la escalera permanece en el anonimato, sumando un velo de misterio a la leyenda.

La escalera tiene dos giros de 360 grados y carece de medios de apoyo visibles. Además, se dice que se construyó sin clavos, sólo con clavijas de madera. También hay dudas sobre el número de peldaños en comparación con la altura del coro. Curiosamente los peldaños son 33, la edad en que murió Jesús.

Lo cierto es que la escalera sigue siendo un enigma sin resolver.

A lo largo de los años, se han propuesto diversas teorías para explicar la construcción de la escalera:

  • Milagro divino: Muchos creyentes atribuyen la construcción de la escalera a una intervención divina, considerando que su diseño y materiales son obra de un ser superior.
  • Ingeniería avanzada: Otros sugieren que la escalera es el resultado de una avanzada técnica de carpintería que se perdió con el tiempo, posiblemente empleando conocimientos geométricos y estructurales muy sofisticados.
  • Materiales especiales: Algunas teorías apuntan a la posibilidad de que la madera utilizada posea propiedades únicas, como una mayor flexibilidad o resistencia, que permitan su curvatura y unión sin necesidad de elementos adicionales.
  • Ilusión óptica: Una explicación más escéptica sugiere que la escalera podría ser una especie de ilusión óptica, creada para dar la impresión de ser más compleja de lo que realmente es.

El carpintero de la escalera, quienquiera que fuese, construyó una magnífica estructura. El diseño era innovador para la época y algunas de las consideraciones de diseño siguen dejando perplejos a los expertos. Su belleza, complejidad y el misterio que la rodea la han convertido en un lugar de peregrinación y un objeto de estudio para ingenieros, arquitectos y curiosos de todo el mundo. Si bien la escalera es la atracción principal, la Capilla del Loreto en sí misma es un lugar de gran belleza y significado histórico. La capilla conserva su encanto original y ofrece un ambiente tranquilo y espiritual. Visitar la capilla es como hacer un viaje en el tiempo. Su atmósfera serena y la belleza de la escalera lo transportan a uno a otra época. Muchos visitan la capilla con la esperanza de encontrar una explicación racional o espiritual para esta maravilla arquitectónica.

A lo largo de los años, muchos han acudido a la Capilla del Loreto para ver la escalera milagrosa, que ha sido objeto de numerosos artículos, especiales de televisión y películas, como “Misterios sin resolver” y la película titulada “La escalera”. La escalera sigue siendo un enigma que desafía las explicaciones convencionales. Es un lugar donde la fe, la historia y el misterio se entrelazan de manera única.

Incluyo en los anexos dos artículos de prensa muy interesantes: “La escalera milagrosa” y “La escalera se mantiene pero el mito cae”, para contrastar la leyenda y el supuesto milagro de la escalera. Pero incluso aún después de leerlos, queda la duda de si se trata o no de un verdadero milagro. De mi parte no creo ni dejo de creer.

A mis lectores les hago la pregunta ¿y usted qué opina?

Califique esta columna:

Referencias: Revista 100 Grandes misterios del History Channel, sitio web oficial del museo, sitios menores de Internet, y la ayuda de la IA para algunos datos puntuales.

Anexo 1

La escalera milagrosa

Por Dea Adria Mallin

Lo milagroso no es ajeno a Nuevo México. Clasificado como uno de los estados más pobres del país, es rico en lo fenomenal. En largas visitas veraniegas durante los últimos dieciocho años, he visto demasiado como para dudar de la magia.

No es raro que el cielo de Nuevo México se llene de arco iris dobles y triples. Una vez, conduciendo alrededor de una caldera volcánica en la que bucólicos caballos y vacas parecían puntos de alfiler, se levantó instantáneamente una tormenta. Rayos salvajes descendieron verticalmente a mi alrededor, y granizo del tamaño de pelotas de tenis cayó sobre mi coche de alquiler. Mientras me agazapaba aterrorizado en el suelo del coche, toda la caldera pasó del verde veraniego a una dura alfombra de hielo blanco. Cuando paró, el sol salió tan repentinamente como había desaparecido, y en 15 minutos, medio metro de bolas de granizo se habían derretido y la caldera volvía a ser verde y bucólica, como si nunca hubiera pasado nada.

En otra ocasión, esperé dos horas para ascender 3.000 metros por el teleférico de Sandia hacia las montañas mientras una tormenta eléctrica hacía estragos en las inmediaciones. Finalmente, en la oscuridad, se consideró seguro hacer un último viaje, y mientras nos elevábamos, los relámpagos que caían a más de 80 millas de distancia eran impresionantes. Algunos se clavaron directamente en el suelo como gigantescos rayos primordiales; otros iluminaron cordilleras enteras. A Son et lumiere le siguió nuestro ascenso a través de cuatro de las siete zonas de vida de la Tierra, de modo que lo que empezó como una lluvia feroz se convirtió en feroces bolas de granizo que golpeaban el techo del tranvía. Cuando llegamos a la cima, el aire era puro, prístino y edénico.

Luego está el Santuario de Chimayo, en la carretera de Taos, una capilla a la que acuden 300.000 peregrinos al año para curarse. Muletas abandonadas, sillas de ruedas, bastones, gafas, audífonos y otros aparatos dan fe de los milagros en esta pequeña capilla donde la creencia y la santa fe pesan más que los textos médicos.

Y luego, en el centro de Santa Fe, está la pequeña joya de capilla, la Capilla del Loreto, con su Escalera Milagrosa. En la actualidad, tras su cierre en 1968 y la desconsagración de la iglesia en 1971, la Capilla del Loreto es un museo privado, gestionado y mantenido para la conservación de la capilla y la escalera, cuya belleza y resonancia espiritual atraen a parejas de todo el país y del mundo para celebrar ceremonias nupciales. Pero érase una vez…

En 1850, Jean Baptiste Lamy fue nombrado obispo de Santa Fe con la misión de construir iglesias e instalaciones educativas. Pidió a las Hermanas de Loreto, una orden de enseñanza, que vinieran de Kentucky a la ciudad fronteriza de Santa Fe y establecieran una escuela para niñas. En 1853, las enérgicas Hermanas ya lo habían hecho con la Academia de Nuestra Señora de la Luz y, a pesar de problemas fronterizos como la viruela, la tuberculosis y las goteras en el tejado de barro, el internado y la escuela diurna se expandieron e incluso florecieron.

En 1873, la escuela decidió añadir una capilla de estilo gótico, inspirada en el clero francés de Santa Fe y diseñada, con bóvedas, contrafuertes y agujas, a imagen y semejanza de la Sainte Chapelle de París, en lugar de las iglesias de adobe de la zona. La piedra se extrajo localmente y se transportó a la ciudad en carreta. Las vidrieras ornamentales se compraron en 1876 al estudio DuBois de París, se enviaron a Nueva Orleans en velero, luego en barca de remos a San Luis y, por último, en carreta cubierta por el Viejo Camino de Santa Fe hasta la capilla.

Terminada en 1878, está la cuestión de la Escalera Milagrosa. La escalera encierra dos misterios: quién la construyó exactamente y cómo explicar la física de su construcción.

Sigamos con la historia. Cuando la capilla del Loreto estaba a punto de terminarse, murió el arquitecto (una fuente afirma que la mujer del sobrino del obispo Lamy llamó la atención del arquitecto, y el sobrino, en un arrebato de furia, lo mató), y no había forma de acceder al coro, 22 pies por encima. Se consultó a los carpinteros, que llegaron a la conclusión de que habría que utilizar una escalera, ya que alteraría estéticamente el reducido espacio interior y limitaría el número de asientos.

Sin desanimarse, las Hermanas hicieron una novena a San José, padre de Jesús y patrón de los carpinteros, y aquí la leyenda toma realmente las riendas. El noveno y último día de oración, apareció en la capilla un «humilde obrero» en busca de trabajo. Algunos dicen que «llevaba un burro cargado de herramientas de carpintería». En una versión, la escalera se terminó casi de la noche a la mañana, y en la otra, tardó seis meses. Cuando las Hermanas entraban a rezar, el carpintero se marchaba tranquilamente, volviendo sólo cuando ellas se habían ido, para trabajar en soledad.

Un día, las Hermanas vinieron a rezar, pero el carpintero ya no estaba. Había desaparecido sin cobrar y antes de que pudieran darle las gracias. Una búsqueda dedicada al hombre no dio resultados, y no hay constancia de que nadie le vendiera madera para la escalera. La creencia popular, pues, llama al carpintero San José en persona.

Tanto si se trataba de un hábil itinerante como de San José, el resultado de su trabajo es una impresionante escalera de caracol exenta, que se eleva en una doble hélice con dos giros de 360 grados y sin ningún medio visible de apoyo. Y sin clavos ni tornillos.

Y nadie puede identificar con precisión qué tipos de madera se utilizaron en la construcción.

Al principio, la escalera de Loreto no tenía barandilla, por lo que las hermanas subían al coro y bajaban con las manos y las rodillas. En 1887, un artesano llamado Phillip August Hesch añadió la barandilla, que fue descrita como «una obra de arte», pero no un milagro.

Un profesor de ingeniería del MIT ha calificado las escaleras de hélice de «estructuras de soporte de peso inherentemente inseguras e inestables que requieren algo más que estar aseguradas en la parte superior e inferior». Normalmente, se arriostran mediante una fijación a lo largo de la altura a un poste central o a una pared adyacente. En un artículo publicado en 1998 en The Skeptical Inquirer, Joe Nickell descubrió que la escalera de Loretto no es totalmente independiente y tiene «un soporte de hierro que estabiliza la escalera conectando rígidamente el larguero exterior a una de las columnas que sostienen el desván». Sin embargo, desde mediados de los años 70, no se permite el acceso del público a la escalera, a excepción de los novios que posan para las fotos y los miembros del coro. Aquí se respetan las leyes de la física, aunque sólo sea como medida de precaución.

En 2000, el descubrimiento de una oscura esquela identifica a un ranchero ermitaño, Jean-Francois Rochas, de Alamogordo, como el constructor de la capilla de Loretto. Murió en 1896, y su breve obituario le llama «un experto trabajador de la madera» que construyó «la hermosa escalera de la capilla de Loretto».

Puede ser. Puede que no. Ha habido especiales de televisión, un telefilme titulado «La escalera» y un espacio en «Misterios sin resolver» indagando sobre la Escalera Milagrosa. Pero, a pesar de los hechos y la ficción, ¿qué otra cosa podríamos esperar de la Ciudad de la Santa Fe? ¿O de un estado cuya matrícula lo declara «La Tierra del Encanto»?

Escucho el mensaje de la necrológica, accedo al soporte de hierro, observo que, aunque no hay tornillos ni clavos en la estructura, sí hay clavijas de madera, y me encantaría que el Centro de Anatomía de la Madera de los Servicios Forestales de Estados Unidos (que trabajó en la tumba del rey Tut) identificara la madera. Pero desde que un conocido historiador de Santa Fe me habló, al mismo tiempo, de la construcción de la valla de los coyotes antes que yo y de cómo los rayos actínicos de Nuevo México hacen que la luz de aquí haga cosas que la luz de otros lugares no puede reproducir (las fotografías que he tomado en días totalmente nublados en Nuevo México centellean de luz), me contento con vivir en la ambigüedad, o dualidad, de la ciencia y del milagro. Además, la existencia de una escalera milagrosa da el tono, en esta pequeña joya de capilla donde se celebran bodas, al milagro del amor.

Anexo 2

Hélice al cielo

La escalera se mantiene pero el mito cae

Por Joe Nickell

Escalera Loreto
Figura 1 La escalera de caracol de la capilla Loretto de Santa Fe (Nuevo México) es un supuesto milagro de construcción. Joe Nickell

La película para televisión de la CBS «La escalera» (12 de abril de 1998), contaba cómo «el deseo de una monja moribunda de completar la capilla de su orden es cumplido por un misterioso desconocido» (Bobbin 1998). Protagonizada por Barbara Hershey en el papel de la madre superiora, enferma terminal, y William Peterson como el enigmático carpintero, la película es un embellecimiento de la leyenda de la «escalera milagrosa» de la capilla de las Hermanas de Loreto en Santa Fe, Nuevo México. Se cree que la escalera de caracol de madera es única, y algunos afirman que su existencia es inexplicable.

La leyenda de Loretto comienza con la fundación de un colegio femenino en Santa Fe en 1852. A instancias del obispo John Lamy, las Hermanas de Loreto fundaron la Academia Loretto, una combinación de escuela diurna e internado. En 1873 comenzaron las obras para construir una capilla. Desgraciadamente, algunos acontecimientos terrenales, incluso terrenales, al parecer estropearon la obra: La mujer del sobrino del obispo Lamy llamó la atención del arquitecto y éste fue asesinado por su interés: le disparó el sobrino, que estaba angustiado por su matrimonio destruido.

En ese momento, las obras de la capilla estaban a punto de concluir y, aunque el coro estaba terminado, los planos del arquitecto no preveían ningún medio de acceso. Se consideró que instalar una «escalera ordinaria» sería objetable por motivos estéticos y porque limitaría el aforo (Bullock 1978, 6, 8). «Se llamó a carpinteros y constructores», según una fuente, “sólo para que sacudieran la cabeza con desesperación”. Entonces, «cuando todo lo demás había fallado, las Hermanas decidieron rezar una novena al mismísimo Maestro Carpintero, San José» (el padre de Jesús) (Bullock 1978, 8).

«Al noveno día, sus plegarias fueron escuchadas. Un humilde obrero apareció fuera, conduciendo un burro cargado de herramientas de carpintería. Anunció que podía proporcionar un medio adecuado de acceso al desván, que sólo requería permiso y un par de cubas de agua. Pronto se puso manos a la obra:

Las religiosas, al entrar en la capilla para rezar, veían las tinas con la madera en remojo, pero el Hombre siempre se retiraba mientras ellas rezaban, volviendo a su trabajo cuando la capilla quedaba libre. Hay quien dice que la escalera circular que hoy se alza allí se construyó muy deprisa. Otros dicen que no, que llevó bastante tiempo. Pero la escalera sí creció, elevándose sólidamente en una doble hélice sin apoyos de ningún tipo y sin clavos ni tornillos. El espacio utilizado fue mínimo y la escalera añade belleza a la Capilla, en lugar de restarla.
La historia continúa:

Las hermanas se alegraron mucho y organizaron una gran cena en honor del carpintero. Pero no lo encontraron. Nadie parecía conocerlo, ni saber dónde vivía, ni nada. Se revisaron los aserraderos, pero no tenían ninguna factura para las Hermanas de Loretto. No le habían vendido la madera. Hombres entendidos entraron e inspeccionaron la escalera y ninguno supo qué tipo de madera se había utilizado, desde luego nada autóctono de esta zona. Se publicaron anuncios sobre el carpintero en el New Mexican y no obtuvieron respuesta.

«Seguramente», decían los devotos, “fue el propio San José quien construyó la escalera” (Bullock 1978, 8, 10).

Sin duda, la leyenda ha mejorado a lo largo del siglo transcurrido, como el buen vino. Como veremos, hay más en la historia. Pero Barbara Hershey admite que «quien quiera creer que es un milagro, puede, y quien quiera creer que este hombre no era más que un carpintero ingenioso, también» (Bobbin 1998). Las pruebas a favor de esto último son considerables, pero primero debemos divagar un poco para entender las escaleras de caracol.

Las escaleras de caracol y otras escaleras de caracol alcanzaron un punto álgido de desarrollo en la Inglaterra y Francia del siglo XVI, con varios ejemplos «notables» («Stair» 1960; «Interior» 1960). Para apreciar los problemas arquitectónicos y de otro tipo que plantean estas escaleras, debemos reconocer que los constructores utilizan giros en las escaleras para ahorrar espacio o para adaptarse a una planta concreta. El más sencillo es el giro de rellano, formado por tramos rectos unidos en el ángulo necesario por una plataforma. Una variante es el rellano partido, dividido en diagonal en dos peldaños.

En lugar de un rellano, el giro puede realizarse mediante una serie de escalones con peldaños cónicos. Estas escaleras se denominan de caracol e incluyen algunos tipos ornamentales, como la que adopta la forma de un círculo parcial (conocida como escalera circular) o de una elipse. Una forma extrema de escalera de caracol es la de caracol continuo en forma de hélice (una línea que se eleva a medida que se retuerce, como la rosca de un tornillo). Es la llamada popularmente «escalera de caracol», como el ejemplo de la capilla de Loretto (Locke 1992, 135-36; Dietz 1991, 340-42).

Las hélices -a diferencia, por ejemplo, de las pirámides- no son estructuras inherentemente estables que soporten peso. Requieren algún tipo de refuerzo o apoyo. Por lo tanto, además de estar asegurada en la parte superior e inferior, la escalera de caracol también suele estar arriostrada mediante la fijación a lo largo de su altura a un poste central o a una pared adyacente (Dietz 1991, 342; «Stair» 1960).

Por desgracia, las escaleras de caracol y otras escaleras de caracol no sólo presentan problemas de diseño, sino que son fundamentalmente inseguras. Explica una autoridad: «Por motivos de seguridad, cualquier desviación de una escalera recta requiere una cuidadosa atención al detalle en el diseño y la construcción.» Sobre todo, «como la gente tiende a recorrer el camino más corto al doblar una esquina, donde los peldaños de una escalera son más estrechos, el viajero debe decidir en cada escalón dónde cae cada pie. Este puede ser un ejercicio intelectual y físico que se practica mejor en otro lugar». En resumen, las devanaderas son bonitas pero intrínsecamente inseguras» (Locke 1992, 135, 136). Otros expertos están de acuerdo. Según Albert G. H. Dietz, catedrático emérito de Ingeniería de la Construcción del MIT, las devanaderas «deberían evitarse en la medida de lo posible. No hay un punto de apoyo adecuado en el ángulo [debido a la conicidad] y hay una caída casi vertical de varios pies si varias bandas convergen en el mismo punto. La construcción es peligrosa y puede provocar fácilmente accidentes graves» (Dietz 1991, 341). Por ello, las normas de construcción prohíben con frecuencia las escaleras de caracol. Esto es especialmente cierto en el caso de la escalera de caracol, que «contiene todas las malas características de la escalera de caracol multiplicadas varias veces» (Dietz 1991, 342).

Este tipo de problemas parece haber afectado a la escalera de Loretto, lo que sugiere que, como mucho, el «milagro» fue parcial. La seguridad parece haber sido una preocupación desde el principio, ya que originalmente no había barandilla. Cuando se terminó la escalera, una hermana de trece años, que fue de las primeras en subir al desván, contó que ella y sus amigas estaban tan asustadas -por la ausencia de barandilla- que bajaron a gatas (Albach 1965). Sin embargo, a pesar del peligro real, no fue hasta 1887 -diez años después de que se terminara la escalera- cuando un artesano llamado Phillip August Hesch añadió la barandilla (Loretto s.f.). Nadie afirma que fuera un milagro, pero se describe como «una obra de arte en sí misma» (Albach 1965; véase la figura 1).

Con el tiempo, surgieron otros problemas relacionados con la forma de doble hélice. La hélice, después de todo, es la forma del muelle de alambre común. Por lo tanto, no es de extrañar que las personas que pisaron la escalera informaran de «una pequeña cantidad de movimiento vertical» o «una cierta elasticidad» (Albach 1965) y, de nuevo, «una vibración muy ligera al subir y bajar, como si la escalera fuera un ser vivo que respira» (Bullock 1978, 14).

Algunas personas han pensado que la estructura independiente debería haberse derrumbado hace mucho tiempo, se nos dice, y los constructores y arquitectos supuestamente «nunca dejan de maravillarse de cómo se las arregla para permanecer en su lugar», teniendo en cuenta que es «sin un soporte central» (Albach 1965). De hecho, sin embargo, como observa un tecnólogo de la madera, «la escalera sí tiene un soporte central». Observa que de los dos largueros de madera (o miembros estructurales en espiral) el interior es de radio tan pequeño que «funciona como un poste casi sólido» (Easley 1997).

También hay otro soporte, que no se menciona, pero que yo observé cuando visité la capilla, ahora de propiedad privada, en 1993. Se trata de una abrazadera o ménsula de hierro que estabiliza la escalera conectando rígidamente el larguero exterior a una de las columnas que sostienen el desván (véase la figura 2).co

Escalera de Loreto
Figura 2. El soporte de hierro (no mencionado en los relatos publicados) revela que el «milagro» es parcial. Joe Nickell

Hay motivos para sospechar que la escalera puede ser más inestable y, potencialmente, insegura de lo que algunos creen. Lleva cerrada al público al menos desde mediados de la década de 1970 (cuando se adujo como motivo la falta de otra salida del desván en caso de incendio). Cuando lo visité en 1993, tenía entendido que sufría las consecuencias del tráfico constante. Barbara Hershey insinuó lo mismo cuando declaró: «Todavía funciona, aunque no se permite a la gente subir muy a menudo» (Bobbin 1998). Así pues, parece que la escalera de Loretto está sujeta a las leyes de la física como cualquier otra.

Los otros misterios que se subrayan en relación con la escalera son la identidad del carpintero y el tipo de madera utilizada. Parece un mero misterio sugerir que hay algo extraño -y menos aún una prueba de lo sobrenatural- en el hecho de que no conste el nombre de un obrero evidentemente itinerante.

En cuanto a la madera, que no haya sido identificada con precisión no significa gran cosa. El trozo que se entregó a un guardabosques para su posible identificación era extremadamente pequeño (sólo 3/4 de pulgada cuadrada por 1/8 de pulgada de grosor), mientras que el Centro de Anatomía de la Madera del Servicio Forestal de EE.UU. prefiere trozos mucho más grandes (seis pulgadas) (que ha hecho muchas identificaciones famosas, incluyendo artefactos tomados de la tumba del Rey Tut y la escalera implicada en el secuestro de Lindbergh) (Knight 1997). Al parecer, la madera ha sido identificada como de la familia Pinaceae y del género Picea, es decir, picea (Easley 1997), un tipo de «madera ligera, fuerte y elástica» utilizada a menudo en la construcción («Spruce» 1960). Pero hay no menos de treinta y nueve especies —diez en Norteamérica— de modo que la comparación de la muestra de Loreto con sólo dos variedades (Easley 1997) apenas puede ser definitiva.

En definitiva, los «misterios» de la escalera de caracol de la capilla de Loreto no son prueba de su producción milagrosa, sino de su fabricación humana, faliblemente humana.

Referencias

Albach, Carl R. 1965. Miracle or wonder of construction? reimpresión de Consulting Engineer, diciembre, n.p.
Bobbin, Jay. 1998. «La escalera». Reseña en TV Topics, The Buffalo News, 12 de abril, pp. 1, 24-25.
Bullock, Alice. 1978. Loretto and the Miraculous Staircase (Loreto y la escalera milagrosa). Santa Fe, N.M.: Sunstone Press.
Dietz, Albert G. H. 1991. Dwelling House Construction 5th ed., Cambridge, Mass. Cambridge, Massachusetts: The MIT Press.
Easley, Forrest N. 1997. ¿Una escalera del cielo? Impresión privada.
«Decoración de interiores». 1960. Encyclopaedia Britannica.
Knight, Christopher. 1997. «¿Qué tipo de madera…? ?» Wall Street Journal, 22 de octubre.
Locke, Jim. 1992. The Well-Built House, ed. revisada. Nueva York: Houghton Mifflin Co.
Capilla Loretto. N.d. Texto de la tarjeta de presentación, fotografiado por el autor, 1993.
«Spruce». 1960. Enciclopedia Británica.
«Escalera». 1960. Enciclopedia Británica.

Revise también

Trump

El ataque de Trump contra la diversidad, la equidad y la inclusión

https://traffic.libsyn.com/democracynow/amycolumn2025-0124-es.mp3 Amy Goodman y Denis Moynihan Este año, la ceremonia de investidura presidencial en Estados …

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *