La meiga Díaz y el arriesgado ajuste táctico de Pedro Sánchez

Enrique Gomáriz Moraga

Enrique Gomariz

Si se piensa en la política nacional, todavía es pronto para saber si la puesta en escena de SUMAR este pasado domingo, constituirá un punto de inflexión importante o simplemente será un epifenómeno, más mediático que sustantivo, que pasará sin pena ni gloria en medio del ambiente preelectoral que se inicia. De manera similar, también es difícil saber si la ausencia de Podemos a esa presentación protagonizada por Díaz será reversible o, por el contrario, significará la ruptura de la izquierda a la izquierda del PSOE.

De momento, resulta útil examinar tres elementos del proyecto SUMAR: el primero, su presencia como fuerza radical en relación con Podemos; en segundo término, conviene acercar la lupa a su personaje principal, Yolanda Díaz, y el tercero, en tanto que aliado gubernamental, su efecto y relación con el PSOE de Pedro Sánchez.

Respecto del primer elemento, la pregunta más frecuente refiere a si SUMAR significa un cambio conceptual y programático en comparación con su antecesor en la política nacional, Unidas Podemos. Hay gente que piensa, sobre todo fuera del espacio orgánico de Podemos, que SUMAR es “una refundación” de la izquierda radical, completamente distinta del partido que fundaran Monedero, Iglesias y Errejón. Otros observadores, por el contrario, subrayan que se trata de un segundo intento de la misma política radical, que trata de corregir algunos errores del pasado. Esta divergencia depende mucho de si se pone énfasis en las formas de hacer política o en los planteamientos programáticos. Pareciera haber una correlación entre la atención centrada en las formas y quienes aprecian una gran diferencia con Podemos. En cambio, cuando la mirada se centra en la ideología y el programa, esas diferencias no parecen tan destacables, ambas a distancia considerable de un verdadero programa socialdemócrata. Muchos hablan de populismo duro y populismo blando, pero populismo radical al final del día.

Esta última distinción guarda relación con el personaje que protagoniza SUMAR, Yolanda Díaz. Lo primero que destaca es que el rechazo del concepto de Juan Carlos Monedero, de la necesaria “columna vertebral” para SUMAR no se aplique al liderazgo fuertemente unipersonal de Díaz. ¿Cuál es la causa de que esa reflexión no se aplique a SUMAR? Parece indudable que tal cosa refiere al estilo de liderazgo de la propia Díaz. Esta política gallega de 51 años, que todavía conserva el carnet del Partido Comunista, ha logrado hacer de su abierta sonrisa la imagen mediática preferente, como principal herramienta de seducción. Sin embargo, esos modos han sido percibidos de formas muy distintas. Para unos, refleja la disposición a la empatía y la conciliación, mientras para otros refleja su melosa vacuidad. Creo, sin embargo, que ambas percepciones son bastante parciales.

El liderazgo de Díaz contiene ambos elementos y algunos otros. En los ambientes políticos gallegos la caracterización del personaje se simplifica: Yolanda es la seductora que traiciona. De hecho, su trayectoria política ha dejado algunos aliados heridos por el camino. El primero fue el alcalde socialista del Ferrol, quien la nombró teniente alcalde durante 17 meses; el segundo, el reconocido líder del Bloque Nacionalista Galego, Xosé Manuel Beiras, que compartió con Díaz una plataforma electoral. Y el tercero fue quien la propuso hace dos años como ministra y candidata de Podemos a las próximas elecciones generales, Pablo Iglesias, que hoy reconoce haberse equivocado, y acusa a Yolanda de haber traicionado a sus compañeras de gabinete.

Por cierto, para algunas de las féminas más críticas no pasa desapercibido su gusto por los diseños de alta costura y sus zapatos de marca, tampoco su cuidadoso teñido de rubio (porque el color oscuro de su cabello la avejentaba). Lo cierto es que, en las fotografías con su tono de pelo natural, apenas caben dudas de cual sería el disfraz que más le cuadraría en tiempos de carnaval. No obstante, los expertos en meigas puntualizan: se trataría de una meiga feiticeira, esa que tiene la facultad de disimular su envejecimiento y que, con su voz melosa, conduce a los incautos al suicidio.

De hecho, en su círculo próximo se asegura que, fuera de cámaras, Díaz tiene un espíritu de acero, un temple especial, como se decía en tiempos de Stalin. Tampoco existen dudas de que su capacidad de seducción pública se corresponde con su considerable grado de ambición. En su intervención en el lanzamiento de SUMAR afirmó que quería ser “la primera presidenta de España”. No dijo que quería ser la “primera presidenta del gobierno de España”. Muchos se han preguntado si se trata de una inocua abreviación, de un simple desliz o de un lapsus propio de una vieja tradición republicana. En todo caso, Díaz se ha esforzado en reiterar que todo ello lo haría “muy humildemente”.

La decisión de Pedro Sánchez de incorporar a la vicepresidenta Díaz en el debate de la moción de censura fue interpretada en todos los medios como un cambio de preferencia en relación con su alianza de gobierno, favorable a SUMAR frente a Podemos. En las semanas anteriores, Yolanda Díaz se había puesto de perfil en los roces entre socialistas y morados (envío de armas a Ucrania, ley trans, ley del solo si es si, etc.). Algo que deterioró progresivamente las relaciones entre Díaz y las ministras Belarra y Montero.

Desde fuera del Ejecutivo, varios aliados parlamentarios no apreciaron de igual forma la sonrisa de la meiga Díaz. Gabriel Rufián, representante de ERC en el Congreso, asegura que Díaz tiene un marcado estilo personalista y la acusa de “apuñalar a quienes la pusieron donde está”. El propio Iglesias situó al proyecto SUMAR “mas cerca de Más País que de Podemos”, (lo que implica una dulce venganza de su contendor Errejón). Y es en este contexto como se ha producido finalmente la presentación de SUMAR sin la presencia de Podemos.

En el interior del PSOE no se oculta que la operación táctica de Sánchez a favor de SUMAR presenta riesgos en los dos escenarios posibles. En el caso de que las desavenencias entre SUMAR y Podemos sean superadas más adelante, existe el riesgo de que esa plataforma conjunta se alimente bastante del voto socialista. Los sondeos muestran que ese frente común obtendría la mitad de sus sufragios de los votantes de Podemos, pero también (en torno a un 25%) de los votantes PSOE. El debilitamiento que ello supone para el partido de Sánchez no es un plato de gusto entre sus representantes locales.

Pero, de igual forma, en el caso opuesto de que SUMAR y Podemos no lleguen a un acuerdo y se presenten por separado en las elecciones generales, esa división les penaliza fuertemente en el actual sistema electoral. Para cualquiera de los dos no superar el 15% de los votos puede suponer perder una considerable cantidad de diputados. Algo que pone directamente en riesgo la mayoría parlamentaria del gobierno socialista.

También hay quienes consideran que esta maniobra táctica no puede ocultar el carácter de la dependencia estratégica de Sánchez. La diferencia programática entre Podemos y SUMAR se mide en centímetros, mientras la distancia de ambos y un buen programa socialdemócrata se computa en kilómetros. Tener que elegir entre un populismo duro y uno blando muestra la debilidad del PSOE de Sánchez como fuerza socialdemócrata consistente, tanto para gobernar en solitario como para hacerlo con otro tipo de alianzas. Y el arte de hacer de la necesidad virtud tiene cada vez menos seguidores.

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