Ocean Castillo Loría
Desde un punto de vista estructural de la teoría política, hay dos maneras generales en las que cambia una sociedad: la reforma y la revolución (Helio Juaguaribe). En el caso costarricense, tal parece que, por la vía electoral, desde hace casi 8 años, hemos entronizado la mediocridad, lo que el filósofo y profesor canadiense, Alain Deneault, ha llamado la “mediocracia”.
Ella ha subido al poder, como consecuencia de una especie de círculo vicioso entre la revolución tecnológica y la sociedad: las máquinas parecen asemejarse a veces a los seres humanos, y, los seres humanos, se asemejan a las máquinas, por lo que, la sociedad, parece homogénea, al estilo del formato de las computadoras.
Ahora bien, esta dinámica en la búsqueda de la racionalidad en las esferas políticas, económicas y sociales, no es nueva: ya lo decían los autores Alvin y Heidi Toffler: la revolución industrial, condujo a una forma de racionalidad en la producción mercantil, que se trasladó a la política y a la cultura.
Así, el ser humano, deja de serlo, para convertirse en un “hombre económico” (Idea esencial en el economicismo defendido por la derecha), cuyos objetivos son: producir y consumir. De ahí, se da un paso fatal: el ser humano pasa a ser “un hombre económico promedio”: como oferente o demandante en los mercados, no es del todo inepto, pero ya incapaz de buscar la grandeza (Es el momento de la renuncia a las grandes utopías); ya dispuesto a huir de las cosas serias (La política, la economía, cambiadas por la “sociedad del espectáculo “); ya sin criticidad (Por ejemplo: nuestra educación, ya no evalúa conocimientos, sino, “habilidades”); ya sin decisión…
En el caso de la democracia, es el electorado dándole el poder a los mediocres en la clase política y la clase gobernante (¿Qué hemos vivido en casi 8 años de gobiernos del Partido Acción Ciudadana (PAC)?)
Recordamos a Marx en el momento presente: el Estado, el Derecho y la Ideología (Los mecanismos de alienación), “formatean” prácticas y formas de pensar. Es el sujeto – objeto de la realidad: el “hombre económico promedio”, es sujeto, pero del actuar en la construcción de un sistema de dominación del que es objeto: en el caso del actual gobierno: es la “mediocracia gobernante”, pensando y actuando, bajo la idea de que: “la única gobernanza posible, es la del mercado, como organizador social y su motor: la empresa privada”.
Así, la tentación es la mediocridad. Como estudiantes, como consumidores, como votantes, como trabajadores, como familias… es la conciencia individual y colectiva, sometida a la estrechez. De ello deriva: una política mediocre, una economía mediocre, una cultura mediocre. Y ya sin grandes utopías, las aspiraciones son “las promedio”: de este modo, quienes nos gobiernan, dominan la sociedad.
Con esto claro, creemos que las Ciencias Políticas deben tomar la palabra: ¿Dónde está el poder?; es más: ¿Dónde está el verdadero poder?:
- ¿En las leyes?: hoy se está volviendo en Costa Rica a la trampa de que: “todo se resuelve con una nueva Constitución”. Pero no se habla del riesgo, de destruir lo que nos queda del “Estado Social”, esto aunado a la limitación de las libertades individuales: ¿Nos acostumbraremos a un Estado policial, tan al gusto de los pseudo progres?
- En (Recordamos a Weber): ¿un liderazgo carismático?: hoy un precandidato del Partido Liberación Nacional (Solo para ponerlo como ejemplo), dice que: “Costa Rica merece ganar” y que, “Va con todo” (¿Va por todo?)
- ¿En el dinero (Mejor dicho: en los que tienen el dinero)?
Bajo estas preguntas, cabe una hipótesis: digamos que el poder (No necesariamente el verdadero poder), surge de una interpretación específica de las leyes, que, junto a una clase gobernante, permite la profundización del modelo monetarista.
De ahí, el estado actual de nuestro país (Lo que Hannah Arendt, llamará: “la fuerza de las cosas”); a esa “fuerza”, hay que sumar ahora, el factor de la pandemia y las crisis medioambientales. Es la violencia del sistema de dominación, a lo biótico (Lo vivo)
Con este escenario delineado, podemos preguntarnos: ¿De dónde pueden venir los cambios revolucionarios en la sociedad?: la respuesta liberal, dirá: desde el mercado; el socialismo utópico, podrá apostar a la transformación espiritual; el Marxismo económico a la lucha de clases; el marxismo cultural a la diversidad y la libertad de los derechos – culturales – individuales; el socialcristianismo costarricense, quizás sea más inclinado a la respuesta liberal y la social democracia, podría (O debería, decimos nosotros) optar por una síntesis ideológica, partiendo de lo mejor del pensamiento costarricense.
Lo cierto es que independientemente de los diversos caminos, en principio: si la violencia del sistema de dominación (Una política y una economía egoístas y una cultura opresiva), va dirigida hacia lo biótico, entonces, deberíamos posar nuestros ojos, en el resguardo de los ecosistemas.
De nuevo: el uso de la libertad política, el reconocimiento desde el humanismo cristiano del buen trato al planeta; la imperiosa necesidad de la transformación del “capitalismo salvaje”, con resguardo de las esferas públicas y privadas; deberían conducirnos a una visión social y democrática, que nos permita el fortalecimiento de instituciones justas (El retorno al Estado Social)
Mas para ello, se requiere de verdaderos políticos y no, de una clase gobernante que se lanza a los brazos de la “falacia de la opinión del experto” (“El que sabe es el profesional de salud, si hay que cerrar la economía, hay que cerrarla y punto”); “experto”, que, por cierto, entra en una relación clientelista con intereses transnacionales, que son los que lo reconocen como tal.
Inclusive, este fenómeno se observa en muchos analistas políticos, que revestidos de “academicismo objetivo”, en realidad dejan pasar su subjetividad como análisis, subjetividad, que puede ser partidista o venida de relaciones comerciales.
Estamos así, ante los que Gramsci, define como los “intelectuales”: los que ejercen funciones secundarias para el grupo dominante, en los espacios de hegemonía social y gobierno político. No es que no se tome en cuenta a los expertos, el problema está en entregar el poder a los expertos o esconderse detrás de sus opiniones, y tomar posiciones, que no se tiene el valor de defender políticamente (¿No es este el caso del actual gobierno en el manejo o mal manejo de la pandemia?)
Aún más, desde la perspectiva eminentemente democrática, temas como: salud, impuestos y uso de fondos públicos, no deben limitarse a “decisiones de los especialistas”, sino, que deben ser colocadas en la palestra pública, para el conocimiento de todo el pueblo.
A esto hay que sumar el papel de los medios de comunicación hegemónicos (Por cierto, cada vez menos hegemónicos en ciertos estratos de la población), que trasmiten en muchas ocasiones, mensajes moralistas o mensajes que defienden la ortodoxia económica (neoliberal), abusando de la interpretación de los hechos, “formateando” los criterios que quieren imponerse a los consumidores de la información. Valga decir, que, en muchos programas, los analistas que no cumplen estos requisitos, simplemente, dejan de ser invitados.
Bajo este mismo contexto, el mismísimo Presidente de la República, llegó a decir el pasado 1 de mayo en su discurso ante el Plenario Legislativo, que: “las ideologías políticas no tienen ningún valor, por eso, ‘pierden el tiempo’, quienes quieren etiquetar al gobierno de izquierda o de derecha” (Estamos parafraseando)
La realidad es que, este gobierno entregó la política económica al economicismo y parte de la política social, al marxismo cultural. Aquí cabe una hipótesis desde la filosofía política: ¿Será que, en su deseo de neutralizar los conceptos ideológicos de izquierda y derecha, el PAC, quiso jugar a lo que ciertos autores denominan: “el extremo centro”, con lo que falsamente querían acercarse a esa posición, presentada como la única posible?
De ser esta hipótesis cierta, lo que podríamos decir es que al gobierno: “le salió el tiro por la culata”: al final, en materia económica, este gobierno ha sido y es: capitalista, favorecedor del consumismo (Cedió a las presiones del sector empresarial, durante la primera parte de la Pandemia y aceptó la apertura que nos tiene pagando las consecuencias por lo sucedido en “Semana Santa”); ecocida, antisocial y monetarista.
Y de nuevo, ante este escenario: con personeros del sector privado que pasan a la esfera pública, y que tienen interés de presentar la información bajo cierto “formateo”; también, pueden etiquetar de “bueno” y “malo”, determinado argumento o algún actor político.
En Costa Rica, baste como ejemplo, el director de un noticiero, quien etiquetó de “idiota”, la protesta de una diputada, solo por el hecho de que ella se opone al aborto, pero olvidó que, parte de la protesta, implicaba el asesinato de líderes indígenas.
Quizás por ello, algunos perciben que los medios de comunicación tradicionales, están perdiendo credibilidad. Esto ha llevado a nivel internacional a plantear la tesis de que: los “Millenials”, los “Centennials” y la “generación Z”, ya no les harán el juego a esos medios.
Esto por cuanto estas generaciones:
- Usan más sus teléfonos celulares para el acceso a redes sociales.
- Tienen poco criterio para la definición de “informaciones falsas y verdaderas” (Fuente: estudio de “Comscore Social”: Alcance de las redes sociales en el mundo. 2020.)
Ahora bien, lo que ha venido sucediendo es que, con la pandemia, los medios tradicionales, se han venido “relegitimando”, esto porque:
- Los periodistas documentan los hechos en el “momento”.
- Hay investigación de las causas.
- Se entrevista a los actores involucrados.
- Se contrasta la información.
Partiendo de esta idea, resulta cierto que, durante la primera parte de la pandemia en Costa Rica, las familias se volvieron a reunir hasta el hartazgo ante la televisión, otros, volvieron a escuchar radio, y otros tomaron los periódicos en “físico” o se volcaron a los medios “digitales”, que sostienen métodos periodísticos para divulgar la información.
Esto implica que la cultura de consumo en la información noticiosa, va sufriendo cambios. Pero ello, no quita elementos críticos que en esta “mediocracia costarricense”, podemos reseñar, por ejemplo:
A) En términos de forma:
- ¿Hay una verdadera documentación de los hechos noticiosos en los medios costarricenses?
- La investigación de las causas, se deja para otros momentos, dadas las “carreras propias de las salas de redacción”.
- ¿Hay un verdadero equilibrio, en la indagación de la información, a partir de la búsqueda de los actores involucrados?
- No hay contraste de la información, pues el periodismo se ha tornado en “repetir lo que dicen los boletines de prensa”.
B) En cuanto al fondo:
- Los grandes medios tradicionales, influyen o ejercen poder, en los vaivenes políticos del país. Otros, se acomodan conforme a los puntos de vista del “oficialismo”, a cambio de prebendas publicitarias.
- Bajo el método periodístico, estos medios “simulan ser confiables a sus audiencias”, pero su “punto de quiebra”, es la incidencia de la línea editorial.
Adentrémonos en este punto: conteste a la línea editorial estos medios se presentan como:
- Racionales.
- Razonables.
- Equilibrados.
- Responsables.
- Serios.
- Ideológicamente de “centro” (Quizás el colmo en este punto, es un medio escrito, que dice o decía, que su línea editorial era social demócrata, pero la mayoría de sus columnistas, es economicista)
- Moderados.
- Normales.
Como contraparte, los medios de comunicación alternativos, aquellos que denuncian:
- El orden monetarista.
- La desigualdad.
- El manejo de la política fiscal.
- El deterioro de los ecosistemas.
Terminan siendo calificados de:
- Marginales.
- Paranoicos.
- Irresponsables.
- Locos.
- Antisociales.
- Violentos.
- Antidemocráticos.
Todo esto es parte de la “mediocracia costarricense”: pongamos un ejemplo: los profesores de Español o de Estudios Sociales o de Cívica, ven las fallas en los programas de sus respectivas materias, pero están obligados a enseñar esos programas. De esa enseñanza, sale “un bachiller en secundaria”, que inclusive llega a las universidades, con serias limitaciones en el uso de vocabulario y casi con plena ignorancia en métodos y técnicas de investigación.
No en balde, hace unas semanas, un periodista “futbolero”, llegó a espetar que: “el Manifiesto Comunista, es Nazi”. Y así, nuestra ciudadanía, se convierte en actor social, prácticamente obligado a la mediocridad, cualquiera que sea su relación con ella.
Quizás por esto, nuestra ciudadanía no se hace demasiadas preguntas. Vive su vida bajo una autoridad visible o quizás invisible. Por eso Costa Rica es una sociedad neurótica o domesticada. Esto también se cumple en la política: hay que complacer la autoridad, al jefe político, al diputado, al alcalde, al precandidato, para subir en los espacios jerárquicos.
Para ello, no importa caer en la mediocridad o en la irrelevancia (Solo como ilustración, hace unas semanas, se supo que un precandidato a diputado, le dio el apoyo a una postulante presidencial a la que tiempo antes, trató en un audio de “WhatsApp”, como poco menos que despistada e ignorante)
Así: algunos se justifican (Fue el caso del precandidato a diputado antes citado), otros se resignan o se complacen (Desde hace cerca de unos 10 años, vemos como en algunas corrientes políticas, dirigentes de tercer y cuarto rango, van tomando posiciones de vanguardia)
En otros momentos, hay hasta rebelión: creemos que este es el caso del Movimiento Esperanza Nacional dentro del Partido Liberación, donde en lugar, de presentar un mínimo programa de acción política, o hasta un resumen ejecutivo, se asumió con responsabilidad, la presentación de un verdadero programa de gobierno.
A esta realidad hay que sumar, hasta el activismo político, fuera de grupos de presión o partidos: creemos que este es el caso del Movimiento Rescate Nacional…
En esta misma lógica, hay que abordar la realidad de las universidades, donde muchos actores de los claustros públicos, se unen a la “línea oficialista” o terminan vendiendo servicios al sector privado, lo que genera clientelismo, y, alimenta el contexto de “gobernanza”, basado en el alimento del “mercado como organizador social y el motor de la empresa privada”.
Tal escenario, genera permutas: a saber, ya no se actúa con una ética humanista, sino, con una ética monetarista, lo que produce:
- Cambios en los métodos y técnicas de investigación.
- El pensamiento, el vocabulario, y las formas de investigación, buscan “agradar al cliente”, o al que “financia la investigación”.
A este contexto, debe adherirse que, el avance de la educación universitaria privada, conlleva la idea de que: “hay que endeudarse para poder estudiar”, y en tanto, la educación es sometida a “las fuerzas de mercado”, es un bien de consumo.
Para tal fin, se parte de una tesis que en determinadas áreas, no es del todo cierta: “estudiar, nos pone en ventaja en el mercado laboral” (Como contraposición en Costa Rica, algunos especialistas en administración de recursos humanos, hablan de que es mejor estudiar carreras técnicas, que una carrera universitaria)
Esto lleva, desde una perspectiva estructural, a la reducción y riesgo de desaparición de carreras humanísticas y artísticas; y volvemos a decir: en tanto se ha convertido a la educación en bien de consumo, se ha convertido a los estudiantes en mercancías. Así, la universidad, se torna en oferente de mano de obra, para la satisfacción de las expectativas del mercado (¿No vemos esta idea reflejada en mucha de la publicidad de universidades privadas?)
Valga decir, solo como ejemplo, que dos precandidatos del Partido Liberación Nacional, en sus ideas sobre el tema educativo, hablan de un reforzamiento de la enseñanza de las ciencias exactas, lo que conduce a un debilitamiento de la enseñanza de las humanidades, las artes o las ciencias sociales.
Con todo lo antes expuesto, cabe un balance final:
- En el caso costarricense, tal parece que, por la vía electoral, desde hace casi 8 años, hemos entronizado la mediocridad, lo que el filósofo y profesor canadiense, Alain Deneault, ha llamado la “mediocracia”.
- En el caso de la democracia, es el electorado, dándole el poder a los mediocres en la clase política y la clase gobernante (¿Qué hemos vivido en casi 8 años de gobiernos del Partido Acción Ciudadana (PAC)?)
- El poder (No necesariamente el verdadero poder), surge de una interpretación específica de las leyes, que, junto a una clase gobernante, permite la profundización del modelo monetarista.
- El actual gobierno, ha entregado el poder a los expertos para esconderse detrás de sus opiniones, y tomar posiciones, que no se atreven a defender políticamente.
- Este gobierno entregó la política económica al economicismo y parte de la política social, al marxismo cultural.
- En materia económica, este gobierno ha sido y es: capitalista, favorecedor del consumismo (Cedió a las presiones del sector empresarial, durante la primera parte de la Pandemia y aceptó la apertura que nos tiene pagando consecuencias por lo sucedido en “Semana Santa”); ecocida, antisocial y monetarista.
- La política del “extremo centro”, debe ser quebrada. Se debe volver a un debate altamente ideológico. Con ello se combatiría la pereza intelectual en la esfera política. Para ello, la actual campaña debe ser estimulante, con lo que se combatiría a los “liderazgos carismáticos sin propuestas”, aquellos que, alimentando la demagogia, no buscan el bien común y menos, el bienestar del mayor número.