Y usted… ¿qué opina?
Fernando Berrocal
El próximo miércoles 25 de octubre, miles de costarricenses de todas las edades y condiciones económicas y sociales, se lanzarán a las calles en defensa del ESTADO SOCIAL DE DERECHO y a protestar contra el abandono de las políticas sociales e inclusivas, en el gobierno del presidente Rodrigo Chaves.El mensaje para mí es claro: es hora de hacer un alto POLÍTICO en el camino.
El país no está bien. Tenemos dos décadas de ir en retroceso y eso es demasiado, después de 50 años en que Costa Rica logró transformarse en un país ejemplar, singular y diferente en América Latina. Ese alto en el camino, lo deben hacer todos los factores políticos y, muy especialmente, aquellos con poder real en el Ejecutivo y en la Asamblea Legislativa, pero igualmente la sociedad civil organizada y toda la ciudadanía, así como los medios de comunicación colectiva. El país es de todos.
Estamos en un punto crítico, el tiempo sigue corriendo… y los problemas nacionales se acumulan y profundizan, cada día más. Vivimos, además, en un estado nacional de crispación y falta un diálogo constructivo y patriótico que anteponga los intereses nacionales y de todos los costarricenses, a las visiones político partidistas y los egos personales. Ese, lamentablemente, es el cuadro en la POLÍTICA NACIONAL al día de hoy.
La ecuación debería ser al revés: primero Costa Rica y después todo lo demás, entre otras cosas fundamentales porque el MUNDO CAMBIO y los retos y paradigmas del siglo XXI son muy diferentes a los que enfrentamos en el siglo XX. Hoy vivimos en una aldea global interconectada por la información y las comunicaciones. Ese es el punto más complejo y difícil de asimilar, para poder ganar la batalla del desarrollo integral en Costa Rica. Si seguimos haciendo lo mismo, no ganaremos esa batalla. Tenemos que cambiar las estrategias del desarrollo nacional y asumir nuestro papel en ese mundo interconectado, con una nueva visión de la realidad tal y cual es. No como era en el siglo XX.
La palabra clave y fundamental es el CAMBIO en libertad y en democracia. Esa sí es una variable esencial a la que no le podemos fallar, porque es la esencia del “ser costarricense”. Todo lo demás son propuestas de corte autoritario.
Hay cosas que decir con objetividad y seriedad, aunque algunos sectores políticos de la vida nacional no las compartan:
Al presidente Rodrigo Chaves y a su equipo económico más cercano, hay que reconocerle el gran esfuerzo que han hecho en materia fiscal para equilibrar las cuentas del Estado Costarricense. También hay que reconocerle avances necesarios en aspectos de gerencia pública y esfuerzos, aunque no los suficientes, para eliminar engorrosos, absurdos e innecesarios trámites en el sector público centralizado y descentralizado. La tramitología tiene asfixiado el desarrollo en Costa Rica y es la fuente de todas las corrupciones nacionales.
Esas políticas públicas eran una necesidad. Cualquiera que hubiera sido el resultado electoral del 2022, el Gobierno de la República habría enfrentado una crisis nacional acumulada de dos décadas y seis gobiernos, en los que Costa Rica perdió la brújula y nos enredamos como país, en materia fiscal y tributaria y en acumular una enorme deuda pública, al tiempo que se nos desbarató la infraestructura nacional de carreteras, se elevó por las nubes el costo de la vida y se nos fue desinflando, poco a poco, la vital energía y los éxitos del modelo de desarrollo integral de la segunda mitad del siglo XX.
En las últimas elecciones nacionales del 2022, el tema era el CAMBIO. Unos lo entendían de una forma y otros de otra forma, pero tanto los que ganaron como los que perdimos esas elecciones, estábamos convencidos de que los fundamentos de la II República hacían agua en varios frentes y que, el cambio en las variables económicas internacionales y en el mundo de la ciencia y la tecnología, obligaban a reformular el modelo de desarrollo nacional y a introducir profundas reformas en la vida nacional y en las relaciones entre el Estado y el Mercado, con un sesgo aún más pronunciado hacia la globalización y la internacionalización de la economía y las fundamentales relaciones políticas y diplomáticas al nivel de la aldea global en que se transformó el siglo XXI y, en función directa de las potencialidades de Costa Rica, en el medio de las Américas y el prestigio reconocido de nuestro país en temas esenciales de la AGENDA GLOBAL. Ahí es en donde están nuestras fortalezas como país.
De eso, este columnista no tiene la menor duda y lo he escrito muchas veces.
Al día de hoy, seguimos urgidos de profundas reformas estructurales y funcionales al Estado Costarricense, comenzando por una visionaria Reforma Política que nos saque del sistema estrictamente presidencialista y de la visión de la Constitución Política de 1871 que se mantuvo en la Constitución Política de 1949 y que no responde a las exigencias nacionales la realidad política en este siglo XXI y para colocar de nuevo la EDUCACIÓN y la SALUD PUBLICA como prioritarias, así como enfrentar con determinación y firmeza, en forma integral, preventiva y represiva, la inseguridad nacional y ciudadana o vamos a terminar siendo otro país fallido más de Centro América. En esos temas hay enormes faltantes. Incluso, el proceso de reactivación económica y la necesaria política de atracción y generación de inversiones extranjeras y nacionales en el sector productivo privado, sin la cual no salimos del profundo hueco en el que hemos caído como país, para generar empleo y aumentar la productividad y las exportaciones, caminan a paso lento, mientras se profundiza la crisis social y la pobreza en Costa Rica. Digan lo que digan, esa es la más absoluta verdad.
Esas son, entre otras, las razones que justifican y dan plena legitimidad a la manifestación nacional del próximo miércoles 23 de octubre. Como país, seguimos en crisis y los esfuerzos que reconocemos del gobierno del presidente Rodrigo Chaves en materia fiscal y tributaria, no han priorizado esos otros temas fundamentales de la AGENDA NACIONAL y, en este país, en la perspectiva de lo que somos y hemos logrado construir por varias generaciones y a lo largo del tiempo, ninguna circunstancia ni argumento ideológico o político pueden excluir lo social, educativo, la salud y la seguridad ciudadana, de una visión integral, sostenible y solidaria del desarrollo económico.
Ese es el punto fundamental a resolver y por el que debemos luchar, más allá de nuestras banderías político partidarias. Esa es la justificación de la manifestación del próximo miércoles. Lo que está en juego es Costa Rica.
Esa visión integral, fue siempre nuestra singularidad como país y eso es lo que debe aceptar el Poder Ejecutivo e iniciar un DIALOGO NACIONAL. Seguir con la actitud unidireccional fiscalista de estos 18 meses de gobierno y desconocer las profundidades y razones de esta protesta nacional, como también puede ocurrir o poner al ministro de Comunicación a hablar y solo ofrecer promesas hacia el futuro, NO es la solución para el nivel de crispación acumulada de la sociedad costarricense, desde antes y en el tiempo del período gubernamental que lleva el presidente Rodrigo Chaves. Menos aún seguir dinamitando puentes de diálogo y convergencia democrática con otros factores nacionales.
O se abre ese DIALOGO NACIONAL y encontramos SOLUCIONES o se nos va el tiempo y, en los dos años y medio que tiene por delante esta Administración, no vamos a poder recuperar el tiempo perdido y avanzar por el camino de la “vía costarricense”. A menos que quienes nos gobiernen piensen que es otra vía la que se debe adoptar para resolver la crisis nacional que nos tiene postrados como país. En ese caso, el escenario de acción tendría que ser otro.
En democracia y sin ejército, un país sólo se refunda después de una Guerra Civil y, esa etapa histórica, Costa Rica la superó, con gran inteligencia y visión, después del año 1948, con los Decretos Ley de la Junta Fundadora de la II República y la Constitución Política de 1949. También quedaron atrás los sueños sobre las utopías inalcanzables y falsas que caracterizaron al siglo XX.
Lo que tiene que hacerse ahora, para superar el agotamiento del modelo de desarrollo de la segunda mitad del siglo XX, es una transición inteligente, transformadora y democrática, por la vía de un DIALOGO NACIONAL y con propuestas bien fundamentadas, realistas y pragmáticas, dentro de los márgenes de maniobra objetiva que tiene una economía pequeña como la costarricense, en un país sin límites en sus posibilidades de desarrollo en el mundo actual, como es el nuestro, si las decisiones de política pública son realmente visionarias hacia el futuro y sin alcanzamos una convergencia básica y amplia de consensos entre todas las fuerzas políticas y las organizaciones de la sociedad civil organizada. No polarizando y dividiendo aún más a nuestra sociedad. Es algo tan simple como que “hablando se entiende la gente” y ese el espíritu nacional-ciudadano y el par de aguas POLÍTICO que debería surgir después de esta gran manifestación ciudadana del próximo miércoles.
Eso esperamos la inmensa mayoría de los costarricenses.
A propósito de un DIALOGO NACIONAL, es oportuno recordar que, en ese otro importante tema nacional que es el de la inmensa deuda pública heredada por el gobierno del presidente Chaves, el acuerdo legislativo que facilitó la aprobación de emitir y colocar 5.000 millones de deuda en EUROBONOS, para cambiar deuda cara por deuda más barata y a mejor plazo, se logró porque hubo un diálogo constructivo entre la Asamblea Legislativa y el Poder Ejecutivo, para que las posiciones se acercaran y, entre los Diputados que solo estaban dispuestos a conceder 1.500 millones y a lo más 3.000 millones y la posición de la Casa Presidencial de solicitar y exigir 6.000 millones, se llegara a un consenso de 5.000 millones. Eso prueba que sí se puede y ese es el camino.
Señalo este hecho, sólo para recordar que cuando hay DIALOGO NACIONAL la racionalidad se impone sobre otros factores de la política y es Costa Rica, como país, el que sale ganando. Así debería ser en los otros temas prioritarios de la AGENDA NACIONAL que siguen aún pendientes y profundizando esta crisis.
Aceptémoslo con realismo y pragmatismo, los márgenes de maniobra de una economía pequeña como la de Costa Rica, no son muchos, aunque las posibilidades son inmensas por la situación territorial estratégica de nuestro país en el medio de las Américas y por las fortalezas que todavía tenemos y que debemos potenciar por encima de las diferencias político partidarias o entre los intereses y enfoques de los diferentes sectores privados nacionales.
Además y aunque ciertos sectores con nostalgia de un pasado superado, no lo quieran aceptar, ni lo consideran así, lo cierto es que las grandes contradicciones ideológicas que tanto nos separaron en el siglo XX y que Costa Rica pudo superar con éxito, en el medio de las turbulencias de otros países de nuestro entorno inmediato y que todavía siguen presentes en la mayoría de los otros países de América Latina y se expresan ahora en forma de populismos de extrema derecha o extrema izquierda, no tienen cabida en nuestro país y solo representan a una minoría nacional. Eso es ideológico y nada tiene que ver con la realidad objetiva de que un 40% de nuestros habitantes la están pasando muy mal y eso no puede ser. Tampoco puede ser que nos hemos transformado en uno de los países más desiguales del mundo. Eso no fue nunca antes Costa Rica. Ese es el gran CAMBIO que debemos enfrentar y superar entre todos.
No creo que nadie serio y responsable, en nuestro país, esté pensando en una solución a lo Cuba, Venezuela o Nicaragua o que le parezca y aplauda un triste y lamentable escenario político como el de Argentina que, ayer domingo, tuvo que escoger entre un loquito de extrema derecha, un peronista de derechas y una ex ministra de Seguridad Pública también de derechas. O que crea que la solución al tema de la inseguridad nacional pasa por romper con nuestro Estado Social de Derecho y meter a más de 70.000 personas a la cárcel y no solo por la violación a principios esenciales y básicos de Derechos Humanos Fundamentales, sino porque no tendríamos la capacidad presupuestaria para construir esas cárceles, ni para alimentarlos en el día a día, como en El Salvador.
La “vía costarricense” es una opción democrática totalmente diferente.
Digámoslo claramente: nuestro país no la tiene fácil. Pero más difícil nos será, si en lugar de procurar puntos de consenso y de convergencia nacional, para activar SOLUCIONES viables, pragmáticas y realistas, el país se divide y polariza aún más de lo que está al día de hoy. Las diferencias de opinión son indispensables, necesarias y propias de una sociedad libre y democrática. Pero el único método conocido para que una sociedad, como la nuestra, avance y progrese en “beneficio del mayor número”, es el DIALOGO NACIONAL constructivo, racional, propositivo y de buena fe, en el que priven los intereses nacionales sobre cualesquiera otros. Esa y no otra es la “vía costarricense”.
Espero, con confianza, en que la legítima manifestación popular convocada para el próximo miércoles, rompa en paz con las inútiles confrontaciones sin salida del presente y que, como resultado, se abra para Costa Rica una etapa de mucho mayor conciencia sobre los grandes temas de la AGENDA NACIONAL y se logren, en el corto plazo, avances significativos, concretos y medibles de SOLUCIÓN a la crisis por la que atravesamos. No hay que esperar unidad nacional. Eso no existe. Pero si un CAMBIO DE ACTITUD en quienes nos gobiernan y en quienes el pueblo, en las urnas electorales, depositó su confianza en la forma y en la proporción de “poder político” en que lo hizo en el Poder Ejecutivo y en la Asamblea Legislativa. Eso sería volver a la POLÍTICA con mayúscula y salirse de la política con minúscula y eso, en sí mismo, sería un gran avance. Eso es lo que los costarricenses de buena fe queremos que se dé y cuanto antes mejor para nuestro país y para las futuras generaciones.