Vladimir de la Cruz
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He mencionado tan solo algunas categorías o conceptos por los cuales se puede medir esa historia Política, que es también medir el ejercicio de gobiernos, de gobernantes, de equipos gobernantes; de partidos como grupos políticos de ciudadanos que han ejercido el gobierno y han permitido darle continuidad institucional a lo logrado por sus anteriores, marcando sendas hacia el futuro, sin procurar deteriorar los niveles sociales y económicos alcanzados, procurando con ello mayor equidad, justicia, estabilidad Política y democracia social.
La marcha fundamental de los gobernantes, desde iniciada la Independencia, fue de educadores, de abogados, de médicos, de civiles sin títulos profesionales, de periodistas, de casi ningún militar ejerciendo gobierno, y los poquísimos economistas que llegaron a gobierno también fueron abogados, distinguiéndose como abogados más que como economistas.
La prensa, la libertad de imprenta y la libertad de pensamiento, y el respeto y la tolerancia Política, fueron emblemas que agitaron los gobernantes como elementos de fundamentales del desarrollo de la democracia Política, de la institucionalidad democrática que se iba soldando y de garantía del buen gobierno; por el papel crítico que jugaban y por el espejo que le daba al gobernante sobre su quehacer político y sobre la administración pública que se le encomendaba, resultado de la representación Política en la cual descansa su gestión.
Se podría valorar también la historia Política por las ideas Políticas, a modo de ideario nacional dominante, que se impusieron por los grupos que ejercieron el poder y los gobiernos. En este sentido no exagero si digo que han sido tres vertientes principales, liberales clásicos y republicanos, socialdemócratas y socialcristianos. Otras corrientes Políticas se hicieron sentir en la historia Política nacional, los reformistas, los socialistas y comunistas, que en su conjunto marcaron la institucionalidad y democracia nacional. No casualmente sus principales líderes políticos han sido reconocidos con el Benemeritazgo de la Patria.
Al hablar de historia Política en esencia hablamos del poder político, de la lucha por el poder político, de la lucha por ver quién o cuál grupo dirige el poder, el gobierno. Si observamos el desarrollo constitucional del siglo XIX y vemos que hasta 1871 se dieron en la práctica once constituciones, hay que entender que cada grupo que llegaba al poder quería marcar algunas diferencias con los restantes lo que se reflejaba en esa cantidad de constituciones, a razón de una cada cinco años en promedio. Lo esencial de ellas es que en todas se afirmaban los derechos y libertades que se iban estableciendo y ampliando. Desde 1871 hasta ahora ha habido tres constituciones incluyendo la de 1917 que duro hasta 1919.
La historia del poder obliga a la reflexión sobre el poder, como teoría y como ciencia, y la forma de ejercerse. Es un tema siempre complicado porque toca la esencia y naturaleza humana. La historia del poder es la historia de las relaciones de grupos alrededor del poder. Y, esa relación de poder se da en el escenario de lo que llamamos Política. De modo que, la Política es importante para todos nosotros, que no la podemos marginar, ni obviar, ni ignorar, porque la Política se mete con nosotros, todos los días, en los actos de gobierno, en las decisiones Políticas que se toman e impulsan desde los organismos institucionales del Poder Ejecutivo y de sus instituciones todos los días, y por los actos legislativos que también se imponen como leyes nacionales de acatamiento obligatorio. Como bien dice mi amigo Claudio Alpízar se trata de la Política, con P mayúscula.
Desde el siglo V AC se hacen reflexiones políticas. Heródoto nos recuerda la discusión sostenida sobre la monarquía, la oligarquía, la democracia, la tiranía, introduciendo el concepto de los mejores o de los peores, por su deficiente condición ética, para gobernar.
Platón introduce el tema de la tiranía. La aristocracia la referían al gobierno de los mejores y la tiranía a los que gobernaban con engaño o violencia, que eran los peores, los que también gobernaban como malvados, soberbios, como corruptores del pueblo.
Hesíodo, a quien estudié, bajo la dirección de buen amigo, filósofo, Jorge Charpantier, señalaba con frecuencia, qué en toda ciudad, refiriéndose a la polis griega, se sufre por culpa de un hombre malvado, con lo cual aplica el concepto de peor o de malvado al ejercicio de la política.
Así surge la kakistocracia, el poder o el gobierno del malvado, del peor gobernante, de los más ineptos e incompetentes, de los menos calificados, y por supuesto, de cínicos para ejercer el mal gobierno que realizan o ejecutan.
Platón y Aristóteles exaltaron la aristocracia para destacar al gobernante y su grupo por su sabiduría y por su capacidad intelectual, lo que se adquiría en los colegios y universidades, la educación.
La lucha del actual presidente por acabar con las universidades y la educación pública probablemente está en íntima relación con alguna deficiencia intelectual y de sabiduría, que lo hace rodearse de los peores para ejercer el peor de los gobiernos, según va abriendo su trocha.
Se impulsa en este gobierno lo que podemos llamar la kakistocracia chavista; del griego kakistos, que significa el peor, y kratos que significa poder o gobierno; el peor gobierno, el de los más ineptos o incompetentes, es el peor gobierno hasta ahora establecido; el gobierno de los peores, tan malos, malísimos o peores funcionarios, que en los 14 meses de gobierno que lleva Rodrigo Chaves ha hecho rotar, cambiar, despedir, echar, 34 funcionarios de su staff gubernativo, porque no dan la talla, no le sirven, no se le someten dócilmente. Cuando se cambian ministros, viceministros, directores ejecutivos, cuando se desintegran en las instituciones equipos existentes de trabajo y de apoyo institucional, los planes que se impulsan se paralizan, se atrasan, se obstruyen, se improvisan nuevos planes de acuerdo a los nuevos jerarca que asumen sus propios planes conjuntamente con el Presidente, o tratarán de impulsar como un frankestein, con remiendos, al trabajo que dejaron tirado los anteriores funcionarios, sin políticas claras, como no se están viendo, sin hoja de ruta, sin velas y sin timón…y sin timonel al frente.
La burocracia kakistocrática es lo que impulsa el kakistócrata Rodrigo Chaves, como estilo y marca de su gobierno. Los burócratas, para entenderme con el lector, no son los funcionarios públicos en general, ni los funcionarios de oficinas. El burócrata es el que en la oficina o en la administración tiene capacidad de decisión, lo que no tienen todos los trabajadores en sus respectivos puestos de trabajo.
En el gobierno de Rodrigo Chaves lo que se ha impuesto es su capacidad de decisión, autoritaria, tiránica, hasta ahora mala, donde no se siente lo contrario; donde sus subalternos en ejercicio de la kakiostocracia ejecutan la partitura que el director de orquesta o cimarrona les obliga tocar sin que ellos, como músicos, pareciera entiendan o interpreten la composición musical, o el lenguaje musical, que les piden entonar, porque esos músicos no conocen nada, o muy poco, de esos instrumentos del gobierno que tienen en sus manos, y quizá, si se han dado cuenta, en sus cabezas.
La partitura política, de esta kakistocracia en marcha, da la sensación de no contener adecuadamente los signos musicales que expresen correctamente la música que se quieren entonar o tocar; no muestra la altura de los sonidos, la duración, la velocidad de ejecución, los símbolos musicales, la intensidad de los ritmos y acordes.
Las partituras comprenden todo el conjunto instrumental, y hasta vocal, de la obra que se quiere representar o tocar, donde todos los sonidos deben sonar armónica y simultáneamente.
La única voz de la partitura kakistocrática que se trata entonar en el país, es la del presidente kakistocrático Rodrigo Chaves Robles, cuando se muestra en el concierto convocado, para todo público, los miércoles al iniciar la tarde, casi como un bufón medieval encargado de entretener a la corte que le sigue con sus historias, chistes, ironías, intimidaciones, amenazas, bajonazo de piso para algunos de sus interlocutores; con poca seriedad, sin saberse a ciencia cierta cómo quiere presentarse, en el papel del bufón, como cómico, ridículo o molesto.
Las democracias no son buenas o malas; son democracias.
Las dictaduras no son buenas o malas; son dictaduras.
Los gobiernos autoritarios no son buenos o malos; son autoritarios.
Los gobiernos kakistocráticos no son buenos o malos: son los peores…
¡Qué viva la Pepa!, Presidente.